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Las multinacionales españolas continúan el despojo de América Latina

El nuevo colonialismo español

Fuentes: Rebelión

«La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en […]

«La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta. Pasaron los siglos y América Latina perfeccionó sus funciones…»

Así comienza el libro de Eduardo Galeano, ‘Las venas abiertas de América Latina’ escrito en 1970. Treinta y cinco años mas tarde nada dice que haya cambiado, es mas, las cosas, sin duda, han empeorado. Tan solo un pequeño cambio: la identidad de las sanguijuelas. Las funciones perfeccionadas a las que se refiere el autor hablan de cómo con el capitalismo fueron las grandes corporaciones norteamericanas las que entraron a saco en el sur del continente y comenzaron el despojo de recursos naturales y humanos. Pero ya a finales del siglo pasado, como el asesino que vuelve al lugar del crimen, las empresas españolas fijaron su vista en las nuevas posibilidades del Nuevo Mundo y como aves de rapiña se lanzaron a repartirse los despojos. La clase política sudamericana los recibió como los salvadores de la codicia de sus vecinos del norte porque se trataba de empresas procedentes de la Madre patria. Pero para el capitalismo no hay familia que valga. Ni patria que se le ponga por delante.

Las grandes empresas multinacionales españolas nacieron en la década de los ochenta, en una ola de crisis del capitalismo mundial y en un marco de apertura de la economía española al calor de la integración en la Unión Europea. Para ser admitida en su seno, España tuvo que aceptar el desmantelamiento de su tejido industrial y la coordinación de su política agraria con la del resto de países asociados. A cambio comenzó a recibir los fondos estructurales orientados a financiar la transición hacia una estructura económica basada en la oferta de bienes de consumo y servicios. Pero en esta lucha por los mercados se encontró con sus socios europeos y la inversión se antojó necesaria dirigirla hacia América Latina. Se trataba de una inversión necesaria para acumular unos capitales que, en ese marco de competencia, era complicado importar desde Europa o incluso crear en la propia España. El gobierno español jugó un papel protagonista al establecer un marco legal liberalizador que consistió en la reducción de requisitos legales para los flujos de capitales salientes, la disposición de fondos públicos para apoyar las inversiones, la creación de seguros y la firma de acuerdos bilaterales y multilatelares para protegerlas.

Las multinacionales españolas, a remolque de los cambios estructurales apoyados por el Banco Mundial y el FMI, acapararon en esos años parte el patrimonio y los servicios públicos latinoamericanos, rematados a precios de saldo. Los años 90 se caracterizaron por la ofensiva desnacionalizadora que pretendía reducir la deuda externa a base de privatizaciones y exportaciones mientras se minimizaba el gasto social. Esto fue aprovechado por las compañías españolas en expansión que necesitaban nuevos mercados y legislaciones mas blandas para conseguir beneficios jamás vistos. Vendidos los recursos nacionales la ofensiva apuntó al sector servicios donde las necesidades básicas de millones de personas quedaron atrapadas en los monopolios españoles.

Los datos así lo demuestran. Las empresas multinacionales españolas invirtieron en los años 90 alrededor de 40.000 millones de dólares en la compra de bancos, telecomunicaciones, energía y otros sectores estratégicos de Latinoamérica. Pero lo que debería ser un factor creador de empleo y riqueza, tal y como se defiende desde el mundo empresarial, no ha sido mas que una nueva invasión colonial al perseguir solo el máximo beneficio en el menor tiempo posible. Es decir, su único objetivo ha sido el abaratar costes mermando en lo posible los sueldos, las aportaciones fiscales y las cotizaciones sociales.

