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Un empate que pinta feo

El levantamiento en Siria

Fuentes: CounterPunch

(*) Traducido del inglés para Rebelión por P.Rivas

Enojado por la continua propaganda unilateral en CNN y BBC World,que suele ser el preludio a las campañas de bombardeos de la OTAN (incluyendo la matanza de seis meses en Libia, cuyas víctimas siguen estando ocultos al público) o a ocupaciones directas, me pidieron que explicara mi opinión en RTV. Lo hice, denunciando la promoción del Consejo Nacional Sirio por las redes mediáticas occidentales y señalando que algunos miembros de la oposición en la lucha armada eran perfectamente capaces de realizar sus propias masacres y culpar de ellas al régimen.

Había dudas sobrela masacre de Houla, que se produjo en ese momento. Ya no las hay. Ahora está claro que el régimen fue responsable. Esto de ningún modo invalida mi argumento general, pero ha provocado mucha confusión con respecto a mis opiniones y a veces correos electrónicos enojados y preocupados de amigos sirios y calumnias abiertas (por parte de sectarios con espuma en la boca que, haciendo alarde de su ignorancia, me acusan de ser un ‘apologista de Assad’ igual que idiotas guerreristas nos llamaron ‘apologistas de Sadam’ durante la carrerilla previa a la ocupación de Irak).

¿Cómo puede ser una entrevista en televisión de 6 minutos otra cosa que breve e incompleta teniendo en cuenta su contexto, demasiado retórica como para tener mucho peso?  De hecho fue poco más que una respuesta a las noticias de los últimos días. Por eso valdría la pena aclarar algunos puntos para que los críticos tengan algo contra lo que argumentar.

Desde el principio, he apoyado abierta y públicamente el levantamiento popular contra la cuadrilla familiar Baazista que gobierna en Damasco. Me he opuesto a este régimen desde el golpe militar de Assad que derrocó a su predecesor, mucho más ilustrado, a cuyos dirigentes y activistas conocí después de la Guerra de los Seis Días y que contaban entre sus filas con algunos de los mejores intelectuales del mundo árabe. Para ser honesto no imaginé que Siria podría estallar como Egipto, pero quedé encantado cuando sucedió. Esperaba que la escala del levantamiento, su popularidad evidente obligaría al régimen a entrar en negociaciones y un plan de común acuerdo para elegir a una Asamblea que decidiera sobre una nueva Constitución. Hay algunas pruebas que sugieren que pocos dentro del régimen favorecieron ese curso. Muy pocos. No debía ser. La estupidez y la brutalidad, las dos principales características del régimen, no pudieron ser barridas. Se institucionalizaron y Bashar Assad estaba convencido de que cualquier concesión sería fatal. Durante muchos meses el levantamiento popular fue pacífico y su fuerza crecía y crecía, de forma no muy diferente a la primera intifada palestina contra sus señores israelíes. Mis puntos de vista eran claros: Total solidaridad con el pueblo. Abajo con la dictadura. Esta sigue siendo mi posición. No hay nada siquiera vagamente progresista en este régimen. ¿Pero quién lo derrocará y de qué manera? No es una cuestión sin importancia.

En Egipto, el movimiento de masas lo conquistó todo porque los jefes militares habían decidido que no podían seguir respaldando a Mubarak y había temores de que los soldados y suboficiales no obedecieran órdenes. Las principales ciudades habían vistoa  las masas persiguiendo a los aparatos de seguridad del régimen en caída. Una vez que Estados Unidos retiró su apoyo al dictador, era sólo cuestión de tiempo.

En Siria durante el primer periodo, el alto mando militar se mantuvo firme, construido como está sobre un diseño sectario. A pesar de ello hubo algunas deserciones hacia el lado del pueblo. Una vez que la represión estatal se desató a escala nacional algunos dentro del país decidieron que la naturaleza pacífica de la lucha ya no era suficiente, los militares y civiles cercanos a las agencias de inteligencia occidentales fueron extraídos al igual que en Libia.

