La palabra Muro se escucha con mayúscula por el que dividió a Berlín durante 28 años. Se lo llamó y llama todavía El Muro de la vergüenza, pero quedó muy atrás del que Israel construye en el territorio palestino ocupado: el alemán que erigió la ex URSS tuvo 155 kilómetros de largo, el israelí tendrá […]
La palabra Muro se escucha con mayúscula por el que dividió a Berlín durante 28 años. Se lo llamó y llama todavía El Muro de la vergüenza, pero quedó muy atrás del que Israel construye en el territorio palestino ocupado: el alemán que erigió la ex URSS tuvo 155 kilómetros de largo, el israelí tendrá más de 700. La altura media del primero fue de 3,6 metros, la del segundo un máximo de 8 y su anchura podrá ampliarse ya que a uno y otro lado se cavan fosas de varios metros de profundidad, hay vallas electrificadas de alambre de púa, sensores térmicos, cámaras de video, torres de francotirador y carreteras para los vehículos israelíes de patrullaje, más una franja colchón de ancho variable. El 85 por ciento de este Muro se construye dentro de Cisjordania, a la que despoja del 9,5 por ciento de su territorio. «Es una locura», calificó Roger Waters.
El 19 de agosto pasado Naciones Unidas presentó en Jerusalén Este un corto narrado por quien fuera compositor, guitarrista, bajista, vocalista y fundador de Pink Floyd: se titula Walled Horizons (Horizontes vallados), dura 15 minutos y documenta los efectos que la construcción produce en cientos de miles de palestinos. «Me llena de horror la idea de vivir en una prisión gigantesca», dijo Waters. Y escribió sobre el muro: «No al control del pensamiento» (www.fran ce24.com, 20-8-09). Puede verse en YouTube.
La ONU promovió este acto para sacudir la memoria dormida de la comunidad internacional acerca de un hecho trascendente: el 9 de julio del 2004, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) -el tribunal supremo del mundo– emitió una opinión consultiva en la que señala: «La construcción del muro que Israel, la potencia ocupante, está levantando en el territorio palestino ocupado, incluso en Jerusalén Oriental y alrededores, y el régimen asociado, se oponen al derecho internacional». La CIJ señala que Tel Aviv debe desmantelar un muro que para el pueblo palestino entraña, entre otras cosas, «la destrucción o incautación de propiedad privada, restricciones a la libertad de circulación, confiscación de tierras de cultivo, corte del acceso a las fuentes de agua primarias» y constituye «una anexión de facto de territorio palestino» (www.icj.cij.org, 9-7-04).
La resolución 62/181 de la Asamblea General de la ONU del 19 de diciembre de 2007 -entre otras- demanda a Israel «que cumpla plenamente las obligaciones legales mencionadas en la opinión consultiva» de la CIJ, es decir, la demolición del muro que «priva seriamente al pueblo palestino de sus recursos naturales». Esta resolución fue aprobada por 166 países a favor -incluidos muchos que mantienen excelentes relaciones con Israel-, 7 en contra y 6 abstenciones (www.un.org, 31-1-08). Porque cabe preguntarse si esta construcción es para evitar atentados terroristas, como aduce Tel Aviv, o persigue otros fines. La CIJ subraya que «Israel no puede invocar el derecho de legítima defensa o un estado de necesidad a fin de eludir la ilegalidad del muro».
La idea del Muro es, en realidad, muy anterior a la primera intifada palestina, de 1987, y a la segunda, del 2000: ya en 1950 el parlamento israelí promulgó la llamada Ley del Ausente, que permite al Estado apoderarse de toda propiedad palestina que no ha sido utilizada durante un determinado período. Israel se ha quedado así con la tierra de miles de palestinos en razón de los retenes y las dificultades de circulación que el Muro acentúa gravemente. Y luego: Ron Nahman, alcalde del amplio asentamiento de Ariel, ubicado 22 kilómetros adentro de Cisjordania, declaró a la prensa israelí que «el mapa de la valla es el mismo mapa que vi en cada visita que Arik (Ariel Sharon) nos hizo desde 1978» (www.americanfreepress.net, 19-12-03). Tel Aviv no esperó a que se produjeran los atentados terroristas contra civiles israelíes que acompañaron a las intifadas y el objetivo final del muro es la anexión de hecho del territorio palestino ocupado desde 1967.
«Los que intentan confundir y dicen que la valla no representa una línea política, no saben de qué están hablando», declaró sin vueltas David Levy, presidente del consejo de colonos del valle del Jordán, al periódico israelí Yedioth Ahronoth (www.gush-shalom.org, 23-5-03).
«Cada quien juega este doble juego -agregó- y es conveniente para todos. Por eso estoy a favor de la valla, es obvio que nos ubicará adentro (de Israel).» El valle del río Jordán corre a lo largo de toda la frontera de Cisjordania con Israel y está poblado de asentamientos israelíes ilegales.
El corto del que participa Roger Waters recoge el testimonio de un palestino que vive a un lado del Muro y perdió su tierra porque está del otro. También el de una palestina cuyos niños no pueden ir a la escuela por idéntica razón. El Muro separa a matrimonios y a padres de sus hijos. Entre otras cosas que violan los derechos humanos del pueblo palestino y los pactos internacionales de los que Israel es Estado Parte.
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-131261-2009-09-06.html