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El «paradigma madrileño»

Fuentes: Rebelión

EL «PARADIGMA MADRILEÑO» También desde una perspectiva de análisis esencialmente nuestra de los datos electorales de este 27M, la cuestión de los resultados en Madrid (ciudad y comunidad) exigen una reflexión profunda. Más allá de otro tipo de consideraciones sin duda no menores (el más que previsible fracaso socialista a la hora de configurar tarde […]

EL «PARADIGMA MADRILEÑO»

También desde una perspectiva de análisis esencialmente nuestra de los datos electorales de este 27M, la cuestión de los resultados en Madrid (ciudad y comunidad) exigen una reflexión profunda. Más allá de otro tipo de consideraciones sin duda no menores (el más que previsible fracaso socialista a la hora de configurar tarde y mal unas listas sin atractivo para el electorado, la estrategia de una campaña absurda y desorientada, el alto índice de abstención general, etc.) nunca como esta vez la llamada «cuestión vasca» ha tenido un peso tan decisivo a la hora de configurar mayorías en los gobiernos local y autonómico en la capital del Estado español. Todo parece indicar que, al contrario de lo ocurrido en buena parte de la «periferia», la campaña de acoso y derribo del PP sustentada en el miedo y el caos ante la «destrucción de España» ha calado fuertemente en una población con muy poco nivel político y sometida de manera permanente a la presión mediática, las movilizaciones purificadoras y la perversión de un discurso que, por ejemplo, ha elevado a las víctimas a la categoría del martirologio o ha construido un imaginario en el que lo vasco en sus más distintas vertientes se ha convertido en un abyecto y peligroso enemigo a exterminar. Las cifras están ahí: el Partido Popular ha obtenido en la Comunidad 1.577.926 votos (cuatro puntos más que en los comicios de 2003) y en el Ayuntamiento 875.571 (tres puntos más que en 2003) mientras que los socialistas obtienen una reducción de su electorado en los dos ámbitos de nada menos que seis puntos. Una sustancial mayoría absoluta conservadora en la que, sin duda, han jugado un papel fundamental cuestiones tan alejadas de la realidad cotidiana de los madrileños-as como el «caso de Juana Chaos», la ilegalización de las listas de la izquierda abertzale o la «españolidad» de Nafarroa… Todo ello ha dado como resultado que el Partido Popular, merced a estos aplastantes datos madrileños, se convierta en la fuerza política más votada en el conjunto del Estado, pese a que el PSOE haya obtenido mejores resultados en el poder local aumentando considerablemente su número de cargos municipales (alcaldes y concejales) y situándose ampliamente por encima de los conservadores en el ámbito político más cercano a la ciudadanía.

Esta cuestión, que podíamos identificar con el término «paradigma madrileño» nos sitúa ante una realidad sumamente delicada. En primer lugar, volvemos a constatar el enorme poder manipulador de unos medios de comunicación que han vuelto a recrear una «realidad virtual» que, sin duda, ha influido manifiestamente a la hora de delimitar tendencias electorales. En un universo mediático en el que las fronteras entre información y opinión se transgreden de forma permanente, su poder coercitivo juega un papel fundamental en la socialización de ámbitos poblacionales en los que prácticamente quedan reducidos al mínimo otros mecanismos de integración. Junto a ello, la estrategia del Partido Popular basada en la deslegitimación del Gobierno de Zapatero y su apuesta por una salida al conflicto vasco como eje central de la campaña, ha dado lugar a unos réditos electorales en Madrid que, salvo contadas excepciones, no se han visto refrendados en otros puntos del Estado. El problema fundamental radica en que el «peso político del centro» en un estado en el que las verdaderas esferas de poder siguen sujetas a una estructura muy jerarquizada espacialmente (es decir, importancia de lo cualitativo junto a lo cuantitativo) introducen un mecanismo perverso de análisis electoral que afecta abiertamente al futuro político inmediato. Hoy más que nunca es necesario que el gobierno Zapatero sea capaz de realizar una lectura no hipotecada por este «paradigma madrileño»: los resultados en el conjunto del Estado, además de un análisis de las respectivas políticas locales, han venido a refrendar la continuación de un proceso de paz que, como era de prever, iba a atravesar por momentos sumamente delicados como el actual. Pero también es constatable que, pese a los permanentes malos augurios en sentido contrario de algún que otro político vaso, no se ha producido ningún atentado por parte de ETA desde la tragedia de Barajas. Los datos electorales en el conjunto de la Euskal Herria peninsular, por ejemplo y más allá de otras consideraciones, vienen a confirmar ampliamente la voluntad de los ciudadanos-as de seguir defendiendo vías de diálogo y encuentro. Por eso es necesario que el Gobierno socialista analice detenidamente los resultados y supere el «síndrome del centro» a la hora de afrontar una cuestión tan delicada como la que nos ocupa. Zapatero no está solo: el presidente español debe ser consciente de que su política es apoyada por un universo ideológico amplio en todo el Estado y sólo condenada (activamente condenada y criminalizada, por lo demás) por un Partido Popular sujeto hoy más que nunca a una dirección absolutamente hipotecada a su pasado. Es cierto que ese partido ha ganado holgadamente las elecciones en Madrid. Pero su soledad es manifiesta. Su estrategia de la tensión ha fracasado estrepitosamente en el resto del Estado. Un Estado que en su heterogeneidad y diversidad sigue defendiendo pese a todo y mayoritariamente el diálogo como método de resolución de este largo conflicto que nos ocupa. Eso al menos es lo que han dicho también las urnas por encima de jueces, fiscales, centralismos y tertulianos siempre en el uso de la palabra y la manipulación.

* Joseba Macías. Sociólogo, periodista y profesor de la EHU-UPV.