Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
El levantamiento de Al-Aqsa plantea un doble dilema tanto al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, como al presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abbas. Netanyahu ha sido objeto de duras críticas por parte de los medios de comunicación y de la arena política israelíes, que le culpan del grave deterioro de la situación de seguridad tras haber colocado las consabidas puertas electrónicas en las entradas de la mezquita de Al-Aqsa. Netanyahu que se presenta a sí mismo como el «amo de la seguridad», afirmando haber conseguido grandes logros en ese terreno, se sorprendió por el levantamiento de Al-Aqsa, que redujo su margen de maniobra y reveló al público israelí, especialmente a las bases de la derecha, que es incapaz de obtener los resultados deseados.
Netanyahu se siente aún más presionado por el hecho de que las instancias de valoración estratégica del ejército y la inteligencia israelíes habían recomendado que no se instalaran las puertas electrónicas, afirmando que no sirven para nada. También señalaron que supondrían una provocación tal para los palestinos que era probable que su indignación y reacciones no pudieran contenerse.
La decisión de instalar las puertas electrónicas contra las recomendaciones de la inteligencia, del ejército y del asesor de seguridad nacional se tomó porque Netanyahu temía que pudiera pensarse que actuaba bajo un sentimiento de miedo a los palestinos y parecer menos insistente a la hora de perjudicarles que sus ministros extremistas, especialmente el ministro de Educación, Naftali Bennet, y varios miembros del Likud.
Además de lo anterior, Netanyahu se enfrenta a una grave crisis de opciones. Por una parte, si retrocede de su decisión de instalar las puertas, se interpretará como una victoria de los palestinos, por no hacer mención del hecho de que esa medida sería un duro golpe a su posición como único líder de la derecha. No hay necesidad de recordar la importancia que Netanyahu concede a su imagen como el único líder que representa a la derecha israelí.
Por otra parte, hay muchos en Tel Aviv que acusan a Netanyhau de amenazar los logros conseguidos por Israel gracias a los acontecimientos en el mundo árabe, sobre todo el acercamiento a una serie de gobiernos árabes. En base a esta lógica, la capacidad de estos países para justificar su continuada relación con Tel Aviv va a verse dificultada tras los sucesos del levantamiento.
Esto ha llevado a varios investigadores y comentaristas israelíes a responsabilizar a Netanyahu por el deterioro de la seguridad que ha provocado su decisión de instalar las puertas. Incluso las elites de la derecha, bien conocidas por su apoyo a las decisiones de Netanyahu, atacaron esa decisión y estuvieron de acuerdo en que suponía un serio daño a los intereses de Israel. Hasta Yoni Ben-Menachem, un periodista que trabaja actualmente como investigador en el Jerusalem Centre for Public Affairs, que pertenece a la derecha y que defiende habitualmente las políticas del gobierno, ha atacado a Netanyahu, considerándole responsable de perjudicar a Israel. Ben-Menachem dijo lo siguiente sobre Netanyahu: «Vd. necesita sabiduría, nervios de acero y ser capaz de dominar la dirección de los pasos políticos y militares que da. Está perdiendo esas habilidades. Mire donde ha llevado a Israel a causa de la ligereza que ahora distingue su gestión de los asuntos».
Además, el levantamiento de Al-Aqsa ha producido también el debilitamiento de la posición de Mahmud Abbas, limitando sus opciones. Esto puede tener impacto en su capacidad para continuar con sus medidas contra la Franja de Gaza.
Por tanto, en el levantamiento de Al-Aqsa hay una energía potencial que puede cambiar radical y positivamente la realidad en la Franja de Gaza si los líderes de Hamás actúan inteligentemente. Si este levantamiento prosigue, la posición de Abbas se erosionará aún más y reducirá su capacidad para justificar cualquier acción contra la Franja. Además, puede otorgar al movimiento suficiente espacio de maniobra como para ponerlo en una posición donde, para resolver los problemas de Gaza, se vea obligado a depender de la cooperación con el eje de la contrarrevolución antiresistencia. Esto hace que Hamás tenga que utilizar toda su fuerza para reforzar este levantamiento, desarrollarlo y prolongarlo.
Al mismo tiempo, el movimiento debe adoptar un discurso nacional inclusivo durante este levantamiento. Aunque Abbas no cambie de actitud e incluso los niños fueran conscientes de que estaba mintiendo cuando anunció el cese de la cooperación de seguridad con Israel a causa de las medidas contra Al-Aqsa, esto no impide que Hamás le ponga en un brete al anunciar su disposición a reunirse con todas las facciones nacionales y acordar un programa de trabajo nacional global bajo la bandera de Al-Aqsa y su levantamiento. El movimiento podría también anunciar una serie de medidas que reflejen su voluntad de consenso y flexibilidad, al mismo tiempo que facilita su entendimiento con el eje antiresistencia en el mundo árabe representado por los gobiernos de Al-Sisi y Dahlan.
Este artículo fue publicado originalmente en lengua árabe en Assabeel el 24 de julio de 2017.
Saleh Al-Naami es periodista y vive en Gaza. Es experto en asuntos israelíes y corresponsal del periódico panárabe Al-Sharq Al-Awsat, elaborado en Londres.
Fuente: https://www.middleeastmonitor.com/20170724-al-aqsa-uprising-what-hamas-must-do/
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