Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Amal Al-Aya, la joven directora de un colegio en la ciudad de Gaza, está luchando para que siga funcionando la Escuela de Enseñanza Primaria para Niñas Hassan Salama y que sus 800 anhelantes alumnas puedan empezar el nuevo año escolar. Se avisó a todas sus profesoras que se presentaran a trabajar el sábado 2 de septiembre, pero sólo la mitad llegaron a dar clase, debido a que los funcionarios palestinos mantienen una huelga ilimitada en demanda de los salarios pendientes de pago desde hace seis meses.
La Escuela Hassan Salama carece de agua y electricidad desde que Israel destruyera, el 28 de junio pasado, la principal central eléctrica en la Franja de Gaza. Este verano, Al-Aya se encontró con su escuela saqueada por ciudadanos desesperados en busca de agua. «Robaron las cañerías, los filtros para el agua y las líneas telefónicas», dice Al-Aya, que no ha recibido aún ninguna ayuda del gobierno dirigido por Hamas. «Cuando elegimos a Hamas pensamos que las cosas cambiarían para mejor. La gente solía decir que Fatah robaba el dinero, pero al menos tenían dinero».
La huelga ha afectado a 40.000 profesores y a otros 45.000 funcionarios, incluidos los trabajadores sanitarios. El lunes 4 de septiembre, la mayoría de los colegios y las oficinas de la Autoridad Palestina (AP) aparecían cerradas tanto en Cisjordania como en Gaza y, en su conjunto, la huelga ha conseguido mayor apoyo en Cisjordania, donde los dirigentes sindicales son más fuertes. En la Escuela de Enseñanza Primaria Moyan Beseso, en Shujayah, Mohamed Al-Hateny, el director de la escuela, informó a los profesores que eran libres de hacer huelga, aunque muchos profesores de Gaza dijeron que fueron amenazados con la expulsión o con violencia física si participaban en la misma.
Hamas se implicó en una activa campaña para frustrar la huelga. El viernes, los dirigentes de Hamas enviaron a las mezquitas de toda la Franja un mensaje que explicaba que ir a la huelga contra el gobierno sólo beneficiaría a Israel. «Los trabajadores y profesores tendrán derecho a ir a la huelga en el futuro, pero ahora deberíais dirigir esa huelga contra estadounidenses e israelíes», gritó Ahmed Baher, el actual portavoz del Consejo Legislativo Palestino, dirigiéndose a la muchedumbre tras la plegaria del viernes en la Ciudad de Gaza. «Necesitamos actuar unidos y, si el Presidente Abbas trabaja junto al gobierno de Hamas, podremos encontrar una solución», manifestó.
Algunos palestinos en Gaza han perdido la paciencia. «Esta es una huelga consciente. Veinte personas de mi oficina tienen el doctorado», dijo Sami Drabih, de 32 años, director de desarrollo sostenible en Gaza para el Departamento por la Calidad del Medio Ambiente de la AP, que se encuentra entre unos 100 empleados también de los ministerios de agricultura y sanidad que hacen huelga en la Ciudad de Gaza. «El Norte de Gaza está al borde del colapso. Las plantas de tratamiento de aguas residuales no funcionan y hemos construido albercas al aire libre para esas aguas y ahora el agua potable se ha contaminado», advirtió Drabih.
«Nos hemos quedado sin dinero, hemos agotado los ahorros y la comida es ahora nuestra prioridad fundamental», gritó Osama Mohamed, un ingeniero del ministerio de agricultura.
El alcalde de la Ciudad de Gaza, Maged Abu Ramadan, está tratando de apalancar impuestos y pagos que el Ministerio de Hacienda de la AP debe a su ciudad en un esfuerzo de última hora para pagar una parte de los salarios, apaciguar a los trabajadores del ayuntamiento y evitar así un desastre humanitario grave. «Intentaré convencer a los empleados para que no suspendan los servicios relativos al suministro de agua y al tratamiento de aguas residuales, de que están moralmente obligados», dice Abu Ramadan. Tras una semana de huelga que dejó a la Ciudad de Gaza cubierta de montones de basura putrefacta en medio de las sofocantes temperaturas veraniegas, los basureros volvieron a trabajar el sábado.
