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El papel singular de los griegos católicos de Oriente

Fuentes: Renenaba.com

Traducido para Rebelión por Caty R.

El Manifiesto Melquita 

El mundo católico celebró en noviembre y diciembre de 2012 el quincuagésimo aniversario del Concilio Vaticano II que marcó el hecho de que se tuviese en cuenta la especificidad de las iglesias de Oriente en tierra del Islam, un hecho que constituyó una revolución en la percepción mutua de las dos ramas del catolicismo y una modificación de sus relaciones sobre la base de una mayor igualdad.

Revisamos el papel de esta comunidad mientras Alepo, el foco melquita más importante en tierra árabe, y Damasco, la sede de su patriarcado, son víctimas desde hace dos años de una guerra interna que hace planear el peligro de un nuevo éxodo de los cristianos árabes.

Los prelados legendarios: Máximos IV Sayegh, Philippe Naba’a, Hilarión Capucci, Cyril Bustros

Católico romano de rito griego, de cultura árabe en tierra de Oriente, el melquita generalmente denominado griego católico, es el heredero de Roma, Atenas, Constantinopla y Jerusalén, una cuádruple civilización matriz del mundo moderno.

Síntesis de la humanidad por destino, una vocación dictada por la historia y la geografía, el melquita o rito real se encuentra en la encrucijada y punto de fricción de los grandes ejes de la circulación en Oriente Medio: en Marjayoun, Jezzine, Saida y Tiro en el sur de Líbano, en la región limítrofe de la antigua Palestina; en Zahlé y Baalbeck, en el centro de Líbano, en la zona fronteriza de Siria; y más allá, en Alepo, en el norte de Siria, en el borde del mundo turco y árabe en la alta Galilea, sector de demarcación árabe-israelí.

Ecuménica, la sede del patriarcado desde la pérdida de Constantinopla, se sitúa alternativamente en el Cairo en invierno y en Damasco en verano, los dos polos del mundo árabe.

Alepo, la capital económica de Siria, constituye una de las plazas fuertes de los católicos griegos. La ciudad, camino de convertirse en un emirato islámico debido a la coalición islámica-atlantista ha dado varios prelados eminentes a la comunidad, uno de los más prestigiosos no es otro que el patriarca Maximos IV Sayegh, el hombre del Concilio Vaticano II que llevó al papa Pablo VI a admitir a los patriarcas de las iglesias orientales en el rango de «primus inter pares», con preeminencia sobre los cardenales.

«A mis hermanos los patriarcas de las Iglesias de Oriente, a mis hijos los cardenales», distingue ya el Pontífice a sus ovejas desde aquel famoso Concilio que confirió la púrpura cardenalicia a todos los patriarcas de Oriente elegidos a la cabeza de sus iglesias.

Otro prelado de renombre internacional procedente de Alepo es nada menos que Monseñor Hilarion Capucin, antiguo arzobispo de Jerusalén expulsado por las autoridades israelíes por su presunta connivencia con el movimiento nacional palestino.

Arabia Saudí e Irán al ataque de los melquitas de Líbano

Zahlé, capital de la Bekaa en el centro de Líbano, constituye la plaza fuerte de los melquitas en el país. Una sorda rivalidad enfrenta desde hace un año a Arabia Saudí, líder de los suníes, y a Irán, líder de los chiíes, para ganar la adhesión de los melquitas a su causa, de cara a las próximas elecciones legislativas libanesas previstas para junio de 2013. El resultado de la batalla de Zahlé podría determinar la mayoría gubernamental del próximo mandato parlamentario y, sin duda, el presidencial.

El sur de Líbano, que cuenta con la mayor concentración melquita de Líbano, alberga tres lugares principales del Líbano antiguo: Tiro, Sidón y Cana, de la antigua Fenicia. Un legado que los melquitas asumen sin ostentación.

Su patriotismo, forjado en la adversidad, se refuerza con la ausencia de sectarismo y fanatismo, sentimientos funestos en una zona amenazada por el profetismo endémico. Ningún melquita figuró en el círculo dirigente de la milicia cristiana en la guerra entre facciones libanesa (1975-1990), al contrario de otras confesiones religiosas cristianas como los maronitas o los griegos ortodoxos, cuya alianza con Israel, enemigo oficial del mundo árabe, afectó considerablemente a su credibilidad.

