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El plan del Instituto Brookings para despedazar Siria

Fuentes: ICH/CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens.

Este es su acertijo de política exterior del día: ¿cuándo un cambio de régimen no es cambio de régimen?

Cuando el régimen permanece en el poder pero pierde su capacidad de gobernar. Es el objetivo actual de la política de EE.UU. en Siria: subvertir la capacidad del presidente sirio Bashar al-Asad de gobernar el país sin moverlo físicamente de su puesto. La idea es simple: desplegar testaferros «yihadistas» respaldados por EE.UU. para capturar y retener vastas secciones del país imposibilitando al hacerlo que el gobierno central controle el Estado. Es cómo el gobierno de Obama planifica hacer frente a Asad, haciendo que sea irrelevante. Un trabajo de Michael E. O’Hanlon del Instituto Brookings (Brookings Institute) titulado «Deconstruir Siria: Una nueva estrategia para la guerra más desesperante de EE.UU.» explicada con gran detalle la estrategia. A continuación citamos algunos pasajes:

«[…] el único camino realista hacia adelante puede ser un plan que en efecto deconstruya Siria […] la comunidad internacional debe trabajar para crear con el paso del tiempo áreas con seguridad y gobernanza más viable dentro de Siria[…] La idea sería ayudar a elementos moderados para que establezcan zonas seguras fiables dentro de Siria una vez que sean capaces. Las fuerzas estadounidenses, así como las saudíes y turcas y británicas y jordanas y de otros países árabes actuarían en apoyo, no solo desde el aire sino eventualmente en el terreno mediante fuerzas especiales. Este método aprovecharía el terreno desértico abierto que permitiría la creación de zonas tampón que serían controladas debido a posibles señales de ataque enemigo. Las fuerzas occidentales en sí permanecerían en general en posiciones más seguras -dentro de las zonas seguras pero lejos de las líneas del frente- por lo menos hasta que la fiabilidad de tales defensas, y también de las fuerzas aliadas locales, haga que sea práctico desplegarse y vivir en emplazamientos avanzados.

La creación de esos santuarios produciría zonas autónomas que nunca más tendrían que afrontar la posibilidad de control por Asad o el EI […]

El objetivo de transición sería una Siria confederada, con varias zonas altamente autónomas. […] La confederación necesitaría probablemente apoyo de una fuerza internacional de mantenimiento de la paz […] para hacer que esas zonas sean defendibles y gobernables, a fin de ayudar a suministrar ayuda a las poblaciones del interior y adiestrar y equipar más reclutas de manera que se pueda estabilizar las zonas y luego expandir gradualmente.»

(«Deconstructing Syria: A new strategy for America’s most hopeless war», Michael E. O’Hanlon, Brookings Institute)

¿No se trata de la estrategia básica que se desarrolla actualmente en Siria?

Nótese cómo O’Hanlon nunca considera las implicaciones morales de la destrucción de una nación soberana, de matar a decenas de miles de civiles y desplazar a millones. Este tipo de cosas simplemente no interesan a los expertos que fraguan estas estrategias imperiales. Todo ayuda. Nótese, además, cómo el autor se refiere a «zonas tampón» y «zonas seguras», los mismos términos que se han utilizado repetidamente respecto al acuerdo de Turquía con EE.UU. para el uso de la base aérea Incirlik de Turquía. Turquía quiere que EE.UU. ayude creando esas zonas seguras a lo largo de las fronteras septentrionales de Siria para protegerlas contra ataques y creando un santuario para el entrenamiento de así llamados militantes «moderados» para ser utilizados en la guerra contra el EI. Casualmente, esas presuntas zonas seguras son una parte vital del plan más amplio de O’Hanlon para dividir el Estado en un millón de enclaves desconectados controlados por mercenarios armados, afiliados de al-Qaeda y a señores de la guerra locales. Este es el sueño de Obama de una «Siria liberada», un anárquico Estado fracasado salpicado de bases militares de EE.UU. en el que se puedan extrae los recursos masivamente y sin impedimentos. Lo que Obama quiere evitar a cualquier precio es otro embarazo como Iraq donde el derrocamiento de Sadam creó un vacío en la seguridad que llevó a una violenta y prolongada revuelta que costó caro a EE.UU. en términos de sangre, dinero y credibilidad internacional. Por eso se ha optado por la actual estrategia que considera una manera más inteligente de lograr los mismos objetivos. En otras palabras, los objetivos no han cambiado, la única diferencia son los métodos. A continuación, más de O’Hanlon:

