Es conocido el «síndrome de Vietnam» que padeció el pueblo norteamericano por su derrota en aquella sucia guerra y que llevó a los militares y la clase dirigente de EE.UU. a introducir, entre otros, cambios en el sistema de reclutamiento para el ejército. El no poder derrotar la Revolución Cubana a lo largo de sesenta […]
Es conocido el «síndrome de Vietnam» que padeció el pueblo norteamericano por su derrota en aquella sucia guerra y que llevó a los militares y la clase dirigente de EE.UU. a introducir, entre otros, cambios en el sistema de reclutamiento para el ejército.
El no poder derrotar la Revolución Cubana a lo largo de sesenta años de agresiones, a mi juicio, tiene un efecto para la clase dominante y sus grupos más conservadores, lo que puede denominarse el síndrome de Cuba.
La Revolución Cubana constituye objetivamente un límite al poder norteamericano para un país que solo tolera en América Latina gobiernos sometidos a sus dictados, de ahí que las sucesivas administraciones norteamericanas y sus órganos militares, administrativos y de inteligencia elaboren o reelaboren y pongan en práctica planes contra Cuba con uno u otro pretexto, su fracaso no los lleva a desistir, sino a elaborar nuevos planes y acciones, es una especie trauma que se renueva con cada nueva administración y que puede calificarse como un síndrome.
En el imaginario de las clases dominantes norteamericanas y sus gobiernos, Cuba estaba destinada a estar bajo su dominio, cuando no parte integrante de la Unión, de ahí que ocupara un lugar significativo dentro de la política expansionista norteamericana.
En fecha tan temprana como 1767, Benjamín Franklin recomendó a Lord WillianPetty II, secretario de Estado para los asuntos coloniales de Inglaterra, fundar un asentamiento en Illlinois para que en caso de un conflicto armado, sirviera de puente para descender hasta el golfo de Méxicoy luego tomar Cuba o México mismo [1] .
A lo largo del siglo XIX los Estados Unidos intentaron por diversos medios, incluidos los intentos de anexión o de compra, apoderarse de Cuba.
En 1803 el presidente Jefferson anunció que en caso de guerra con España, los Estados Unidos se apoderarían inmediatamente de Cuba. En esa época Inglaterra mantenía ambiciones similares, lo que llevó a los estadistas norteamericanos a plantearse la llamada política de la fruta madura. Según esta tesis, expuesta por John Quincy Adams en abril de 1823, el naciente poderío norteamericano, la pequeñez y cercanía de Cuba y el debilitamiento del imperio español serían factores que coadyuvarían a que la Isla cayera en la órbita norteamericana.
En sus palabras, «los vínculos que unen a los Estados Unidos con Cuba -geográficos, comerciales, políticos, etc.- son tan fuertes que cuando se echa una mirada hacia el probable rumbo de los acontecimientos en los próximos cincuenta años, es imposible resistir la convicción de que la anexión de Cuba a la República norteamericana será indispensable para la existencia y la integridad de la Unión.
Tanto en lo interior como en el exterior, hay que prever y vencer determinados obstáculos a la única política mediante la cual Cuba puede ser adquirida y conservada. Pero hay leyes de gravitación política como las hay de gravitación física y así como una manzana separada del árbol por la fuerza del viento no puede, aunque quisiera, dejar de caer al suelo, Cuba, rota la artificial conexión que la une a España, separada de ésta e incapaz de sostenerse a sí misma, ha de gravitar necesariamente hacia la Unión norteamericana y solo hacia ella» [2] .
Con la proclamación de la Doctrina Monroe en diciembre de 1823, la política respecto a Cuba es explicitada en las palabras del secretario de Guerra Mr. Calhoum: «Nosotros dejaremos a Cuba donde está; lo que no toleraremos jamás es que ella pase a otras manos que no sean las nuestras». O sea, Cuba española o norteamericana.
