Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
Un kurdo sostiene una bandera israelí y otra kurda durante una manifestación para mostrar su apoyo al referéndum de independencia del 25 de septiembre en Erbil, Irak, el 16 de septiembre de 2017. (Foto: REUTERS / AZAD LASHKARIG)
Palestinos e israelíes observaron el referéndum de los kurdos de Irak de la semana pasada con especial interés. Los funcionarios israelíes y muchos palestinos de a pie estaban encantados -por razones muy diferentes- de ver un voto abrumador para separarse de Irak.
Dada la reacción negativa de Bagdad y la ira de Irán y Turquía, que tienen minorías kurdas intranquilas, la creación de un Kurdistán en el norte de Irak podría no ocurrir de inmediato.
El apoyo palestino a los kurdos no es difícil de entender. Los palestinos también fueron ignorados cuando Gran Bretaña y Francia dividieron el Medio Oriente en estados hace un siglo. Al igual que los kurdos, los palestinos se han visto atrapados en diferentes territorios y oprimidos por sus amos.
Los complejos intereses de Israel en la independencia kurda son más difíciles de desentrañar.
El primer ministro Benjamin Netanyahu es el único líder mundial que respalda la independencia kurda mientras otros políticos hablan del «derecho moral» de los kurdos a un Estado. Nadie vio lo incómodo que se puso con su enfoque del caso palestino.
En un nivel superficial Israel ganaría porque los kurdos se sientan sobre abundante petróleo. A diferencia de los estados árabes y de Irán, están dispuestos a vender a Israel.
Pero las razones del apoyo israelí son más profundas. Ha habido cooperación, en gran parte secreta, entre Israel y los kurdos durante décadas. Los medios de comunicación israelíes hicieron un homenaje a los generales jubilados que han venido entrenando a los kurdos desde los años sesenta. Esas conexiones no han sido olvidadas ni finalizadas. En las manifestaciones de la independencia se vieron banderas israelíes y los kurdos hablaron de su ambición de convertirse en un «segundo Israel».
Israel considera a los kurdos aliados claves en una región dominada por los árabes. Ahora, con el retroceso de la influencia del Estado Islámico, un Kurdistán independiente podría ayudar a prevenir que Irán llenase el vacío. Israel quiere un baluarte contra un Irán que transfiere sus armas, inteligencia y conocimientos a los aliados chiítas en Siria y Líbano.
Los intereses actuales de Israel, sin embargo, remiten a una visión más amplia que ha albergado durante mucho tiempo para la región, sobre la que me explayé extensamente en mi libro Israel and the Clash of Civilisations (Israel y el choque de civilizaciones, N. de T.).
Comenzó con el padre fundador de Israel, David Ben Gurion, quien ideó una estrategia de «aliarse con la periferia», construyendo lazos militares con estados no árabes como Turquía, Etiopía, India e Irán, gobernados por los shahs. El objetivo era ayudar a Israel a salir de su aislamiento regional y contener un nacionalismo árabe dirigido por Gamal Abdel Nasser de Egipto.
El general israelí Ariel Sharon amplió esta doctrina de seguridad a principios de los 80, con la pretensión de convertir Israel en una potencia imperial en el Medio Oriente. Israel se aseguraría de que solo el Estado judío poseyera armas nucleares en la región, hecho que lo hace indispensable para los Estados Unidos.
Sharon no fue explícito acerca de cómo podría cristalizar el imperio de Israel, pero el Plan Yinon, escrito para la Organización Sionista Mundial por un exfuncionario del Ministerio de Relaciones Exteriores israelí, proporcionó una indicación aproximada.
Oded Yinon propuso la implosión de Oriente Medio rompiendo los estados clave de la región -y principales opositores de Israel- alimentando la discordia sectaria y étnica. El objetivo era romper estos estados, debilitarlos para que Israel pudiera asegurar su lugar como único poder regional.
La inspiración de esta idea estaba en los territorios ocupados, donde Israel había confinado a los palestinos en una serie de enclaves separados. Posteriormente Israel dividiría el movimiento nacional palestino, alimentando un extremismo islamista que se unió a Hamas y al la yihad islámica.
En este período, Israel también puso a prueba sus ideas en el vecino Líbano meridional, que ocupó durante dos décadas. Allí su presencia alimentó aún más las tensiones sectarias entre cristianos, musulmanes drusos, sunitas y chiíes.
La estrategia de «balcanizar» el Oriente Medio encontró el favor en los EE.UU. entre un grupo de políticos conocidos como neoconservadores, que asomaron al poder durante la presidencia de George W. Bush.
Fuertemente influenciados por Israel, promovieron la idea de hacer «retroceder» a los estados claves, especialmente Irak, Irán y Siria, que se oponían al dominio israelí-estadounidense en la región. Priorizaron el derrocamiento de Saddam Hussein, quien había disparado misiles contra Israel durante la guerra del Golfo de 1991.
Aunque se suponía a menudo que era un desafortunado efecto secundario de la invasión de Irak de 2003, la supervisión de Washington de la sangrienta desintegración del país en feudos sunitas, chiítas y kurdos parecía sospechosamente intencional. Ahora los kurdos iraquíes están a punto de hacer que la ruptura sea permanente.
Siria atravesó el mismo proceso sumida en una convulsa guerra que ha dejado impotente a su gobernante. Y Teherán es, una vez más, el blanco de los esfuerzos de Israel y sus aliados de Estados Unidos para destruir el acuerdo nuclear de 2015, arrojando a Irán al rincón. Las minorías árabes, baluchis, kurdas y azeríes deberían estar ya maduras para despertar.
El mes pasado, en la conferencia anual de Herzliya, un festival del establishment de la seguridad de Israel, la ministra de Justicia Ayelet Shaked pidió un Estado kurdo. Declaró que sería parte integral de los esfuerzos israelíes por «reestructurar» el Medio Oriente.
El desmembramiento del mapa implantado por Gran Bretaña y Francia en la región conduciría probablemente a un caos del tipo que un Israel fuerte, armado nuclearmente y con el apoyo de Washington, podría explotar ampliamente. No menos importante, sin embargo, es que más embestidas empujarían a la causa palestina aún más abajo en la lista de prioridades de la comunidad internacional.
Una versión de este artículo apareció por primera vez The National, Abu Dhabi.
Fuente: http://mondoweiss.net/2017/10/kurdish-independence-underpins/
Esta traducción se pude reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.