Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
Este es el primero de varios envíos basados en el diario sobre la reciente visita familiar del autor a Israel-Palestina
Cumpleaños en Sion
Es mi cumpleaños (14 de abril). Viajo hoy con mi familia por una semana de visita familiar y vacaciones en Israel. Regreso al lugar donde nací hace 47 años, específicamente, el kibutz Givat Haim Ichud.
Esta foto es del aeropuerto. El afiche dice «el Parlamento formatea a la sociedad israelí». De hecho, y viceversa, y qué realidad más triste. No hay más declaraciones.
Cartel en el aeropuerto israelí alabando el Parlamento
La mayor parte de mi familia vive en el kibutz. Esta es una foto del jardín de infantes al que fui, «Gan Dekel». En mi tiempo, no tenía esa cerca. Me recordó la vieja canción en hebreo de Yoni Rechter: «No es tan agradable ver un jardín de infancia cerrado».
Jonathan Ofir en el jardín de infantes del kibbutz. Abril 2019
En ese momento, los niños dormíamos colectivamente en esos jardines de infancia. En realidad, también así era en la guardería, desde que teníamos pocos meses de edad. Era esa la sociedad socialista del sionismo laboral, donde los padres tenían que aprovechar al máximo el tiempo de trabajo. Cuando tenía 9 años, el sistema cambió aquí, y los niños pequeños dormían en casa y solo dormían colectivamente en la escuela secundaria.
La caseta de vigilancia donde se realizaban las tareas por turnos
La tercera foto es de la pequeña choza donde había dos padres se rotaban para hacer la guardia nocturna, ellos tenían parlantes conectados a los tres jardines de infantes y alrededor de 10 guarderías (más de 100 niños), para poder oír si un niño estaba llorando. Ellos lo calmaban y volvían al lugar de la guardia.
Tengo pocos recuerdos de esa época. Uno de ellos se junta con mi mamá que estuvo en esas guardias por un corto tiempo. Había un ritual de hacer papas fritas a última hora de la noche, y recuerdo que, probablemente tenía 5 años. Casi no recuerdo nada del resto, aunque esa experiencia fue, de alguna manera, relevante.
La sociedad kibutziana no es una porción tan grande de la sociedad israelí, siempre ha sido alrededor del 5%. Pero fue una sociedad de influencia decisiva dentro del movimiento sionista laborista que lideró Israel durante sus primeras tres décadas. David Ben-Gurion era un miembro de kibutz. Los kibutzim representaban el asentamiento sionista (muchos de ellos construidos sobre ruinas y tierras palestinas, como señaló Moshe Dayan, también un kibbutznik, y el espíritu sionista del kibutz era generalmente muy militante. Históricamente, los kibutzniks representaban al doble de su proporción social en unidades de combate, así como en muertes en combate. Mi tío murió en la guerra de octubre de 1973 en la península egipcia ocupada de Sinaí. Fue uno de los ocho kibutzniks que murieron en esa guerra, de los aproximadamente 180 que fueron llamados a pelear.
Este es el trasfondo social en el que nací y del que vengo. Aunque me formó con su propio empuje, también me formaron reflexiones sobre él, a menudo a través de la negación de ciertos aspectos con los que me crié.
Un aspecto estaba completamente ausente de mi conciencia en mi infancia, uno que sigue siendo importante de la negación israelí en general: los palestinos. Fue solo en una etapa posterior de mi vida que comencé a crear conciencia sobre esto y sobre lo importante que es esta negación para la continuación del colonialismo israelí (este último también está sujeto a la negación social masiva).
Aquí es donde comencé a reflexionar sobre cómo me criaron y sobre dónde vine a ver todo lo que había experimentado antes bajo una nueva luz.
Qaqun y los cactus
Pasaba con mi familia cerca de la ciudad palestina de Qaqun, demolida y étnicamente depurada. Los perímetros de la ciudad están claramente marcados por los cactus. Les señalé a mis hijos: «observen los cactus, que están marcando las fronteras de Qaqun…»
Antes de concluir mi explicación, una persona que estaba con nosotros decía: «Sí, cuéntales sobre ‘sabras'» (un término que los israelíes usan para describir a los israelíes judíos que nacieron en Palestina). No cedí a la interrupción y continué: «Este es uno de las cientos de aldeas palestinas que fueron destruidas en 1948, pero sus cactus permanecieron».
Luego, la persona agregó, «Lo que quería que dijeras, era sobre los ‘sabras'». Y la explicación fue, «Los que nacimos en Israel nos llamamos ‘sabras’, como los cactus, porque tenemos espinas en el exterior pero somos suaves y dulces en el interior» (estos cactus tienen frutas dulces).
Mencioné que estos cactus en realidad no son originarios de Palestina sino que llegaron aquí alrededor del siglo XVI desde Sudamérica.