A las intenciones de México y Colombia de separar a Cuba de España por medios militares, los Estados Unidos se opusieron vigorosamente. Entre los intentos de comprar la Isla a España está el del presidente Polk en 1848, proposición que se repitió por el presidente Pierce, que ofreció 130 millones de dólares, y en 1857 por el presidente Buchanan. Según algunos autores se llegaron a hacer seis intentos de compra de la Isla a España por parte de los Estados Unidos.
No se puede dejar de señalar que en determinados momentos del siglo XIX, en la Isla floreció la tendencia anexionista de la burguesía azucarera criolla, que se expresó en proyectos políticos como el de Narciso López, quien organizó expediciones con ese objetivo en 1850 y 1851, las cuales fracasaron, y el del Club de La Habana, formado por miembros de la oligarquía criolla.
Durante la Guerra de los Diez Años, los Estados Unidos se negaron terminantemente a reconocer la beligerancia de los cubanos.
Al estallar de nuevo la guerra de independencia en 1895, la causa cubana adquirió popularidad en el pueblo norteamericano, lo que fue aprovechado por los intereses económicos que se lucraban con el comercio y las inversiones en Cuba, para desarrollar una nueva política anexionista que se concretó en la supuesta neutralidad del gobierno norteamericano frente al conflicto que se desarrollaba en la Isla, a la vez que se promovieron iniciativas para su adquisición de una forma u otra.
Se debe señalar que mientras las expediciones organizadas en territorio norteamericano para suministrar armas y recursos a los patriotas cubanos eran perseguidas -de 73 expediciones fueron confiscadas 33- España podía abastecerse de armas y pertrechos con proveedores norteamericanos.
El gobierno de los Estados Unidos no reconoció la beligerancia de los cubanos, a pesar de la simpatía popular que tenía esta causa, y maniobró de diferentes maneras para aprovechar el conflicto que se desarrollaba en Cuba, en función de sus intereses anexionistas.
Después de treinta años de guerras de independencia, en 1898, cuando el Ejército Libertador (llamado popularmente Mambí) había derrotado prácticamente al ejército español [3] , intervinieron los norteamericanos a partir del oscuro incidente de la explosión del acorazado Maineen el puerto de La Habana y ocuparon la Isla.
Una de las campañas militares de esa breve guerra se desarrolló en torno a Santiago de Cuba, con una participación decisiva de las tropas mambisas dirigidas por el general Calixto García; pero una vez derrotados los españoles no les fue permitido a las fuerzas cubanas entrar en esa ciudad [4] .
Estuvieron casi a punto de lograrlo al ocupar militarmente la Isla entre 1898 y1902. La intervención norteamericana no pudo convertir a Cuba en un Puerto Rico, pero impusieron la Enmienda Platt, un apéndice constitucional que otorgaba a los Estados Unidos el derecho de intervención para proteger sus intereses, lo cual realizaron en diversas ocasiones a lo largo del siglo XX [5]. La República que nació el 20 de mayo de 1902, era en realidad un protectorado.
La Enmienda Platt fue abolida en 1934, pero hasta 1959, salvo el efímero gobierno de los 100 días, el embajador norteamericano era la segunda figura de la Isla y en oportunidades era más importante que el presidente, en otras palabras los distintos gobiernos de la Isla eran afines a sus intereses, cuando no meros instrumentos de los mismos.
Durante la segunda intervención norteamericana (1906-1909) reentronizaron la corrupción administrativa, que convirtió la política en un negocio, la segunda industria del país, según el informe del Banco Mundial del año 1950, conocido como Informe Truslow, por el nombre del banquero norteamericano que presidió la comisión redactora.
Los Estados Unidos desempeñaron un importante papel en la frustración de la Revolución del 30 y en la caída del breve gobierno revolucionario, conocido como el gobierno de los 100 días, prohijando la primera dictadura de Batista.
Después del golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 coadyuvaron a la segunda tiranía batistiana, período durante el cual se puede hablar de un fenómeno generalizado de corrupción social, en tanto a la corrupción política y administrativa se sumó la alianza con las redes mafiosas norteamericanas, para extender los negocios de hotelería y turismo junto a la institucionalización de todas las formas de juegos de azar, el lavado de dinero y el negocio de la prostitución.