«El plan estaría dirigido no solo contra el EI, sino en parte también contra Asad. Sin embargo, siendo realista no busca explícitamente su derrocamiento, sino más bien negarle control del territorio que todavía podría aspirar a volver a gobernar. Las zonas autónomas se liberarían con la idea evidente de que Asad o un sucesor no volverán a tener el control En todo caso, Asad no sería un objetivo militar según esta idea, sino las áreas que controla actualmente (y bombardea cruelmente). Y si Asad tardara demasiado antes de aceptar un acuerdo para el exilio, se enfrentaría inevitablemente a peligros directos para su gobierno e incluso para su persona.»

(«Deconstructing Syria: A new strategy for America’s most hopeless war», Michael E. O’Hanlon, Brookings Institute)

¿Qué significa todo esto?

Significa que Siria va a ser el terreno de pruebas de la nueva estrategia de cambio de régimen de O’Hanlon, una estrategia según la cual Asad va a ser el conejillo de Indias número uno. Y para que no haya ningún malentendido sobre el verdadero objetivo de la operación, O’Hanlon agrega esta sorprendente afirmación:

«Este plan difiere de la actual estrategia de tres maneras diferentes. Primero, la idea se declararía abiertamente como objetivo expreso de EE.UU. […] También ayudaría a disipar cualquier duda que pudiera existir de que a Washington se contenta con tolerar el gobierno de Asad como el menor de los males.»

(«Deconstructing Syria: A new strategy for America’s most hopeless war», Michael E. O’Hanlon, Brookings Institute)

Por lo tanto, el gobierno debiera abandonar la pretensión de que EE.UU. está realizando una guerra contra el EI y simplemente admitir abiertamente que ‘Asad debe irse’. Según O’Hanlon, eso ayudaría a limar asperezas con otros miembros de la coalición que están confusos sobre las verdaderas intenciones de Washington. O’Hanlon agrega:

«[…] Equipos multilaterales de apoyo, establecidos en destacamentos de fuerzas especiales y capacidades de defensa donde sea necesario estarían preparados para su despliegue en partes de Siria una vez que elementos de la oposición sean capaces de apoderarse de puntos fuertes y de retenerlos fiablemente. […] Esta última parte constituye, por supuesto, el mayor reto y el despliegue real de equipos semejantes es el más peligroso. No debe haber precipitación, […] pero es una parte necesaria de la campaña.»

(«Deconstructing Syria: A new strategy for America’s most hopeless war», Michael E. O’Hanlon, Brookings Institute)

Traducción: va a haber tropas en el terreno en Siria. No cabe duda de que así será. Mientras tanto, está bien desplegar la carne de cañón yihadista para encabezar la carga y «ablandar» al enemigo; en última instancia hay que enviar al equipo A para sellar el trato. Esto significa fuerzas especiales, una zona de exclusión aérea a escala nacional, bases de operación avanzadas y una refinada campaña de propaganda orientada a convencer al populacho ignorante de que Siria debe ser destruida a fin de defender la seguridad nacional de EE.UU. Todo esto se desarrollará en la Fase 2 del fiasco bélico en Siria que está a punto de intensificarse en muchos grados de magnitud.

Finalmente, una última enérgica cita de O’Hanlon a favor de su brillante estrategia de cambio de régimen:

«Este tipo de plan puede ser el único camino adelante realista. […] Además, aunque no está libre de riesgos para EE.UU., el grado de participación militar previsto no es sustancialmente mayor de lo que hemos estado haciendo durante cerca de un año en Afganistán. El presidente Obama […] no debería considerar Siria como un problema para su sucesor, sino más bien una como crisis que requiere su atención y una nueva estrategia inmediata.»

Así están las cosas: el plan de despedazar Siria, precipitar una crisis humanitaria aún mayor y derrocar a Asad sin quitarlo físicamente de su puesto. Y toda esa carnicería y destrucción en un breve ensayo de 1.100 palabras. ¡Qué ejemplo de brevedad!

¿Alguna vez os preguntáis si estos maníacos cerebrales de la política como O’Hanlon piensan a veces en el sufrimiento que causarán con sus grandiosas estrategias o si siquiera les importa?
 

Mike Whitney vive en el Estado de Washington. Colaboró en el libro «Hopeless: Barack Obama and the Politics of Illusion», (AK Press), también disponible en edición Kindle .

Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article42559.htm

rBMB