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Siria

El mundo, no la revolución, ha dado a luz al Frente de Al-Nusra

Fuentes: Al-Hayat

«… A pesar de que cuanto más se alargue el tiempo de la lucha, más se acelerará el ritmo de su tendencia al extremismo y más se acentuarán sus tintes sectarios, además del goteo de combatientes extranjeros. Y es muy probable que ello complique la transición en la etapa post Asad». Este extracto está sacado […]

«… A pesar de que cuanto más se alargue el tiempo de la lucha, más se acelerará el ritmo de su tendencia al extremismo y más se acentuarán sus tintes sectarios, además del goteo de combatientes extranjeros. Y es muy probable que ello complique la transición en la etapa post Asad». Este extracto está sacado de un informe preparado por el Instituto de Oriente Medio de Washington sobre la situación en Siria. Este resumen no es más que uno de los diversos factores que entran en juego en el contador de tiempo en Siria. Así, por ejemplo, tenemos a Fátima, refugiada en Beirut, que busca casa para alquilar en vez de la habitación de hotel en la que vive hace dos meses, y que pregunta cada vez que oye a alguien hablar sobre la posibilidad de que se produzca un cambio inminente sobre el terreno en Siria, «¿dejo entonces de buscar casa?»

Cuarenta mil muertos y cerca de un millón de refugiados sirios están esperando la «etapa post Asad» y en el interior de todas las ciudades también lo esperan. ¡Y cuán seductora, a pesar de su falta de claridad, y cuán fácilmente saca una sonrisa la expresión «etapa post Asad», borrando el ceño fruncido de la joven que perdió a su amigo y abandonó Damasco para ir a Beirut!

Lo extraño es que el mundo se empeña en mirar a otro lado y no ver esta realidad, la realidad de que el presidente no se quedará en el palacio y el resultado de tal empeño no se reduce solo a su dimensión ética, sino que también se empiezan a ver los resultados entre los no sirios. Los informes sobre «la afluencia de yihadistas» de cuyas consecuencias algunos de estos informes responsabilizan a la oposición siria, son el primer fruto de la «ética de mirar para otro lado».
Los informes dicen que el Frente de Al-Nusra, el renovado foco yihadista, comenzó sus actividades a principios de este año; es decir, tras haber transcurrido casi 11 meses del levantamiento. Esto es después de unos doce mil muertos y cerca de medio millón de refugiados. También dicen que los sheijs salafistas sirios y no sirios se adhirieron al discurso de «la guerra contra el régimen en Siria» entonces o quizá un poco antes. Así, «el mirar para otro lado» solo produce este tipo de resultados.

Este régimen no tiene futuro, eso lo tiene claro todo el mundo. Por tanto, esperar no supondrá más que una mayor complicación y una mayor llegada de yihadistas que no solo pesarán sobre los hombros de los sirios, sino también sobre los del mundo entero. Ya hay muchas experiencias de este tipo, pero el mundo ha tardado en aprender, por no decir que no ha aprendido aún. Los enfrentamientos hoy se dan en el corazón de Damasco y el palacio del barrio de Muhayirin ha apagado sus luces, pero a pesar de ello, los sirios siguen estando solos.

No hay nada de político en que el mundo se abstenga de implicarse en el derrocamiento del régimen, pues la política está supeditada a los intereses y ¿qué interés tiene el mundo en que Siria se convierta en Somalia? Tampoco hay ética, pues un solo día extra de retraso en el derrocamiento del régimen significa doscientos muertos y que un millón de sirios habrá vivido un día más sin techo.

Ni política ni ética… Entonces, se produce un vacío que llenan los asesinos del régimen. ¿Qué tipo de respuesta se dará entonces? ¿Y qué es más seductor que el vacío político para Al-Qaeda, y más aún si el vacío lo llena la sangre? En Iraq en la provincia de Al-Anbar, llena de arena y de tribus enfadadas y que se sienten perdedoras, se ha instalado Al-Qaeda; en Yemen, en las zonas donde el Estado y la autoridad se han retirado, también; y en Afganistán, es Al-Qaeda quien ha aprovechado el sentimiento de derrota que dejó la guerra entre las tribus pastunes. Todos estos países están por debajo aún del nivel de vacío sirio, pues a este último lo mantienen ocupado cuarenta mil cadáveres, y aviones MiG que lanzan barriles cargados de explosivos sobre las ciudades.

El paso del tiempo en este «vacío sirio» ya no solo tiene en cuenta la realidad de los doscientos muertos diarios, pues los barriles de explosivos que lanzan los aviones decenas de veces a diario hará a quien los lanza más consciente de que el tiempo se llena de esta manera. El barril de explosivos que aterriza en las cabezas producirá muchos más Frentes de Al-Nursa. Es inevitable y el mundo entero lo sabe, sobre todo lo sabe, y le encanta, el régimen, que seguirá lanzando más, ensangrentando así el presente de los sirios con explosivos y su futuro con el Frente de Al-Nusra; pero también ensangrienta a los vecinos de Siria, que siguen callados ante la muerte de los que están al lado a quienes acusan de ser Al-Qaeda.

El miedo y el shock que provoca el estallido que resulta de la caída de un barril de explosivos serán cada vez menores. Se convertirán en una lengua cuyos verbos solo saben conjugar los vagabundos en sus rostros, vagabundos que buscan a Al-Qaeda o al Frente de Al-Nusra para que los cobijen. Esa no era la situación de Siria hace un mes, y en muchas zonas de la revolución tampoco es la situación actual, pero nos acercamos a ello mientras el mundo mira. Lo raro es que no solo mira a los sirios, sino que se mira a sí mismo también. Esta muerte acecha a todos y Ankara, Ammán, Bagdad y Beirut son ciudades muy cercanas que escuchan los ruidos de las explosiones en Damasco.

Las elecciones estadounidenses han sido inexplicablemente estériles, como los son las dudas turcas y la frustración árabe. Es absurdo intentar explicarlo, pues quien tiene miedo de que la crisis Siria se extienda a Líbano está viendo con sus propios ojos que esta ha llegado a Beirut. Quien piensa que las consideraciones de Ankara son mucho más complejas que permitir la creación de una zona aislada en el norte de Siria dice al mismo tiempo que las fronteras con Turquía ya no están lejos de los luchadores árabes que han comenzado a llegarles. Además, las ciudades de Anatolia han comenzado a ver cómo su economía se resiente al ritmo de la crisis en Siria. Y he aquí los yihadistas de Jordania, que han comenzado a intensificar sus viajes a Damasco, algo que ya hicieron en Bagdad, haciendo estallar los hoteles de Ammán.

Este régimen no tiene futuro, y el mundo entero lo sabe, entre ellos los aliados en Moscú, Teherán, Bagdad y Beirut. En estas capitales se piensa en lo que se podrá sacar tras la caída del régimen. En el esto de capitales por su parte, se espera sin ética alguna, pero se trata de una comedia que se acerca a la tragedia.

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