La victoria revolucionaria del primero de enero de 1959, cambió radicalmente esa situación al constituirse un gobierno que respondía a los intereses del pueblo cubano.
Las primeras escaramuzas tomaron la forma de campañas de calumnias difundidas por las agencias de noticias del imperio y la prensa corporativa, le siguió la ayuda y promoción de la contrarrevolución interna, junto a la creación de dificultades económicas, la política aplicada por la administración Eisenhower la resume un memorándum del entonces subsecretario adjunto de Estado para Asuntos Interamericano, Lester D. Mallory, que textualmente refiere: » La mayoría de los cubanos apoya a Castro. No hay oposición política eficaz… El único medio posible
Para aniquilar el apoyo interno es provocar el desencanto y el desaliento por las insatisfacción económica y la penuria… Se deben emplear rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica de Cuba» [6]
Hoy se conoce que cuando fue promulgada la Ley de Reforma Agraria se dieron los primeros pasos de lo que luego sería la Operación Pluto que culmino con el desembarco de Bahía de Cochinos y la victoria de Playa Girón. Desde entonces la política de agresiones contra Cuba, ha sido una constante de todas las de las administraciones norteamericanas y esta ha abarcado todas las esferas: económica, política, ideológica, diplomática, etc.
Esa política ha cosechado fracaso tras fracaso, el presidente Obama hizo algunos cambios cosméticos, manteniendo el mismo objetivo, pero la administración Trump retornó una posición de mayor agresividad. En resumen la estrategia norteamericana es y ha sido siempre la destrucción de la Revolución Cubana. La bandera política coyuntural puede variar, pero el objetivo es siempre el mismo. Esa es la razón del bloqueo,elemento visible de una guerra económica que forma parte de un sistema global de agresión cuyo propósito es destruir la Revolución cubana.
Ningún instrumento ha estado ausente de esta guerra sucia, se han financiado atentados contra los dirigentes de la Revolución cubana -parte de ellos han sido develados por el propio Congreso Norteamericano, se han promovido sabotajes a objetivos económicos, campañas ideológicas para desestabilizar el país, múltiples acciones incluyendo la guerra biológica.
En la coyuntura de crisis económica sin precedente como la de los noventa del pasado siglo la estrategia norteamericana se concentró en tratar de acelerar primero la caída de la economía, luego en impedir la recuperación económica, obstaculizarla una vez que esta es una realidad y tratar de convertir las dificultades económicas en descontento social.
Si bien el objetivo central ha sido siempre tratar de derrocar la Revolución, ante su imposibilidad, la política ha sido tratar de crear el máximo de condiciones adversas, de dificultades y de problemas que le impidan desenvolver normalmente su economía, lograr beneficios sociales para su pueblo y desarrollar su proyecto político.
En esta lógica, en la dinámica de la campaña electoral de 1992, fue promulgada la Ley Torricelli, dirigida a reforzar el bloqueo económico y acelerar la caída de la economía cubana, en ella se sancionaba los países que prestaran asistencia a Cuba, se prohibía el comercio con la Isla subsidiarias de empresas norteamericanas radicadas en terceros países y se prohibía a los barcos que tocaran puerto cubano el ingreso a puertos norteamericanos durante 6 meses, también preveía acciones de subversión interna, el llamado Carril 2. Su fracaso llevó 4 años después en medio de la nueva campaña electoral a promulgar la Ley Helms-Burton.
Con la Ley Helms-Burton toma forma la utopía de apoderarse de Cuba, codifica el Bloqueo, es decir convierte en Ley todas las órdenes ejecutivas y demás disposiciones de los distintos Departamentos de la Administración norteamericanas contra Cuba, las cuales no podrán ser modificadas o eliminadas sino es por Ley del Congreso, con lo cual se pretende eternizar el diferendo entre Cuba y Estados Unidos y además diseña la Cuba que quieren los imperialistas en su sueño inconcluso: un protectorado. La Ley contiene una serie de normas y requisitos que debería cumplir un llamado gobierno de transición, que en la práctica estaría bajo la supervisión de un funcionario norteamericano.
