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El muro de Egipto

Fuentes: Middle East Report

Traducción para Rebelión de Loles Oliván

A finales de diciembre de 2009, los canales árabes de TV transmitieron imágenes de miles de manifestantes rodeados de las habituales hileras de policías antidisturbios en las calles del centro de El Cairo. Las protestas callejeras en Egipto se han reducido drásticamente en los últimos años pero la escena es familiar para cualquiera que hubiera estado en el país en 2005, cuando las protestas contra el régimen del presidente Hosni Mubarak y en favor de la independencia judicial eran un acontecimiento muy regular. Sin embargo, había algo inusual en estos manifestantes: todos eran extranjeros.

Los manifestantes eran activistas de solidaridad con Palestina procedentes de 43 países y habían llegado a Egipto con la intención de cruzar el puesto fronterizo de Rafah, controlado por Egipto, en dirección a Gaza y participar en la Marcha por la Libertad de Gaza, una manifestación pacífica hasta la frontera de la pequeña franja costera con Israel. La marcha estaba prevista para conmemorar el aniversario de la Operación Plomo Fundido -el asalto militar israelí que tuvo lugar el invierno de 2008-2009 que, según Amnistía Internacional, mató a unos 1.400 palestinos en Gaza- y para protestar por el bloqueo internacional en curso contra el territorio.

Pero los activistas internacionales que empezaron a llegar a El Cairo el 27 de diciembre se encontraron con que las autoridades egipcias no tenían ninguna intención de dejarlos entrar en Gaza. La seguridad del Estado informó a las compañías de autobuses que habían sido contratadas para transportar a los que querían manifestarse en Rafah de que cancelaran sus acuerdos; a los activistas que se dirigieron a la península del Sinaí por su cuenta se les hizo volver o se les detuvo.

Varios cientos de activistas franceses se dirigieron a la Embajada de Francia donde cortaron brevemente el tráfico y luego realizaron una sentada de cinco días en la acera. Los estadounidenses intentaron llegar a la Embajada de EE.UU. pero fueron detenidos por las fuerzas de seguridad egipcias y al final se les permitió entrar en grupos pequeños para reunirse -infructuosamente- con el personal del Departamento de Estado. Los activistas también llevaron a cabo acciones más creativas. En las escaleras de las pirámides se desplegaron en tres ocasiones distintas enormes banderas palestinas y panfletos. Alrededor de 30 personas llevaron a cabo una huelga de hambre encabezada por el superviviente del Holocausto Hedy Epstein, de 85 años de edad.

Las autoridades egipcias ofrecieron finalmente dar permiso de entrada en Gaza a cien de los 1.400 internacionales. En la mañana del 31 de diciembre, después de amargas y beligerantes reuniones, 85 activistas salieron; el resto rechazó la oferta considerándola como una mera maniobra de relaciones públicas que era la antítesis de la exigencia fundamental de la Marcha: el libre acceso a Gaza. Los que permanecieron en El Cairo celebraron una concentración muy enérgica durante todo el día ante la Plaza Tahrir -justo enfrente del Museo Egipcio- y después una vigilia de Año Nuevo con velas. Los manifestantes portaban carteles que decían: «Liberad Gaza» en inglés; alternaban consignas de «Resistencia», «Viva Palestina», «No tenemos miedo» y -en un reproche a la policía egipcia- «¡Qué vergüenza!» Estuvieron cercados por grandes contingentes de fuerzas de seguridad del Estado lo que espantó a los transeúntes curiosos y desalentó de manera agresiva a los medios de comunicación.

Luego, pocos días después de la Marcha por la libertad de Gaza salió de Egipto otro convoy de internacionales con el nombre Viva Palestina -formado por centenares de voluntarios y vehículos donados para asistencia médica- que llegaron al Sinaí por el puerto de Al ‘Arish. Estos entraron en Gaza el 6 de enero, después de que los enfrentamientos con la policía dejasen a 50 activistas heridos [1]. Una protesta palestina en la frontera en apoyo de la caravana también se tornó violenta, dejando a un guardia de frontera egipcio muerto y a varios palestinos heridos.

