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Entrevista con Gilbert Achcar, escritor y militante socialista libanés

El Líbano y la crisis de Oriente Próximo

Fuentes: International Socialist Review

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Gilbert Achcar, académico, escritor, y activista socialista libanés. La editorial «Icaria» ha publicado hace poco en castellano «La guerra de los 33 días. Israel contra Hezbolá en el Líbano y sus consecuencias», escrita con Michael Warschawski. «El choque de barbarismos» aparecerá pronto en español publicado por la misma editorial. Por otro lado y en el mes de abril, «Paidós» publicará su última obra «Poder peligroso» junto a Noam Chomsky. Recientemente Gilbert Achcar volvió de un viaje al Líbano:

La prensa en este país muestra el movimiento de oposición encabezado por Hezbolá en Líbano, que trata de cuestionar el gobierno de Siniora, como un movimiento que provoca un conflicto sectario. ¿Cómo lo ve usted? ¿Cuál es el carácter de la oposición, y qué trata de lograr?

Ya es un hecho que todo el conflicto toma cada vez más un carácter sectario. Pero no es la división sectaria o religiosa a la que estábamos acostumbrados en el pasado del Líbano – me refiero a la guerra civil de quince años de 1975-1990, que principalmente opuso a un campo predominantemente cristiano contra otro predominantemente musulmán – aunque las cosas nunca fueron tan simples como parecen. La división sectaria toma esta vez una forma que no tiene precedentes en el Líbano: parece más como una extensión al Líbano de la división que prevalece en Iraq, que opone a las dos ramas más importantes del Islam, suníes y chiíes. La tensión entre las dos comunidades es ciertamente bastante aguda en el propio Líbano. Es verdad que ni la oposición ni la así llamada mayoría – tiene una mayoría parlamentaria, pero no puede pretender que represente a la mayoría de la población – son homogéneas desde el punto de vista religioso. Ambas involucran a varios grupos que pertenecen a diferentes sectas y religiones. La abrumadora mayoría de los chiíes libaneses está en la oposición: están organizados por Hezbolá por una parte, y por Amal por la otra. Están aliados con una de las dos principales fuerzas de los cristianos maronitas, dirigida por el ex general Michel Aoun. Se puede sumar a eso una colección abigarrada de varios otros grupos – fuerzas cristianas, una fuerza menor en la comunidad drusa y algunas pequeñas fuerzas suníes, que tienen fundamentalmente en común que están vinculadas al régimen sirio.

Frente a esto, en el campo de la «mayoría,» está el clan Hariri, que goza de una clara mayoría entre los musulmanes suníes, más la dirección mayoritaria de la secta drusa, representada por Walid Jumblatt, y una parte de los cristianos, compuesta por varios grupos entre los cuales el más prominente son las Fuerzas Libanesas, fuerzas de extrema derecha que fueron muy crueles durante la guerra civil que duró quince años. Básicamente, en términos sectarios, los cristianos son la única comunidad que está realmente dividida en dos mitades. En cuanto a las otras comunidades, es obvio que por una parte, la abrumadora mayoría de los chiíes está en la oposición, mientras la mayoría de los suníes y drusos está en el campo de la «mayoría.» La oposición exige una mayor representación en el gobierno con poder de bloqueo (es decir un tercio de los escaños según la constitución), así como una nueva ley electoral y elecciones anticipadas.

 

Esto parece representar un cambio ocurrido desde la invasión israelí del año pasado. Después de que Hezbolá rechazó la agresión, los miembros de Hezbolá se convirtieron en los héroes de la hora en el Líbano, y en todo Oriente Próximo. Suena como si usted estuviera diciendo que las cosas han vuelto a cambiar hacia una mayor división. ¿Por qué razón?

Sí, ha habido definitivamente un cambio, pero también hubo expectativas o lecturas exageradamente optimistas respecto a la situación en esos días. Durante la guerra, la brutalidad y la terrible furia de la agresión israelí tuvieron el efecto de unificar más o menos al pueblo libanés en su condena de Israel. Pero, si se hubiera seguido más de cerca la situación, habría quedado claro que no hubo un cambio radical en la situación política. Las divisiones que existían antes del ataque israelí volvieron a prevalecer rápidamente después de la guerra, debido a las dinámicas políticas internas y la actitud de los diversos liderazgos – con aún más intensidad debido a la situación creada por la guerra en sí. La lucha política después de la guerra se volvió mucho más delicada y mucho más crucial para todos.

