Nuestro entrevistado sorprende por una vida de audacias, peligros y aventuras. Se escapó varias veces de las cárceles del tirano y cuando lo golpearon sorpresivamente en pleno rostro, el 4 de mayo de 1952, aún no había cumplido 22 años. Después tendría que emplear los pseudónimos clandestinos de «Jacinto», «Alfredo» y «Darío» para no caer […]
Nuestro entrevistado sorprende por una vida de audacias, peligros y aventuras. Se escapó varias veces de las cárceles del tirano y cuando lo golpearon sorpresivamente en pleno rostro, el 4 de mayo de 1952, aún no había cumplido 22 años. Después tendría que emplear los pseudónimos clandestinos de «Jacinto», «Alfredo» y «Darío» para no caer en las garras de los mismos enemigos que aquel día lo agredieron.
El mismo joven abogado Fidel Castro, en su alegato La historia me absolverá, diría de aquel hecho: «De inmediato, después del 10 de marzo, comenzaron a producirse otra vez actos verdaderamente vandálicos que se creían desterrados para siempre en Cuba: el asalto a La Universidad del Aire, atentado sin precedentes a una institución cultural donde los gánsteres del SIM se mezclaron con los mocosos del PAU (…)».
Armando Hart Dávalos, hoy nos cuenta aquel desagradable incidente y otras cuestiones de la lucha revolucionaria.
«Eso fue en una tarde dominical, en el programa radial La Universidad del Aire, en el estudio 15 de Radiocentro -ahora ICRT-, en la capital del país.
«Disertaban ese día el profesor universitario Elías Entralgo y el profesor de segunda enseñanza Gerardo Canet. Integraba también el panel del espacio, su director, el conocido biógrafo de José Martí, Jorge Mañach.
«Se impartía un curso denominado Saldo del cincuentenario. Entralgo acababa de pintar un cuadro objetivo de los 50 años de república, pero uno de los personeros del régimen, sentado en el público, se puso de pie y dijo que allí no se podía hacer política.
«Luego del cuartelazo de Batista, el programa fue asumido por los estudiantes universitarios para formular las preguntas acusatorias a la tiranía, aunque todo dentro de un lenguaje esencialmente cultural.
«Yo iba a salir y se abrió la puerta abruptamente. Cuando trato de que no me dé y me viro, recibí un tremendo golpe en la cara. También fue agredido Faustino Pérez.
Al llegar a los dos o tres días al aula, mis compañeros me recibieron con un aplauso. Posteriormente me dieron un pequeño homenaje.
«Pero lo más significativo es que constituyó la primera acción brutal de la tiranía después del 10 de marzo. Las primeras víctimas de la furia del tirano fuimos precisamente los estudiantes universitarios.
«Tras el golpe traidor, La Universidad del Aire fue una tribuna del estudiantado universitario y en definitiva de nuestro pueblo. La gráfica que ustedes me muestran ahora la tiró un fotógrafo de Bohemia, en mi casa, en 25 y Paseo. Tenía 21 años. No olvido nunca que fueron a verme hasta el hogar de mis padres, algunas personalidades relevantes de la intelectualidad revolucionaria, como Vicentina Antuña».
LO MÁS ELEVADO DEL PENSAMIENTO CUBANO
Acerca del estudiantado universitario luego del golpe batistiano, nos dice Hart: «Desde el 10 de marzo y hasta el 26 de julio de 1953, la Colina Universitaria se transformó en el centro político revolucionario más importante del país en la lucha contra la tiranía batistiana.
«Yo había ingresado en el curso 1947-48 y aunque siempre me interesaron la historia, la sociología y la filosofía, decidí estudiar derecho, para encausar mi vocación de lucha por la justicia.
«Comencé a desarrollarme en la política durante los años universitarios. Transcurría el último curso de mi carrera y desempeñaba la función de vicepresidente de la Asociación de Estudiantes cuando ocurrió el golpe. Desde ese momento mi formación académica me permitió defender y legitimar jurídicamente la acción violenta de las masas contra el acto criminal, por lo que este tenía de violación de los principios constitucionales».