Las concentraciones y las delegaciones de ayuda tuvieron lugar pocas semanas después de que se descubriera que las autoridades egipcias han iniciado la construcción de un muro de acero subterráneo a lo largo de la frontera con Gaza para bloquear los túneles que los habitantes de Gaza han utilizado para socavar el embargo internacional contra su territorio. Rápidamente bautizado como «el muro de la muerte» por los funcionarios de Hamas y «el muro de la vergüenza» por los críticos de Egipto, esta última medida para hacer cumplir el bloqueo de Gaza ha provocado una nueva y acalorada ronda de recriminaciones en Egipto y en el mundo árabe. El debate sobre el muro, los manifestantes extranjeros en El Cairo, los enfrentamientos cerca de la frontera de Gaza, todo ello ha centrado, renovado, intensificado, por lo que al régimen de Mubarak se refiere, una atención no deseada sobre la política de Egipto hacia el sitiado enclave palestino.

El bloqueo

Gaza ha estado en mayor o menor medida bajo «cierre» desde el estallido de la segunda Intifada en el otoño de 2000 pero Israel y sus aliados impusieron un embargo a las importaciones después de que Hamas ganase las elecciones parlamentarias palestinas en 2006. El bloqueo se endureció considerablemente en junio de 2007 después de que combatientes de Hamas se apoderasen de los aparatos administrativos y de seguridad de la Autoridad Palestina (AP) en Gaza bajo los partidarios la facción rival de Fatah. Israel sólo permite que una lista muy restringida de productos pasen a través de los pasos que controla; la mayoría de los materiales de construcción, tan necesarios para reparar los daños de los bombardeos de la Operación Plomo Fundido, no están permitidos. Según la BBC, el volumen medio de los suministros importados se ha reducido a una cuarta parte del nivel de 2005. Agencias de la ONU estiman que al menos la mitad de todos los habitantes de Gaza padece «inseguridad alimentaria».

El bloqueo de Gaza no sería posible sin la cooperación de Egipto. Después de que los soldados israelíes abandonasen Gaza en 2005, la Administración Bush patrocinó un acuerdo por el que el cruce de Rafah -la única entrada a Gaza que no tiene frontera israelí y por lo tanto que no está físicamente bajo el control de Israel- sería supervisada conjuntamente por Egipto y la Guardia Presidencial de la AP. En la práctica, Egipto y la AP siguieron aceptando el control remoto israelí del cruce a través de circuito cerrado de televisión. Cuando Hamas expulsó a la Guardia Presidencial en 2007, Egipto cerró Rafah -alegando que no se podía cumplir un acuerdo si una de las partes está ausente- y lo ha abierto sólo esporádicamente desde entonces [2].

En enero de 2008, militantes de Hamas hicieron estallar por tierra parte del largo muro a lo largo de la frontera entre Egipto y Gaza y cientos de miles de palestinos se dirigieron hacia la ciudad egipcia de Rafah. Durante 11 días, hasta que los egipcios fueron capaces de sellar la frontera de nuevo, los habitantes de Gaza disfrutaron yendo de compras y dejaron vacíos los estantes de las tiendas de Rafah.

Dicho de otro modo: Gaza ha resistido el bloqueo gracias a los túneles a través de los cuales los palestinos hacen contrabando de alimentos, cigarrillos, combustible y -supuestamente- drogas, dinero en efectivo y armas. Según el director de la UNRWA, el 60% de la economía de Gaza depende de los túneles [3].

Las instalaciones de «ingeniería»

El nuevo muro que Egipto está construyendo está destinado a cortar estas líneas de vida subterránea. El primero en informar acerca de la construcción fue el diario israelí Ha’aretz en un artículo que afirmaba que el muro tendrá más de 5 Km. de largo y que los paneles de acero llegarán hasta 100 metros bajo tierra [4]. Algunos dicen que el muro estará conectado a tuberías que saturarán el suelo a lo largo de la frontera con el bombeo de agua de mar, por lo que los túneles estarán expuestos a derrumbarse. También se ha informado ampliamente de que el muro se está construyendo con la ayuda estadounidense; un funcionario de la Embajada de EE.UU. en El Cairo confirmó a un delegado de la Marcha por la Libertad de Gaza que el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EE.UU. ha prestado apoyo técnico.