Para Hezbolá, la actual confrontación política es absolutamente vital. El partido ha sido el objetivo del intento israelí de destruirlo. El intento fracasó, pero el proyecto no ha sido descartado. Washington reemplazó a Israel y trata de continuar la guerra por otros medios. Presionó para obtener la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, mediante la cual logró que las fuerzas de la OTAN fueran desplegadas en el sur del Líbano como fuerzas suplentes a ser utilizadas en caso de confrontación interna en el país, es decir, a fin de prestar ayuda a los socios de Washington. Desde entonces, Washington ha estado constante y activamente presionando hacia la guerra civil en el Líbano. En realidad, si hubiera que resumir la política de Washington hacia el Líbano así como hacia Palestina, podría ser descrita adecuadamente como «incitación a la guerra civil»: guerra civil entre palestinos y guerra civil entre libaneses, para no hablar de la guerra civil que se desarrolla en Iraq. Tanto en el Líbano como en Palestina, existe una fuerza que Washington ve como un enemigo importante – Hamas entre los palestinos, Hezbolá en el Líbano. Tras estas dos fuerzas, Washington apunta a Irán (a Siria también, pero Irán es la principal preocupación de Washington). En ambos países existen socios de Washington: la «mayoría» y el gobierno de Siniora en el Líbano, Fatah y Madmud Abbas en Palestina.

 

Por eso USA e Israel están entregando dinero a Fatah en Palestina.

Exactamente, les están enviando armas. De manera que éstas son situaciones gemelas, y al mismo tiempo son simétricas, como un reflejo en un espejo. En el Líbano, la oposición lucha contra el gobierno (el consejo de ministros), que es dominado por los socios de Washington que tienen la mayoría parlamentaria, mientras el presidente (general Emile Lahoud) está en la oposición. En Palestina es exactamente al revés: El gobierno y la mayoría parlamentaria son dominados por Hamas, y el presidente (el dirigente de Fatah, Mahmud Abbas) es el socio de Washington. En ambos países, Washington impulsa la guerra civil. En el caso del Líbano recurre a la única arma ideológica que han encontrado USA y sus socios árabes para contrarrestar la influencia de Irán en el área – o sea el sectarismo.

En su esfuerzo por protegerse del impulso bélico de USA y de las amenazas en su contra, Irán ha utilizado la retórica panislámica; ha estado sobrepujando a todos los regímenes árabes en la retórica anti-israelí – incluyendo posiciones provocativas sobre el Holocausto. Teherán también está construyendo un escudo protector en la forma de una red de alianzas que va más allá de las fuerzas chiíes. La alianza dirigida por Irán no es un «eje chií,» como lo presentan a los sunies Washington y sus aliados árabes. Involucra a fuerzas que no son chiíes. Hamas es claramente no chií – incluso la Hermandad Musulmana de Egipto, la mayor organización del fundamentalismo islámico suní, salió políticamente en apoyo a Irán. Tampoco el régimen sirio es un «régimen chií» – en realidad está muy lejos de la ideología jomeinista iraní, ya que comparte la ideología laica del anterior peor enemigo de Teherán, el régimen baasista iraquí.

¿Utilizan Washington y sus aliados toda la idea del «arco chií» como un arma ideológica?

Es exactamente así. El único instrumento que tienen para contrarrestar a Teherán es utilizar el sectarismo, y denunciar a Irán y su arco de influencia como un «arco chií» – hasta el punto de que recientemente hubo incluso manifestaciones en los territorios palestinos en las que manifestantes de Fatah contra Hamas gritaban consignas denunciando a Hamas como chiíes, utilizando «chiíes» peyorativamente como los antisemitas utilizan «judíos.»

¿Por qué tienen algún éxito con algo semejante?

