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¿Quiénes son y a quiénes representan estos islamistas?

El final del gobierno de la Hermandad Musulmana en Egipto

Fuentes: Rebelión

El gobierno de la Hermandad Musulmana en Egipto liderado por Mohamed Mursi ha llegado a su fin. La coalición política de oposición representada en el frente Tamarod y el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas han puesto en marcha un gobierno de transición en Egipto luego del fin del ultimátum dado por el ejercito al […]

El gobierno de la Hermandad Musulmana en Egipto liderado por Mohamed Mursi ha llegado a su fin. La coalición política de oposición representada en el frente Tamarod y el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas han puesto en marcha un gobierno de transición en Egipto luego del fin del ultimátum dado por el ejercito al presidente Mursi.

El derrocado presidente egipcio nunca cumplió las exigencias de las reivindicaciones económicas y políticas que llevaron al pueblo egipcio a salir a las calles y mantenerse en ellas incluso después de la caída de la tiranía de Hosni Mubarak que lo mantuvo subyugado por más de 30 años. En cambio, sus políticas económicas de corte neoliberal exigidas por el Fondo Monetario Internacional; de flexibilización laboral; de apertura a las privatizaciones, pero también de corte sectario y antidemocrático que pretendieron restringir los derechos políticos y sociales de las minorías religiosas, además de limitar los derechos de la mujeres egipcias, elevada por el gobierno de Mursi a rango de Constitución, han radicalizado a las masas populares, a la oposición egipcia y en especial a los movimientos juveniles organizados en la plaza Tahrir que desde un principio denunciaron que la revolución del 11 de febrero de 2011 habìa sido traicionada. La inestabilidad política y las medidas económicas neoliberales que distinguieron al primer año del régimen de Mursi contribuyeron a empeorar la situación económica y política de Egipto.

Situación actual  

El ultimátum de 48 horas dado por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA) al presidente Mohamed Mursi ha expirado con el anuncio de una «hoja de ruta» que suspende la Constitución, depone el cargo presidencial a Mohamed Mursi y en su lugar dispone la conformación de un gobierno de transición el cual será asumido provisionalmente por el presidente del Tribunal Constitucional Supremo del país norteafricano, Adli Mansur, quien se encargará de gobernar por decreto y llamar a nuevas elecciones presidenciales en Egipto, al tiempo declara un Estado de Excepción y amenaza con reprimir duramente las protestas violentas que puedan generarse por los partidarios de la Hermandad Musulmana.

La oposición agrupada en el movimiento Tamarod (espacio que agrupa al Frente de Salvación Nacional, Corriente Popular, al partido Al Wasat, y el movimiento Kefaya, junto a otras individualidades y movimientos juveniles) ha manifestado completo apoyo al gobierno de transición. El líder designado por el movimiento, Mohamed Al Baradei, declaró que «la revolución de 2011 se ha relanzado y que la hoja de ruta satisface las demandas de celebración de elecciones presidenciales anticipadas».

Cabe recordar que Mohamed Al Beltagi, miembro del Partido de la Libertad y la Justicia, que tiene estrechos lazos con los Hermanos Musulmanes, había hecho un llamado a los partidarios del presidente Mursi a realizar «sacrificios» en defensa de la legitimidad del presidente frente a las peticiones de dimisión. «Despídete de tu madre, de tu padre y de tu esposa, porque sacrificarás tu almas para defender la legitimidad de Mohamed Mursi,» fueron las palabras de Al Beltagi. Por su parte el derrocado presidente Mursi, también había manifestado estar dispuesto a «proteger la legitimidad con su propia vida».

Las masas egipcias reunidas en Plaza Tahrir y en otras ciudades importantes de Egipto han celebrado con mucha alegría la caída del gobierno de la Hermandad Musulmana. Todo parece indicar que no habrá marcha atrás.

En Egipto se vuelven a imponer la voluntad de las mayorías en las calles, su espíritu de respeto a las minorías religiosa que sólo puede garantizar un Estado secular y las banderas de libertades políticas y justicia social.

Últimas noticias informan sobre Innumerables muertes se están producido en duros enfrentamientos en el Cairo y otras ciudades del país a consecuencia de la jornada de protestas violentas convocada por la Hermandad Musulmana contra la caída de Mursi.

