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El «sueño de anarquía» de la plaza Tahrir

Fuentes: Le Monde

Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

«Se prohíbe gritar consignas políticas. Se prohíbe subir a una tribuna. Se prohíbe a todos los partidos políticos entrar en la plaza»: los revolucionarios egipcios han erigido en letras rojas las reglas de «Tahrir» sobre unas lonas de plástico amarradas en la explanada central. Uno a uno los políticos de todo signo que desde el 19 de noviembre se han aventurado al «corazón latiente de la revolución egipcia» han sido expulsados sin concesión.

Con una determinación cada día más fuerte la plaza Tahrir cultivaa un tropismo político que subyuga a los analistas. Los jóvenes revolucionarios que lo animan rechazan obstinadamente las reglas del juego político tal como han sido establecidas por el Consejo Superior de las Fuerzas Armadas y los partidos. Para ellos, la revolución acaba de empezar. No se trata de una «transición a la democracia», sino de examinar concienzudamente un sistema. Barajar las cartas y volver a repartirlas, inventar una nueva gramática política. Están convencidos de que el peso de los Hermanos Musulmanes en el seno de la vida política egipcia dependerá de ello. Reclaman la transferencia inmediata del poder del consejo militar a un gobierno civil de salvación nacional.

Tras unas semanas de una campaña muy improvisada, incluso quienes se aventuraron a la arena política mientras duró el circo mediático han vuelto a la plaza para gritar su rechazo del marco político en el que deben jugarse las elecciones, previstas para el 28 de noviembre.

Dispersos entre los partidos políticos, haciendo campaña en solitario o negándose a jugar el juego electoral, los revolucionarios no lograron en diez meses imponer un auténtico liderazgo capaz de contrarrestar la influencia cada vez mayor del Consejo Superior de las Fuerzas Armadas (CFSA) sobre la vida política egipcia. Tampoco fueron capaces de renovar las reglas del juego electoral.

Los movimientos de juventudes formadas en internet vieron emerger una figuras emblemáticas sin verdadera experiencia política. El Movimiento 6 de Abril, que había desempeñado el papel de desencadenante en el lanzamiento de las primeras manifestaciones, no desarrolló una verdadera agenda política y no se transformó en partido. La Colación de los Jóvenes de la Revolución, símbolo del movimiento ante los medios de comunicación, perdió su credibilidad mostrándose incapaz de adoptar una postura política. Venidos de horizontes muy diferentes, los cincuenta candidatos surgidos de sus filas eligieron lanzarse a la política a través de los diferentes partidos (liberales, de izquierda o islamistas) fundados después de la revolución.

Pero para muchos jóvenes revolucionarios ingresar en un partido, aunque se nuevo, viene a ser hacer política «a la manera antigua». A menudo con resignación, se integraron en unas formaciones políticas y se prestaron a jugar el juego de un sistema electoral que consideran insatisfactorio, tratando de contrarrestar el estado de ánimo clientelista que sigue estando muy presente en el seno de los gobernorados.

«La campaña electoral en Egipto se lleva a cabo a un nivel muy básico», constata amargamente el célebre bloguero Mahmoud Salem – alias Sandmonkey -, candidato del Partido de los Egipcios Libres (liberal) en Heliópolis. «Carteles, panfletos, distribución de comida y dinero, subsidios. El Parlamento siempre ha sido un sustituto para el gobierno: la gente vota por los servicios, no está acostumbrada a que se le hable de política y no es seguro que le guste eso…».

Algunas figuras emblemáticas de la revolución, símbolos de la generación Facebook, trataron de sacar partido de su celebridad para ser elegidos como independientes. Pero sus dificultades para cerrar alianzas les llevó con frecuencia a entregarse una competencia que a muchas personas les ha parecido lamentable. En Heliópolis tres célebres revolucionarios (Mahmoud Salem, Amr Hamzaoui y Asmaa Mahfouz) se presentan un contra otro frente a unos cuantos antiguos miembros del Partido Nacional Democrático de Hosni Mubarak.

«Blogear esta bien. Te da notoriedad internacional. Los estadounidenses y la Unión Europea te rocían de billetes, te invitan por todo el mundo para dar conferencias. Te pagan una formación para enseñarte democracia. Pero al final no tienes una verdadera competencia política ni experiencia sobre el terreno. No sabes llevar a la gente ni qué es una campaña electoral «, piensa Mohammed Naim, miembro del partido social demócrata.

Esta desbandada política parece dar la razón a quienes desde hace meses consideran que ante el abuso de poder del CSFA y el oportunismo de los Hermanos Musulmanes sólo hay una carta que jugar: Tahrir. En efecto, al contrario de la dispersión de los revolucionarios en política, este lugar es un espacio de cohesión inédito en el que los líderes son inoportunos pero en el que reina una auténtica organización espontánea. » Un sueño de anarquía » , suspira Fadi, que festeja ahí sus 33 años. Es la fuerza de Tahrir y su poder de atracción.

Cuando cae la noche los irreductibles se repiten el reto de Tahrir. «Esta vez, los Hermanos no saldrán indemnes de haberse desolidarizado de Tahrir. Pagarán el coste de ello en las elecciones…cuando haya verdaderas elecciones», murmuran las sombras en la plaza, abrigadas en sus sacos de dormir.

Fuente: http://www.lemonde.fr/a-la-une/article/2011/11/26/le-reve-d-anarchie-de-la-place-tahrir_1609656_3208.html