Por desgracia, a falta de una izquierda, de fuerzas de clase, de conciencia progresista – cuando las fuerzas dominantes de ambos lados son fuerzas religiosas – es bastante fácil incitar a sentimientos semejantes. Si estuvieran enfrentando a un partido de clase que fuera más allá de las líneas sectarias, no será tan fácil contrarrestarlo con argumentos sectarios. Pero enfrentan a fuerzas religiosas, cuyas principales organizaciones tienen carácter sectario: Irán y Hezbolá son fuerzas religiosas chiíes. En semejantes condiciones, aunque Hamas forme parte de la alianza, suena verosímil que se utilice el argumento sectario. Y esto ha sido muy alimentado por la guerra civil que se desarrolla en Iraq, que enfrenta a suníes contra chiíes.

 

¿Ha aumentado la tensión sectaria después de la ejecución de Sadam Husein?

Los socios árabes de Washington la utilizaron como una oportunidad más de agitar a los suníes sectarios contra la división chií. La ejecución fue realizada de manera muy torpe por el gobierno iraquí. Se obtiene la impresión de que Washington realmente quiso que ocurriera de ese modo, sabiendo que sería utilizado por sus aliados en el área para aislar a Irán y denunciar su influencia y sus aliados. No me sorprendería en absoluto si alguna mano USamericana estuviera tras el vídeo del ahorcamiento de Sadam Husein – circuló tan rápido y fue explotado de un modo tan flagrante. De repente, todo tipo de personas que solían odiar a Sadam Husein mientras estaba en el poder, lo convirtieron en un mártir del sunismo. ¡Fue bastante grotesco!

¿En qué medida ha tratado Hezbolá de actuar contra, o de superar, las divisiones sectarias – o por lo menos proyectarse como parte de una oposición amplia? Parece como si Hezbolá tratara, por lo menos en algunos aspectos, de presentarse como parte de una oposición política más amplia. ¿Diría que existe un elemento de eso, pero que no va a tener éxito porque la lógica sectaria es demasiado profunda?

Si, definitivamente. Hay algo de eso. Hezbolá no quiere aparecer como una fuerza puramente sectaria, y trata de ampliar sus alianzas. Por eso están perfectamente contentos por su alianza con Aoun, que es una fuerza importante entre los cristianos, y tratan de congraciarse con algunas fuerzas suníes, incluyendo a fundamentalistas islámicos suníes libaneses y cualesquiera tipos de aliados que puedan encontrar en comunidades aparte de la comunidad chií. Pero básicamente, son una organización chií. Para ser miembro de Hezbolá, hay que ser chií. Es por naturaleza no sólo una organización religiosa, sino una organización sectaria. Se ha basado en la comunidad chií y nunca se ha preocupado en serio de ninguna manera por extenderse fuera de ella. Sus prioridades son: primero, unidad entre los chiíes – de ahí su alianza con Amal, la otra importante organización Amal. Luego quieren evitar choques con otros musulmanes – los suníes – porque no es de su interés ni del de Irán. De ahí sus posiciones conciliadoras. La incitación al sectarismo, en realidad, es sólo de interés para los regímenes saudí, egipcio y jordano, y de Washington tras ellos, porque es el único instrumento ideológico efectivo que tienen. Y, por los motivos mencionados, Hezbolá – aunque trata de impedir que la situación deteriore hacia el sectarismo – es, por su propia naturaleza, un objetivo fácil para los que quieren avivar el sectarismo.

¿Es ése el motivo por el que Hezbolá canceló las manifestaciones en enero – por temor a que la violencia sectaria salga fuera de control?

Hezbolá comprende que algunos de los socios de Washington: Jumblatt y las Fuerzas Libanesas en particular, son instrumentos de una estrategia que apunta a provocar la guerra civil. Existe una diferencia en este aspecto dentro de la «mayoría,» entre las fuerzas recién mencionadas y el clan Hariri, es decir, las fuerzas vinculadas a los saudíes. Estas últimas son más «moderadas» en el sentido de que son más cautelosas. Es algo como la diferencia que existe en Washington entre el gobierno Bush y el campo «realista» Baker-Hamilton. Los gobernantes saudíes están en general ciertamente mucho más en la onda de Baker-Hamilton que con el actual gobierno de Bush. Estuvieron muy contentos con el gobierno de Bush padre, pero Bush hijo es un problema para ellos porque su gobierno es de lejos demasiado aventurero. Pueden ver lo desastroso que ya es para ellos el balance de Bush.

¿Cuál es el papel de Siria en todo esto?

