El primer ministro israelí confesó involuntariamente que su país posee armas nucleares. Una nueva muestra de la hipocresía del estado hebreo. Tarde o temprano las verdades son desempolvadas y puestas sobre el tablero, a la vista del todo el mundo. En esta oportunidad se trató de un «lapsus», protagonizado por el primer ministro israelí, Ehud […]
El primer ministro israelí confesó involuntariamente que su país posee armas nucleares. Una nueva muestra de la hipocresía del estado hebreo. Tarde o temprano las verdades son desempolvadas y puestas sobre el tablero, a la vista del todo el mundo. En esta oportunidad se trató de un «lapsus», protagonizado por el primer ministro israelí, Ehud Olmert, que admitió en una entrevista concedida el lunes a la emisora televisiva alemana Sat.1 que su país cuenta con armas nucleares.
Ante una pregunta acerca de la amenaza de Irán de destruir a Israel, Olmert respondió que Israel nunca amenazó con aniquilar a nadie. Luego añadió, con cierto desdén, que «Irán, de manera abierta, explícita, pública, amenaza con borrar a Israel del mapa. ¿Puede decirse que está en el mismo nivel, cuando aspira a tener armas nucleares, que Estados Unidos, Francia, Israel, o Rusia?».
Inmediatamente, su vocera, Miri Eisin, salió a desmentir que el Primer Ministro haya confirmado la existencia de armas nucleares en Israel, y que simplemente se trató de un mal entendido. Sin embargo, la claridad y precisión de las palabras de Olmert, generaron críticas de izquierda y de derecha en su país, al punto de que algunos diputados opositores le exigieran la renuncia.
El punto central del conflicto es que, desde hace por lo menos 50 años, Israel se ha mostrado ambiguo con respecto a confirmar la posesión de armas nucleares. En rigor de verdad, se trata de una política de estado, en la que se pretende especular con el potencial militar que posee el país hebreo, considerando sus conflictos con los vecinos árabes que lo rodean.
Sin embargo, el «gran secreto» revelado involuntariamente por Olmert, no es más que un «secreto a voces». La mayoría de los expertos en el tema estiman que Israel posee unas 200 ojivas nucleares para equipar misiles de largo alcance, lo que el Tel Aviv nunca ha desmentido. Asimismo, el hecho es conocido por la opinión pública internacional, muy a pesar de la política de estado del país hebreo.
Aún así, la confesión del Olmert muestra nuevamente la hipocresía de Israel. El mismo estado que encabeza una furiosa campaña en contra del desarrollo nuclear iraní, esgrimiendo el argumento de que esto desestabilizaría a la región, admite poseer armas atómicas.
La situación se agrava aún más, si se considera que Israel no desconoce la posibilidad de una intervención armada para frenar el desarrollo nuclear iraní que (según siempre se encargo de aclarar el presidente Mahmud Ahmadineyad) responde a fines energéticos y no bélicos. De hecho, no se han presentado pruebas que confirmen que Irán pretende crear armas atómicas, al tiempo que el estado árabe nunca desistió de firmar el Tratado de no Proliferación de Armas Nucleares (TNP) y fue avalado por la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).
Esto no hace más que confirmar que la voluntad de Estados Unidos, la Unión Europea (UE) e Israel de imponer sanciones a Irán desde Naciones Unidas, no es más que un intento de desterrar la posibilidad de que el país árabe se instale como una potencia en la región.
De la misma forma, cabe recordar que, días atrás, Olmert criticó, lo que denomina como una «falta de decisión de la comunidad internacional» frente al presidente iraní y, ante la pregunta de la posibilidad de un ataque militar, respondió tajantemente: «No descarto nada».
Dejando a un costado el tema de Irán, ¿cómo pueden esperarse salidas pacíficas para el conflicto con Palestina, de un estado que confirma poseer armas nucleares?
Hace algunos días, el presidente Olmert presentó una poco clara propuesta para acelerar el proceso de paz con Palestina, en la que promete reconocerla como estado, aunque no dio detalles sobre la delimitación de las fronteras. Sin embargo, la actitud negociadora del Primer Ministro fue en respuesta a las presiones de Washington, que pretende desempantanar a sus tropas en Iraq y para ello necesita pacificar a Medio Oriente.
Desde luego que la falta de claridad de la propuesta fue motivo suficiente para que todas las fuerzas palestinas la tildaran de insuficiente y pidieran más hechos que palabras.
Pero, volviendo al «lapsus» de Olmert, ¿cómo se puede sostener la mentira del proceso de paz propuesto por Israel cuando se reconoce la existencia de armas nucleares? Es más que claro que la máscara pacifista del estado hebreo se cae ante este hecho y, al mismo tiempo, se refuerzan las acusaciones que tildan a Israel de un estado terrorista, ya que especula con el temor y la amenaza latente de una guerra atómica.
Y si no alcanza con las declaraciones de Olmert que reconocen que Israel forma parte del selecto grupo de «países nucleares», hay que mencionar que, la semana pasada, el vicepremier Simón Peres ya había especulado con la posiblidad. «Israel no tiene que decir o no decir si dispone del arma nuclear, basta con que se tema que la tenga, pues este temor constituye por sí mismo un elemento de disuasión», declaró el funcionario.
También lo hizo el próximo jefe del Pentágono, Robert Gates, cuando incluyó al estado hebreo entre las potencias nucleares de la región. Irán está «rodeado de potencias nucleares, con Pakistán al este, Rusia al norte, Israel al oeste», declaró el funcionario la semana pasada.
Lo que queda claro es que el «lapsus» de Olmert no hace más que confirmar la hipocresía de Israel en su política exterior, considerando la delicada situación en Medio Oriente. Sin embargo, hay otro punto que debe ser discutido internacionalmente y que se desprende de esta confesión: ¿de qué grado es el desarrollo nuclear israelí?
En este sentido hay pocas certezas. Una de ellas es que, a diferencia de Irán y Corea del Norte, cuyo desarrollo nuclear es condenado por la mayoría de la comunidad internacional, Israel jamás firmó el TNP, ni fue observado por la AIEA, organismo que depende de la ONU.
Algunas estimaciones de analistas internacionales y especialistas en el tema hacen pensar que Israel posee 200 ojivas nucleares, aunque algunos confirman que el número podría ascender a dos mil. También se conoce un informe de la central estadounidense de inteligencia que data de 1976 y que afirma que el desarrollo nuclear de Israel fue preparado para su posible uso en la guerra de Yom Kippur en 1973.
Las declaraciones de Olmert, aunque revelaron un secreto a voces, complican aún más el panorama en Medio Oriente y muestran el doble discurso de Israel. Sólo queda decir que, si Estados Unidos y la Unión Europea están tan atentos al desarrollo nuclear de Irán y Corea del Norte, también deberían considerar al país hebreo, aunque, tratándose de un aliado incondicional, es esperable que hagan la vista gorda. Esto, ni más ni menos, es el juego del poder.