Traducido para Rebelión por LB.
«Ha habido tres o cuatro noticias procedentes de varios pasajeros que afirman que los israelíes agarraron sus tarjetas de crédito y se fueron a comprar cerveza con ellas«. Eso es lo que Greta Berlin, miembro de la Flotilla de la Libertad para Gaza me contó sobre lo que sucedió con las posesiones de las personas que se encontraban en los siete barcos de la flotilla.
Hasta el momento se ha prestado mayor atención a las muertes (por el momento hay nueve muertos y dos personas tan gravemente heridas que es poco probable que sobrevivan). Menos atención se ha prestado a las 40 o 50 personas heridas o golpeadas (muchas de ellas en las cárceles israelíes). Quienes la pasada semana apreciaron el artículo de Counterpunch del extraordinario Kenneth Nichols O’Keefe deberían ver la entrevista en la que aparece sangrentado y golpeado tras ser liberado de la custodia israelí.
Sin embargo, lo que los israelíes hicieron con los objetos personales de los pasajeros ha recibido escasa atención. El asunto puede resumirse en pocas palabras: robo, destrucción dolosa y confiscación.
En primer lugar hay buenas noticias: los suministros. Se informa de que las Naciones Unidas van a transportar «todo el cargamento» de las naves turcas a Gaza. Esperemos que suceda lo mismo con los suministros de las embarcaciones no turcas. Es un triunfo amargo para el Movimiento Libertad para Gaza, y una señal de que a pesar de los miles de manifestantes que el club de fútbol israelí Betar organizó para que vomitaran odio frente a la Embajada de Turquía en Israel y de los sondeos de opinión que muestran un abrumador apoyo israelí al asalto, Netanyahu es lo suficientemente racional como para percatarse de que debe hacer alguna concesión.
¿Qué ha pasado con los objetos personales, las cámaras, los ordenadores, los Iphones y el equipaje? Según Greta Berlin, algunos aparatos electrónicos fueron devueltos, pero completamente destrozados. Otros no fueron devueltos en absoluto. Los israelíes utilizan selectivamente fragmentos de vídeo filmado por los pasajeros para reforzar su versión de que los pobres israelíes que descendieron rapelando desde el cielo fueron atacados por terroristas bien armados. El resto de las cintas de vídeo y de las tarjetas de memoria las mantienen retenidas, sin duda para LA INVESTIGACIÓN, o quizá han resultado «extraviadas» preventivamente.
Berlín dijo que había recibido una información procedente de un abogado que trabaja para una organización turca según la cual los israelíes habían destruido equipos por valor de más de 3,5 millones de dólares. Prendas de vestir y artículos personales. Si un pasajero quiere ver si los israelíes han devuelto su equipaje tiene la opción de ir hasta un almacén situado en Turquía y explorar allí las maletas llenas aleatoriamente con ropa y equipo, para ver lo que puede recuperar.
El dinero y las tarjetas de crédito los israelíes los robaron directamente. No han devuelto ni un centavo de todo el dinero en efectivo y, como ya se ha mencionado, algunos funcionarios de seguridad israelíes van por ahí trasegando alegremente sus [cervezas] Lowenbraus mientras se ríen de sus involuntarios benefactores.
Los israelíes no han devuelto aún muchos de los pasaportes que confiscaron, especialmente los de los israelíes palestinos. Surge la pregunta: ¿qué estarán haciendo con ellos? ¿A qué búnker del Mossad los han enviado para ser examinados y modificados para ser utilizados en el próximo asesinato?
Luego están los barcos, que en esta ocasión han sido embarcaciones grandes y costosas, no los pequeños barcos de los primeros viajes. Permanecen amarrados en el puerto de Ashdod. Se supone que los israelíes los iban a devolver a Turquía en diez días. El Movimiento Free Gaza teme que los israelíes les exijan firmar un compromiso garantizando de no volverlos a utilizar para llevar suministros a Gaza. Sobra decir que nunca firmarán un compromiso tan vergonzoso. Regresarán a Gaza. Ahora los barcos están fondeados en el puerto junto a otra embarcación Free Gaza que la marina israelí robó el año pasado.
Robar no es nada del otro mundo. Miren los olivos que salpican los asentamientos, un decorado espléndido. Resulta que los pioneros israelíes plantaban árboles de abeto europeo «para hacer florecer el desierto». Pero con todos los olivos disponibles, con los cientos de miles de olivos que los israelíes van derribando a medida que su ejército construye el muro de separación y cualquier otra cosa que se le antoje, ¿por qué desperdiciarlos? ¿Por qué no sacarles provecho?. Así que la moda se ha impuesto.
¿A qué espera Netanyahu para hacerlo de una vez? Que quite la estrella de David y las barras azules de la bandera israelí y que ize la bandera pirata.
La piratería es rentable.
La mosca en la sopa de esta historia es que los supervivientes de la masacre de la flotilla están hablando. O están tratando de hacerlo. Varios de los sobrevivientes están intentando hablar en la ONU y en diversos actos en los EEUU. Sin embargo, un grupo de poderosos políticos de Nueva York están exigiendo al Departamento de Estado estadounidense que los mantenga fuera. No, no se trata de neoconservadores que calumnian a los sobrevivientes acusándolos de mantener «vínculos» con terroristas. Se trata de esos que en Nueva York se hacen pasar por liberales.
El New York Daily News informa de que la representante Carolyn Maloney se ha comprometido a entregar una petición con más de 23.000 firmas pidiendo al Departamento de Estado que controle los visados de los pasajeros del buque Mavi Mármara que planean realizar una gira de conferencias por los EEUU. La congresista dice que está defendiendo a su país de «Hamas». Durante la rueda de prensa el congresista Jerome Nadler declaró que el IHH, la organización que organizó los barcos turcos, «es conocida desde hace tiempo por sus vínculos con Hamas y al-Qaeda«.
El periódico cita al congresista de Harlem Charlie Rangel, diciendo: «Tengan mucho cuidado. Tómense en serio esta amenaza«. ¿Qué amenaza? ¿La amenaza de que los supervivientes consigan hacerse un hueco en la ininterrumpida corriente de propaganda israelí? Qué ironía. He aquí al congresista de Harlem defendiendo las obscenas mentiras de un país dirigido por un presidente (Shimon Peres) que en el apogeo del apartheid se ofreció a vender armas nucleares a Sudáfrica. Este eminente congresista negro proclama en su página web su «apoyo inquebrantable» a un país donde el racismo (contra los palestinos) es público y omnipresente.
Malcolm y Martin deben de estar retorciéndose en sus tumbas.