Siria sigue estando muy involucrada en Líbano, por cierto. Es también uno de los problemas con la estrategia de Hezbolá: sus vínculos con Siria. La mayor parte de las fuerzas en la oposición son fuerzas pro-sirias – todas ellas en realidad, con la excepción de Aoun que solía ser el enemigo más acérrimo de Siria en Líbano. Hezbolá es un aliado de Siria, no hay misterios al respecto. Amal está aún más estrechamente vinculado al régimen sirio. Y las otras fuerzas de oposición están también estrechamente ligadas al régimen sirio. Uno de los propósitos actuales del movimiento es bloquear el tribunal internacional sobre el asesinato de Rafik Hariri, (Hariri fue asesinado el 14 de febrero de 2005, por un coche bomba, y los servicios sirios son acusados de ser responsables del asesinato), que Washington impulsa a través de la ONU para utilizarlo como instrumento para chantajear a Damasco. Es uno de los propósitos obvios de lo que está sucediendo y, por ello, el clan Hariri puede decir a sus partidarios sociales, sus partidarios sectarios: «Miren, esa gente quiere proteger al régimen sirio, los asesinos de Rafik Hariri. Quieren proteger a los asesinos del gran líder de la comunidad,» etcétera.

Y quieren convertir a Líbano en un protectorado de Siria…

Sí, por cierto. Utilizan ese tipo de retórica. Y por desgracia es verosímil porque grandes segmentos de la oposición están compuestos de fuerzas pro-sirias totalmente podridas. Es un problema inmenso, bastante alejado del modo como alguna gente en la izquierda en todo el mundo ha romantizado a Hezbolá durante la guerra. No cabe duda de que Hezbolá libró una resistencia verdaderamente heroica. Tuvo combatientes que realmente defendieron admirablemente a su país, sus hogares, sus familias: ¡no cabe discusión al respecto! Pero ir más lejos y creer que Hezbolá sea de alguna manera una fuerza de izquierda no lo justifica de ninguna manera la realidad.

En la prensa se ha hablado de protestas sindicales contra políticas neoliberales y de un nuevo acuerdo en París, que trata de la imposición de políticas neoliberales en el Líbano. ¿Ha intentado Hezbolá de organizar la resistencia utilizando el tema?

Aquí llegamos al problema de la reunión Paris III del 25 de enero. Fue una reunión de donantes, donantes ricos, países occidentales y petroleros, reunidos para ayudar supuestamente al Líbano. Fue convocada por el presidente francés Jacques Chirac, que ha estado trabajando en una alianza muy estrecha con Washington en relación con el problema libanés desde 2004. Chirac es uno de los más fuertes patrocinadores del gobierno de Siniora y del clan Hariri – solía tener lazos muy estrechos con Rafik Hariri. La conferencia fue organizada alrededor de un programa económico y social que es un clásico programa de «consenso de Washington.» En este me refiero a las medidas neoliberales convencionales del FMI y el Banco Mundial que fueron impuestas a tantos países durante los años ochenta y noventa y que siguen siendo impuestas. El programa del gobierno de Siniora para la conferencia Paris III es una versión brutal de lo mismo. Obtienes lo que quieras: privatización, e impuestos al valor agregado en lugar de impuestos escalonados según los ingresos. El plan contiene todas las recetas clásicas mediante las que las capas más pobres de la sociedad son forzadas a soportar la carga principal de medidas que supuestamente conducen a un equilibrio financiero más saludable y capacitan al gobierno para que pague su deuda. El Líbano ha acumulado una inmensa deuda con el pasar de los años (actualmente más de 40.000 millones de dólares). De modo que se trata por una parte de un programa del tipo clásico del FMI-Banco Mundial. Por otra parte, esta conferencia fue un instrumento político. Fue pensada por Chirac, y con él por Bush, como una manera de dar un fuerte apoyo al gobierno de Siniora y a la «mayoría» en el Líbano.