Así, la jefatura de la diplomacia libanesa tradicionalmente fue confiado por Líbano a brillantes diplomáticos como los hermanos Salim y Philippe Takla, parientes próximos de los fundadores del diario egipcio Al-Ahram, uno de los más bellos ejemplos de profesionalidad en el ámbito periodístico de Líbano.

Su ambición, basada en su herencia espiritual, es estar presentes en el debate contemporáneo para extender su voz de otra forma que la vía del poder. Sin pretensión pero sin concesiones. Con un espíritu conciliador, por fidelidad a su tradición, que concilia militancia y diplomacia.

Su demarcación no implica separación. Fue un patriarca melquita, Máximos IV Sayegh, el primero que blandió la reivindicación de la autonomía de los patriarcas de Oriente frente a la curia romana. «El lenguaje de la curia es el Latín, que yo domino, pero debo expresarme en griego, la lengua de nuestro rito, o en árabe, mi lengua materna y la del pueblo de mis fieles. No lo haré en nombre de la reconciliación. Por lo tanto hablaré en francés, es decir, la lengua diplomática del Vaticano pero no su lengua oficial», proclamó de entrada en su discurso inaugural del Concilio.

Fue a otro prelado melquita, con exclusión de cualquier otra comunidad de Oriente, Philippe Naba’a, arzobispo de Beirut, a quien se confió la delicada tarea de velar la secretaría del Concilio Vaticano II y armonizar las tormentosas relaciones de las iglesias de Oriente con la Santa Sede. Fue también un prelado melquita, Hilarion Capucci, arzobispo de Jerusalén, quien conoció las mazmorras israelíes por ejercer la resistencia.

Y finalmente fue otro prelado griego católico, el cuarto, Cyril Bustros, actual arzobispo de Beirut, quien asumió la pesada tarea de portavoz del Sínodo de Oriente en octubre de 2010, el primero de su género en la historia de la cristiandad.

La declaración del Sínodo de las iglesias de Oriente

Declaración atronadora de monseñor Bustros que resonó como una gran burla al del dogma oficial occidental:

«Israel no puede apoyarse en el concepto de la Tierra Prometida que figura en la Biblia para justificar el retorno de los judíos a Israel y la expatriación de los Palestinos», dijo el arzobispo Bustros al arzobispo de Newton (Estados Unidos).

«No se puede basar en el asunto de la Tierra Prometida para justificar el retorno de los judíos a Israel y la expatriación de los palestinos», dijo también el presidente griego melquita de la comisión en el mensaje del Sínodo para Oriente Medio en una rueda de prensa.

En ese mensaje, los obispos y patriarcas orientales afirman que «no está permitido recurrir a posiciones bíblicas y teológicas y utilizarlas como instrumentos para justificar las injusticias».

«Para nosotros, cristianos, no se puede hablar de Tierra Prometida al pueblo judío», término que figura en el Antiguo Testamento, porque esa «promesa» quedó derogada «por la presencia de Cristo». Tras la venida de Jesús, «nosotros hablamos de Tierra Prometida como el reino de Dios», que abarca toda la tierra y es un «reino de paz, amor, igualdad y justicia», explicó.

«No hay pueblo elegido, todos los hombres y mujeres de todos los países se han convertido en el pueblo elegido», añadió el prelado.

Por otra parte puso de relieve dos problemas a la solución preconizada por la comunidad internacional y el Vaticano de instituir un Estado judío y un Estado palestino para resolver el conflicto de Oriente Próximo.

En el marco de un Estado judío se preocupaba del riesgo de exclusión «de un millón y medio de ciudadanos israelíes que no son judíos, sino árabes musulmanes y cristianos». Según él, sería mejor hablar de un «Estado de mayoría judía».

«La cuestión del retorno de los desplazados palestinos» también es «muy grave», añadió. Si se crean dos Estados se podrá resolver este problema, afirmó monseñor Bustros.

