Para Cuqui, Javi y Rubén, ellos saben por qué Aunque la palabra empezó a escucharse fuera de los círculos entendidos desde hace poco más de una década, con el término blog ocurre lo que decía Manuel Vázquez Montalbán de ciertas conveniencias: terminan siendo pasto de los estereotipos, al estilo del machista convencido de que feminista […]
Para Cuqui, Javi y Rubén, ellos saben por qué
Aunque la palabra empezó a escucharse fuera de los círculos entendidos desde hace poco más de una década, con el término blog ocurre lo que decía Manuel Vázquez Montalbán de ciertas conveniencias: terminan siendo pasto de los estereotipos, al estilo del machista convencido de que feminista es una mujer que llega desvistiéndose, mientras pregunta cómo anda el conflicto serbio-croata.
Lo cierto es que el blog vive hoy todos los equívocos posibles: el de los incautos y el de los cautos, el de los expertos y el de los ignorantes. Cada cual lo arrima a su brasa, y no solo en Cuba, donde nos empeñamos más de lo que deberíamos en tratar de meter en una plantilla digital el plomo fundido de un linotipo, con la ilusión de que el diario en la web garantice todas las ventajas de la prensa y esquive todos sus riesgos. Del otro lado están los que no dejan piedra sobre piedra o les encanta la pornografía, y no me refiero solo aquella que banaliza la sexualidad. O como dice un experto, no pocas veces adoptar el estilo de vida blogger es el equivalente literario de colocarle adornos brillantes al manubrio de la bicicleta.
Pero hay blogs de verdad, como La pupila insomne, que son ante todo un objeto tangible, un diario de marca personal que no renuncia a comunicar, a hacerse entender, que no disfraza su intencionalidad política y cuyo compromiso no es un desideratum presente en solemnes declaraciones, sino una construcción en la que se involucra quien escribe y quien lee, que dialoga y que habla tanto como escucha, apoyado más que en una plataforma tecnológica, en una fe revolucionaria. De las madrugadas y las obsesiones de Iroel Sánchez, uno de los blogueros más consistentes y populares de la web de este país, nació el libro que presentamos hoy: Sospechas y disidencias: una mirada cubana en la red, de la Casa Editora Abril.
Gratitud
Tengo una terrible manía heredada del diarismo en Juventud Rebelde: siempre escribo contra cierre y con más gusto si siento el sonido de las máquinas de la rotativa cuando comienzan a salir del letargo del día. Al terminar de releer los post de Iroel esta mañana -me los leí todos desde que a mediados del 2000 comenzaron a salir en el blog La pupila insomne, y luego, cuando reproducíamos muchos de estos en Cubadebate-, la impresión que tuve ahora fue de gratitud. Pocas veces se encuentra una aproximación apasionada, inteligente y de fácil lectura a temas de tanta complejidad como los que se abordan en este libro. Me fascinó, por ejemplo, el modo en que el autor avanza como un malabarista entre las nociones del bien y el mal, de lo justo y de lo injusto que, ya se sabe, suelen ser formas de un mismo principio, como la piedra que cae y la Luna, que no cae, manifestaciones de una misma ley, algo que descubrió Newton el día aquel de la manzana.
Es fascinante cómo Iroel hilvana un discurso que trasciende la coyuntura, tomando como arsenal fragmentos de realidad, entrevistas insólitas -como la que le hizo a Silvio Rodríguez para que hablara de su experiencia bloguera– y noticias destinadas a morir al otro día. Les recomiendo especialmente los artículos dedicados a las nuevas tecnologías. Mucha de la literatura actual sobre el tema está impregnada de nortecentrismo o de eurocentrismo, y erige en categorías absolutas lo que pasa en el mundo industrializado, como si ese fuese lo único que contara. Iroel nos advierte que debemos tener en cuenta esto para no caer en espejismos que nos ignoran. Nos sugiere que admitamos que los cambios debido al impacto de las tecnologías de la comunicación y la información no son ni una moda ni un esnobismo y que es suicida darles la espalda, pero no deberíamos olvidar que muchas veces se soslaya con apariencias científicas e ídolos falsos otros factores que intervienen en este entorno marcado a fuego por las iniquidades, como el orden económico mundial, la concentración de los medios, el divorcio y oposición crecientes entre la propiedad y la gestión profesional de estos, y, en particular, el efecto de la mercantilización neoliberal sobre la información y el pensamiento, domesticados una y otro por la cultura del espectáculo.