La manera como la oposición encaró esa situación lo dice todo. Diversas fuerzas de la oposición – Hezbolá, Aoun – criticaron el programa de la conferencia Paris III, pero en realidad de modo bastante moderado. Criticaron el programa del gobierno, como lo haría cualquiera oposición, pero sin rechazar su lógica básica. Y luego hubo la dirigencia de la confederación sindical que llamó a una movilización contra el programa gubernamental. Esa dirigencia está en realidad estrechamente relacionada con la oposición y con Siria: es un producto del período de dominación siria sobre el país. La manifestación convocada por la confederación para el 9 de enero contra la orden del día de Paris III resultó totalmente ridícula – 2.000 personas, en un país que ahora está acostumbrado a manifestaciones de cientos de miles de personas. Se debió a que la oposición no se movilizó de ninguna manera seria. Aunque proclamó su apoyo, no se movilizó realmente, por el motivo obvio de que la lucha contra el neoliberalismo no es definitivamente su preocupación real. ¡Realmente explicaron que no querían poner en peligro la conferencia de París!

Parece ser que la única manera posible de superar la división sectaria es a través de organizaciones políticas y sindicales que presentaran una alternativa no-sectaria basada en la resistencia contra esas políticas neoliberales.

 

Es exactamente el punto. Por suerte hay gente que trata de hacer eso. Es lo que trata de hacer el Partido Comunista Libanés (PCL). El PCL no participó en la sentada de la oposición desde que ésta comenzó en diciembre pasado en el centro de Beirut. Se excluyó, declarando que no comparte los puntos de vista de la oposición, que se orienta a cerrar un acuerdo con la mayoría. Los comunistas dijeron: «Eso no es nuestro programa, no pensamos que la salida en el Líbano resulte de un acuerdo entre dirigencias sectarias. Estamos dispuestos a luchar juntos con la oposición por exigencias democráticas – una nueva ley electoral, nuevas elecciones. Pero no queremos vernos involucrados en una lucha por un acuerdo entre fuerzas sectarias que terminaría en la formación de un gobierno conjunto.» Y entonces, cuando llegó a la oposición a Paris III, el PCL se negó a participar en el día de manifestación convocado por la confederación sindical y apoyado por la oposición porque, dijo, no era verosímil. Decidió organizar su propia manifestación, pero el deterioro de la situación lo obligó a cancelarla.

¿Los choques sectarios en Beirut?

Sí, por cierto. De manera que el Partido Comunista Libanés trata de posicionarse fuera de los dos campos y constituir una tercera fuerza sobre la base de un programa de izquierda. Ha estado haciéndolo desde el comienzo del período que comenzó después del asesinato de Rafik Hariri en 2005, cuando hubo las dos manifestaciones en marzo, una de Hezbolá y la otra de lo que ahora llama la «mayoría,» o la «coalición del 14 de marzo.» El PCL no participó en ninguna de las dos manifestaciones, y llamó a una tercera en otra fecha – con algunos miles de manifestantes. No fue gran cosa en comparación con las inmensas manifestaciones de medio millón de los dos principales campos. Pero, a pesar de ello, no fue totalmente menospreciable que hubiera algunos miles de personas manifestando con banderas rojas y consignas libres de todo carácter sectario – consignas progresistas. En la reciente guerra, el PC libanés no permaneció neutral, desde luego. Participó en la movilización y en la lucha contra la agresión israelí, en alianza con Hezbolá, – una alianza sin subordinación, como lo señaló el secretario general del PC. Fue una alianza desde una posición independiente contra Israel, pero no una alianza alrededor del objetivo de formar una empresa común de fuerzas sectarias por un nuevo gobierno; esto último no forma parte del programa del PC.

Por la estructura sectaria del sistema político libanés, ¿podría decirse que no es posible negociar acuerdos que no incluyan una aceptación de esa estructura?

Lo que es posible es realizar una campaña que se base en consignas democráticas, tales como una nueva ley electoral y nuevas elecciones. La actual ley electoral diseñada por las autoridades sirias, deforma la representación de diversas fuerzas. Originalmente, se quería que redujera la representación de la fuerza de los partidarios de Aoun, cuando este último era el peor enemigo de la presencia siria en el Líbano. Por eso, lo primero que exigió Aoun – después de volver del exilio una vez que partieron las tropas sirias – fue un cambio de la ley electoral. Pero los socios de Washington se negaron a otorgarle eso, y fueron a las elecciones en una coalición con Hezbolá y Amal. No hay que olvidar que fue Hezbolá la que llevó a esta mayoría al poder. Aoun fue completamente excluido en las elecciones de 2005 por los socios de Washington, aunque su papel había sido muy activo en contra de las fuerzas sirias. Así que pasó a la oposición y, unos meses después, formó una alianza con Hezbolá. Su ambición es obviamente llegar a ser presidente. (Según las reglas electorales en el Líbano, el presidente debe ser un maronita cristiano, y Aoun es maronita.) Aoun pensó que la mejor de manera de satisfacer su ambición era llegar a un acuerdo con Hezbolá, considerando la inmensa fuerza electoral que representa como la principal fuerza dentro de la mayor comunidad en el Líbano.

