El Líbano acaba de vivir un mes de conflictos sangrientos. Más de 1.100 personas murieron en el curso de las incursiones del ejército israelí y de sus golpes a ciegas. Un tercio de ellos son niños de menos de 12 años. Cerca de un millón de personas huyeron. Los sufrimientos humanos que han sido infligidos […]
El Líbano acaba de vivir un mes de conflictos sangrientos. Más de 1.100 personas murieron en el curso de las incursiones del ejército israelí y de sus golpes a ciegas. Un tercio de ellos son niños de menos de 12 años. Cerca de un millón de personas huyeron. Los sufrimientos humanos que han sido infligidos son indecibles.
La chispa fue el secuestro de dos militares israelíes por el Hezbollah, milicia localizada en el Sur del Líbano. Pero la réplica de Tsahal, el ejército israelí, fue absolutamente desproporcionada. Sin ninguna duda, Tsahal se comportó como un arma de destrucción masiva, con el apoyo de los Estados Unidos …
El alto de fuego, por cierto precario, que entró en vigor permite dejar la esfera limitada del presente y mirar un poco el futuro. Tanto si el alto de fuego es o no respetado, tarde o temprano, el Líbano deberá reconstruirse. Los daños son estimados por el momento en 2,5 mil millones de dólares, entre los que figuran cerca de 150 puentes destruidos y una marea negra causada por el derrame en el mar de más de 15.000 toneladas de fuel-oil (más que la catástrofe de Erika a la altura de las costas francesas en 1999) que ya ha contaminado 140 kilómetros de costas.
Según las cifras del Banco Mundial, bastante antes de esta guerra, el Líbano se hundía bajo una deuda exterior colosal: 22,2 mil millones de dólares a finales de 2004 para 3,5 millones de habitantes. Esto representaba más de 6.260 dólares por habitante, sin contar la deuda interna que es del mismo orden de magnitud, lo que lo hace uno de los países más endeudados del mundo por habitante. En el 2004, el Líbano rembolsó 4,4 mil millones de dólares en concepto de servicio de su deuda externa.
Desde antes de esta guerra el Líbano estaba en una difícil situación financiera. Sus acreedores (en primera línea de los cuales se encuentran Arabia Saudita y Francia) debieron reunirse en Paris en noviembre de 2002 para buscar una solución : en la época, prometieron 4,3 mil millones de dólares, a cambio de una modernización del sistema fiscal y de la reactivación de las privatizaciones. La deuda permitió en consecuencia imponer un fortalecimiento de las políticas neoliberales, tan favorables para los libaneses ricos, para los acreedores extranjeros y para sus grandes empresas.
Para reconstruirse, el Líbano deberá recurrir todavía a los capitales extranjeros. Esto implica un nuevo aumento de la deuda y nuevas medidas económicas de ajuste estructural que la condicionan. Por esta causa, el pueblo libanés va a tener que pagar muy caro, en los años venideros, las consecuencias de esta guerra infligida por Israel en violación de los tratados internacionales que reglan la relación entre los países.
El pueblo libanés ya pagó una vez dando su vida, perdiendo a allegados, sufriendo la destrucción de sus casas, de sus edificios, de su infraestructura. No debe pagar una segunda vez desangrándose sin medida para financiar la reconstrucción. Ya Palestina sufre el terrorismo de Estado de Israel, cuyo costo, tanto humano como financiero, es enorme. Ya Irak sufre desde marzo de 2003 una agresión militar ilegítima por parte de los Estados Unidos y de sus aliados, que dominan el país, imponen elecciones neoliberales a su economía y lo endeudan en provecho de grandes empresas multinacionales oriundas de países del Norte. Palestina, Irak y el Líbano deben pedirles cuentas a sus agresores. Los movimientos sociales deben presionar a la comunidad internacional para avanzar en ese sentido.
Para el Líbano, una solución posible consiste en la anulación inmediata de la deuda y en la creación de un fondo destinado a su reconstrucción, que sería alimentado por reparaciones pagadas por Israel. Una contribución de los Estados Unidos, que sostienen y financian el Estado israelí, debe añadirse a los fondos provenientes de Israel. Solamente en este momento podrá decirse que se ha hecho justicia con el pueblo libanés.
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Traducción : Guillermo Parodi y Andrés Salazar