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El Sol, a saco

Fuentes: Rebelión

Hoy es jueves 26 de mayo de 2011, cuarto día de la Revolución de Madrid. La labor de las diferentes comisiones, subcomisiones y grupos de trabajo de la Acampada de Sol se intensifica, con vistas a la publicación de una tabla reivindicativa el próximo domingo, el día del despegue definitivo desde la superficie solar hasta […]

Hoy es jueves 26 de mayo de 2011, cuarto día de la Revolución de Madrid.

La labor de las diferentes comisiones, subcomisiones y grupos de trabajo de la Acampada de Sol se intensifica, con vistas a la publicación de una tabla reivindicativa el próximo domingo, el día del despegue definitivo desde la superficie solar hasta nuestras nuevas bases en las plazas de los barrios y municipios de la ciudad.

Esa tabla reivindicativa es un arma de doble filo. Por un lado, su presencia en el horizonte inmediato del domingo ha conseguido devolver a las asambleas el debate sobre contenidos políticos, frente a las diatribas de orden procedimental que nos absorbieron durante los dos últimos días, mientras se establecía la red de asambleas vecinales y barriales que iban a extender el Movimiento hacia los satélites:

http://madrid.tomalosbarrios.net/

Sin embargo, la exigencia de establecer un listado completo de reivindicaciones, emanadas de los grupos de trabajo y subcomisiones, y aprobadas por consenso en los comicios de rango superior (asambleas de las comisiones temáticas y Asamblea General de Sol) enturbia la mirada de los más entusiastas, que ya se están imaginando la foto de algún delegado de Democracia real ya! entregando el lunes nuestro dossier al presidente del gobierno (o su secretaria), mientras éste (o ésta) le palmotea la espalda con una sonrisa de ceja a ceja. La tabla reivindicativa se convertiría así en una carta a los Reyes Magos, que caería a buen seguro en saco roto porque los reyes son los padres, los amos, tienen camellos agresivos como Mubarak, y sólo premian a quienes se sientan a pedir en sus rodillas.

Aparte de eso, la mayor parte de las comisiones que se reunieron ayer pudieron alcanzar pocos acuerdos. A pesar del llamamiento formulado de forma explícita desde la Asamblea General para reducir a dos o tres como máximo las propuestas consensuadas por cada subcomisión, pocas fueron las asambleas que se ciñeron a esa recomendación, y menos las que por fin alcanzaron algún acuerdo de mínimos.

Pongamos algunos ejemplos:

– En la Comisión de Educación y Cultura, reunida frente al «Cortylandia», se discutía sobre los términos en que se incluiría en la tabla reivindicativa final la defensa de la educación pública. Cuando el consenso estaba a punto de cerrarse en torno a una oración del tipo «Reclamamos una política activa en defensa de la educación pública…» una voz, a nuestra manera de ver cabal, se levantó de entre los asambleístas y señaló que esa propuesta la firmaría cualquier partido político, y que él no iba a secundar algo así. Con la oposición radical de ese estudiante, el debate tuvo que volver a abrirse, y las voces en contra de trasladar una propuesta así de liviana se multiplicaron. No se llegó a acuerdo al respecto. Tampoco nadie habló de universidades populares o escuelas autogestionadas. Seguramente estaban estudiándolo en sus cuevas.

– En la Comisión de Economía, reunida a partir de las 7 en la Plaza del Carmen, se presentó una serie de informaciones y se procedió a la escisión en varios grupos de trabajo, consensuados en la asamblea de la Comisión el día antes. Esa escisión se justificó con un argumento a nuestro modo de ver peligroso, casi tecnócrata, diciendo que los conocimientos que cada uno tenía en cada área serían más aprovechables en grupos de trabajo más pequeños. La división en sí ya era tendenciosa y reformista (¿qué demonio pintamos algunos de nosotros en una comisión de «Pymes», si creemos que los empresarios no son necesarios?), y se planteó con un ejemplo sintomático: el que sepa lo que significa el concepto de «apalancamiento», que se vaya mejor a explicarlo a la Subcomisión de Economía Financiera, que tiene que madurar una propuesta reclamando la regulación de los apalancamientos en grandes empresas y bancos.