Las autoridades egipcias justificaron la construcción de lo que ellos prefieren llamar «instalaciones de ingeniería» o «refuerzos» con un argumento de seguridad nacional: Egipto como Estado soberano tiene el derecho y el deber de proteger sus fronteras. Los túneles son una amenaza -se cree que los terroristas que perpetraron los ataques en los balnearios del Sinaí de Taba y Sharm el Sheij llegaron a través de ellos. Y las drogas, el dinero y las armas que supuestamente se filtran en Gaza podrían filtrarse también en Egipto. En una aparición en la TV nacional el 24 de enero, el Ministro del Interior, Habib al ‘Adli, hizo una analogía «para el ciudadano simple» preguntándose: «¿Debo dejar la puerta de mi casa abierta toda la noche cuando los niños y la esposa están dentro?; ¿dónde está mi sentimiento de patriotismo, mi sentido de la lealtad a mi casa? «[5].

Por otra parte, los funcionarios egipcios continuamente señalan que Israel y Hamas son los verdaderos responsables de la situación: Gaza está bajo ocupación israelí a los ojos del derecho internacional e Israel podría levantar el cerco mañana; Hamas ha hecho que la situación de los habitantes de Gaza sea peor al eliminar la Guardia Presidencial, al disparar cohetes contra Israel, provocando con ello un bloqueo aún más estricto, y por resistirse a la reconciliación, a través de la mediación egipcia, con la oficina de Mahmud Abbas, que sigue reclamando la presidencia de la AP a pesar de la expiración de su mandato en 2009.

Por otro lado, los críticos del gobierno egipcio afirman que ni los verdaderos problemas de seguridad ni las limitaciones en virtud de tratados pueden justificar su participación en un bloqueo que viola el derecho internacional humanitario. Mohamed al Baredai, ex jefe de la Agencia Internacional de la Energía Atómica y un posible candidato a las elecciones presidenciales de 2010, sostuvo en una entrevista en Foreign Policy que al mismo tiempo que luchan para prevenir el contrabando, las autoridades egipcias podrían establecer una «zona de libre comercio» en la ciudad de Rafah señalando que «es distinto proteger la seguridad nacional, lo que nadie cuestiona, que proporcionar asistencia humanitaria».

¿Trabajar para otros?

En la prensa egipcia y pan árabe se acusa a Egipto de ser un instrumento de los israelíes y los estadounidenses que aplica el bloqueo en su nombre. Ciertamente, Israel y EE.UU. han presionado a Egipto durante años para «acabar» con el contrabando y, en 2008, el Congreso retuvo 100 millones de dólares de ayuda sobre este tema. Y ciertamente la cooperación de Egipto en el mantenimiento del cerco forma parte de lo que lo convierte en un valioso socio estratégico de EE.UU. Tal vez no por casualidad, las críticas de Washington sobre el registro de derechos humanos en Egipto y sobre su sistema político liberal han sido muy silenciadas desde el cierre de Rafah en 2007. Egipto ha ganado recientemente dos importantes concesiones de EE.UU.: una parte de la asistencia que recibe ahora entrará en vigor como donación (lo que hace más difícil que el Congreso condicione la ayuda a reformas concretas), y el 30 de diciembre se anunció que Egipto adquirirá al menos 20 nuevos aviones de combate F-16 fabricados por EE.UU.

Sin embargo, no se deben pasar por alto las razones internas de Egipto para respaldar el bloqueo. El Gobierno de Egipto desconfía de Hamas, un grupo armado islamista militante que considera tanto como un satélite iraní como un aliado de los Hermanos Musulmanes egipcios, su mayor y mejor organizada oposición.

Egipto teme convertirse en la principal puerta de Gaza al mundo exterior y verse más involucrado todavía en la gestión del problemático, empobrecido y superpoblado enclave. Esta participación podría favorecer los planes israelíes de separar Cisjordania de Gaza, o las supuestas ambiciones de Hamas de establecer un «emirato islámico» independiente, escribe un intelectual pro-régimen [6]. Estas preocupaciones no son quizás injustificadas: Egipto controló la Franja de Gaza desde 1948 hasta 1967 y hay algunos círculos de la política israelí y estadounidense que querrían transferírsela de nuevo, mientras tanto, el enfrentamiento entre la AP, reconocida por Occidente, y Hamas en Gaza ha llevado a hablar de una «solución de tres Estados.»

