En un artículo anterior les comentaba lo difícil que era pronosticar el futuro desenlace del conflicto palestino-israelí, debido a la complejidad de la situación, a las divisiones en el seno de las fuerzas palestinas y a las pretensiones de Tel Aviv y Washington de impedir a toda costa la existencia de un estado palestino independiente […]
En un artículo anterior les comentaba lo difícil que era pronosticar el futuro desenlace del conflicto palestino-israelí, debido a la complejidad de la situación, a las divisiones en el seno de las fuerzas palestinas y a las pretensiones de Tel Aviv y Washington de impedir a toda costa la existencia de un estado palestino independiente y soberano, según de desprende de la política de W. Bush, luego de que «Dios le ordenó» preservar la seguridad de los israelíes y dar a los palestinos un pedazo de tierra.
Les hablaba también de los profundos odios históricos que existen entre ambos bandos, producto de enfrentamientos, crímenes y desmanes a lo largo de decenas de años, principalmente por parte de los sionistas que, desde 1948, incluso desde antes, pretenden expulsar a los palestinos de sus tierras. Y les apuntaba la no descartable posibilidad de que, incluso, dentro de los planes israelíes estuviera la expulsión de los palestinos de los actuales territorios en que habitan en Gaza y en una parte de Cisjordania.
Ahora, tiene lugar la invasión de tropas israelíes a Gaza, bajo el pretexto de liberar a un soldado de 19 años, Gilad Shalit, secuestrado durante un operativo del brazo armado del Grupo Hamas, según informaciones de la prensa internacional. Creo que coincidirán conmigo que la excusa para esta incursión bélica no puede ser más débil, pero era lo que necesitaba el gobierno de Ehud Olmert para llevar a cabo un plan que estaba preparado desde hace tiempo. Recordemos que Olmert había declarado ante el Congreso norteamericanos que «le dolía» entregar a los palestinos una parte de «las sagradas tierras de Israel».
Los medios de prensa occidentales se han encargado de divulgar la foto del soldado capturado, un muchacho de 19 años, con cara de niño y grandes espejuelos, que lo hacen parecer más un estudiante miope que el artillero de un tanque de guerra, que ya ha disparado contra zonas pobladas por palestinos. Se ha publicado también el ruego del padre de Gilad para que liberen a su hijo sano y salvo. Sin embargo, lo que exigen los secuestradores del soldado es la liberación de las mujeres y menores de edad palestinos que permanecen presos en cárceles israelíes. ¿Han visto ustedes alguna vez la foto de alguna de esas mujeres y niños en la prensa internacional? ¿Han leído o visto ustedes alguna vez el ruego de los padres, esposos o hijos en los medios de prensa? Desde luego que no.
Creo que para nadie es un secreto que el secuestro de Gilad ha sucedido en el momento más oportuno para el gobierno israelí. Es tan oportuno que inclina a pensar a algunos observadores que se trata de una operación del Mossad o de algún grupo penetrado por esa organización de inteligencia israelí. Porque todo ha ocurrido de una forma perfecta para que Tel Aviv trate de resolver uno o varios problemas que no le convienen en absoluto.
Y aunque el pretexto, repito, es muy débil, ha encontrado de inmediato el apoyo de sus principales aliados. Estados Unidos, por ejemplo, pidió moderación, pero de inmediato adujo el «derecho de Israel a defenderse». ¿Defenderse de qué? ¿De la captura de un soldado en una acción de guerra? ¿Y los palestinos no tienen derecho a defenderse? La Unión Europea también ha pedido moderación, pero, hasta el momento que escribo este artículo no ha condenado la agresión israelí. La «tibieza» y la hipocresía han llegado, como siempre, al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, donde la representación norteamericana impidió la discusión de un proyecto de condena presentado por Argelia y Qatar, sin que los demás miembros permanentes pusieran objeción.
El primer problema que pudiera pretender solucionar el gobierno de Ehud Olmert es el dominio del Grupo Hamas sobre el gobierno de la Autoridad Nacional Palestina, al ganar la mayoría absoluta en el Parlamento en las elecciones de enero del presente año. Es decir, obligar a la convocatoria de nuevas elecciones sin la participación de Hamas, desde luego. El segundo, evitar un referéndum, convocado por el presidente de la ANP, Mahmud Abas (Abu Mazen), para el 26 de julio, en el que se le pide al pueblo palestino votar a favor o en contra de la creación de un estado palestino en los territorios de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este (Oriental), ocupados por Israel durante la guerra de junio de 1967, al mismo tiempo que reconoce la existencia del Estado de Israel. El contenido del referéndum fue rechazado de inmediato por Tel Aviv.