Pero quién es la Hermandad Musulmana en Egipto

La Hermandad Musulmana o Hermanos Musulmanes (HM) es el más importante de todos los movimientos y agrupaciones políticas pertenecientes al llamado «Islam Político» que hoy ha perdido el control del poder político en la República Árabe de Egipto, y posiblemente lo perderá en la República Tunecina y otros países de la región como efecto dominó. En Egipto, la HM se encuentra liderizada por el derrocado presidente Mohamed Mursi, vencedor en las pasadas elecciones presidenciales celebradas entre el mes de mayo y junio de 2012, bajo el Partido Libertad y Justicia fundado oficialmente un año antes el 30 de abril de 2011.

Por el concepto de «Islam político» se definen dos corrientes políticas antagónicas. Una de resistencia antiimperialista y nacionalista representada por el eje Irán-Hezballah (fundamentalmente chiitá) y otra pro-imperialista y reaccionaria representada por los países del Golfo, sunitas (Arabia Saudita, Emiratos Árabes y Qatar).

El «Islam político» reaccionario proclama la «especificidad del Islam» en la sociedad, fundada en la razón de la no existencia de separación entre política y religión, al tiempo que pregona restaurar el pasado de grandeza de Comunidad Islámica (La Umma) que dicen «haberse perdido por la secularización de la sociedad» y el advenimiento del modelo político republicano. En realidad el Islam Político no se interesa por la religión que invoca; no se trata de un movimiento religioso sino de un movimiento político que se sirve de esta para la defensa de los intereses de la casta social que la promueve.

Las características más resaltantes que identifican la ideología que guarda el Islam político se pueden discernir de lo siguiente: El Islam político no se atreve a formular una crítica social revolucionaria y antisistémica más allá de la secularización de la sociedad. Mucho menos es una «teología de la liberación» análoga a la desarrollada en América Latina por prominente religiosos como el brasileño Leonardo Boff, el peruano Gustavo Gutiérrez Merino, el uruguayo Juan Luis Segundo, el colombiano Camilo Torres Restrepo, o los españoles Jon Sobrino, Manuel Pérez Martínez y Gaspar García Laviana.

El Islam político reaccionario profesa la sumisión de la sociedad al poder religioso y se alinea con el capitalismo dependiente y el imperialismo dominante. Defiende el principio del «carácter sagrado de la propiedad» sobre los medios de producción que legitima al sistema capitalista. En el fondo es una «ideología simplista que confiere legitimidad a una miserable economía de mercado/bazar totalmente contraria a los requisitos de cualquier desarrollo digno y plegada al proyecto neo-colonial» [1], que pretende el desmontaje de los Estados-nacionales y creación de modelos políticos similares a los califatos o emiratos que facilitaría la sumisión a los dictámenes imperiales (afín a los países del Golfo). Razón que explica el apoyo hacia este de las parásitas burguesías compradoras locales que se benefician de la globalización imperialista. Esto hace que el Islam político renuncie a cualquier posición antiimperialista y opte, en su lugar, por una postura más «antioccidental» como forma de manipulación de la sociedad.

Este movimiento fue un invento de Occidente para servir a sus propósitos hegemónicos neocolonialistas en el Norte de África y Asia occidental en la lucha contra los movimientos nacionalistas y revolucionarios Panarabistas, Panafricanistas que surgían a inicios del siglo pasado en toda esa región. Es por ello que en 1928 el Imperio Británico, con ayuda de las monarquías árabes, crea la HM, dirigida inicialmente por Hassan Al Banna (1906-1949), como instrumento para esa maquinación.

Históricamente la HM (corriente del Islam político) ha desempeñado un papel activo enfrentando desde muy temprano a las fuerzas políticas nacionalistas árabes (arabistas y panarabistas) y comunistas que en aquella época comenzaban a acumular fuerzas tras la caída del imperio otomano, y más tarde, en 1950-70, contra los nasseristas que habían llegado al poder tras la rebelión de los Oficiales Libres. Su fachada de islamista «moderados» les ha permitido manipular a la opinión pública a favor de sus propósitos dictatoriales.