Y en torno a la gesta del 26 de Julio y al alegato fidelista, expresa: «En la génesis de la Revolución cubana, que en 1961 proclamó su carácter socialista, está el Moncada. El alto nivel de La historia me absolverá marca lo más elevado del pensamiento cubano en la década del 50. Una revolución como la que necesitaba Cuba solo era posible con una estrategia como la de Fidel Castro, quien poseía radical cubanía y cosmovisión socialista.
«El sentimiento ético-patriótico, el sentido heroico del Moncada y las exigencias de igualdad y justicia social contenidas en La historia me absolverá, están en la médula de aquel acontecimiento. Esta articulación llegó hasta nuestros días y se proyecta hacia el porvenir. Ética y justicia social constituyen la principal necesidad de Cuba, América y el mundo de hoy. Por eso el Moncada fue y será un hecho que la historia premió no solo absolviendo a los combatientes, sino con el agradecimiento eterno de la posteridad».
COORDINADOR NACIONAL TRAS LA MUERTE DE FRANK PAÍS
En junio de 1955 fue uno de los miembros fundadores del Movimiento 26 de Julio y de su Dirección Nacional.
Acerca de la constitución oficial de la organización fidelista, recuerda: «Una noche, semanas antes de la partida de Fidel rumbo a México, se produjo una reunión en una casa situada en la calle Factoría. En esta ocasión, por primera vez, a través de un planteamiento del propio Fidel, conocí que la organización se denominaría 26 de Julio. Allí quedó constituida la dirección del movimiento en Cuba e integrada de esta forma: Pedro Miret, Jesús Montané, Faustino Pérez, Haydée Santamaría, Melba Hernández, José Suárez Blanco, Pedro Aguilera, Luis Bonito, Antonio ‘Ñico’ López y yo. Fidel señaló también que en Santiago contábamos con un compañero de grandes condiciones: era Frank País».
Hart desempeñó un papel fundamental en la organización del nuevo movimiento y en los preparativos para lanzar la guerra revolucionaria contra el régimen batistiano en 1956.
Participó en el levantamiento del 30 de noviembre de 1956 en Santiago de Cuba programado para coincidir con el desembarco de los expedicionarios del yate Granma, y fue uno de los organizadores nacionales de la clandestinidad urbana del Movimiento 26 de Julio, conocida como «el llano». El sector clandestino brindó apoyo vital al Ejército rebelde en la Sierra Maestra y llevó a cabo propaganda y acciones de sabotaje contra el régimen, dirigiendo el Movimiento de Resistencia Cívica, así como frentes de oposición de trabajadores y estudiantes.
Apresado y encarcelado en abril de 1957, escapó audazmente en julio y fue nombrado coordinador nacional del Movimiento 26 de Julio tras el asesinato de Frank País, el 30 de julio. Desde mediados de noviembre de 1957 subió a la Sierra Maestra para sostener consultas políticas con Fidel Castro y otros dirigentes del Ejército Rebelde.
Cuando en enero de 1958 retornaba a sus actividades habituales en el llano, él y otros dos líderes del Movimiento 26 de Julio fueron arrestados y puestos en prisión. Gracias a la pronta acción y a la campaña pública de la organización, salvó la vida. Estuvo preso todo 1958 y pasó la segunda mitad del año en la prisión de Isla de Pinos, donde estaban encarcelados cientos de prisioneros políticos.
En el capítulo Desde el llano, de su libro Aldabonazo, sobre la clandestinidad revolucionaria cubana, Hart reproduce una nota que Fidel le envía por medio de Celia Sánchez, en abril de 1957 que no deja lugar a dudas acerca de la confianza del líder de la Revolución en la capacidad y lealtad del joven revolucionario:
«(…) Exprésale a Jacinto que la Dirección Nacional del movimiento cuenta con toda nuestra confianza; que debe actuar con plenas facultades según lo requieran las circunstancias; que virtualmente resulta imposible consultarnos a tiempo en muchos casos; que confío en su talento para ir sorteando las dificultades y adoptando los pasos más convenientes al triunfo definitivo de nuestra causa. En dos palabras, que puede actuar como representante de nuestro movimiento. Yo pienso como él: que nada impedirá la Revolución Cubana (…)»