Todo lo que dije parecía ser espantoso para la persona. Pero ya ves, todo es irónico. Se supone que la noción de «sabras» es la marca para ser «indígena». Sin embargo, el hebreo ‘tzavar’ (en fonétic) es en realidad una apropiación cultural del árabe sabr, el nombre que los palestinos aplican a estas plantas. Tal fue el caso con tantas «hebraizaciones» de los nombres de las aldeas palestinas, como parte de la eliminación colonialista de Palestina, como lo señaló el exministro de Defensa, Moshé Dayan:
Ni siquiera sabes los nombres de estas aldeas árabes, y no te culpo porque los libros de geografía ya no existen; no solo no existen los libros sino que las aldeas árabes tampoco están allí. Nahlal se levantó en el lugar de Mahlul; Kibbutz Gvat en el lugar de Jibta; Kibbutz Sarid en el lugar de Huneifis; y KefarYehushu’a en el lugar de Tal al-Shuman. No hay un solo lugar construido en este país que no tuviera una antigua población árabe.
Y más allá de eso, el sabr ni siquiera es indígena de Palestina. Pero eso realmente no importa, porque los palestinos lo usaron y los sionistas usaron el nombre que les dieron y su concepto para reescribir la historia, robando a los palestinos su pertenencia indígena y marcando al «nuevo judío» (el colonialista sionista) como una persona indígena profundamente arraigada que ha «regresado» y ha plantado nuevas raíces en Eretz Israel, supuestamente conectadas a tiempos inmemoriales.
(Eitan Bronstein Aparicio y Eléonore Marza Bronstein han escrito sobre Qaqun en su libro Nakba en hebreo (ahora en hebreo y francés, ojalá pronto en inglés).
Lifta, una historia de desposesión y negación
Hoy, como parte de una visita a Jerusalén con la familia, decidimos detenernos y visitar Lifta, la ciudad palestina étnicamente limpiada (1948), ubicada en las colinas de las afueras de Jerusalén, al-Quds.
Esta es la primera vez que visito Lifta, aunque la he examinado detenidamente en la fotografía de 360 grados. Hubiera querido visitar allí con los descendientes de sus residentes, pero para los palestinos a menudo es un problema y un temor si Israel los deja pasar por la frontera, incluso con un pasaporte extranjero. De manera que me sentí como si estuviera, de alguna manera mística, visitando a estas personas y con ellas.
Tienes que entender lo extraño que es llegar a este lugar. Google Maps conoce la ubicación, pero no se puede llegar directamente por una carretera como tal. La carretera no identifica una parada, debes girar a otra carretera, pasar por la ubicación del pueblo, hacer un giro en U, ingresar a una carretera lateral con un pequeño cartel discreto que dice Lifta, detenerte en una carretera estrecha sin pavimentar ya que no hay aparcamiento real, y bajar por caminos para llegar al pueblo.
Cuando haces esto, tienes la clara sensación de que Israel no tiene interés en que visites este lugar.
Pero este lugar es precioso y está escondido justo debajo de la carretera principal. Mira las fotos de cómo las muchas casas restantes se mezclan con las colinas y el manantial con la piscina, donde también se bañaba un grupo de jóvenes visitantes que hablan árabe.
Este lugar lanza un hechizo. Y puedes imaginar por qué y cómo estas personas y sus descendientes quieren regresar allí. Caminé para reconstruir el pasado de este maravilloso pueblo en mi mente, antes de que llegara a su abrupto final en 1948. Y colonos ilustrados, como Amos Oz, me sermonean sobre la’enfermedad’ de la «reconstritis» (ver referencia aquí). En una de sus últimas conferencias antes de su muerte el año pasado, Oz describió cómo se había dirigido a un intelectual palestino en Francia, un descendiente de refugiados de Lifta. Oz recuerda:
Estás enfermo, le dije al hombre. Y también le diagnostiqué la enfermedad. Aquellos que tienen educación médica o paramédica, sacan el cuaderno y escriben: Usted está enfermo de Reconstritis. Estás buscando en el espacio lo que has perdido en el tiempo.
Oz no condena al hombre por anhelar o perder a Lifta. Su sugerencia es simplemente escribir un libro:
Si tanto extrañas a Lifta, escribe un libro. Haz una película. Escribe una obra de teatro. Escribe una investigación. Busca lo que has perdido en el tiempo, no en el espacio… ¿Extrañas tu infancia? Eso está bien, pero si empiezas a comportarte como un niño de 5 años [Oz está literalmente gritando aquí] debido a los anhelos de tu infancia, ¡tienes que ser hospitalizado!
Pero la realidad es que Oz entendió muy poco. Lo que vi hoy en Lifta significó más que cualquier cosa que haya visto en el Israel moderno, ninguna arquitectura colonialista chovinista puede vencer esto. Y está más allá de las piedras y de las casas. Podía escuchar las campanas de las cabras, podía escuchar el manantial como el intelectual palestino con el que Amos Oz estaba hablando y se burlaba de que estaba «enfermo». Y Oz le advirtió que si todas las personas regresaran, habría un gran atasco de tráfico y estacionamientos que arruinarían la escena. Qué patético.
Le digo que si Lifta realmente sirviera un interés sionista (en lugar de ser un recordatorio de crímenes), puede apostar que habría un buen estacionamiento en la parte superior, una carretera asfaltada con acceso desde la autopista, grandes señales y todo el resto de esto. Pero Lifta es algo que los sionistas quieren olvidar y quieren que los palestinos también lo olviden.
Jonathan Ofir. Músico, director de orquesta y blogger/escritor israelí radicado en Dinamarca.
Fuente: https://mondoweiss.net/2019/04/childhood-kibbutz-palestinians/
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión.org como fuente de la traducción.