Las autoridades egipcias ven la Gaza gobernada por Hamas como una grave amenaza de seguridad, un potencial desestabilizador de toda la Península del Sinaí. La construcción del muro subterráneo es la culminación de un proceso de décadas de retirada de Egipto de la causa palestina y de creciente cooperación en seguridad con Israel -un proceso al que se le dio un empujón dramático con la elección de Hamas. La línea oficial de que Egipto se sacrificó bastante por Palestina desde 1948 hasta el Acuerdo de Camp David de 1979 produce cierto apego en algunos egipcios. Sin embargo, muchos en todo el espectro político se sienten muy incómodos con el cambio de política que ha convertido a los palestinos de «hermanos» históricos en algo así como enemigos. «La doctrina de seguridad egipcia -incomprensiblemente- ha llegado a considerar a Gaza y no a Israel la principal amenaza para Egipto», escribe Ahmad Yusuf Ahmad [7]. De manera similar, el columnista Fahmi Huwaydi señala que «la visión estratégica egipcia ha cambiado y Egipto ha llegado a considerar a los palestinos y no a los israelíes como un peligro. Y si esta triste conclusión es correcta, entonces no puedo dejar de describir el muro de acero como el muro de la vergüenza»[8].

De la gran presa al muro bajo

A pocos días del anuncio de la construcción del muro subterráneo, la gente en el mundo árabe se aventuraba a hacer comparaciones desfavorables entre las «instalaciones de ingeniería» de Mubarak y el proyecto histórico del presidente Gamal Abdel Naser -la Alta Presa al norte de Asuán- jugando en el doble sentido de las palabras de «alta» y «baja» en árabe. Wags propuso añadir un comentario de Mubarak al epitafio de Naser: «El altamente estimado (al ‘Ali) construyó la alta presa (as-sadd al ‘ali ); el de poca altura (al Wati) construyó el muro bajo (as-sadd al wati)» [9].

La posición de Egipto en el mundo árabe e islámico se debe en parte a su papel como mecenas de la causa palestina en la época de Naser. Hoy en día, debido a su participación en el bloqueo de Gaza, su liderazgo y legitimidad en la región han sido objeto de considerables críticas que recuerdan a la indignación de cuando el presidente Anwar al Sadat pactó una paz separada con Israel en Camp David. Ha habido manifestaciones ante las embajadas de Egipto en Turquía, Malasia, Jordania y el Líbano -donde la recién formada Campaña para poner fin al Muro de la Vergüenza se dirige contra la empresa de construcción egipcia Arab Contractors, que es, según se informa, la constructora del muro [10]. Escribiendo en Al -Ahram Hebdo Magazine, el periodista egipcio Hasan Abu Taleb se lamenta: «Criticar a Egipto y sus políticas se ha vuelto común en el mundo árabe… Estas críticas amargas… se han desarrollado hasta el punto de que desfiguran la imagen de Egipto» [11].

Al poner de relieve su papel en el asedio de Gaza, los manifestantes de la Marcha por la Libertad de Gaza han puesto al gobierno egipcio en una posición preocupante -sobre todo porque las autoridades no podían reprimir a los manifestantes internacionales con tanta dureza como lo habrían hecho con locales sin provocar un incidente diplomático. Muchos internacionales fueron golpeados y arrojados al suelo en enfrentamientos con la policía. Pero en general, sus manifestaciones hallaron un inusual grado de tolerancia (por lo que hace a la norma local).

De hecho, la maquinaria del gobierno egipcio inicialmente parecía desconcertada por la mala publicidad entre los convoyes de extranjeros que iban hacia Gaza. Algunos han sugerido que la reacia, defensiva y desorganizada respuesta del gobierno a la crítica y el cuestionamiento de su política hacia Gaza es indicativa de «el grado de vergüenza sentida por un gobierno que -ha quedado claro- es impotente» [12].

La actitud defensiva emergió como una combinación de bravuconería y de la teoría de la conspiración. Los funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores se refirieron a los activistas internacionales como «conspiradores» y «creadores de problemas». El ministro de Relaciones Exteriores Ahmad Abu al Ghayt dijo que los miembros del convoy Viva Palestina habían «cometido actos hostiles, incluso penales, en territorio egipcio» [13]. El parlamentario británico George Galloway, quien encabezó la delegación, ha sido declarado persona non grata en Egipto [14].

