Traducido del inglés para rebelión por J. M.
El trato de Israel a sus ciudadanos judíos más pobres que enfrentan el coronavirus, incluidos los sobrevivientes del Holocausto, es un recordatorio de que este país nos ve como un medio para el objetivo del proyecto sionista. Nada más.
Un sobreviviente del Holocausto con una mascarilla sentado en su porche en Jerusalén el Día del Recuerdo del Holocausto, 21 de abril de 2020. (Yonatan Sindel / Flash90)
Hay un libro en la oficina del primer ministro Benjamin Netanyahu que explica mucho sobre su cosmovisión y particularmente sobre cómo ve al pueblo judío, su enfoque del Día del Recuerdo del Holocausto y su respuesta a la pandemia de coronavirus en curso.
El libro Y todos y cada uno era alguien, publicado en 2013 por el rabino Phil Chernofsky, consta de una sola palabra repetida seis millones de veces: «judío». Según Netanyahu este libro, que el primer ministro ha regalado previamente a un sobreviviente del Holocausto, sirve como un recordatorio de las atrocidades del Holocausto, así como de la constante necesidad de garantizar que tales horrores nunca vuelvan a sobrevenir al pueblo judío.
El Holocausto fue posible -al menos en parte- debido a la reducción por parte del régimen nazi de millones de personas, cada una de las cuales tenía un nombre, rostro, intereses, pasiones, miembros de familia, a una sola causa: su judaísmo. La filosofía de conmemoración de Yad Vashem en parte gira en torno al esfuerzo para resistir a esta reducción y recordar a cada persona como algo más de lo que expresa esta definición limitada. Nos cuenta sobre las vidas de los que sobrevivieron y los que no lo hicieron a través de fotos, sonidos, testimonios y más.
Una imagen del libro Y todos y cada uno era alguien, del rabino Phil Chernofsky. (Captura de pantalla de la página de Facebook del primer ministro Netanyahu)
El libro de Chernofsky, por otro lado -y tal vez involuntariamente- minimiza a las víctimas del Holocausto solo por su judaísmo. Los que perecieron no tienen nombres ni caras. Son judíos y deben ser recordados solo como tales, reducidos a una sola palabra repetida seis millones de veces.
El elogio de Netanyahu del libro de Chernofsky también puede enseñarnos algo sobre la forma en que el primer ministro y sus predecesores nos ven a muchos de los que vivimos en Israel. Para ellos nuestro único propósito es servir como poco más que un número en la «guerra demográfica» de Israel contra los palestinos. Bajo el sionismo nos vemos reducidos solo a nuestro judaísmo, mientras cualquier otro aspecto que nos hace humanos queda completamente eliminado. En cierto sentido, aunque fuimos criados para creer que el proyecto sionista se creó para servir a los intereses de los judíos, parece que a los ojos de este proyecto el propósito de los judíos es servir los intereses del sionismo.
Desde su inicio el sionismo se ha construido sobre una clara jerarquía. Al igual que otras ideologías discriminatorias –como por ejemplo el patriarcado- esta jerarquía viene con un precio no solo para aquellos de la parte inferior de la escalera, sino también para aquellos que disfrutan de los privilegios de estar en la cima. Esto se debe a que cuando las sociedades se construyen alrededor de categorías y clasificaciones rígidas las personas a menudo se ven reducidas a estas categorías. En otras palabras, en lugar de que estas categorías nos sirvan, estamos sujetos a estas categorías y a las ideologías que las dictan.
Piense en la forma en que los hombres deben encajar en los ideales de la masculinidad. Si bien ciertamente disfrutan de los privilegios otorgados a los hombres, siempre serán vistos y juzgados ante todo como hombres, en lugar de como personas con sentimientos, ambiciones y sueños propios. Bajo el patriarcado los hombres que desafían lo que se supone que debe ser y hacer un hombre a menudo pagan un precio por su comportamiento. Bajo el sionismo, como bajo el patriarcado, nuestra categorización como «judíos» supera todo lo demás que nos hace seres humanos plenos.