Los grandes recursos financieros prestados a la HM por los Estados del Golfo (Petromonarquías) les ha facilitado un arraigo popular al traducir su funesta ideología en acción populista y propagandística eficaces como: ayudas financiera a la economía informal, los servicios de beneficencia (escuelas, mezquitas, dispensarios médicos, alimentos, etc), acciones que han logrado ganarse el corazón de muchos y que induce a la dependencia de los más humildes del pueblo egipcio a ese movimiento.

Tras la muerte de Gamal Abdel Nasser (1918-1970), la traición al nasserismo y la decadencia y fin de la tiranía secular de Hosni Mubarak, la HM , no sin apoyo de Estados Unidos e Israel, ha encontrado la oportunidad propicia de imponerse en ese país. Refiere Samir Amin que el advenimiento de la HM no se habría logrado tan fácilmente «si no hubiera estado en perfecto acuerdo con los objetivos de los estados del Golfo, Washington e Israel. Los tres aliados comparten la misma preocupación: frustrar la recuperación de Egipto. Un fuerte, erguido Egipto significaría el fin de la hegemonía triple del Golfo (la sumisión al discurso de la islamización de la sociedad), los Estados Unidos (un vasallaje y pauperización de Egipto, que sigue estando bajo su influencia directa), e Israel (no intervenir en Palestina).

Además de asegurar a los Estados Unidos la continuidad del modelo neoliberal, la HM se plantea al mismo tiempo destruir todos los logros democráticos alcanzado por la sociedad egipcia para mantener su dominio, implementando políticas reaccionarias como la «sharia» (sumisión a la Ley Islamica ), subyugar a la mujer (recortando sus derechos), prohibir el derecho a las huelgas, los sindicatos independientes y finalmente el desmontaje del Estado-nacional. Las últimas políticas y leyes implementadas por el presidente Mursi van en ese sentido.

Un año de gobierno de la Hermandad Musulmana

La primera política implementada por el derrocado presidente Mohamed Mursi en su gobierno fue el restablecimiento de la Cámara baja del Parlamento, que estaba dominada por islamistas y había sido disuelta por el Poder Judicial de ese país con ayuda de las Fuerzas Armadas. Pero el Tribunal Constitucional no tardó en revocar su decisión. En sus primeras semanas, Mursi ordenó liberar a los presos políticos de la revolución y formó un nuevo gobierno de islamistas y aliados. La muerte de 16 soldados egipcios en el Sinaí en un confuso ataque terrorista en agosto pasado precedió al desmantelamiento de la cúpula del Consejo Superior de las Fuerzas Armadas CSFA del ejército egipcio. Mursi aprovechó la oportunidad para destituir al entonces jefe de las Fuerzas Armadas, Mohamed Husein Tantaui, y a su «número dos», Sami Anan. Un golpe mortal que acompañó con una maniobra para recuperar el poder del CSFA.

Entre sus primeras salidas al exterior, Mursi visitó países como Arabia Saudí, China e Irán, si bien logró su mayor proyección internacional con su mediación para que Israel y el movimiento palestino Hamás alcanzasen una tregua tras la ofensiva de noviembre en la franja de Gaza.

Rápidamente el exmandatario sorprendió nuevamente a los egipcios con una declaración constitucional en la que pretendía arrogarse más poderes y blindar sus decisiones. Su hábil movimiento político derivó en masivas protestas, huelgas de jueces y la desconfianza de los egipcios. La  estrategia de Mursi pretendía salvaguardar la redacción de la nueva Constitución a manos de los islamistas .

El segundo aniversario de la revolución en enero marcó el inicio de una nueva ola de protestas violentas contra Mursi, que propuso un diálogo nacional poco convincente. En su lugar, la oposición insistió en la reforma constitucional. Entre tanto, Mursi reforzó la presencia de islamistas. La inestabilidad política ha influido, además, en el deterioro de la economía. El Gobierno de Mursi negoció un préstamo de 4.800 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI) prometiendo adaptar sus políticas en el país.

Una semana antes de su caída, Mursi había roto la histórica posición de Egipto de no intromisión en los conflictos y asuntos internos de otros países, condenando al gobierno sirio de Bashar Al Assad y rompiendo relaciones diplomáticas con ese país. Cabe destacar que innumerables yihadistas egipcios han ido a combatir en Siria contra las tropas leales al gobierno sirio.