En muchos casos se ha llegado, incluso, a colaborar con gobiernos y políticas dictatoriales haciendo cuestionarse el respeto de estas empresas a los derechos humanos mas fundamentales. En la consecución de su único objetivo no han excluido ningún medio y con frecuencia han recurrido a la promoción de guerras y conflictos inter-étnicos, a la violación de los derechos laborales, a la degradación del medio ambiente, a la corrupción de funcionarios para apoderarse de servicios públicos mediante privatizaciones fraudulentas, a la monopolización de los medios de comunicación, a la corrupción de elites políticas, intelectuales y de la sociedad civil y a la financiación de golpes de estado, de dictaduras y a otras actividades criminales.

La política de inversiones en Sudamérica que comenzaron las empresas españolas con el beneplácito de los gobiernos socialistas todavía se recrudeció mas con el gobierno de José María Aznar. Su enfrentamiento con sus socios europeos y su acercamiento a la política norteamericana le dio mayor margen de maniobra en América Latina. Esta política se concreta en la llamada Fundación Carolina, nacida en el año 2000, y que agrupaba a las 24 multinacionales españolas mas importantes. La mayoría de ellas habían nacido como empresas públicas y en los últimos años habían sido privatizadas. Pertenecían a todos los sectores económicos y tomaron posiciones en casi todos los países de la región.

Son muchas las empresas españolas que comenzaron de nuevo el viaje en busca del Nuevo Mundo. Si la devastación sufrida por parte de los europeos del Renacimiento, a la que hace referencia Galeano, fue el comienzo del desangramiento sudamericano, esta nueva oleada puede suponer la puntilla. Veamos en qué sectores las multinacionales españolas han hincado el diente y quiénes son los vampiros ávidos de sangre.

Sector de Telecomunicaciones: Telefónica

Telefónica es una empresa privada que cuenta con 1,7 millones de accionistas directos y cuyo núcleo duro lo forman La Caixa y BBVA. Tiene 88,5 millones de clientes, está presente en 16 países y cuenta con 157.000 empleados en todo el mundo. Es la sexta compañía mundial del sector por capitalización bursátil, la quinta empresa de Europa y la primera de España. Si bien es cierto que en el campo de las telecomunicaciones el servicio se ha extendido y ha mejorado en algunos aspectos, la entrada de esta empresa en los diferentes países latinoamericanos ha generado muchas irregularidades.

En primer lugar, la mayor actividad económica de Telefónica debería haber significado una mayor recaudación tributaria. Sin embargo, diferentes acuerdos de la compañía con los gobiernos de turno, le ha posibilitado pagar menos impuestos. En muchos casos ha impedido la competencia en el sector de otras empresas al contemplar las concesiones períodos de monopolio. Tampoco ha sido una generadora de empleo ya que en muchas ocasiones las empresas contratistas eran también españolas y los puestos de dirección han sido ocupados por españoles. En este aspecto, las condiciones laborales han ido empeorando y la descentralización de servicios y la creación de filiales ha aumentado la subcontratación de personal para evitar responsabilidades contractuales intensificando, además, la contratación temporal. La entrada de la multinacional en los diversos países tampoco ha supuesto un ahorro para los consumidores internos siendo el coste del servicio de telefonía exageradamente alto. Finalmente, ha sido una fiel colaboradora con los gobiernos de turno y, ante esta relación tan estrecha con el poder económico y político el consumidor latinoamericano ha quedado desprotegido.

El grupo Telefónica Latinoamérica, controlado al 100% por Telefónica tiene presencia en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. Su mayor volumen de negocio lo tiene en Argentina por mediación de Telefónica de Argentina en el que participa con un 98,03%; en Brasil a través de Telesp y una participación del 87,49%; Chile, con Telefónica CTC Chile y una participación del 44,89%; y Perú, en la empresa Telefónica del Perú y una participación del 98,19%. En el resto de países lo hace a través de diferentes empresas de su grupo: Atento, Telefónica Contenidos, Telefónica Empresas, Telefónica Móviles, Terra Networks y TPI Páginas Amarillas.

El beneficio de Telefónica Latinoamericana en 2004 fue de 806,6 millones de euros, un 44,4% superior al año 2003.