El tercero podría ser, ¿quién sabe?, acabar con la Autoridad Nacional Palestina, aunque eso podría acarrearle más dolores de cabeza que beneficios. Y, el cuarto, crear una situación humanitaria –de hecho ya la ha creado– que obligara a la mayor parte de los palestinos residentes en Gaza a abandonar el territorio hacia otros países, y solo dejar un mínimo de residentes palestinos, como mano de obra barata, y sin posibilidad alguna de gobernarse. Eso acabaría con el «dolor» de Ehud Olmert al tener que entregar una parte del «sagrado territorio de Israel». Las últimas informaciones conducen a pensar que este pudiera ser uno de los principales propósitos, pues cerca de un millón de personas permanecen sin agua, electricidad y escasos alimentos, mientras que Israel ha cerrado los pasos fronterizos e impedido el paso de ayuda humanitaria.
No obstante, no podemos perder de vista la provocación israelí contra Siria, al sobrevolar varios aviones de combate el palacio presidencial del mandatario de ese país, en el momento en que se iniciaba la invasión de Gaza. ¿Qué sentido tiene eso? ¿Tenía el objetivo de amedrentar a las autoridades sirias para que no intervinieran en el conflicto, o la provocación es parte de un plan de mayor envergadura como el de involucrar a Siria y, por extensión, crear una situación que afectaría a Irán y al Líbano, a los efectos de ampliar la guerra hacia esos países?
Existe un pacto de ayuda mutua entre Siria e Irán en caso de que una de las dos naciones sea agredida, que ha recibido esacasa publicidad. Y aunque puede parecer una gran locura, es bueno recordar que la actual Administración neoconservadora de la Casa Blanca piensa que la «realidad» la hacen ellos y que W. Bush habla con Dios, a pesar del fracaso en Irak y Afganistán. Un reciente informe del Pentágono, dado a conocer por la prensa norteamericana, señala que una agresión contra las instalaciones nucleares de Irán probablemente fracasaría y podría provocar consecuencias desastrosas para Estados Unidos en el aspecto económico, político y militar. De todos modos, ¿quién sabe? El gobierno neoconservador atraviesa por momentos difíciles y una salida bélica, aunque parezca absurda, podría estar entre sus planes
Si bien la provocación puede tener solo el propósito de amedrentar al gobierno sirio, llama la atención de los observadores sobre todo por el hecho de que Siria e Irán son dos objetivos militares de la política norteamericano-israelí hacia el Medio Oriente, mientras que pretenden convertir al Líbano en un estado dócil a los intereses de ambos países.
Un elemento a tener en cuenta es que en el Líbano está el grupo Hezbollah, de confesión chiíta, el principal opositor de Israel, que recibe ayuda de Irán, también de confesión chií. De otro lado, en Siria predomina la corriente wahabita, cercana a las concepciones religiosas de los chiíes, y no olvidemos que la mayoría de la población de Irak es también chií. Esto es algo que preocupa mucho, y con razón, tanto a Estados Unidos como a Israel, pues podría entorpecer sus planes de dominación del Medio Oriente, dadas las enormes riquezas petroleras que se concentran en Irán e Irak.
Recordemos, además, que Estados Unidos y la Unión Europea presionan a Irán, desde hace meses, de diferentes modos para que suspenda el proceso de enriquecimiento de uranio. De ello ya les he hablado en otros artículos. Solo les recuerdo que la crisis nuclear de Irán es netamente artificial, creada para justificar una agresión contra la nación persa o por lo menos a que renuncie a un derecho que le corresponde como miembro del Tratado de No Proliferación. Ahora, en la reciente reunión de ministros de relaciones exteriores del Grupo de los 8, celebrada en San Petesburgo, se acordó dar hasta el 5 de julio a las autoridades iraníes para que respondan a la propuesta hecha por los 5 miembros del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania, que contiene el clásico esquema de la zanahoria y el garrote.
El gobierno iraní anunció que no dará respuesta hasta finales de agosto, lo que pudiera conducir a que Estados Unidos fuerce una discusión del asunto en el Consejo de Seguridad de la ONU. Por su parte, el gobierno ruso anunció que se opondría a cualquier solución militar del conflicto creado por Estados Unidos y sus aliados europeos. Rusia tiene derecho a veto en el Consejo de Seguridad.
Cuando termino este artículo, domingo 2 de julio, llega la información de que helicópteros israelíes atacaron la oficina del primer ministro palestino, Ismael Haniye, lo que se une a la detención del viceprimer ministro, Nasser Shaaer, de otros 7 miembros del Gabinete y de decenas de diputados del Movimiento de Liberación Islámica (Hamas). Tal vez el objetivo de esta incursión sea solo derrocar al gobierno de Hamas, elegido democráticamente por el pueblo palestino y obligar a que se efectúen nuevos comicios. De cualquier forma, abre una serie de interrogantes sobre las que, como siempre, los invito a que mediten.