Otros insinuaron que la oposición al muro y al bloqueo eran parte de un plan para humillar a Egipto. El ministro de Asuntos Parlamentarios, Mufid Shihab, sugirió que los manifestantes de la Marcha por la Libertad de Gaza eran en su mayoría «mujeres argelinas de nacionalidad francesa… que llevaban un mensaje de los medios de comunicación argelinos al corazón de El Cairo» [15]. La acusación, por inocua que parezca, era venenosa habida cuenta de la brecha abierta entre Egipto y Argelia tras la victoria argelina sobre Egipto en un partido de clasificación para el Mundial, y la consiguiente violencia [generada] en ambos países (y en Sudán, el lugar donde se celebró el partido) dirigida a los nacionales del país contrario. Shihab también culpó a la cobertura de la red Al Jazeera -«el canal qatarí de la discordia», lo llamó- por fomentar el sentimiento anti-egipcio.

Al final, el aparato político oficial egipcio ha declarado más o menos el tema de su política hacia Gaza como verboten [en alemán, prohibido]. El presidente Mubarak, en un discurso el 24 de enero, anunció rotundamente: «No aceptamos debatir sobre este tema con nadie».

Las autoridades también han recurrido a la autoridad religiosa para tratar de aplastar la disidencia: el Consejo Islámico de Investigación, encabezada por el jeque de Al Azhar (la más alta institución semi-oficial islámica de Egipto), emitió el 31 de diciembre un dictamen jurídico en apoyo al muro. El Consejo emitió un comunicado diciendo: «Es uno de los derechos islámicos legítimos de Egipto colocar muros que impidan el daño infligido por los túneles construidos bajo la tierra egipcia de Rafah, que se utilizan para el contrabando de drogas y otros productos, amenazando y perturbando la seguridad y la estabilidad de Egipto y de sus intereses. Aquellos que se oponen a la construcción de ese muro violan la shari’a «, concluía el Consejo. De inmediato y con indignación, otros eruditos islámicos contradijeron esta fatwa y Al Azhar fue condenada por muchos por parecer que ponía la religión al servicio de impopulares políticas gubernamentales.

El activismo y sus límites

Los activistas internacionales optaron por ir a través de Egipto para llegar a Gaza porque esta ruta era la única disponible; la entrada por Israel, pensaban, habría sido imposible. Esperaban que Egipto sería favorable a su misión y en un primer momento hicieron todo lo posible para evitar la confrontación con el régimen. Cuando Egipto anunció antes de su llegada que el acceso a Gaza estaba cerrado, los activistas fueron sin inmutarse. En el pasado, Egipto había manifestado que impediría numerosas delegaciones, como emitía un comunicado de prensa de 21 de diciembre de la Comisión directiva de la Marcha por la Libertad de Gaza. «Pero tras la presión pública y política, el gobierno egipcio cambió su posición y los dejó pasar.»

En la manifestación en la víspera de Año Nuevo en el centro de El Cairo, el manifestante Ali Abunimah, palestino-estadounidense co-fundador de la revista de la Web Electronic Intifada, dijo: «La gente no ha venido a El Cairo con el objetivo de protestar contra Egipto o crear problemas en Egipto. Han venido aquí para ir a Gaza y mostrar su solidaridad con las personas de Gaza y romper el asedio. Y lo que inevitablemente ha reorientado la atención sobre el papel egipcio es que es Egipto quien ha impedido a la gente que viaje a Gaza, así que realmente Egipto ha destacado su papel en el mantenimiento del cerco sobre Gaza».

La Marcha por la Libertad de Gaza no se coordinó con activistas locales, de hecho, no se les permitió unirse. Una declaración en la página web de la Marcha dice: «Por desgracia, el gobierno egipcio decide quién puede y quién no puede cruzar a la Franja de Gaza desde Egipto. Por nuestra experiencia sabemos que ha sido difícil para los ciudadanos egipcios y personas con pasaportes de la AP entrar en la Franja de Gaza. Hemos tratado de superar esta limitación injusta en viajes anteriores sin éxito. Así que, por desgracia, no podemos aceptar a gente con pasaportes egipcios o palestinos».

Muhammad Wakid, activista y miembro del Centro de Estudios Socialistas en El Cairo, argumentó que los locales entendieron que la opción de excluirlos era necesaria «para no alienar al régimen a fin de maximizar el acceso a Gaza». Wakid señala que «nuestra presencia habría sido una responsabilidad; habría cambiado su enfoque».