Esta semana Iroel y yo nos encontramos muy cerca de aquí con un amigo que vive en permanente guerrilla cibernética por esos mundos solidarios de Dios. Nos decía, no sin cierta amargura, que lo que más le preocupa es que muchos adoran la tecnología per se, sin darse cuenta de que en el escenario digital, si usted no es el cliente, simplemente es el producto, y que sin ética ni solidaridad una red no es un lazo que nos une sino un vacío que nos aísla. Cambiar tal regla del juego solo es posible desde el conocimiento, la voluntad política, la participación ciudadana y la creatividad, horizontes posibles para Cuba, que lleva remando hace más de medio siglo contra el aislamiento -hoy diríamos la desconexión- y que sigue recibiendo altas dosis de castigo por su herejía revolucionaria, mientras ciertos fantasmas del Twitter y patéticos rebeldes de cartón piedra, son mimados por transnacionales mediáticas y financieras, y viven a costa del pobre al que insultan, como hicieron otros cuando ni se hablaba de Internet y a los que ya nadie recuerda.
Rubén
Este es el escenario que registra Iroel en Sospechas y disidencias, un libro donde las personas se conocen por sus nombres y donde los hechos tienen una historia. Los artículos de esta colección aparecieron primero en la web, una palabra que a muchos sonará todavía a guión de la película La Guerra de las Galaxias, pero les garantizo que la manera en que él nos habla no se amolda servilmente a la civilización posindustrial, esa sociedad impersonalizada en la que mucha gente se comunican solo por intermedio de las cosas.
Es verdad que hay bastante de política y de tecnología en estas páginas, de Nokia y EcuRed, de Wikileaks y virtualidad, de cibernautas y otras «armonías difíciles», pero estos son apenas los nuevos nombres de los lugares conocidos: así se llaman ahora la vanidad y la generosidad, el compromiso y el egoísmo, la verdad y la mentira, el fetiche y la grandeza. Nada está aquí pre-determinado, ni caerá como una lápida sobre nuestras cabezas, porque lo que nos dice Iroel es que todo está por hacerse o haciéndose, y se tiene la impresión estimulante leyendo el libro de que quien nos habla, lo hace desde la sala de su casa, sentado en su sillón desencolado y mirándonos a los ojos, con un contacto cálido, inmediato, próximo, sentido, de cosa nuestra, muy lejos de esa violencia solapada e institucionalizada en leyes contra la que no hay defensa porque carece de cuerpo y de cara, esa violencia dispuesta siempre a levantar el dedo acusador o el garrote contra Cuba.
El autor de este libro es, efectivamente, un bloguero, pero eso solo quiere decir que es uno de nosotros. Y ser uno de nosotros era el único premio que deseaba ostentar en vida Rubén Martínez Villena, el poeta de «La pupila insomne», como le confesó a su amigo Raúl Roa:
«Mi visión del mundo ha cambiado. Sin embargo, amo la belleza aún más que antes. Pero ahora sé que sin justicia y pan, la belleza es un remordimiento, un gravamen de conciencia… Por eso he consagrado mi vida a luchar por la justicia, el pan y la belleza… No haré un verso más como esos que hice hasta ahora. No necesito hacerlos ¿Para qué? Ya yo no siento mi tragedia personal. Yo ahora no me pertenezco. Ya ahora soy de ellos (de los obreros, de los humildes) y de mi Partido.»
Fuente: http://lapupilainsomne.wordpress.com/2012/12/19/el-libro-de-la-pupila-insomne-un-blog-de-verdad/