Según su propia propaganda, el Estado de Israel es una democracia y comparte los mismos valores que Occidente. En la práctica, hace tiempo que el país transita por un camino muy sombrío. Con las últimas elecciones se dirige a un gobierno reaccionario y radical de derecha. Caen las máscaras.
Una alianza cínica
Hace poco menos de año y medio una coalición amplia echó a Benjamin Netanyahu. Hoy parece dispuesto a volver al poder, en gran parte gracias al ascenso de un partido de extrema derecha, Fuerza Judía.
Se trata de una alianza muy cínica. Netanyahu puede ir a la cárcel acusado de corrupción, fraude y abuso de confianza durante su anterior mandato. Ahora quiere anular este proceso judicial o bien recuperando la inmunidad o bien modificando la ley referente a este asunto. La extrema derecha está encantada de ayudarle a conseguirlo, porque también quiere modificar el sistema judicial.
“Muerte a los árabes”
El principal responsable de todo ello es Itamar Ben-Gvir, presidente del partido de extrema derecha y ultranacionalista Fuerza Judía. Antes de las elecciones había formado una alianza con otro partido de extrema derecha, Sionistas Religiosos. Juntos se han convertido en la tercera fuerza del parlamento.
Ben-Gvir era miembro de Kach, el partido del rabino extremista Meir Kahane, un partido que finalmente está prohibido en Israel por ser una organización terrorista y que también figura en la lista de organizaciones terroristas de Estados Unidos. También se le denegó a Ben-Gvir la entrada en el ejército por ser demasiado extremo.
Hace tiempo que tiene colgada en su casa una fotografía de Baruch Goldstein, que en 1994 asesinó a 29 personas palestinas que rezaban en una mezquita de Hebron. Se le conoce por su eslogan “muerte a los árabes”. Durante una provocadora visita a Jerusalén el verano pasado pidió a los guardias de seguridad que le escoltaban que dispararan a los manifestantes. En dos ocasiones él mismo ha apuntado con un arma a personas palestinas. Considera que estas, los mismo que las “árabes israelíes” (1), no tienen nada que hacer en “tierra judía”. Si no son “leales”, quiere expulsarlas. Ben-Gvir tiene la intención de ser ministro de Seguridad Pública en el nuevo gobierno.
Este ultranacionalista también quiere anexionarse Cisjordania o, al menos, su Zona C (en rosa en el mapa), que representa el 62% de su superficie. Según el Estatuto de Roma, establecer colonias en territorio ocupado constituye un crimen de guerra. La anexión de esta Zona C va todavía más lejos.
Podredumbre
Hace diez años este tipo de figuras todavía estaban demasiado desprestigiadas y eran tóxicas como para integrarse en la corriente política dominante de Israel. Hoy el líder de la derecha radical del Likud, Netanyahu, se alía oficialmente con Sionistas Religiosos.
Ben-Gvir no es una ruptura con el pasado, sino más bien un síntoma de la podredumbre de la política israelí. Hace tiempo que sus opiniones extremistas han dejado de ser monopolio de la extrema derecha.
Durante su último mandato como primer ministro Netanyahu ya había sugerido anexionar los territorios ocupados. Y en el pasado el exministro de Exteriores y de Defensa Avigdor Lieberman había pedido que se expulsara a las personas israelíes de origen palestino si se negaban a firmar un juramento de lealtad.
El diario progresista israelí Haaretz describe en un editorial la podredumbre [del Estado de Israel] de la siguiente manera: “Sionistas Religiosos es el partido de la Knesset [parlamento israelí] que ha mutilado el proyecto sionista y ha transformado el proyecto de la patria del pueblo judío en un proyecto conservador, de derecha, racista y de supremacía religiosa judía en el espíritu del tutor de BenGvir, el rabino Meir Kahane. Este partido es hoy la tercera fuerza política de Israel. Este es el significado real y aterrador de las elecciones del martes”.
El futuro
El nuevo gobierno de extrema derecha podría tratar de limitar al poder judicial. Durante la campaña electoral Bezalel Smotrich, líder de Sionistas Religiosos, ya había dado a entender que está presionando para que el parlamento pueda anular por mayoría simple las decisiones del Tribunal Supremo.
Según el diario Haaretz, el Estado de Israel está “al borde de una revolución de derecha, religiosa y autoritaria cuyo objetivo es diezmar la infraestructura democrática de este país”.
Si la nueva coalición logra restringir el sistema judicial, Netanyahu podría ser declarado impune con carácter retroactivo y el gobierno israelí podría entonces decidir por sí mismo qué ciudadanos son o no “leales” y, por consiguiente, quiénes pueden ser deportados.
Ben-Gvir también quiere dar más libertad a la policía para disparar balas reales contra los “terroristas” y concederle la inmunidad en caso de que haya un proceso judicial. Quiere introducir la pena de muerte para los “terroristas” palestinos.
En cualquier caso, para las personas palestinas los tiempos serán aún más duros de lo que ya lo son. Se acelerará la política ilegal de ocupación y se intensificará la represión contra el pueblo palestino. El movimiento de solidaridad debería estar preparado.
Referencias:
–
The
Rise of Israeli Fascism as the Swing Vote in Parliament, and the
Project of Ethnic Cleansing,
Scheerpost
– Far-right
leader Itamar Ben-Gvir emerges as Israel’s kingmaker,
Financial Times
–
Kahanism
Won. Israel Is Now Closing in on a Right-wing, Religious,
Authoritarian Revolution,
Haaretz
–
Glijdt
Israël af naar een extreemrechts ‘Bibistan’?,
De Standaard
– Itamar
Ben-Gvir, veroordeelde ultranationalist steunt comeback Netanyahu,
De Tijd
Nota:
(1) Las personas árabes israelíes son aquellas personas palestinas que no se marcharon o no fueron desplazadas por los ataques terroristas o por el ejército israelí desde la fundación del Estado de Israel en 1948. Representan aproximadamente una quinta parte de la población del Estado de Israel y tienen un documento de identidad israelí.
Este artículo se publicó originalmente en neerlandés
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.