Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
Hajo Meyer
Dedico este artículo a Hajo Meyer (1924-2014) antisionista, activista político, sobreviviente de Auschwitz y héroe en la lucha por la libertad de Palestina. Sus palabras me han informando y sus acciones consuelan mi pesar.
«Un antisemita solía ser una persona a la que no le gustaban los judíos. No soy antijudío. Soy antisionista».
«El sionismo no tiene nada que ver con el judaísmo».
El sionismo siempre ha equiparado cualquier crítica con el antisemitismo, deslegitimación o algo peor. Sirve de propaganda para mantener la ilusión de los judíos como «víctimas». Los ultranacionalistas que creen en su superioridad moral crean terror político con el fin de silenciar y negar.
Quién podría imaginar en 1945 tras la derrota de la Alemania nazi que habría, unos pocos años más adelante, una extraña escalada, una extensión tóxica del antisemitismo inflamada en parte por un país con dos caras. Una cara dice que es «la única democracia en Oriente Medio» mientras la otra cara se involucra en una agenda que abarca una ocupación genocida que se extiende a lo largo de tres generaciones de niños palestinos nacidos en cautiverio. Esta es la cara del sionismo con su sueño de un Estado judío para los judíos solamente, con «los palestinos no permitidos». Hay un alter ego donde la verdad se oculta tras todo tipo de negaciones. Una dolorosa verdad que muchos aún no pueden aceptar: la realidad que salta a la vista. Es la agenda del sionismo israelí que inflige los horrores de la privación de derechos y el genocidio de toda una población de palestinos no deseados, odiados y considerados «inferiores».
Es imposible para este judío alemán evitar una comparación entre la falta de voluntad de los sionistas israelíes para abrazar a la humanidad de los palestinos como seres humanos como ellos mismos con los aspectos de la búsqueda nazi de una Alemania racialmente pura.
¿Quién habría imaginado tras el final de la Segunda Guerra Mundial que una vez más la manipulación emocional similar al terrorismo interno podría crear con éxito una nueva cultura de miedo e histeria dirigida a los judíos? Lo que se aprovecha es la histeria profundamente arraigada que permanece inactiva dentro de la conciencia judía. Es aquí donde los temores de aniquilación y la victimización se agazapan prestos a ser encendidos. La intención sionista es reunir a los judíos de todo el mundo para apoyar y vivir en el «Estado judío», utilizando este poderoso mensaje como adoctrinamiento. Hemos oído manifestar: un Estado judío es el único lugar del mundo donde los judíos pueden estar a salvo y no ser más víctimas.
No puedo estar presente allí como judío. Como refugiado me identifico con los palestinos desplazados sin hogar, refugiados obligados a huir de sus tierras y hogares destruidos para ser ocupados y rodeados de prisiones, muros, puestos de control militar armados y asentamientos ilegales. Debido a que en 1948 el sionismo fue fundado sobre una ideología racista de superioridad del «pueblo elegido», debo plantear algunas preguntas obvias.
Habiendo sido los propios judíos víctimas, ¿eso da derecho moral a ocupar y privar de derechos a otro pueblo? ¿Por qué no han aprendido nada? Más urgidos por el momento, ¿cómo es que el antisemitismo se utiliza para defender la agenda sionista? Existen profundas implicaciones psicológicas para ser exploradas, estudiadas y escritas y ser discutidas abiertamente con el fin de llevar la luz a un abismo moral insoportable.
Nosotros, los que somos antisionistas y no antijudíos y/o somos nosotros mismos judíos, debemos resistir los peligrosos intentos para desacreditar a la oposición mediante la promoción de un «falso» antisemitismo para intentar borrar la realidad de la violencia racista sin fin contra Palestina y los palestinos. Esta forma de terrorismo doméstico utiliza no sólo la culpa del Holocausto, sino que miente con el fin de justificar y/o mantener una ocupación ilegal y brutal. Creo que discutir si existe o no el antisemitismo es una cuestión espuria y que nos hace perder nuestro enfoque. El aumento del antisemitismo es real. Hay una parte que me molesta más profundamente y es el uso que se hace para oscurecer la verdad sobre un régimen desquiciado y violento que ha creado la Nakba palestina. Eso no es pretender que no existe un verdadero antisemitismo que se está extendiendo por medio de la islamofobia. Tal vez el propio sionismo es antisemita porque discrimina a los semitas e incluye a los judíos mismos. El sionismo no es una religión, sino un movimiento político. Trabajar por la justicia y el fin de la ocupación no es antisemita.
Quiero hablar de un incidente que tuvo lugar recientemente en el Bard College con el fin de ejemplificar mi discusión anterior. «Los que apoyan a Israel s se niegan a compartir el escenario de Bard con Dima Khalidi y reproducen los estereotipos acerca de que los judíos huelen mal», publicado aquí el 24 oct de 2016.
Hannah Arendt, de quien lleva el nombre el Centro de Bard para la investigación intelectual, declaró que la libertad de expresión está en el centro del discurso político. Añadió que sólo en la libertad de nuestro hablar sobre el tema de discusión el mundo hace emerger su objetividad y la visibilidad desde todos los ángulos.
¿Era consciente el organizador de «Real Talk», Roger Berkowitz de que estaba reprimiendo la libertad de expresión y el intercambio intelectual cuando no pudo ponerse de pie en contra de la descabellada demanda de Kenneth Marcus de no aparecer junto con Dima Khalidi? ¿Por qué? ¿Alguien que apoya el BDS debe ser antisemita? Marcus nos ha mostrado una vez más la cara del odio reciclada una y otra vez por la propaganda y la agenda racista del sionismo.
¿Qué hubiera llevado al profesor Berkowitz para romper el silencio y manifestar «no, eso no es aceptable»? ¿Qué le detuvo, el miedo? ¿La respuesta de los donantes judíos ricos? Me siento ofendido por el vergonzoso comportamiento de Kenneth Marcus. Esta es la antítesis de todo lo que Arendt creía.
Es irónico y extravagante que Marcus haya fundado hace varios años el Centro de Brandeis Louis para los Derechos Humanos conforme a la ley para combatir el antisemitismo. Declara que es un defensor de la libertad de expresión. Sus afirmaciones acerca de que el movimiento no violento y de gran alcance BDS con gritos de antisemitismo para aplastarlo y destruirlo son falsas y peligrosas. Con la intención de inflamar compara el BDS (en palabras de Marcus «preexterminio») con los boicots nazis a las tiendas judías en la década de 1930, una comparación verdaderamente ridícula utilizada para expandir el miedo. Kenneth Marcus muestra el verdadero rostro y la fealdad del sionismo y en este caso su total desprecio y distorsión de Dima Khalidi, una mujer palestina-estadounidense, abogada y activista por los derechos humanos de los palestinos. Marcus tuvo éxito en detener toda discusión con gritos de antisemitismo lanzados imprudentemente una vez más.
Fuente: http://mondoweiss.net/2016/10/consciousness-manufactured-semitism/
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.