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Vean quiénes son los entrometidos en Líbani

En busca del gobierno perdido

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

«Bush, no vamos a acatar tus órdenes y no queremos tu tutela».

(Frase pronunciada por el Sheij Naim Kassem, Secretario General Adjunto de Hizbollah, en respuesta a la petición hecha por el Presidente Bush al Primer Ministro Fuad Siniora para que ignorara la Constitución y diera paso a su candidato para el cargo de Presidente.)

Quizá a la onceava vez vaya la vencida.

Después de diez intentos fallidos para elegirlo, Líbano continúa aún sin presidente una vez que expiró el mandato de Emile Lahoud el 23 de noviembre pasado. El 29 de diciembre es la fecha fijada para la próxima sesión parlamentaria, en la esperanza de cubrir finalmente la vacante.

Sin embargo, no es, en la actualidad, el problema de la elección del presidente lo que motiva el estancamiento actual. Tanto la oposición como la gobernante Coalición del 14 de Marzo están de acuerdo en que ocupe el cargo la figura del muy respetado jefe del ejército, el General Michel Suleiman. Tampoco hay disputas sobre su disposición a asumir el puesto. De hecho, el gobierno presentó un proyecto de ley que enmendara la constitución y que permitiera que el comandante supremo se convierta en presidente. Entonces, ¿cuál es el problema?

En pocas palabras, la legitimidad misma del gobierno de Siniora.

La oposición, dirigida por Hizbollah, y los seguidores cristianos del Movimiento Patriótico de Liberación del General Michael Aoun, creen que Siniora no tiene autoridad para gobernar tras la dimisión, el pasado año, de los cinco ministros chiíes del gabinete (la constitución libanesa exige que todas las sectas estén representadas en el gobierno). Como consecuencia, las boicoteadas sesiones parlamentarias han impedido el necesario quórum de dos tercios para elegir a Suleiman o a cualquier otro.

Desde el pasado mes, se han venido exhibiendo una serie de finuras diplomáticas encaminadas a conseguir un consenso político a través del cual todas las partes e intereses aparezcan fielmente representados en un nuevo gobierno de unidad. Escarben un poco más profundamente y hallarán cuáles son las mentiras que subyacen en el corazón del impasse político libanés, sucintamente expresadas por el parlamentario Hussein al-Haj Hassan:

«El problema no está en el General Suleiman como candidato de consenso, sino en un grupo (la coalición gobernante) que cambia de postura política según los dictados de EEUU.»

Desde las protestas en Beirut de marzo de 2005 que llevaron en última instancia a la retirada de las tropas sirias del Líbano, el péndulo ha oscilado resueltamente en dirección contraria. El Primer Ministro Siniora, junto con los dirigentes de la Coalición del 14 de Marzo (Saad Hariri, Walid Jumblatt y Shamir Gragea) no perdieron el tiempo y corrieron a congraciarse con la administración Bush y a meter el país en un rumbo decididamente favorable a Estados Unidos.

Esa nueva posición se llegó a adoptar, inquietantemente, cuando Israel arrasaba sistemáticamente el Líbano en el verano de 2006 (con el pretexto de conseguir la devolución de dos soldados israelíes que habían traspasado el suelo libanés). Durante la guerra, que mató a 1.000 civiles libaneses, desplazó a casi un millón de personas -la cuarta parte de toda la población- y devastó deliberadamente la infraestructura civil, Siniora no sólo recibió descaradamente a la Secretaria de Estado Condoleeza Rice en Beirut, sino que lo hizo, además, con besos y sonrisas. Incluso después de que ella hubiera dejado clara que la posición estadounidense ni iba a pedir un alto el fuego ni iba a contener a Israel y, a pesar de la carnicería en curso en aquellos momentos, Rice fue cálidamente recibida.

Más de un año y medio después del final oficial de la guerra, Israel continúa arrancando vidas a los civiles. Los estadounidenses fabricaron y suministraron las bombas de racimo con las que Israel ensució todo el sur del Líbano cuando la guerra ya se había dado por concluida, bombas que permanecen como un recordatorio mortífero de la naturaleza brutal de la infructuosa campaña. Sin más propósito que el de causar la pérdida máxima de vidas en los momentos en que la guerra se acababa, arrojaron indiscriminadamente casi cuatro millones de bombas de racimo por todo el sur del país.

De esa cifra, se estima que un millón de esas bombas permanecen sin explotar, matando e hiriendo actualmente tanto a los niños como a los adultos que inadvertidamente las pisan. Los grupos de derechos humanos han condenado el uso de bombas de racimo por suponer una violación del derecho internacional humanitario, e incluso el Departamento de Estado estadounidense se creyó obligado a decir que su utilización contra los civiles incumplía el acuerdo de venta. [NB: una investigación israelí que ha durado justo un año no halló contravención en el despliegue de bombas de racimo durante la guerra, concluyendo que respondió a «una necesidad militar concreta.»]

El triste legado que EEUU e Israel han obsequiado al Líbano es la mutilación continua de sus civiles, el desplazamiento masivo de su población y la aniquilación de ciudades y pueblos enteros junto con sus carreteras y puentes. La oposición a la administración de Siniora está por tanto buscando asegurar una voz que pueda hablar claro contra las interferencias y agresiones israelíes y estadounidenses y no una que capitule ante ellas. Para garantizar que el Líbano no se convierta en un estado clientelista, como Egipto, Jordania y Arabia Saudí, tiene que exigirse un amplio convenio político que incorpore una serie de equilibrios y controles del poder adecuados sobre el cargo del Primer Ministro.

El parlamentario libanés Hassan Fadlallah observó: «Bush no pisa un país donde no provoque guerras y enfrentamientos. Y está intentando extender su experimento al Líbano«. Para poder poner fin al actual punto muerto, Siniora debe acabar primero con el experimento de Bush. Y eso puede muy bien requerir que empiece por su propia dimisión.

Rannie Aimri es un comentarista independiente sobre los mundos árabe e islámico. Puede contactarse con él en: [email protected]

Enlace con texto original en inglés:

http://www.counterpunch.org/amiri12262007.html