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Un agujero en el muro

¡El poder para el pueblo (palestino)!

Fuentes: Counterpunch

Traducido por Carlos Sanchis y revisado por Caty R.

El pueblo palestino ha vuelto a hacerlo; otra vez ha tomado su destino en sus propias manos tras los fraudes de sus «moderados» líderes políticos y, por supuesto, de toda la comunidad internacional hacia su lucha por la libertad. Esta mañana, temprano, sencillamente volaron el muro de separación de Gaza con Egipto, rompiendo el cerco que les impuso un gobierno árabe en colaboración con Israel.

Nosotros, los pueblos del mundo, debemos recibir con gran orgullo y estímulo esta esencial negativa de la sociedad civil a aceptar la subyugación, a confiar su destino a los gobiernos, para los que las vidas de las personas corrientes simplemente son molienda para sus charadas políticas; Annapolis y el subsiguiente «proceso de paz» no son más que la última cínica expresión.

Los palestinos representan mucho más que a sí mismos. Su negativa a someterse a los dictados de los gobiernos, o a la falta de interés de éstos por el bienestar general de la población, refleja el deseo de miles de millones de personas oprimidas en su identidad y libertad y privadas de una vida decente y de sus derechos colectivos, individuales y potenciales. La mayoría de los oprimidos, los «condenados de la tierra» como los llamó Franz Fanon hace medio siglo, están demasiado ocupados en la desalentadora lucha cotidiana por la supervivencia para organizarse y resistir. Otros se rebelan en una miríada de maneras, pero casi siempre son reprimidos por sus propios «líderes» políticos y económicos y desaparecen de la vista de forma anónima. En unos pocos casos se las han arreglado para sentar las bases de una resistencia eficaz a la opresión, incluso para imponerse -aunque los miles de millones gastados en las guerras «contrainsurgentes» por EEUU, Europa, Rusia, Israel y muchas naciones «desarrolladas» son un mal presagio para los pueblos que tratan de derrocar a los regímenes opresores-.

En esto los palestinos permanecen en la vanguardia, en la primera línea de los pueblos de todas partes empeñados en que sus derechos, bienestar y valores fundamentales como seres humanos sean respetados por los gobiernos. Y lo hacen así (como israelí, escribo esto con gran dolor y vergüenza) contra una de las potencias militares más poderosas y crueles del mundo; una potencia que los ha despojado del 85% de su tierra, que está intentando transformar su ocupación en un régimen permanente de apartheid, que ha empleado decenios en empobrecerlos y privarlos de sus derechos; la cuarta potencia nuclear que, sin embargo, se presenta a sí misma como víctima. Los palestinos no sólo han experimentado la misma deshumanización que padecen todos los pueblos oprimidos y colonizados, no sólo los han convertido en la encarnación del miedo más grande, firme y poderoso: en malvados «terroristas» que pueden derribar su privilegiada «civilización», sino que además los han convertido en conejillos de indias.

Israel es capaz de obtener márgenes en la industria de la contrainsurgencia y ganarse la entrada en el centro del complejo de la alta tecnología militar estadounidense convirtiendo los Territorios Ocupados en un laboratorio para ensayar con armamento y tácticas diabólicas pensadas para utilizarlas contra las personas.

Y todavía el pueblo palestino -y en particular aquellos que siguen siendo leales y firmes en Palestina- no sólo continúa resistiendo, sino también sorprendiendo y confundiendo a su pretendido amo israelí a cada paso. Pese al ilimitado control, al completo monopolio del uso de la fuerza, a la absoluta crueldad y al precioso Shin Beit, el servicio de inteligencia israelí, los palestinos votan lo que quieren, resisten, continúan sus vidas diarias con dignidad y abren grandes boquetes en los muros y en las políticas construidas para encarcelarlos y derrotarlos.

Todo esto no está en las mentes de esas personas desesperadas que aparecieron hoy en Egipto. Ellos no tienen un «gran plan»; pero se han ganado el respeto y el agradecimiento de toda la gente que quiere un mundo mejor basado en los derechos humanos y la dignidad, un mundo para todos. Como judío israelí, me entristece y me mortifica que mi pueblo, después de todo lo que sufrió, no sea capaz de ver lo que les está haciendo a otros. Pero a una escala mucho más grande, no como un judío israelí sino como ser humano, mi corazón está junto a los palestinos alentando su negativa activa a dejarse destruir por un sistema global que produce una riqueza inimaginable y poderosa para unos pocos a expensas de las crecientes filas de los miserables.

No soy palestino, ni tampoco uno de los oprimidos. Sólo espero poder utilizar mis privilegios de una manera eficaz para devolver el regalo que el pueblo de Gaza nos brinda a todos: la comprensión de que el pueblo tiene poder y que puede imponerse incluso frente a una potencia abrumadora. Cada uno de nosotros debe expresar su responsabilidad hacia la población de Gaza de la forma que le sea posible, pero como privilegiados debemos hacer algo. Se lo debemos a los palestinos, aunque sólo sea por este acontecimiento tan importante.

Original en inglés: http://www.counterpunch.org/halper01242008.html

Jeff Halper es el Coordinador del Comité israelí contra la demolición de casas (ICAHD) y fue candidato, con el activista palestino por la paz Ghassan Andoni, al Premio Nobel de la Paz de 2006. [email protected].

Carlos Sanchis y Caty R. pertenecen a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y la fuente.