Sector de hidrocarburos: Repsol

Repsol YPF es una empresa internacional de petróleo y gas, con actividades en 28 países y con mas de 30.00 trabajadores en nómina. Es una de las diez mayores petroleras privadas del mundo y la mayor compañía privada energética en Latinoamérica en término de activos. Tiene una producción de hidrocarburos de más de 1,1 millones de barriles equivalentes de petróleo/día y sus reservas de crudo y gas casi alcanzan los 5.000 millones de barriles que se localizan, fundamentalmente, en Latinoamérica y en el Norte de África. Sus principales accionistas son los grupos financieros La Caixa y BBVA y sus actividades se centran en la exploración y explotación, el refinamiento y la venta y distribución de petróleo. Repsol defiende que «está desarrollando una estrategia corporativa cuyos principales pilares son la protección del medio ambiente, el establecimiento de una política de recursos humanos que potencia la mejora continua de las relaciones laborales y la integración de las medidas y actuaciones concretas que colaboran al desarrollo de la sociedad».

Pero la realidad es otra. En un principio ya resulta extraño que un país como España aparezca en Sudamérica con una empresa petrolera cuando ni tiene petróleo ni tiene grandes relaciones con los países productores. En ese marco Repsol compra empresas públicas latinoamericanas del sector hidrocarburos a precios irrisorios gracias a los acuerdos político-económicos bilaterales.

Dos ejemplos: YPF de Argentina comprada a cambio de bonos para paliar la deuda externa bajo el pretexto de la falta de capacidad financiera. Tras la compra, en 1999, en un año multiplicó por cuatro sus beneficios que llegaron a 1.150 millones de euros siendo un 66% procedentes de YPF.

En 1996 se vendió el 75% de las acciones de la refinería de La Pampilla de Perú a Repsol por 180 millones de dólares cuando en 1994 había generado unos ingresos de 657 millones.

Los impactos medioambientales de sus actuaciones y sobre las comunidades indígenas distan mucho de sus objetivos. Las continuas denuncias apenas saltan a la luz pero se van conociendo. Como la destrucción del parque natural Yasuní en la amazonía ecuatoriana de 680.000 hectáreas de las cuales un tercio pertenecen al pueblo huaoraní; o el humedal Llancanelo, reserva natural en Argentina donde la petrolera quiere perforar ocho nuevos pozos; o la invasión de 18 territorios indígenas y 4 parques naturales en Bolivia; o el más conocido que ha llevado a la multinacional a un pleito con el pueblo mapuche.

Los beneficios de Repsol YPF en 2004 fueron de 1.950 millones de euros. Los ingresos operativos en Europa alcanzaron 29.050 millones de euros; en Latinoamérica solo 11.760, lo que demuestra cómo los recursos naturales de la zona sirven, en gran parte, para el consumo europeo.

Sector eléctrico: Endesa

Endesa es una de las mayores compañías de electricidad de Europa y es el líder en el mercado español y en varios países de Latinoamérica. Fundada en 1944 como una empresa estatal para la producción de energía, fue privatizada en 1998. En la actualidad, Endesa sirve a más de 22 millones de clientes de electricidad y gas a nivel mundial, emplea a más de 27.000 trabajadores y cuenta con ingresos en torno a los 18.000 millones de euros. En manos de grandes corporaciones bursátiles (Cajamadrid, Chase International…) se encuentra actualmente su accionariado revuelto tras la reciente OPA hostil lanzada por Gas Natural que, por cierto, está en manos de Repsol-YPF y La Caixa.

Durante el año 2004 tuvo unos beneficios netos de 1.379 millones de euros, aumentando el 5,1% con respecto al año anterior. Su presencia en Latinoamérica se plasma en la empresa Endesa Internacional y asume la gestión de un amplio número de empresas, principalmente Enersis, Endesa Chile y Chilectra (en Chile); Edesur, Costanera, Dock Sud y El Chocón (Argentina); Cien, Endesa Fortaleza, Ampla y Coelce (Brasil); Emgesa y Codensa (Colombia); o Edegel y Edelnor (Perú).

