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El trinitrotolueno (TNT) y la chatarra aniquilan la capital industrial de Siria

Fuentes: Inter Press Service

Traducido del inglés por Sinfo Fernández.

En las ajetreadas calles cercanas a la Ciudad Vieja del que era el núcleo comercial e industrial de Siria, Alepo, aparecían jalonadas numerosas tiendas de mecánica, neumáticos y carrocerías de coche. 

Pero ahora, los restos de coches, chatarra, TNT y otros materiales explosivos se envasan en bidones de petróleo, tanques de agua u otros grandes cilindros en las zonas controladas por el régimen para lanzarlos desde los helicópteros sobre áreas civiles de la misma ciudad, en desafío de la Resolución 2139 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

En los días de agosto que pasó en la ciudad, IPS escuchó frecuentemente el sonido de las bombas tanto durante el día como durante la noche, visitando varios lugares en zonas civiles que habían sufrido ataques recientes, donde pudo ver cómo las unidades de defensa civil, organizadas a nivel local, sacaban supervivientes de entre los escombros aunque a menudo no podían hacer nada.

El 22 de febrero, hace aproximadamente seis meses, la resolución de la ONU ordenaba a todas las partes en el conflicto que pusieran fin al uso indiscriminado de bombas de barril contra zonas pobladas. Sin embargo, el régimen sirio no ha hecho sino intensificar su uso.

Human Rights Watch publicó un informe a últimos de julio en el que se decía que se habían identificado en Alepo «al menos 380 lugares diferentes que habían resultado dañados en zonas controladas por grupos armados no estatales», a través de imágenes de satélite en el período transcurrido desde el 31 de octubre de 2013 hasta la resolución del 22 de febrero y que, a partir de esa fecha, podían apreciarse más de 650 nuevos impactos sobre las áreas controladas por los rebeldes, lo que indica un aumento significativo de los ataques.

Uno de los días más letales en la ciudad en los últimos meses fue el 16 de junio, fecha en la que 68 civiles murieron asesinados en los ataques aéreos, según el Centro de Documentación de las Violaciones en Siria. El Centro informaba también de que en los cinco meses transcurridos entre el 22 de febrero y el 22 de julio, 1.655 civiles más habían sido asesinados en los ataques aéreos en el gobernorado de Alepo.

Un empleado del consejo local de Alepo dijo a IPS que del millón y medio de personas que vivían antes en la ciudad, apenas quedaban ya 400.000, convirtiéndose la mayoría de los que habían salido de la ciudad en los últimos meses en personas internamente desplazadas. Declaró que todos los meses tenían que contar el número de personas que quedaban en la zona para calcular los suministros en alimentos y otras necesidades que se presentaban a los donantes, dado el enorme desplazamiento en marcha.

La única carretera que va hacia la frontera turca en manos rebeldes está ahora en peligro de caer ante el fundamentalista Estado Islámico (EI) -anteriormente conocido como Estado Islámico de Iraq y el Levante-, aunque los grupos armados de la oposición consigan mantener a raya a las tropas del gobierno.

Las fuerzas del régimen están intentando imponer un estado de sitio en Alepo alrededor de las áreas controladas por los rebeldes para obligarles a rendirse, como han hecho en otras ciudades de diferentes partes del país.

La eliminación del grupo yihadista EI de grandes partes del territorio que no están bajo el control del régimen se debe completamente a la lucha de los grupos rebeldes, y es probable que muchos tengan que enfrentarse a una brutal ejecución si el EI entra de nuevo en la ciudad, una perspectiva que el régimen parece estar favoreciendo.

Las bombas de barril no se dejan caer sobre las fuerzas del EI ni sobre el territorio que controlan, y hasta hace muy poco se habían registrado muy pocos casos de ataques de las fuerzas del régimen contra las áreas bajo dominio del EI.

Un activista local de Jarabulus, población actualmente bajo control del EI, que ahora vive al otro lado de la frontera, en Turquía (tras caer bajo la sospecha de «hablar negativamente del EI dentro de la comunidad), dijo a IPS que desde que el grupo yihadista se había hecho con el control de la ciudad, «no se había producido ni un solo ataque por parte del régimen contra zona alguna de la misma».

Los cilindros llenos de TNT que las fuerzas del gobierno sirio han dejado caer en los últimos meses han acabado destruyendo las pocas actividades productivas que aún había en la ciudad, anteriormente conocida a nivel mundial por su jabón de aceite de oliva y laurel, sus textiles y todo tipo de industrias.

Aya Yamili, una activista local que vive ahora en Turquía, dijo a IPS que los pocos comerciantes de Alepo que habían intentado seguir adelante con sus actividades durante los años de conflicto habían trasladado recientemente su equipamiento al otro lado de la frontera o bien habían trasferido el capital que les quedaba y empezado de nuevo.

Gran parte de la actividad necesaria para la supervivencia diaria en la ciudad se produce bajo tierra. Las unidades de defensa civil han convertido en refugios las estructuras subterráneas, lo que ha permitido celebrar las fiestas que marcan el fin del mes sagrado musulmán del Ramadán a finales de julio. Cualquier gran concentración en las calles probablemente habría atraído la atención del régimen con efectos aún más nefastos de los sufridos.

La gente que puede hacerlo se ha trasladado a pisos situados en sótanos, al igual que los centros de medios de comunicación y las panaderías, que trabajan por la noche para evitar los ataques.

Los productos agrícolas se traen del campo y los puestos venden melones y tomates en las calles más cercanas a las zonas controladas por el régimen. Como las bombas de barril no pueden lanzarse con precisión, el régimen se arriesgaría demasiado a lanzarlas sobre su propio bando, por tal razón, esos lugares se consideran «más seguros».

Sin embargo, sigue existiendo el riesgo constante de los francotiradores que obliga a colgar, a través de algunas de las calles, grandes sábanas de lona plagadas de cicatrices de bala para reducir al mínimo su campo de visión.

Las bulliciosas calles, en otro tiempo congestionadas de tráfico, se asemejan a desoladas tierras baldías.

Hace pocos días, a la salida de la ciudad, se lanzaron dos bombas de barril en rápida sucesión cerca de la barriada por la que IPS iba viajando y, justo cuando el conductor aceleraba diciendo «los helicópteros sólo llevan dos bombas cada uno, ya ha pasado el peligro, por el momento», un tercer y ensordecedor impacto se produjo muy cerca, sacudiendo el suelo.

Más adelante en la carretera, unas señales indicando el camino a «Sheij Nayar, ciudad industrial» aparecían saturadas de agujeros de bala, extendiéndose por detrás un escenario apocalíptico de edificios derrumbados.

Fuente: http://www.ipsnews.net/2014/08/tnt-and-scrap-metal-eviscerate-syrias-industrial-capital/