Traducido del inglés para Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística, por Carlos Sanchis. Esta traducción es copyleft.
Cuando el nuevo gobierno de Hamas asume el poder, podríamos preguntarnos: ¿Qué ha llevado a los palestinos, el más seglar de los pueblos árabes, a votar a Hamas?. La mera protesta por la ineficacia y la corrupción de Fatah no es suficiente. Al tiempo que advertían que su voto a Hamas no era mandato para un teocracia como la de Irán, los palestinos tomaron la única opción que le dejaban a un pueblo impotente cuando todos los demás viales han estado cerrados: la no-cooperación. Gandhi lo expuso mejor: «¿Cómo puede uno ser obligado a aceptar la esclavitud? Yo simplemente me niego a hacer de ofrenda del amo. Él puede torturarme, puede romper mis huesos en átomos e incluso puede matarme. Entonces tendrá mi cuerpo muerto, no mi obediencia. Por consiguiente, finalmente seré yo quién sea el vencedor…, porque él ha fracasado en conseguir que yo hiciera lo que él quería que hiciera…. Las raíces de la no-cooperación no están en el odio sino en la justicia». Esto no es igualar a Hamas con Gandhi, sino meramente señalar que la no-cooperación, un poderoso medio de resistencia no-violenta, se alza cuando los oprimidos no tienen ninguna otra vía para lograr su libertad. La comunidad internacional, los EE.UU., Israel y, sí, Fatah, han cerrado todas las vías a los palestinos. Ellos cargan con la «culpa» de la ascensión de Hamas. Los palestinos simplemente han dicho: ¡»Al infierno con todos ustedes»! Al infierno con la comunidad internacional por no aplicar la ley internacional, y permitirle a Israel construir su ocupación. La ley internacional define la ocupación como una situación temporal a ser resuelta a través de negociaciones y prohíbe la acción unilateral. Además de las bases militares, cada elemento de la ocupación de Israel es patentemente ilegal: los asentamientos; el pillaje de los recursos hídricos palestinos; las demoliciones de casas y la expropiación de tierras palestinas; los ataques militares a civiles. Incluso cuando la «barrera de separación» de Israel fue sentenciada ilegal por la Corte Internacional de Justicia, nada se hizo. Al infierno con los EE.UU. por cerrar negociaciones, y neutralizar la ONU con el veto usamericano. Al inicio del «proceso de paz» de Oslo «, a instancias de Israel, los EE.UU. reclasificaron las áreas palestinas de «ocupadas» a «disputadas,» quitando así la ley internacional de las negociaciones. Si esta ley se hubiera respetado, la ocupación habría acabado bajo el peso de su ilegalidad. Al infierno con Israel por cerrar incluso la posibilidad de un estado palestino viable en la extensión de las áreas palestinas. Hamas es criticado por «no reconocer a Israel» pero Israel nunca ha reconocido explícitamente el derecho de los palestinos a la libre determinación, y nunca negoció con Mahmoud Abbas a pesar del reconocimiento de su gobierno de Israel. El mundo e Israel ignoraron la «generosa oferta» de los palestinos a Israel que pudo acabar el conflicto: el reconocimiento de Israel dentro de las fronteras de 1967 en el 78 por el ciento de la Palestina histórica, a cambio de un estado palestino en los Territorios Ocupados en el restante 22 por ciento. Israel ahora se abalanza, con el apoyo usamericano y la complicidad internacional, a reducir a los palestinos en un estado-prisión de cinco «cantones»controlados por Israel; sin libertad de movimiento, sin agua, sin economía viable, sin Jerusalén y sin ningún futuro esperanzado. Y al infierno con Fatah por habilitar la corrupción y no perseguir eficazmente la libre determinación de Palestina. Sustraída del pueblo, la Autoridad Palestina no apoyó a las víctimas de ocupación israelí. Así y todo, sólo el 44 por ciento de los palestinos votaron a Hamas. La mayoría de los palestinos parece esperar que Fatah aprenderá la lección. De hecho, el voto a Hamas no era un cierre de la puerta, sino una declaración racional y poderosa de no-cooperación en un proceso político que sólo está llevando al encarcelamiento palestino. Hamas simboliza la constancia, el sumud. Pero también la resistencia a la ocupación. Como judío israelí que ve cómo la ocupación ha corroído las bases morales de mi sociedad y, de hecho, de todo mi pueblo, y como residente de Israel-Palestina que sabe que mi destino se entrelaza intrincadamente con el de los palestinos, ruego que una paz justa venga más pronto que tarde. Como miembro de sociedad civil, comprendo que los palestinos tienen sólo un aliado firme: nosotros, las personas. Los gobiernos no perseguirán la paz y la justicia sin nuestro instigar. Si los palestinos permanecen firmes y se resisten, es nuestro deber apoyar activamente su lucha por la libertad y la justicia. De lo contrario; al infierno con nosotros.
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Jeff Halper es coordinador del Comité Israelí Contra las Demoliciones de Casas y candidato al Premio Nóbel de la Paz 2006.