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El improbable Estado palestino

Fuentes: Le Monde

Traducido por Caty R.

George Bush es constante en sus ideas. El 24 de junio de 2002, en un discurso que ha quedado para la historia, comunicó sus anhelos de ver el nacimiento de un estado palestino, expresó el deseo que éste pueda vivir «codo con codo, en paz y seguridad» con Israel y consideraba que ésa era «la clave para la paz». Más de cinco años después, el 24 de septiembre, Bush, una vez más, repitió: «Apoyo formalmente la creación de un estado palestino y creo que la perspectiva de dos estados que viven uno junto a otro y en paz es posible». Mientras tanto, esa famosa perspectiva de «dos estados» ha seguido siendo un vago sueño. No se ha visto ningún avance. Al contrario, la situación no dejó de deteriorarse y la perspectiva de crear un estado palestino «viable y continuo», según la fórmula idónea, parece haberse alejado.

Hoy, cuando por fin ha comprendido que el conflicto israelo-palestino es una de las principales fuentes de tensiones en la región, la administración Bush decidió dar un acelerón al proceso de paz, en estado de letargo profundo durante siete años.

Desde su nombramiento al frente de la diplomacia estadounidense en enero de 2005, Condoleezza Rice viajó una buena docena de veces a la región. Desde el 14 de octubre lleva a cabo su séptima visita de 2007 con la esperanza de hacer que se muevan las posiciones. En julio Bush decidió convocar para noviembre una reunión internacional en Estados Unidos con el fin de reactivar los esfuerzos por la paz. Tras la toma del poder de Hamás el 15 de junio en la Franja de Gaza y el final de la experiencia del gobierno de unión nacional con Fatah, de nuevo era posible hablar con Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad palestina.

Israel nunca ha sido favorable a la celebración de una conferencia internacional, pero el gobierno de Ehud Olmert difícilmente podría rechazarla. Sin embargo se ha hecho todo lo posible para minimizar su importancia, las autoridades israelíes precisan que no se tratará de una conferencia de paz, sino solamente de un punto de partida para fijar el marco de las negociaciones bilaterales entre Israel y los palestinos. Tzipi Livni, ministra de Asuntos Exteriores, remarcó, por lo que se refiere a esta cumbre, que era necesario fijar objetivos realizables.

Para Israel se trata sobre todo de una reunión internacional «con la participación, especialmente, de los países árabes moderados favorables al proceso de paz». Lo que permitiría una aproximación con varios países árabes, y en particular con Arabia Saudí, pero sin abordar las cuestiones demasiado sensibles que pondrían en peligro el éxito de esta iniciativa. La ocasión de hacer una bonita foto de familia y mostrar buena voluntad sin entrar en el meollo de la cuestión. Lo que hizo decir a Amr Moussa, presidente de la Liga árabe, que Israel debía estar dispuesto «a pagar el precio de la paz», mientras que el jefe de la diplomacia saudí, Saud Al-Faysal, destacó que el estado judío debía «demostrar su seriedad» y pidió que se interrumpan la construcción del muro y la colonización antes de la conferencia, con el fin de que Israel ilustre su buena voluntad.

Grandes incógnitas planean pues sobre esta reunión que podría celebrarse a Annapolis, cerca de Washington, pero cuyo orden del día no se ha fijado. Subsisten divergencias profundas entre las finalidades de Olmert y Abbas. El Primer Ministro israelí desea que se establezca un documento común e insiste en el hecho de que este encuentro internacional debe propiciar «la obtención del apoyo de la comunidad internacional promoviendo las fuerzas moderadas y a los estados que apoyan una solución pacífica con Israel». En cambio Abbas considera que ya es más que hora de abordar las cuestiones cruciales: «Ha llegado el momento de crear el estado palestino independiente, con Jerusalén Este como capital, y vivir en paz y seguridad junto a Israel para que se acaben los sufrimientos que soporta nuestro pueblo desde hace seis decenios», afirmó.

Cortina de humo

¿El abismo entre estos dos enfoques se salvará antes de noviembre? Las reuniones entre Olmert y Abbas no acercaron ambas posiciones. Tampoco consiguieron reducir los sufrimientos del pueblo palestino como prometió Olmert en la cumbre de Charm El-Cheikh el 25 de junio: «La libertad de movimientos de los palestinos se va a mejorar de manera significativa», declaró; pero después no se ha desmantelado ningún puesto militar de control y se han instalado otros nuevos. El laborista Ehud Barak, ministro de Defensa, sólo propone suprimir 24 puestos de los 572 catalogados por la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA) y además excluye la retirada del Tsahal de los territorios ocupados antes de cinco años, el tiempo que necesita para poner a punto un sistema de protección capaz de interceptar los cohetes que podrían lanzarse desde Cisjordania como ya es el caso desde la Franja de Gaza, declarada «entidad hostil» y cuyo bloqueo se ha acentuado. Se han liberado más de 340 presos durante los últimos meses, pero ¿a cuántos han detenido desde entonces?

Los cinco años que señala Barak serán suficientes para acabar la construcción del muro y que sigan creciendo las colonias -el tiempo de establecer hechos consumados que ratifiquen el mordisqueo constante y permanente de Cisjordania-. ¿Todavía será posible crear un estado palestino digno de este nombre? Cisjordania ya no es más que un territorio dividido entre cuyos intersticios se deslizaron más de 250.000 colonos mientras se mantiene a la población palestina en sacos cerrados.

Según la OCHA, más de un tercio de Cisjordania está ocupado por las colonias, las bases militares y las «reservas naturales». Si se añaden las instaladas en Jerusalén Este, los colonos son 450.000 para aproximadamente 2,5 millones de palestinos. ¿La vuelta a las fronteras de 1967 que piden los palestinos, empezando por Mahmud Abbas que desea recuperar la superficie exacta de los territorios arrebatados en 1967, no se compromete? Cómo vamos a seguir hablando de un estado palestino viable y continuo, mientras la realidad demuestra que corre el riesgo de convertirse próximamente en una ficción a menos que los israelíes estén dispuestos a grandes sacrificios. Lo que parece lejos ser el caso.

La reunión promovida por Bush cada vez se parece más a una cortina de humo destinada a hacer creer que se avanza hacia una solución, mientras que sobre el terreno no hay ningún indicio que demuestre la existencia de una voluntad real de dar una oportunidad a la paz. Cuanto más pasa el tiempo más se aleja la posibilidad de un estado palestino.

Original en francés: http://www.lemonde.fr/web/article/0,1-0@2-3232,36-967819,0.html

Michel Bôle-Richard es enviado especial del diario Le Monde en Gaza.

Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y la fuente.