Este enfoque puede explicar la contradicción entre el papel central que juega el Holocausto en el ethos israelí y la grave situación que enfrentan muchos sobrevivientes del mismo en Israel, algunos de los cuales viven en apartamentos en ruinas sin dinero para alimentos o medicinas. Contribuyen al proyecto sionista principalmente como símbolos, lo que significa que ya han cumplido su propósito, por lo que su sustento real, bienestar y prosperidad ahora pueden ser descuidados por el mismo Estado que se aprovechó de su historia. Al igual que los hombres bajo la masculinidad, el papel limitado creado para ellos por el sionismo no les permite ser reconocidos como seres humanos completos. A pesar de que, supuestamente, están en la cima de la escala ideológica del sionismo, esa ideología, al final del día, siempre tendrá prioridad sobre las personas a las que dice servir.
Este modelo simbólico es también la razón por el cual Netanyahu no tiene problemas para abrazar a los líderes antisemitas de todo el mundo mientras hace un llamado a los judíos que viven en esos países para que emigren a Israel o como lo ha dicho Netanyahu, para «volver a casa». El destino de los judíos que viven en comunidades de todo el mundo se reduce a la cuestión de «aliyah». ¿Podemos contarte en nuestro libro o no?
Policías palestinos e israelíes en la ciudad vieja de Jerusalén, 4 de abril de 2020. (Olivier Fitoussi / Flash90)
Hace tiempo que sabemos que el ethos sionista ha dividido a los que están bajo el dominio israelí en dos categorías: «judíos» y «no judíos». Es esta clasificación la que, desde la fundación de Israel, ha servido como telón de fondo ideológico para su discriminación sistemática contra solicitantes de asilo, migrantes y palestinos, tanto dentro de Israel como en los territorios ocupados. La gestión de Israel de la crisis COVID-19 proporciona otro ejemplo de la jerarquía racial del sionismo, dejando a los palestinos y refugiados especialmente vulnerables a la pandemia.
Sin embargo, la instrumentalización de los judíos por parte del Gobierno israelí no es simplemente un interés nacional en la búsqueda de la construcción del Estado. El brote de COVID-19 en Israel, y la respuesta del Gobierno israelí, revela que el Estado judío, de hecho, no se preocupa mucho ni siquiera por su población judía. Durante el mes pasado el Gobierno israelí condenó a cientos, si no miles de las familias más pobres de Israel, muchas de ellas judías, a la pobreza y el hambre más extremas.
A partir de ahora, cientos de miles de empleados han sido despedidos de sus trabajos con licencia no remunerada, a muchos de los cuales se les ha ofrecido una compensación por desempleo muy por debajo de sus ingresos mensuales regulares. Mientras tanto, los médicos que han sido puestos en cuarentena debido a la exposición al virus han visto sus salarios reducidos a la mitad. El programa principal del Ministerio de Bienestar para ayudar a las familias pobres se ha reducido en un 30 por ciento. Según el Ministerio de Trabajo, alrededor de 9.000 mujeres embarazadas han sido suspendidas o despedidas bajo las regulaciones de emergencia (que desde entonces han sido canceladas) y la mayoría de los israelíes autónomos han sido abandonados casi por completo.
La frustración y la impotencia de muchos se resumió en un video que circula en las redes sociales con Yuval Carmi, propietario de un puesto de falafel en la ciudad obrera de Ashdod, que apenas puede contener las lágrimas mientras es entrevistado fuera de su negocio unos minutos después de enterarse de que la policía no le permitió abrir debido a restricciones de cuarentena. Su reacción capturó la profunda frustración e impotencia de tantos israelíes durante el mes pasado (video)
El trato de Israel a sus ciudadanos judíos más pobres y la lección que podemos aprender del libro almacenado en la oficina de Netanyahu, revela las formas en que la reducción fría y deshumanizante de todos los que están bajo el Gobierno israelí a judíos y no judíos también nos afecta a los judíos. Nos ve como un medio para el fin del proyecto sionista. Como una palabra en un libro, nada más. No somos nada más que judíos para este Gobierno. Tenemos sentido cuando estamos vivos como ciudadanos judíos en un estado judío. Tenemos otro tipo de significado cuando estamos muertos. Pero este significado parece comenzar y terminar con un recuento de palabras. La mayoría de nosotros, la mayoría de las veces, no somos vistos por este Gobierno como personas. No en el significado completo de la palabra.
Lihi Yona es una aspirante a doctorado en ciencias jurídicas en la Facultad de Derecho de Columbia que se centra en el derecho laboral y la teoría racial en Israel y los Estados Unidos.
Fuente: https://www.972mag.com/on-holocaust-remembrance-day-we-deserve-to-be-more-than-just-jews/
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