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El voto resistente, el único voto útil

Fuentes: Gara

Mayo de 2007: ese «tripartito» de facto que en la CAV y en la CFN constituyen PSOE, PP y PNV (y sus adherencias, sucursales o vendidos correspondientes) acaba de declarar «legales» y/o justificadas (por acción, omisión o manipulación mediática y/o discursiva) la persecución y la fascista violación de los derechos de sufragio de decenas de […]

Mayo de 2007: ese «tripartito» de facto que en la CAV y en la CFN constituyen PSOE, PP y PNV (y sus adherencias, sucursales o vendidos correspondientes) acaba de declarar «legales» y/o justificadas (por acción, omisión o manipulación mediática y/o discursiva) la persecución y la fascista violación de los derechos de sufragio de decenas de miles de trabajadores vascos a los que, a pesar de «tener papeles», estar empadronados y ser forzosamente contribuyentes (¡e incluso tener dos o tres apellidos vascos!) se nos niega el derecho a defender nuestro supuestamente democrático proyecto en las instituciones. Se hace caso omiso a la exigencia planteada por 82.500 ciudadanos y ciudadanas. Se investiga policialmente a más de 15.000 personas para ver su grado de «contaminación». Todo muy «legal y ajustado a derecho».

Es cierto que, en un alarde de generosidad, se declaran provisionalmente legales algunas candidaturas de ANV, aunque bajo amenaza de suspensión. Los que somos de Donostia, Gasteiz, Bilbao, Tolosa, Lizartza y otros tantos pueblos y ciudades de Euskal Herria no podremos votar a nuestra candidatura ni a ninguna otra parecida, a pesar de que, según dicen, escondíamos montones de ases bajo la manga (llamados plan A, B, C…). Yo, que soy de Donostia, me veré imposibilitada de poder defender en el Ayuntamiento un proyecto de ciudad que es exactamente el opuesto al que con tanto ardor (y dinero municipal) lleva adelante el equipo de «Odón Elorza Construcciones SA». Tendré que seguir pagando las tasas más elevadas del Estado por tener el privilegio de vivir en esta ciudad, pero, al parecer, no debo quejarme porque con ello daría muestras, según Josu Jon, de eso tan contagioso que se llama «victimismo».

Nada pasa porque sí. Ni Josu Jon, ni Rajoy, ni Acebes, ni Zapatero defienden lo que defienden porque sí y, aunque lo oculten, ellos o sus antecesores llevan años defendiendo lo mismo. Entre ellos, en el fondo, se lo montan bastante bien. Está claro, por ejemplo, que el PSOE, con la colaboración del PNV, ha ido paralizando y pudriendo el proceso en Euskal Herria, no ya por presión del PP, sino de cara a asegurarse el triunfo en las elecciones de 2008. En ese contexto, con un discurso más o menos hipócrita o fascista, todos han apostado por impedir que la izquierda abertzale pueda mostrar todo su potencial en las elecciones. A la burguesía y a las burocracias del PNV-PSE les aterroriza perder el control en diputaciones y ayuntamientos, totalmente desnaturalizados como instrumento posible de contrapoder popular desde la expulsión de Batasuna, y convertidos, como dice Gil de San Vicente, en oficinas de negocios urbanísticos. Para Aralar y para IU (también para EA) la presencia de la izquierda abertzale supondría su práctica desaparición. Lo que opina el PP mejor dejarlo.

Mientras Josu Jon Imaz, en medio de esta orgía fascista, dice increíbles sandeces como que la izquierda abertzale ha hecho «virguerías» para que le echen atrás un montón de candidaturas y evitar así que se visibilice su «debacle electoral»… mientras desde Nafarroa Bai, o desde el PNV de Araba, nos hablan de la necesidad del voto útil para desalojar a UPN y al PP de sus correspondientes despachos de poder económico… mientras todos se frotan las manos ante la nueva y escandalosa negación del derecho a voto de decenas de miles de trabajadores vascos, nosotros, todos los independentistas abertzales, todas las personas de izquierda, todos los demócratas, todos los que queremos que el proceso salga adelante, tenemos que conseguir con nuestra papeleta tanto para candidaturas «sin contaminar» como para candidaturas «contaminadas» que todo ese potencial, todo esa indignación, todo ese deseo de paz para Euskal Herria queden bien visibles. En estos momentos, es el único voto realmente útil, el único voto que realmente temen.

Ir contra los intereses de las clases populares y abertzales supone votar a un PNV (y/o acólitos) cuya única función es defender los intereses y privilegios de una burguesía vascongada recompuesta tras el desmantelamiento industrial, y que, para ello, en este momento, ve interesante impulsar un nuevo pacto estratégico de Estado (con el PSOE y/o el PP, tal como no para de repetir Josu Jon) que vehiculice la fusión del capital vasco con el español. «Estar cómodos en España», le llaman, e implica, entre otras cosas, que el PNV va a combatir el independentismo (y la territorialidad) por inservible para sus fines y peligroso porque (ejemplo perfecto de lo que es la lucha de clases) sólo interesa a las clases trabajadoras y populares. Además, los datos de los últimos años ponen en evidencia que el partido de Josu Jon está siguiendo aplicadamente las duras directrices neoliberales, con descenso de la participación del trabajo en el reparto del PIB, aumento de la explotación, la precariedad y la siniestralidad laboral, manipulación informativa, disminución palpable del gasto social y educativo, participación al 100% en la represión de todo movimiento popular y obrero, fiscalidad a favor de la burguesía y escandalosos fraudes fiscales, privatización de las pensiones y los servicios públicos, y, cómo no, apoyo máximo a la industria de la construcción y las obras públicas, con lo que esto implica de destrucción del territorio, especulación y corrupción política.

Por los mismos motivos y algunos más, votar a las sucursales PSN-PSE-UPN es ir contra una Euskal Herria libre, solidaria, igualitaria, colectivista y en paz.

Basta con dar un breve repaso a la historia de traiciones al pueblo del PNV y del PSOE. Desde la traición de Santoña de hace 70 años, hemos padecido suficientes traiciones: Xiberta, Pactos de la Moncloa, creación de la Audiencia Nacional, Pacto de Ajuria Enea, dispersión de los presos, Plan Zen, Pacto Antiterrorista, ilegalizaciones, cierres de periódicos, Ley de Partidos… como para comprender a quién temen la burguesía y los poderes que la representan, y por qué necesitan impedir un avance arrollador de la izquierda independentista vasca.

A nosotros nos corresponde demostrarles el 27 de mayo que somos imparables y que no nos rendimos. Nuestra papeleta va a ser el único voto útil para la solución del conflicto.