¿Existen demandas del PC o de otras fuerzas laicas de izquierda, para reformar por completo el sistema para que se siga basando en una identificación y en partidos sectarios?

En realidad, la idea de que las instituciones debieran ser transformadas para librarse de la distribución sectaria de escaños y del poder fue acordada por el consenso de los círculos dominantes en el Líbano cuando la guerra civil terminó en los años 1989-1900. Una conferencia de representantes libaneses se realizó en Arabia Saudí, y acordaron una orden del día de reforma política, el Acuerdo Taif. Oficialmente, todos en el Líbano están a favor de eso, pero es sólo formal.

Sin embargo hay quienes son más serios en cuando al cambio del sistema político, como por ejemplo Aoun. Hezbolá está oficialmente a favor, pero considerando que es sobre todo una fuerza sectaria, está dividido entre su carácter sectario, que encaja en el sistema sectario, y el hecho de que ya que los chiíes sean la minoría más importante, son los ganarían con un sistema en el que no existe una distribución sectaria predefinida de los escaños y del poder – donde la distribución se arregla mediante elecciones y acuerdos parlamentarios. Por lo tanto, es evidente que la situación es ambigua. En los hechos, es la izquierda, los comunistas, los que están dedicados más enérgicamente a una laicización del país, más allá de la simple abolición del «sectarismo político.»

¿Cuáles son los orígenes de la política sectarista en el Líbano? ¿Puede datar de la Ocupación Francesa?

Sería demasiado reductivo decir que el conflicto sectario tiene su origen en el Monte Líbano gobernado por el imperio otomano en el Siglo XIX. Antes de que el Líbano existiera en sus actuales fronteras, hubo una división sectaria entre las dos principales comunidades en Monte Líbano, que eran los maronitas y los drusos. Estas fueron dos minorías en una región bajo dominación musulmana suní. Coexistieron en paz durante muchísimo tiempo. Pero la primera guerra sectaria estalló en el Líbano en el Siglo XIX, después – y esto es interesante – de un levantamiento campesino contra los terratenientes feudales que tuvo lugar en 1858. El levantamiento campesino, que comenzó entre campesinos maronitas y amenazó con extenderse a todo el campesinado, fue canalizado a un conflicto religioso entre maronitas y drusos. La división horizontal entre sectas reemplazó la división vertical entre campesinos y terratenientes. Esto llevó al desembarco francés en el Líbano, cuando Napoleón III envió a su flota en 1860 para «proteger» a los católicos maronitas. Por lo tanto, en el Siglo XIX apareció un modelo histórico mediante el cual las divisiones sectarias fueron utilizadas para impedir otras dinámicas políticas y sociales, y fueron explotadas por las potencias extranjeras para controlar el país.

¿No ayudaron los franceses a establecer el sistema político basado en divisiones sectarias?

 

Los franceses volvieron sólo después de la Primera Guerra Mundial, con un mandato colonial de la Liga de Naciones. Cuando los franceses se establecieron en el Líbano como potencia colonial, definieron las actuales fronteras del Líbano, ampliándolas de manera que tuvieron una mezcla mayor y más precaria de comunidades sectarias, y diseñaron instituciones basadas en una distribución sectaria del poder según la clásica receta de «dividir para gobernar.» Y ése fue por cierto el origen de las actuales instituciones libanesas.

Usted ha hablado de una estrategia de Washington y sus aliados en la región para fomentar guerras civiles. Usted también señala que USA trata de aislar a Irán. Si se combina esto con el hecho de que USA está enviando más fuerzas navales al Golfo y con la «elevación» en Iraq, que parece estar relacionada con un plan de dar caza al Ejército Mahdi, o a partes de éste – ¿forma parte esto de una estrategia coordinada? ¿Existe alguna posibilidad, a su juicio, de que esto podría ser parte del preludio de una acción militar limitada contra Irán? ¿Cómo vería el conjunto de estas cosas en términos de la política de USA?