A pesar de que la entrada de la multinacional en la zona conllevó un incremento de la potencia instalada y del índice de electrificación también ha tenido en los últimos años sus peros. Así, la historia de ENDESA-España en Chile comienza cuando ésta llegó a un acuerdo financiero con un grupo chileno que representa los más turbios intereses de la burocracia estatal bajo la dictadura militar de Pinochet. El Estado enajenó el patrimonio público y estos gestores del aparato burocrático estatal aparecían como los únicos beneficiarios en múltiples sociedades donde se hacían responsables de toda la gestión del patrimonio y a su vez adquirían pequeños paquetes de acciones. El Estado chileno, por su parte, interviene siempre a favor de los empresarios y en contra de los pueblos originarios. Los gaseoductos tendidos en el norte de Chile, que se llevan los recursos mineros sin pagar impuestos, se han construido destrozando cementerios indígenas, petroglifos milenarios y sitios sagrados de las distintas culturas precolombinas.

Su actividad en Perú también ha provocado grandes polémicas ya que la concentración del mercado entró en conflicto con las leyes aunque el estado facilitó su privatización otorgando impunidad a la multinacional aunque vulnerando el principio de igualdad ante la ley. La primera actuación fue el despido de trabajadores, primeros los afiliados al sindicato mas importante, y la firma de contratos individuales para evitar la negociación colectiva. Finalmente la mayoría de actividades se subcontrataron evitando responsabilidades derivadas del riesgo eléctrico en el trabajo.

Sector financiero: BBVA

En la década de los 90, el sector bancario español estuvo marcado por dos tendencias: la concentración de poder y la expansión internacional. Las entidades españolas, tras un periodo de fusiones y adquisiciones, han configurado un panorama dominado por dos gigantes: el BBVA y el BSCH.

A su vez comenzaron una expansión hacia Sudamérica buscando nuevos mercados con el objetivo de poder competir con los grandes bancos europeos. Esta estrategia estuvo facilitada por la elite dirigente de los países latinoamericanos. Su papel en la economía se centró en el sistema financiero y en las pensiones privadas pero sus mayores irregularidades correspondieron al ámbito laboral ya que estos bancos participaban del capital social de otras multinacionales españolas, tal y como hemos visto anteriormente.

El BBVA es la segunda entidad bancaria española y el año pasado ganó 2.082 millones de euros, un 25,8% mas que en 2003 y solo por debajo del BSCH. De ese beneficio, 1.239 millones de euros se obtuvieron en sus filiales latinoamericanas, un 44% del total. Sin embargo, sus recursos y sus fundaciones para América Latina para todo el año pasado fue de 4,9 millones de euros.

Si bien la entrada de estos bancos supuso una mejora en el trato al cliente y la agilización de sus servicios los perjuicios ocasionados presentan un balance totalmente negativo. La entrada en los diferentes países se produjo mediante la adquisición de bancos nacionales, muchos de ellos públicos, y en el proceso de reestructuración quienes primeros pagaron los costes fueron los trabajadores. En Perú, por ejemplo, el 25% de la plantilla fue despedida, se aumentó la jornada de trabajo sin compensación y el sindicalismo se fue debilitando.

Aunque el ejemplo mas sangrante es el del BBVA en Argentina: las adquisiciones de los bancos locales mediante fusiones y OPAS, su irrupción en las telecomunicaciones, en los fondos de pensiones, en los servicios públicos, metidos en la industria del armamento, especulando con la construcción inmobiliaria, manteniendo en secreto la deuda externa privada de los países mas pobres… para terminar negando sus escuálidos ahorros a los pequeños ahorradores argentinos atrapados en el ‘corralito’.