Entre los pasos que debería establecer ese «gobierno» estaría la devolución de sus activos o la adecuada compensación a los actuales ciudadanos norteamericanos que no lo eran en los años 1959-1960.
Solo después de haber cumplido ese proceso, el presidente de Estados Unidos iniciaría el proceso para eliminar el bloqueo, desde luego esto estaría sujeto a la aprobación del congreso. De Estados Unidos.
La Ley tiene carácter extraterritorial, establece sanciones a terceros países por mantener determinadas relaciones económicas con Cuba, así como a empresas y entidades que establezcan relaciones con Cuba en la cual medien propiedades nacionalizadas cuyos dueños hoy sean ciudadanos norteamericanos, aunque no lo hayan sido en el momento de la nacionalización.
Entre otras cuestiones la ley promueve un sistema de espionaje económico contra Cuba en el que se persigue toda transacción económica de este país con el exterior a partir de que el Presidente debe rendir periódicamente un informe detallado de toda la actividad económica de la Isla, independientemente de su tipo.
A ese grueso expediente de agresiones, se une la campaña sistemática de la administración actual, liderada por elementos fundamentalistas, dirigida a crear las condiciones para un eventual ataque, cuestión que no ocultan [7] , La renovada agresividad responde por una parte a los compromisos con la mafia cubano-americana de Miami y de la otra al hecho, que la retórica trata de ocultar, de que la revolución está firmemente arraigada en el pueblo y en su dinámica propia es irreversible.
Cuba es ha logrado resistir y vencer las agresiones norteamericanas a lo largo de 60 años, eso es justamente lo que constituye el síndrome de Cuba para la clase dirigente norteamericana.
Anexo
La Ley Helms-Burton es en su articulado un proyecto completo de recolonización de Cuba mediante el establecimiento de un protectorado, es, como señalamos, la expresión de una utopía de los sectores más conservadores de la clase dominante en Estado Unido, una visión de esto nos lo da el resumen que hace el destacado jurista cubano, Miguel A. D` EstefanoPisani de su articulado, mediante lo cual se muestra que de realizarse ese utópico objetivo cada ciudadano de Cuba sería despojado de bienes muy concretos y esenciales: vivienda y la tierra, además las fábricas, escuelas, hospitales y numerosas instalaciones sociales que existían o fueron construidas por la Revolución, también serían afectados, por estar ubicadas sobre terrenos de las que eran propietarios estos señores. En otras palabras se desmantelaría y destruiría la obra de la Revolución y sus beneficios sociales.
D´Estefano presenta en síntesis los elementos más destacados de esta ley, titulo por título.
Título I
«Los actos de Castro representan una amenaza para la paz internacional y que el Consejo de Seguridad debe ‘decretar el embargo obligatorio a Cuba'».
«Codifica (dando fuerza de ley) todas las medidas anteriores de los gobiernos de Estados Unidos contra Cuba».
«Amenaza contra la instalación de la planta átomo-eléctrica de Juraguá».
«Legaliza el espionaje económico y del gobierno de Estados Unidos sobre Cuba».
«Establece medidas que auspician todo tipo de propaganda y actividades contra Cuba».
«Amenaza a los que llama ‘socios comerciales de Cuba’ la Ley Torricelly (que sigue en vigor porque es de las ‘codificadas’)».
» Prohíbe toda ayuda de terceros países, directa o indirectamente a Cuba».
«Amenaza a los organismos financieros internacionales si entran en negociaciones con Cuba».
«Amenaza a la OEA si no aprueba lo que Estados Unidos propone sobre envío de observadores a Cuba».
«Amenaza a los Estados que formaron parte de la ex Unión Soviética si prestan asistencia o colaboran con Cuba».
«Apoya a los grupos contrarrevolucionarios en Cuba, a los que llama ‘demócratas’ y ‘defensores de los derechos humanos'».