– Apalancados en la Subcomisión de Trabajo, que se reunió a partir de las 8 en la misma plaza, los conjurados pretendían someter a consenso, como primer punto, una propuesta de un referéndum nacional para ratificar o no la última Reforma Laboral. Varias voces se empezaron a sublevar argumentando que una agresión a la clase trabajadora no se somete a un referéndum, sino que se combate, y que la propuesta que debía salir de esa comisión era, cuando menos, la de exigir la revocación inmediata de dicha Reforma. Alguien llegó a hablar de una hoguera que los obreros fabriles de La Felguera, en Asturias, hicieron con los billetes robados al Banco de España en el año 34, iluminando con ella a la humanidad del planeta. Los ojos de los curiosos madrileños, de pie en torno al círculo, brillaban de emoción. Enseguida alguien habló de legitimidad democrática y de extintores. Al final, no se llegó a consenso ni siquiera en el primer punto, y ninguno de los bandos (con perdón los incendiarios y los meapilas) quiso resolverlo mediante votación. Hoy la asamblea de la Comisión vuelve a reunirse en el mismo sitio a las 8, con el compromiso de todos de haber reflexionado los puntos en casa.

– La asamblea de la Comisión de Migración y Personas, casi como un reflejo de la sociedad madrileña, es de las más sufridas y, por tanto, la más valientes. Los distintos grupos de trabajo (Legal, Acción, etc.) sentimos que van un pasito por delante de lo que va el resto. Tiene casi consensuado un manifiesto, en el que se aboga por la libre circulación de personas por el mundo y la abolición de fronteras, que la Comisión de Información tendrá que incluir, si es que es digna, en su tabla reivindicativa final. De su asamblea, celebrada también en la plaza del Carmen desde las 8, nos quedamos con el señalamiento de una gran paradoja. Una paradoja que nos parece muy sana y que trasciende a todo el movimiento: hay puntos consensuados en la Comisión de Migración que coliden frontalmente con reivindicaciones consensuadas en la Asamblea General: una persona pidió turno y gritó en el altavoz que no podíamos reivindicar que ningún ser humano es ilegal y además pedir una reforma de la Ley Electoral, que sólo afecta, legal y electoralmente, a los residentes con ciudadanía española y con papeles, excluyéndonos a millones.

Estos actos de denuncia del oxímoron del Movimiento nos parecen un indicio de la salubridad del proceso. La confrontación dialéctica entre «reformistas» y «revolucionarios» es evidente en la mayor parte de las comisiones, y refleja dos cosas muy importantes: que los asambleístas de cada bando cada vez se respetan, se reconocen y se comprenden mejor los unos a los otros, exorcizando los riesgos de una explosión desde el núcleo, y que los filtros que censuraban las voces de lo que quieren un cambio más radical se han suprimido bastante en los comicios de mayor rango, empujando a estos últimos a intensificar sus esfuerzos desde las bases del Movimiento. En consecuencia, cada vez se escucha a más marxistas y libertarios criticando, no tanto a los «ciudadanistas» que les rebaten y combaten en las asambleas, sino a sus propios compañeros de lucha en los movimientos sociales de origen (partidos revolucionarios, sindicatos combativos, movimientos asamblearios de barrio y asociaciones estudiantiles): «No se puede andar ahora criticando el viraje reformista del Campamento, sin haber hecho el esfuerzo de abandonar las cavernas y participar fundiéndose en el Sol desde los cimientos.»