Los principales actores políticos de la oposición en Egipto

1) Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas Egipcias (CSFA)

El CSFA representa la cúpula del ejército considerada como una fuerza poderosa en Egipto desde la Rebelión de los Oficiales Libres en 1952, de Gamal Abdel Nasser, hasta Hosni Mubarak. Sus generales derrocaron a Mubarak en 2011 y controlaron el gobierno hasta que el presidente Mohamed Mursi fue elegido. Ahora llevan otra vez las riendas tras su expulsión de la presidencia este miércoles.

Cabe destacar que su actual dirigente, Fattah al-Sisi, fue nombrado por Mursi como comandante general de las fuerzas armadas de Egipto y ministro de Defensa. Jugó un papel central en la decisión tomada por el ejército de ayer, 3 de julio de derrocar a Mursi, disolver el parlamento, suspender la constitución del país y convocar a nuevas elecciones.

En los días previos a la rebelión contra Mursi, el ejército filtró detalles de una «hoja de ruta» de lo que lo haría tras derrocar a Mursi.

2) Tamaroud

Tamaroud – («rebelión» en árabe) fue la fuerza impulsora detrás de las protestas que llevaron al fin de la presidencia de Mursi.

El grupo fue fundado en abril por miembros del Movimiento Egipcio por el Cambio, un grupo que se opuso a Mubarak desde antes de la revolución de 2011. El grupo se encuentra ligado al descontento juvenil con la política tradicional egipcia, ganando apoyo a través de campañas en los medios sociales y por medio de acciones de calle.

El grupo afirma que reunió 22 millones de firmas en una petición para exigir la renuncia de Mursi. Entre otras cosas, la petición culpó a Mursi del aumento de la delincuencia, el mal estado de la economía de Egipto, y la creciente influencia de Estados Unidos en los asuntos internos de la nación..

Tamaroud es parte del movimiento Frente 30 de junio, una coalición de opositores al gobierno de los Hermanos Musulmanes. Sus líderes van a participar en las discusiones sobre una nueva constitución y la formación de un nuevo gobierno.

3) Tajarroud

En respuesta al alegato de Tamaroud de haber obtenido 22 millones de firmas para exigir la salida de Mursi, los partidarios del presidente lanzaron una campaña rival llamada «Tajarroud» que significa «Imparcialidad» y organizaron protestas en El Cairo.

En junio la contra campaña afirmó haber recibido 10 millones de firmas a favor de Mursi.

Sin embargo, Shehab Wagih, el portavoz del Partido de los Egipcios Libres y miembro del Frente de Salvación Nacional sostuvo que «nadie» en las calles de Egipto ha visto la campaña de Tajarroud mientras que las peticiones firmadas de Tamarroud son abundantes.

4) Al-Nour y los partidos salafistas

Al-Nour, el segundo partido islamista, fue creado después de la revolución de 2011. Ha apoyado, hasta hace poco, a Mursi y a la Hermandad Musulmana, pero ha insistido en la aplicación de la sharia.o ley islámica.

Al-Nour ha aceptado participar en el proceso de «hoja de ruta» del ejército, un acto que la Hermandad Musulmana y el Partido Libertad y Justicia han calificado como una traición.

5) Frente de Salvación Nacional

El Frente de Salvación Nacional, también conocido como el Frente Nacional para la Salvación de la Revolución o el Frente Nacional de Rescate, es una alianza de partidos políticos y el mayor bloque opositor.

Ha nombrado al ex jefe del organismo de control nuclear de la ONU, Mohamed Al Baradei, para negociar con los militares sobre el camino a seguir después de la salida de Mursi.

Uno de los líderes del grupo Hamdeen Sabahi (Nasserista), de 58 años, ha sido una voz destacada contra Mursi y llegó muy cerca, de tercero, en el 2012 en las elecciones presidenciales.

6) Al-Azhar y la Iglesia Copta

La autoridad islámica suní de mayor prestigio con sede en El Cairo está liderada por el Gran Imam Ahmed El-Tayyeb. y se encuentra situada en el centro de estudios teológicos de Al-Azhar. Esta autoridad ha afirmado que ha sido marginada por los Hermanos Musulmanes al llegar estos al poder.