Título II
«Habla de un ‘gobierno de transición’ en Cuba al que se le imponen una serie de requisitos y medidas a cumplir».
«Debe adoptar medidas apropiadas para la devolución a ciudadanos de Estados Unidos de las propiedades confiscadas o su indemnización».
«Al ‘gobierno de transición’ le sustituirá un ‘gobierno democrático’ que el Presidente de Estados Unidos ‘determinará’ si es o no democrático. Ese ‘gobierno democrático’ deberá cumplir los requisitos que la Ley Helms-Burton señala.
«Debe haber ‘registrado progresos palpables’ en la devolución de las propiedades confiscadas».
Título III
«Estados Unidos ha notificado a otros gobiernos que la transferencia a terceras partes (los inversionistas extranjeros en Cuba) de propiedades confiscadas (nacionalizadas) por el gobierno cubanoel 1ro. de enero de 1959 o después, será responsable contra todo ciudadanode los Estados unidos, que sea titular de una reclamación….»
«El sistema internacional… carece de soluciones totalmente eficaces contra la confiscación ilegitima de propiedades… para impedir el trafico de propiedades confiscadas indebidamente se debería proporcionar… la posibilidad de un recurso judicial ante los tribunales de los Estados Unidos, en virtud del principio establecido (se pasa a la ley y tribunales de ese país lo que corresponde resolver a la ley internacional y a vías internacionales)»
«Ningún tribunal de Estados Unidos invocará la doctrina de acto de Estado… ( esta doctrina se ha seguidopor siglos, también en Estados Unidos, en virtud del principio establecido de la inmunidad soberana de los Estados, por lo cual ningún Estado puede juzgar los actos de otro Estado)».
«Puede determinar cuestiones relacionadas con el monto y la posesión de una reclamación por un nacional de Estados Unidos, independientemente de que el nacional de Estados Unidos fuese o no un nacional de los Estados Unidos… en el momento en que el gobierno de Cuba tomo la medida» (de nacionalización, así Estados Unidosse arroga el ‘derecho’ de representar y defender a personas que no son nacionales de ese país (en el momento en que fueron nacionalizadas sus propiedades J.B.)».
Título IV
«El Secretario de Estado denegará el visado ( de entrada Estados Unidos) de todo extranjero que …haya confiscado una propiedad… trafique con una propiedad confiscada… o sea cónyugue, hijo menor de edad o representante de una persona excluible (un inversionista extranjero en Cuba)».
Tomado de Miguel A. D´EstefanoPisani (2000) Dos siglos de diferendo entre Cuba yEstados Unidos. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, Pp. 172-175.
Notas:
[1] Ernesto Limia, Cuba entre dos imperios: perla, llave y antemural. Casa Editorial Verde Olivo, La Habana, 2014. Pág. 276.
[2] Writing of John Quincy Adams. T. VIII, p. 372, en: Angela Grau: El sueño irrealizado del Tío Sam. Casa Editora Abril, La Habana, 1997
[3] Que esta era la situación lo revela -según J. J. Remos- una opinión española, la del comandante Víctor Concas, quien en su libro La Escuadra de Cervera, publicado en Madrid en 1898, expresa: «Cuando empezó la guerra ya estaba de hecho perdida, lo mismo tomando parte los Estados Unidos que otra nación de mucho menos importancia» (p. 223). (Ver Remos: «La Guerra Hispano-cubana», pp. 422-423.)
[4] Ibid., pp. 428-454
[5] Ver: R. Freeman: Estados Unidos y Cuba. Negocios y diplomacia, 1917-1960.
[6] Fragmento del documento reproducido en la primera página del Granma el 6 de abril de 2012.
[7] El 19 de abril de 2019, el asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, en un acto con los veteranos de la Brigada mercenaria que desembarcó en Playa Girón, les prometió que el actual gobierno terminaría lo que había empezado hace 58 años.
José Bell Lara es Doctor en Ciencias Filosóficas y profesor del Programa Cuba de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO-Cuba), Universidad de La Habana .
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