Cuando en 1637 Descartes escribe el Discurso del método, obra en la que desarrolla la manera correcta de razonar para buscar la verdad en las ciencias y que constituye el pilar básico del pensamiento filosófico de Occidente, no imaginó que había creado un sistema que permite enfrentar el universo fantasioso que las CIP (las corporaciones […]
Cuando en 1637 Descartes escribe el Discurso del método, obra en la que desarrolla la manera correcta de razonar para buscar la verdad en las ciencias y que constituye el pilar básico del pensamiento filosófico de Occidente, no imaginó que había creado un sistema que permite enfrentar el universo fantasioso que las CIP (las corporaciones de la información periodística) han creado para engatusar a la opinión pública mundial.
El Discurso del método es una obra moderna de filosofía, que establece el valor de la matemática, rompe con el medioevo y configura un mundo nuevo, el moderno; que plantea la necesidad de la investigación libre, lejos de la enseñanza escolástica que a Descartes le impartieron en las universidades y cuya inutilidad critica. La escolástica enmarca al pensamiento en estructuras rígidas, en las que la razón se somete a la fe, que es la que revela la verdad. Así, el pensamiento filosófico se somete a la teología y se aleja de la ciencia, que está basada en lo empírico. Descartes, para lograr el conocimiento verdadero, reprueba el saber de su época, exceptuando la matemática, y pone en duda todo lo que ha aprendido a lo largo de su vida; luego de lo cual concluye que la verdad se encuentra en uno mismo.
Para Descartes no hay que admitir nada como verdadero sin tener la evidencia de que así mismo es; hay que analizar todas las partes posibles de un hecho y mientras más, mejor; se debe comenzar por el análisis de los objetos más simples y fáciles hasta llegar a los más complejos; esta revisión debe ser integral sin omitir absolutamente nada. Puesto que el conocimiento obtenido mediante los sentidos suele ser erróneo, hay que dudar de todo para llegar a un conocimiento que se pueda considerar verdadero. Mientras se duda de todo, se debe crear una moral provisional que rija la vida. La misma consiste obedecer las leyes y las costumbres, conservar la religión y guiarse por los pareceres más moderados; analizar con firmeza las opiniones más dudosas como si fueran verdaderas. Ya que sólo se gobierna el pensamiento, se debe cambiar los propios deseos antes que el orden del mundo; cultivar la razón y avanzar hacia el conocimiento mediante el uso de este método.
Como cuanto más piensa más duda y si duda existe, crea su famoso postulado: «Pienso, luego existo» y, a partir del mismo, establece la existencia de Dios, pues si se es consciente de que se es imperfecto, es porque se comprende que la perfección existe. Esa perfección es Dios, lo más perfecto que se puede imaginar, del cual depende todo y sin el cual nada puede existir. La existencia de Dios demuestra a su vez la existencia del mundo, puesto que Dios es infinitamente bueno y veraz no puede permitir que nos engañemos al creer que el mundo existe, es así como Dios garantiza la evidencia de nuestras ideas.
De igual manera que los dogmas de la escolástica medieval, las CIP han forjado en Occidente un mundo de ficción en el que desarrollan sus actividades los políticos, los militares, los economistas y el sistema financiero, una realidad fantasiosa en la que no importa la verdad sino el universo creado para sobrevivir un poco más en un sistema que se les desmorona; un cántico desesperado de una hegemonía que ya no existe, pasaron de la negación de los hechos a la consumación de actos bochornosos al filo de la hecatombe atómica.
En Siria es donde mejor se constata esta nueva realidad. EEUU y sus vasallos, el Reino Unido y Francia, al atacar a un miembro de la ONU sin tener el mínimo justificativo, violaron como de costumbre las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y el derecho internacional sobre la prohibición legal del uso de la fuerza; para hacerlo, las CIP fantasearon sobre la realidad de Siria.
Pese a que ese país puso todo su arsenal químico bajo control internacional y por resolución del Consejo de Seguridad de la ONU lo destruyó bajo supervisión directa del Pentágono, la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) y otros organismos pertinentes, por lo que Suecia les concedió el premio Nobel; pese a que el general James Mattis, Secretario de Defensa de EEUU, declaró no tener «prueba alguna, ni creíble, ni no creíble» de que Damasco hubiera empleado armas químicas contra su propio pueblo; pese a que con mucha antelación, Rusia había advertido que el Estado Islámico preparaba un supuesto ataque químico en la localidad de Duma para acusar al gobierno de Bashar al Assad de eliminar a la población civil mediante el uso armas prohibidas; pese a que en Duma no se hallaron rastros del hipotético uso de armas químicas y pese a las pruebas presentadas para confirmar que se trató de un burdo montaje hecho por los Cascos Blancos, que eliminaban veneno rociando agua fría a las presuntas víctimas; pese a todo ello, la mentira se impuso a la verdad y horas antes de que la OPAQ enviara una comisión para investigar lo que en Duma pasó en realidad, EEUU, Francia y el Reino Unido lanzaron un ataque de misiles para frustrar dicha investigación.
Las CIP prepararon el terreno y los gobiernos de EEUU, Francia y Gran Bretaña ejecutaron una agresión armada contra Siria que, a buena hora, resultó un fracaso estratégico, político y militar porque la mayoría de los cohetes lanzados fueron derribados por los sistemas antiaéreos de Siria antes de llegar a la meta o se desviaron de la misma. Es peor todavía, según Trump, Rusia debía prepararse «para los buenos, nuevos e inteligentes misiles en Siria», pero ninguno acertó en algún blanco importante y fueron derribados por complejos antimisiles diseñados hace más de treinta años por la URSS, que resultaron ser más perspicaces que los inteligentes estadounidenses. La minoría, menos del 30%, dio en blancos poco protegidos por no ser importantes y causaron un daño ínfimo. Apena que este acto, pese a toda la vergüenza pasada por estos países, no les sirva lección y sean capaces de volver a beber la misma pócima. Tal vez por eso se encuentran, se besuquean y se felicitan por el «éxito logrado».
Para proteger el territorio sirio de futuros ataques aéreos por parte de ciertas potencias occidentales, próximamente Rusia suministrará a Siria nuevos sistemas de defensa antiaérea, algo que antes no había hecho, para no desestabilizar la situación, aunque esos equipos son puramente defensivos, como señala el Canciller ruso, Lavrov. Con lo que si estos países no han aprendido la lección tropezarán dos veces con la misma piedra. Es que al jorobado ni la tumba lo endereza.
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