Una vez que los internacionales se quedaron atrapados en El Cairo -y que se les cambió el enfoque- llegaron a los grupos locales pro palestinos. Sin embargo, seguía habiendo diferencias significativas. Los participantes en la Marcha por la Libertad de Gaza, por ejemplo, pidieron a los egipcios que no coreasen consignas pro-Hamas y pro-Hezbolá o consignas anti-Mubarak en su manifestación conjunta el 29 de diciembre ante las escaleras del Sindicato de Periodistas. Los egipcios se negaron. Y luego hubo un problema espinoso. «No se podía consultar o coordinar con [los manifestantes de la Marcha de la Libertad de Gaza] debido a la presencia de activistas israelíes», dice Wakid. Esta posición fue compartida por los activistas egipcios de todas las tendencias políticas -ni siquiera el objetivo de romper el cerco pudo triunfar sobre su oposición a la normalización de relaciones con Israel a través del contacto directo con israelíes.

A pesar de estas diferencias, y a pesar de lamentar la ingenuidad de los internacionales por pensar que se les permitiría entrar en Gaza, los activistas, en su mayoría egipcios, les apoyaron. «Han tenido un efecto importante», dice Al Diya ‘al Sawi, fundador del Comité de Egipto para romper el asedio de Gaza. «Cambiaron la opinión pública mundial hacia el régimen egipcio». Los críticos de la marcha en la comunidad de activistas occidentales se mostraron escépticos ante la idea por considerar que era poco práctica y que creaba un enfoque equivocado -la segura negativa egipcia de acceso marcaría la atención sobre Egipto, en lugar de en Israel (y EE.UU.), las verdaderas fuerzas que están detrás del bloqueo. Para los activistas egipcios, sin embargo, la oposición al bloqueo de Gaza y la oposición al régimen de Mubarak son una misma cosa. Se congratulan de que la atención internacional de los medios de comunicación atraídos por los manifestantes de la Marcha por la Libertad de Gaza y el convoy de Viva Palestina ayudase a cimentar la conexión.

Por otra parte, intelectuales árabes públicos utilizaron a los activistas extranjeros para reprender a los gobiernos y a las poblaciones árabes por la insuficiente solidaridad con los palestinos. Salama Ahmad Salama, escribiendo en el periódico Al-Shuruq, señaló: «Estas marchas, por supuesto, no pueden resolver el problema. Pero al menos crean un anillo de alarma de vez en cuando y hacen algo para llamar la atención de la opinión pública mundial, mientras que los países y los pueblos árabes se han rendido a la situación y ya no son capaces de resistirse a ella sino que han llegado a pedir soluciones y concesiones que los propios palestinos rechazan» [16].

De hecho, a pesar de las graves limitaciones en las que operan los activistas egipcios pro-palestinos -como la amenaza de arresto, los abusos policiales y la ausencia de cobertura en los medios internacionales- siguen organizando acciones de manera regular.

La misma semana que la Marcha por la Libertad de Gaza estaba en El Cairo, los estudiantes islamistas se manifestaron contra la construcción del muro subterráneo egipcio en los campus universitarios [17]. El «muro de la vergüenza» también ha sido objeto de un fogoso debate parlamentario y de desafíos judiciales: los miembros de Parlamento están liderando un esfuerzo legal pidiendo al presidente y el ministerio del Interior que detengan su construcción [18].

El 15 de enero, alrededor de 100 miembros y simpatizantes del Comité para romper el asedio de Gaza trató de convocar al Sindicato de Médicos en el centro de El Cairo para disponerse a salir hacia Gaza. Se encontraron con la mano dura de la seguridad del Estado: la estación de metro cercana fue cerrada, la zona estaba rodeada por la policía antidisturbios, conductores de taxi y autobús fueron detenidos, y los propios activistas golpeados y hostigados. Se reagruparon en una ubicación alternativa y decidieron disgregarse en grupos más reducidos para viajar por separado en transporte público. Sin embargo, todos los grupos fueron detenidos en diferentes puntos de control de camino a Rafah, después de lo cual fueron metidos en los vehículos monovolumen y trasladados de vuelta a El Cairo con escolta policial. Esta salida era el quinto intento que el Comité -cuyo líder, Magdi Ahmad Husein, fue declarado culpable de «contrabando» en enero de 2009 después de visitar Gaza por un túnel- ha llevado a cabo en el pasado año para romper el bloqueo. Lo intentarán de nuevo a principios de abril.