Occidente comenzó a preparar su Gobierno en el exilio, con Turquía como su relevo de principio y Arabia Saudita y Qatar como subsidiarios. La oportunidad de debilitar a los iraníes era demasiado buena como para resistirse y como un bono especial,Hezbolá,  la única fuerza en el mundo árabe que ha derrotado dos veces a Israel en la región  sería gravemente debilitada. [Aunque aquí se podría argumentar que si se solicitara un nuevo censo—el último fue en 1936— cambiará el mapa político de Líbano de la noche a la mañana. Pero en pro de la ‘democracia’, la ‘comunidad internacional’ no permitirá que una verdadera democracia funcione en esta franja costera que desgarraron de Siria para mantener una presencia imperial].

Oponerse a Assad no debe conducir a respaldar una intervención occidental y un régimen impuesto según el modelo libio con unas elecciones rápidas a modo de hoja de parra. Y sin embargo, muchas voces importantes dentro de la oposición en el país sienten que una intervención es ahora la única respuesta. ¿Dónde está la ‘comunidad internacional’? preguntan en tono lastimero. Otros se mantienen firmes en contra de una intervención occidental. El equilibrio exacto de fuerzas dentro del país no es fácil de juzgar desde el exterior y un movimiento de masas con un objetivo común requiere necesariamente que las diferencias en su interior no se resalten.

Pero, como en Egipto, una vez que se evapora la euforia de la revuelta y su éxito en deshacerse de un déspota odiado, emerge la política. ¿Cuál es la fuerza política más fuerte de la política siria hoy? ¿Cuál sería el mayor partido en el Parlamento, una vez se celebraran elecciones libres? Probablemente los Hermanos Musulmanes y en ese caso la experiencia será educativa ya que el neoliberalismo y la alianza de los Estados Unidos son la piedra angular del modelo turco que Morsi y otros colegas suyos de la región intentan emular. Durante la mitad del siglo pasado, los nacionalistas árabes, socialistas, comunistas y otros fueron bloqueados en una batalla con los Hermanos Musulmanes por la hegemonía en el mundo árabe. Puede no gustarnos (y a mí ciertamente no me gusta), pero la batalla la ha ganado la Hermandad. Su futuro dependerá de su capacidad para ofrecer el cambio social. La clase obrera de Egipto y Siria ha desempeñado un papel enorme en ambos levantamientos. ¿Tolerarán el secularismo neoliberal o el islamismo durante demasiado tiempo? Los palestinos que se manifiestan en demanda de justicia social contra el régimen títere de la OLP y son golpeados por los matones uniformados de la seguridad de la OLP y del Ejército de IsraeI son un signo de que la turbulencia podría ser difícil de contener.

Una intervención de la OTAN instalaría un gobierno semi-títere. Como sostuve en el caso de Libia, una vez que la OTAN saltó a la palestra: gane quien gane, el pueblo perderá. Sería lo mismo en Siria. En esto yo estoy totalmente de acuerdo con la declaración de los Comités de Coordinación Local Siriso publicada el 29 de agosto de 2011.

¿Qué pasará si continúa la situación actual? Un empate que pinta feo. El modelo que viene a la mente es Argelia después de los militares, apoyada fuertemente por Francia y sus aliados occidentales, intervenida para detener la segunda vuelta de unas elecciones en las que el FIS iba a ganar. Esto resultó en una guerra civil agotadora con atrocidades masivas realizadas por ambos lados, mientras que las masas se retiraron a una amargada pasividad.

Por eso sigo insistiendo en que incluso en esta etapa tardía, una solución negociada es la mejor forma posible de librarse de Assad y sus secuaces. La presión de Teherán, Moscú y Beijing podría ayudar a lograrlo antes que la pose militar del sultán Erdogan, sus aliados saudíes y sus sucedáneos en Siria.

Fuente: Publicado en inglés en http://www.counterpunch.org/2012/09/12/the-uprising-in-syria/