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El nuevo modelo para Gaza

Fuentes: Ynet

Traducido del hebreo para Rebelión por J. M.

Divide y vencerás, el modelo construido por Ariel Sharon para Gaza se derrumbó y no hay una solución militar. ¿Hay alguien en el liderazgo que tendrá el poder, la autoridad y el coraje para liderar un proceso político?

El Gobierno israelí puso al ejército y al país en su conjunto en una complicación que no tiene parangón desde la desconexión. La razón de esto es la falta de comprensión del modelo que para el control de Gaza construyó Sharon en 2004 y que ha llegado a su fin. El modelo se basa en bloqueo aéreo y marítimo, el bloqueo de los cruces terrestres hacia la Franja, además de los suministros subterráneos de bienes a través de túneles.

El presidente egipcio, al-Sisi cambió el juego por el cierre de los túneles, su lucha en el país contra la Hermandad Musulmana, y empujó a los palestinos a prepararse para el nuevo gobierno político de consenso nacional. La pregunta es: ¿cómo conseguir ajustarse la política israelí a las nuevas circunstancias?

Sharon creó un modelo que permitió una situación relativamente estable entre 2005 y 2014, a pesar de los altos precios de las «rondas» violentas. El modelo se basa en el principio de control más antiguo: divide y vencerás. Separar Cisjordania y Gaza entre Hamás y la Autoridad Palestina. Sharon se dio cuenta de que el ejército no puede detener el fuego de mortero y descubrir los túneles de contrabando, y tampoco absorber el exceso de pérdidas debidas a la fricción diaria con la población civil y la falta de legitimidad del uso de la fuerza contra ella. La retirada unilateral fue un movimiento táctico exitoso a este respecto, diseñado para reducir la cantidad de pérdidas israelíes y legitimar el uso de la fuerza contra civiles palestinos por razones de defensa propia.

Pero había también un objetivo político a largo plazo, la prevención de la presión internacional para el establecimiento de un Estado palestino como se había prometido en la hoja de ruta del presidente Bush. Para evitar el proceso político era necesario salir unilateralmente, o el hecho mismo de la salida requeriría negociaciones con la Autoridad Palestina para regular las cuestiones básicas como las medidas de seguridad, la apertura de los pasos fronterizos y su supervisión, y los acuerdos económicos bilaterales. Tal medida requeriría unir Cisjordania a la Franja de Gaza, económica, política y socialmente, que es lo opuesto al pensamiento «divide y vencerás».

Quien no estába contento con la salida unilateral era, por supuesto, el ejército que consideró en esto una dificultad para su capacidad de disuasión. En marzo de 2004 salieron públicamente en contra de la retirada unilateral el Jefe de Estado Mayor Moshe (Bogie) Yaalon y el jefe del Shin Bet, Avi Dichter, diciendo que traería «viento de cola» para el terrorismo y fortalecería la relación de Hamás con la Autoridad Palestina. Estaban en lo cierto, por supuesto, pero Sharon no dudó, los despidió y nombró en su lugar a Dan Halutz y Yuval Diskin.

A los ejércitos no les gustan las retiradas unilaterales si no es según un acuerdo que asegure la estabilidad de la misma. Desde la retirada, el ejército cayó en una situación indeseable, por decir lo menos: la legitimidad del uso de la fuerza está creciendo, tiene el respaldo internacional, pero no tiene capacidad para tomar decisiones y su prestigio, minado. Internacionalmente criticado por el número de inocentes muertos, y para los israelíes a causa de su incapacidad de ganar. Desde que Sharon desapareció, nadie examina las motivaciones y la lógica política del modelo, y sólo requiere a los militares para investigar los aspectos militares después de las «rondas».

En Israel están exigiendo que se investiguen las fallas de desempeño (véase Comisión Winograd), y en el mundo se investigan los crímenes de guerra (véase Comisión Goldstone). Ya desde el comienzo de la operación Margen Protector, el ejército estuvo bajo una doble crítica, tanto dentro como fuera. Pero el problema es político: el colapso del modelo de control que acarreó las crecientes complicaciones políticas y militares.

El modelo se ha agotado y se ha creado una dinámica de cambio. Tras el cierre del túnel por Al Sisi, Hamás tenía que conectarse a la Autoridad Palestina, socavó el modelo divide y vencerás y Netanyahu salió a la confrontación para preservar el modelo que había colapsado.

El colapso del modelo produjo una dinámica de cambio. Sin los túneles, los habitantes de Gaza necesitan otra conexión con el mundo. El desafío político israelí es cómo construir un nuevo modelo al mismo tiempo que mantiene conversaciones con el liderazgo palestino en su conjunto. Al parecer, en el estado maltrecho de la plana mayor el ejército israelí no se atreverá a decir lo que dijo el jefe de Estado Mayor Dan Shomron cuando en 1967 colapsó de modelo de control (la primera Intifada). No se atreverá a explicar a la opinión pública que no existe una solución militar, sólo una solución política.

El problema es que en la situación de la política israelí, no está claro quién tendrá el poder, la autoridad y el coraje para un proceso político. Mientras no se encuentre un modelo nuevo para gestionar las relaciones con los palestinos, continuarán desplegándose las complicaciones y la sociedad pierde la fe en la capacidad de la elite militar y política para hacer frente a la realidad.

Lev Grinberg es profesor en la Universidad de Beer Sheva

Fuente original: http://www.ynet.co.il/articles/0%2c7340%2cL-4561849%2c00.html