Es noticia mundial de nuevo. Porque ha entrado en vigor al fin, ocho años después de haber sido firmado. Un acuerdo internacional para frenar la acelerada destrucción del planeta. Objetivo central es detener el «efecto invernadero». El fatal proceso de calentamiento del planeta. Que está destruyendo ecosistemas. Cambiando el ritmo de los procesos climáticos. Si […]
Es noticia mundial de nuevo. Porque ha entrado en vigor al fin, ocho años después de haber sido firmado. Un acuerdo internacional para frenar la acelerada destrucción del planeta.
Objetivo central es detener el «efecto invernadero». El fatal proceso de calentamiento del planeta. Que está destruyendo ecosistemas. Cambiando el ritmo de los procesos climáticos.
Si sigue aumentando la temperatura del planeta, se derretirán los polos. Aumentará el nivel del mar. Desaparecerán, tragados, playas, islas, países enteros. Como Vanuatu o Comores.
Disminuirán las lluvias, con efectos catastróficos para la agricultura. También para la biodiversidad. Zonas extensas de la Tierra se convertirán en desiertos. Un desastre tras otro.
El grueso de víctimas estará en países pobres. Que verán acumularse calamidades. Sequías, hambrunas, sobrepoblación, enfermedades, desertización… Muchos países colapsarán.
La situación no toma de sorpresa a nadie. Desde sus orígenes, el capitalismo ha funcionado sobre el agotamiento de recursos. Con la voracidad en el consumo como fuerza motora.
Para sostener la maquinaria implacable del sistema, la humanidad ha sido puesta a trabajar. Un planeta entero dedicado a satisfacer el apetito insaciable de una minoría.
La lucha empieza. El Protocolo no basta. Debemos cambiar el sistema. Comprender que el capitalismo nos lleva al desastre. Que otro modelo de mundo es posible. Otro o la nada.