¿Y ahora qué?

¿A qué se parecerá la frontera entre el Sinaí y la Franja de Gaza en los próximos meses? Puesto que la profundidad y el trazado del muro están sin confirmar, es difícil decir qué eficacia tendrá. Muchos contrabandistas palestinos parecen seguros de que podrán evitar el muro ya sea excavando debajo o perforándolo. Tampoco se sabe cuándo se habrá completado. El gobierno de Mubarak puede alargar la construcción durante los próximos meses como parte de las interminables negociaciones y el corte de mangas entre Israel, Egipto, EE.UU., Hamas y la oficina presidencial de la AP en Ramala.

Mientras tanto, incluso semi-construido, el muro egipcio de Gaza, como otros muros de todo el mundo, es un símbolo visible y dramático -una realización de la política de Egipto y un pararrayos para la oposición.

El muro anuncia un endurecimiento de la posición del régimen egipcio sobre Gaza -a pesar de la vergüenza de frustrar tan abiertamente la causa palestina, o quizá debido a ello. El ministro de Relaciones Exteriores Abu al-Ghayt ha anunciado que «Egipto no permitirá que los convoyes, independientemente de su origen o de su organización, crucen por su territorio.» [19] Todas las ayudas extranjeras tendrán que ser entregados a la Media Luna Roja, que luego las entregará -siempre y cuando el cruce de Rafah está abierto- a Gaza.

Y el muro ha situado también a Egipto, lo que el gobierno considera bastante incómodo, en el centro de la discusión internacional sobre el bloqueo de Gaza. A pesar de sus diferencias ideológicas, los activistas egipcios e internacionales se pusieron en contacto en enero, en una especie de nivel no oficial que es probable que perdure. El papel de Egipto en el bloqueo -una preocupación clave de los activistas locales- se ha convertido en parte de la agenda internacional pro- Palestina.

Notas:

1.- Véase el diario de un activista publicado por Palestine Telegraph, 19 de enero de 2010, disponible en internet en: http://www.paltelegraph.com/diaries/featured-articles/3689-fighting-our-way-to-gaza

2.- Véase: Gisha/Physicians for Human Rights-Israel, Rafah Crossing: Who Holds the Keys?. Tel Aviv, Marzo de 2009, pp. 23-38.

3.- Islam Online, 17 de diciembre de 2009.

4.- Ha’aretz, 9 de diciembre de 2009.

5.- Daily News Egypt, 26 de enero de 2010.

6.- Abdel-Moneim Said, «Defendre l’Egypte contre toute menace,» Al Ahram Hebdo, 6 a12 de enero de 2010.

7.- Ahmad Yusuf Ahmad, «Stories of Walls,» Al Shurouq, 7 de enero de 2010.

8.- Fahmi Huwaydi, «The Wall of Shame,» Al Misri al Yawm, 14 de diciembre de 2009.

9.- Véase la pancarta virtual en: http://1.bp.blogspot.com/_O5OuU90ru-Y/S2RZSsY84JI/AAAAAAAADqI/t-182HbIRTY/s1600-h/!cid_C3D5F66E-762C-4FD2-90E3-CF2C76B786E1.jpg

10.- Ahmed Moor, «Lebanon Activists Launch Campaign Targeting Egypt’s ‘Wall of Shame,'» Electronic Intifada, 21 de enero de 2010.

11.- Hassan Abou Taleb, «La Palestine en 2010 et le role Egyptien,» Al Ahram Hebdo, 27 de enero-2 de febrero, 2010.

12.- Yusri Fawda, «What’s Good About the Gaza Wall,» Al Misri al Yawm, 27 de diciembre de 2009.

13.- Ha’aretz, 19 de enero de 2010.

14.- Daily Mail, 0 de enero de 2010.

15.- Al Ahram, 2 de enero de 2010.

16.- Salama Ahmed Salama, «The Culture of Protest» Al Shuruq, 4 de enero de 2010.

17.- Al Misri al Yawm, 30 de diciembre de 2009.

18.- Al Misri al Yawm, 1 de enero de 2010.

19.- Ha’aretz, 9 de enero de 2010.

Fuente: http://www.merip.org/mero/mero020110.html