Si se trata de pensar en los intereses imperiales de USA de alguna manera racional, habría que excluirlo. Pero el problema es que hay un gobierno en Washington que no corresponde a ningún estándar racional. Es uno de los equipos más irracionales que haya estado alguna vez a la cabeza del Imperio USA en toda su historia. Esa gente es suficientemente demente para considerar realmente un ataque contra Irán, tanto más porque está en dificultades, hundida en un cenagal en Iraq. Como una bestia herida que se vuelve más feroz, está en una posición política tan mala, perdiendo terreno tan rápido, que podría suceder que se sienta tentada por alguna especie de juego de póquer – el doble o nada.

Parece casi que fuera un plan de gobernar o arruinar. Iraq va mal – así que simplemente hagamos volar por los aires todo el asunto.

Es lo que llaman la «elevación,» ¿no es cierto? Pienso que, por el momento, las fuerzas contrapuestas dentro de los círculos dominantes – todos los viejos «realistas,» gente como Baker-Hamilton que representa un consenso imperialista bipartidario, más racional – está frenando eso. Pero el gobierno de Bush – y los restos de los círculos neoconservadores alrededor del gobierno – se sienten obviamente tentados por lo que es en realidad el equivalente de acelerar un coche contra un masivo bloque de ruta.

No es una analogía perfecta, pero recuerde como después de la Ofensiva del Tet, cuando una mayoría se volcó contra la guerra y quedó en claro que era imposible ganarla, USA en realidad amplió la guerra hacia Laos y Camboya.

 

Sí, por cierto. Y luego, después de eso, Nixon-Kissinger sacaron las lecciones de la situación y pensaron básicamente: «Estamos perdiendo terreno, estamos metidos en un cenagal. Hablemos con los patrocinadores de la resistencia vietnamita, los soviéticos y los chinos.» Es ciertamente lo que hicieron, y entonces ellos se desembrollaron de Vietnam. Y de eso trata la proposición Baker-Hamilton, en realidad: «Hablemos con Siria e Irán.» Pero el gobierno de Bush no quiere oír hablar del tema, porque contradeciría todas la opiniones doctrinarias que han estado emitiendo por lo menos desde el 11-S, para no hablar de los puntos de vista expresados por los neoconservadores mucho antes de que Bush llegara al poder.

Las elecciones representaron un claro mensaje al respecto. Incluso si la única otra alternativa era votar por demócratas que son partidarios del imperialismo USamericano – fue claramente un voto contra USA en Iraq. Y en esto parece que se podría llegar a un resucitar del movimiento contra la guerra, que ha estado bastante dormido. ¿Sienten de alguna manera donde usted se encuentra, en Europa, por ejemplo, que los acontecimientos en este país revivan la oposición organizada contra la guerra?

La derrota electoral de los bushistas ha dado ánimo a la oposición a sus políticas, desde luego. Lo importante, como dice usted, no es quién ganó la elección, sino quién la perdió. El hecho de que este gobierno reaccione como si no hubiera habido elección alguna, y como si no hubiese sido derrotado, mostrándose sólo obstinado y decidido a seguir su propia línea y a rechazar el consenso bipartidario mayoritario de los círculos dominantes imperialistas de USA – esta forma de comportarse está aislando a este gobierno aún más en la propia clase gobernante de USA. Por lo tanto, ahora se abre sin duda alguna un nuevo espacio para el movimiento contra la guerra, que es probablemente el mayor espacio político que ha habido desde Vietnam. No ha habido desde Vietnam una división tan aguda dentro de la clase gobernante, con el ejecutivo tan aislado, y con una oposición creciente a la escalada. De modo que, sí, es un gran momento para que el movimiento contra la guerra ponga todo su peso en la balanza.

http://www.isreview.org/issues/52/achcar.shtml

Germán Leyens es miembro del de Rebelión. Esta traducción es copyleft y se puede reproducir libremente, a condición de mencionar al autor, al traductor y la fuente.