En Líbano incluso, el país floreció cuando confió sus relaciones a talentosos diplomáticos, los hermanos Takla y Khalil Abou Hamad; su ejército a rigurosos jefes militares (Toufic Salem, jefe del Estado Mayor); sus finanzas a banqueros expertos (Henri Pharaon); su economía a intrépidos capitanes industriales (las familias Pharaon, Sehnaoui, Débanne, Sklaff, etc.) y su tejido social a personas de gran integridad, el politécnico Charbel Nahas o el magistrado Salim Jreissati, uno de los juristas más brillantes de su generación.

Lejos de los alborotadores, la comunidad griega católica ha pagado sin embargo un pesado tributo a la guerra debido a su configuración geográfica y humana.

Diezmada, no pretende sin embargo asumir un papel de comunidad marginal. Considera en primer lugar reconstituir en una primera etapa la rehabilitación humana y espiritual de su principal base de implantación, Líbano, para continuar aportando su concurso al diálogo de culturas y mantener su papel preeminente en el terreno de la prestancia moral y la pertinencia intelectual.

La comunidad griega católica cuenta con casi diez millones de fieles en todo el mundo repartidos en 14 países: Líbano, Siria, Egipto, Jordania, Palestina, Brasil, Venezuela, Canadá, Australia, Estados Unidos, Chipre, Ucrania y La India). En Francia, los griegos católicos disponen de una joya de la arquitectura medieval: la iglesia de Saint Julien le Pauvre, en la ribera del Sena, frente a Notre Dame de París.

Antes concentrados en la zona de competencia del Patriarcado de Antioquía, principalmente en Líbano (300.000 hogares), en Siria (80.000) y en Egipto (60.000), los melquitas se dispersaron debido a las guerras de Oriente Medio, principalmente a América Latina que cuenta con casi 350.000 hogares, casi tantos como el conjunto de Oriente Próximo, Canadá (20.000) y finalmente California, donde el distrito de Santa Ana alberga a 20.000 fieles.

La opinión básica en Francia y en el mundo tiende a reducir a los cristianos árabes a los maronitas, debido a que esa comunidad generalmente se percibe pro occidental debido sin duda a la relación privilegiada con Francia en la fundación del Líbano moderno y probablemente a las posiciones pro israelíes tomadas por las milicias cristianas en la guerra de Líbano (1975-1990).

Aunque los maronitas constituyen claramente la principal minoría de las minorías cristianas de Líbano y por lo tanto dispone de la magistratura suprema, no es cierto que constituyan la comunidad cristiana más importante de Oriente, claramente superados por los coptos de Egipto que cuentan con seis millones de fieles en Egipto y otros tantos en la diáspora. Pero el tropismo pro israelí manifestado por una amplia fracción del campo maronita desde la fundación del Estado hebreo, especialmente el papel de subcontratista del ejército israelí asumido por los oficiales traidores, Saad Haddad y Antoine Lahad, el celo escandaloso de las sucesivas milicias cristianas de Bachir Gemayel, Elie Hobeika y Samir Geagea, podría explicar una parte de esta exposición mediática en la prensa occidental y la confusión entre maronitas y cristianos árabes (1).

Notas:

 (1) Sobre las relaciones entre Israel y los maronitas, Víctimas, historia revisada del conflicto árabe-sionista, de Benny Morris.

Como lectura complementaria añadimos el texto del pacto secreto entre la Agencia Judía de Palestina y la Iglesia Maronita.

Tratado entre la Agencia Judía de Palestina y la Iglesia Maronita

¿Cuáles son las implicaciones de la creación de un Estado minoritario judío para la política de identidad en el Líbano?

Nosotros, los abajo firmantes:

1. Su Beatitud Antoine Arida, Patriarca Maronita del Líbano, en nombre de la Iglesia y la comunidad maronita, la mayor comunidad de la República libanesa con ciudadanos que residen en otros países, representados por… exministro, en virtud de la autorización dirigida al Presidente de la Agencia Judía , el Profesor Weizmann el 24 de mayo de 1946, que a partir de aquí se llamará en este tratado la «primera parte».

2. El Dr. Bernard Joseph, en nombre de la Agencia Judía de Palestina conocida en el Derecho Internacional como representante del pueblo judío en todo el mundo dirigida a la creación del Hogar Nacional Judío en Palestina, que a partir de aquí se llamará en este tratado la «segunda parte».