Los opositores de Mursi lo han acusado, en el pasado, de buscar el control de Al-Azhar, planificando reemplazar a El-Tayyeb con una figura de la Hermandad, una afirmación que el grupo ha negado en repetidas ocasiones.

El establecimiento de Al-Azhar se remonta a la dinastía fatimí de hace más de mil años. Su centro de estudios de la Universidad Al-Azhar de El Cairo ha mantenido su posición en la vanguardia de la educación religiosa desde entonces.

El-Tayyeb ha sido un vocero importante durante las recientes protestas. El martes emitió un comunicado planteando que la «unidad del pueblo egipcio está por encima de todo», y elogió a los manifestantes: «el pueblo ha sorprendido e inspirado al mundo a través de la elegante expresión de sus demandas pacíficas.»

Al-Azhar jugará un papel fundamental en los asuntos religiosos de la era post-Mursi.

Por su parte, la Iglesia Ortodoxa Copta de Egipto ha elogiado las protestas masivas contra Mursi, diciendo que era «maravilloso ver al pueblo egipcio retomar su robada revolución de una manera pacífica».

El Papa Tawadros II, asumió el cargo hace menos de un año y hace poco se ha reunido con ElBaradei y con el Gran Mufti, la más importante autoridad religiosa del Islam sunita.

El Papa copto es el líder de una comunidad estimada entre cuatro hasta ocho millones de la minoría cristiana en Egipto, la cual se ha quejado de ser blanco de los ataques de los simpatizantes de la Hermandad durante el periodo de Mursi en el cargo. [2]

Perspectivas políticas para Egipto y la región

Varios clérigos y analistas egipcios han asegurado que de romperse el hilo constitucional en Egipto se podría generar un posible escenario de duras confrontaciones y terrorismo por parte de los grupos salafistas-yihadistas aliados de la Hermandad Musulmana que conducirían al país a una Guerra Civil. Sin embargo los salafistas del Frente Al Nour han retirado públicamente su apoyo a la Hermandad Musulmana por lo que pierde fuerza esta opción. Algunos manifiestan la necesidad de juzgar a Mursi por las muertes y crímenes cometido durante su corto periodo de gobierno.

Por otra parte, el Gobierno Provisional de Transición en Egipto abriría la posibilidad de un periodo mucho más democrático para ese país, de necesaria unidad de todas las fuerzas opositoras frente a la HM, donde las fuerzas de izquierdas y progresistas agrupadas en el Frente de Salvación Nacional, organización a la que pertenece la Corriente Popular liderizada por Hamden Sabahi (nasserista), obtendrían una participación muy significativa. Cabe destacar que Sabahi había llegado de 3ro en las últimas elecciones presidenciales donde resultó vencedor Mohamed Mursi.

Existe la posibilidad también de que la caída del régimen de Mursi genere un efecto dominó para el resto de las fuerzas islamistas que hoy ostentan el poder en toda la región. El gobierno de Al Nahda (islamistas asociados a la Hermandad Musulmana ) en Túnez, los islamistas en Libia, los islamistas en el Turquía representados por el gobierno de Recep Tayyip Erdogan y los islamistas yihadistas que combaten contra el gobierno de Bashar Al Assad en Siria, entre otros, se verán duramente afectados por la derrota de su importante aliado en Egipto. Al tiempo que Arabia Saudita y Qatar, históricos financistas de la Hermandad Musulmana , también se verán desprestigiados.

Sin lugar a dudas, el imperialismo estadounidense y sus petro-monarquías vasallas acaban de perder a un lacayo en Egipto, pero seguramente intentarán reemplazarlo por otro, esta vez por secular. Mohamed Al Baradei o Amr Mussa se perfilan como los candidatos del imperialismo.

Dependerán de las fuerzas progresistas nasseristas y revolucionarias egipcias alcanzar la unidad necesaria en torno al líder nasserista Hamden Sabahi, para asegurar su posible triunfo en las próximas elecciones planteadas.

Fuentes:

[1] Samir Amin, Islam político aliados del imperialismo.

[2] Intelectual marxista Samir Amin, embajador Juan Antonio Hernández, búsquedas propias y AlJazeera)