Hoy habrá que evaluar la amplitud que tuvieron ayer estos gritos a la participación en las bocas de las cuevas de los revolucionarios madrileños. Si los ecos llegaron hasta las galerías más profundas, en las próximas 48 horas el tono del famoso listado de reivindicaciones puede verse alterado sustancialmente y convertirse en el auténtico jaque mate al poder que algunos de los peones ansiamos desde el primer día.

Y en todo caso, y aunque en la tabla reivindicativa del domingo prevalezca el continuismo disfrazado de revoltoso, aunque se imponga el enroque, los compañeros revolucionarios tendrán todavía un ámbito y una herramienta maravillosos de reconducir el Movimiento hacia un cambio social certero. El ámbito al que nos referimos es el de las asambleas de los barrios y municipios que quedarán constituidas el sábado a las 12 del mediodía en las principales plazas de la ciudad. La herramienta, la acción directa.

En las subcomisiones denominadas «De Acción» de las distintas comisiones de la Acampada Sol los planteamientos siguen orientándose principalmente hacia adentro del cámping (charlas, estrategias de visibilización, desolgamiento de pancartas). Sin embargo, las propuestas de acciones «hacia afuera» crecen de día en día, ante el susto de los «demócratas» y los timoratos, y el regocijo de quienes se lo contamos.

Por poner un ejemplo, ayer durante todo el día, y hoy también, ha circulado con mucha eficacia por email una propuesta de acción pacífica, bastante naïf por cierto, pero que se inscribe dentro del concepto de intervención directa del que estamos aquí hablando. Se trata de que el próximo 30 de mayo todos retiremos de nuestras cuentas bancarias (si las tenemos) 155 euros (si los tenemos). Enseguida, la precavida portavocía de la Comisión de Información publicó, a través del Grupo de Facebook de Democracia Real Ya!, un breve párrafo desvinculándose de la propuesta:

Queremos desmentir que las diversas convocatorias que están difundiéndose ahora mismo, como la que hace referencia a retirar dinero de los bancos, se hayan realizado desde esta plataforma. Pedimos calma: estamos trabajando en una nueva ola de movilizaciones que, partiendo de un consenso de propuestas mínimas, proporcione continuidad a este movimiento exigiendo cambios reales. Pronto tendréis más información.

 

En definitiva, los que anteayer pedían celeridad para resolver el proceso de migración a los barrios, ayer reclamaron calma para consensuar las acciones. Los que ayer pedíamos calma para evitar rupturas dentro del núcleo del Sol, hoy nos atrevemos a asegurar que los discursos refrigerados de la Comisión de Información tienen los días contados. Una vez que lleguemos a los barrios de la ciudad los dramas familiares y personales serán nuestros vecinos y compañeros, y las soluciones contundentes a sus problemas se impondrán naturalmente a las propuestas morigeradas.

En ese sentido, la Acampada de Barcelona, menos cohesionada que la de Madrid, nos está enseñando el camino a los habitantes solares. Según nos informaba Salvador López Arnal en Rebelion.org, 50 de los acampados en la Ciudad Condal «se trasladaron a Santa Perpetua de la Moguda, a la planta de Alstom, para sumarse a la protesta obrera contra los planes de la multinacional (…), otros acampados interrumpieron una reunión del rectorado de la UB donde se discutía los ajustes económicos que va a tomar la institución (…), está a punto de celebrarse un acto en la plaza de Catalunya con los trabajadores de Telefónica.»

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=129123

Vayan a Sol y pregunten. Verán que ya hay hormiguitas elaborando listas con los próximos desahucios de familias numerosas y de ancianos en los barrios obreros de Madrid. Hay bichitos estableciendo alianzas con sirios, palestinos, marroquíes, iraníes, tunecinos y egipcios que llevan meses organizando manifestaciones en sus distintas embajadas. Hay universitarios que miran con lupa las órdenes de sus gestores. Hay marchas silenciosas a los Centros de Internamiento de Extranjeros recorriendo los estómagos de los asambleados. Se viene la Revolución, compañeros. Pero nos lo tenemos que creer primero.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.