Artículo 1. La primera parte reconoce expresa y plenamente el vínculo histórico que une el pueblo judío con Palestina, las aspiraciones del pueblo judío en Palestina y el derecho del pueblo judío a una inmigración libre y a su independencia en Palestina. Declara también su aprobación del actual programa político declarado de la Agencia Judía, lo que incluye el establecimiento de un Estado judío.

Artículo 2. La segunda parte reconoce expresa y plenamente la independencia del Líbano y el derecho de sus habitantes a escoger el régimen que consideren oportuno. La segunda parte declara también que su programa de extensión y ampliación no incluye al Líbano. Por el contrario respeta el Estado del Líbano con su forma y fronteras actuales. La inmigración judía no incluye al Líbano.

Artículo 3. Las dos partes se comprometen a abstenerse de minar sus aspiraciones y estatus respectivos; el compromiso tiene una obligación vinculante que restringe a los representantes de ambas partes -oficiales y no oficiales- dentro del país, en el extranjero, en conferencias internacionales -sean occidentales u orientales- de expresar cualquier tipo de apoyo a decisiones o acciones que puedan dañar a la otra parte. También deben hacer todo lo posible para evitar tomar tales decisiones o realizar dichas acciones.

Artículo 4. Las dos partes se comprometen a proporcionarse ayuda mutua a los siguientes niveles: político, comercial, social y de seguridad con el fin de promocionar la posición de la primera parte y realizar las aspiraciones de la segunda parte. Este compromiso incluye:

a) Elevar la percepción de la opinión pública en Oriente y Occidente sobre la causa de cada parte, de acuerdo con el espíritu de este tratado.

b) Coordinar sus esfuerzos para abrir las puertas de cada país con el fin de intensificar los derechos culturales y sociales y promocionar el comercio y el intercambio de oficiales de enlace al objeto de forjar buenas relaciones vecinales.

c) La primera parte reconoce el derecho de todos los judíos a inmigrar a Palestina y se compromete a ayudar cuanto pueda a la realización de dicha inmigración en caso de que ésta se efectúe a través del Líbano.

d) La segunda parte se compromete, después de la creación del Estado judío, a respetar el carácter sagrado de los lugares santos de Palestina y se compromete asimismo, después de conseguir el poder, a considerar este tratado como parte íntegra del programa del gobierno.

e) Las dos partes se comprometen, si así se solicita, a prestarse ayuda mutua con el fin de mantener la seguridad en sus respectivos países. Este compromiso tiene la obligación vinculante de tomar todas las medidas necesarias para impedir la entrada o salida de elementos hostiles capaces de sembrar el desorden público y la obligación de abstenerse de proporcionar cualquier ayuda a dichos elementos.

f) Las dos partes se comprometen a intercambiar información sobre todos los temas, como la política de sus países, su economía, la seguridad y las relaciones con terceras partes.

g) A nivel industrial, agrícola y de investigación científica, las dos partes se comprometen a intercambiar información y asesoría con objeto de sincronizar los esfuerzos libaneses y judíos con el propósito de garantizar el mayor desarrollo de sus respectivas industrias, lo que incluye el sector turístico, la agricultura y la investigación sobre la base de la cooperación mutua.

h) Después de crear el Estado judío, la segunda parte se compromete a reservar un trato amistoso a los representantes del Patriarca maronita para conseguir la compra de tierra y la construcción de un Patriarcado digno de la comunidad maronita.

i) La segunda parte se compromete a exigir a sus oficiales en todo el mundo que apoyen la causa de la primera parte y sus representantes en Washington, Londres, París y conferencias internacionales.

Artículo 5. Para conseguir las obligaciones mencionadas y otros medios prácticos de colaboración y ayuda mutua, las dos partes mantendrán conversaciones directas o indirectas (mediante representantes) que dependerán de los avances y circunstancias relevantes.

Artículo 6. Este tratado entra en vigor en el momento de su firma. Cada parte tiene el derecho de concluirlo con seis meses de antelación.

En fe de lo cual las dos partes firman este tratado. Con doble original, Jerusalén, 30 de mayo de 1946. (Fuente: Archivos centrales sionistas 525/3269).

 

Fuente: http://www.renenaba.com/le-role-singulier-des-grecs-catholiques-ou-melkite-dorient/