Según el Ministerio de Sanidad de la AP, hasta el domingo 3 de septiembre han muerto 257 palestinos y ha habido 1.280 heridos como resultado de la larga incursión israelí en Gaza, que dura ya 11 semanas, supuestamente para detener el lanzamiento de cohetes Qasam hacia Israel y para asegurar la devolución de un soldado israelí capturado por Hamas el 25 de junio pasado.
El miércoles 6 por la mañana, las fuerzas israelíes se retiraron del área de Shujayah de la Ciudad de Gaza, dando fin a una incursión de cuatro días de duración que dejó un saldo de 20 palestinos muertos y otros 30 heridos. Las fuerzas israelíes informaron que habían descubierto un túnel de 150 metros de largo que una facción palestina había intentado utilizar en una operación contra el Cruce de Karni – el único punto comercial de Gaza y que casi siempre está cerrado, lo que provoca graves deficiencias en los abastecimientos de necesidades básicas.
Según Israel, no están volviendo a ocupar Gaza. Dicen que lo que están haciendo es entrar en una zona durante dos o tres días para enfrentarse a los militantes y buscar túneles o escondites y después retirarse. Las fuerzas israelíes están todavía presentes en Gaza y el sábado 2 invadieron Beit Hanun, al norte, el campo de refugiados de Yabalia, cercano a la Ciudad de Gaza. Hamas dice que la ofensiva israelí había sido planificada mucho antes del secuestro del soldado, con el objetivo de derrocar a su gobierno.
Todos los pasos de frontera a Gaza permanecen cerrados, lo que estrangula la economía palestina. El domingo 3, Karni llevaba ya cerrado 17 días, provocando escasez de productos básicos y suministros alimentarios y convirtiendo el cruce en un elemento de frustración para la población de Gaza. Rafah, el único paso al exterior está también cerrado. Bajo los términos del «Acuerdo sobre Movimiento y Acceso» auspiciada el pasado mes de noviembre por la Secretaria de Estado de EEUU, Condoleeza Rice, se supone que los cruces tienen que estar abiertos ininterrumpidamente. Las aperturas fueron ya esporádicas incluso antes de que el gobierno de Hamas llegara al poder.
Mientras tanto, Gaza permanece en la oscuridad. Según Rafiq Maliha, administrador del proyecto de la Compañía Generadora de Energía de Gaza, se ha firmado un acuerdo entre la AP y una compañía de construcción egipcia, El Maco, para importar de Egipto esta misma semana un serie de transformadores nuevos y usados, financiados por Suecia, aunque la importación del material está sometida aún al permiso de Israel. Llevará de cuatro a seis semanas recuperar la producción y las reparaciones que se logren hacer sólo podrán restaurar el 35% de la capacidad total de la planta.
Donantes de todo el mundo prometieron enviar 500 millones de dólares de asistencia a los palestinos en una conferencia de ayuda mantenida en Suecia el pasado 1 de septiembre para aliviar la grave situación humanitaria en Gaza, que empeoró cuando la atención mundial volvió sus ojos al Líbano. Unos 114 millones de dólares de las sumas prometidas se reservarán para ayuda humanitaria, pero sólo se han comprometido 55 millones de dólares para el llamamiento de urgencia de Naciones Unidas que fue el punto central de la conferencia, aumentando la preocupación de que ese dinero llegue a proporcionar asistencia inmediata. Arabia Saudí ofreció 250 millones de dólares, la mayor donación.
La raíz de la crisis humanitaria proviene de la decisión de Israel de retener 54 millones de dólares de ingresos mensuales por impuestos debidos a la AP como castigo por la victoria electoral de Hamas y en violación del Protocolo de París, firmado en 1994, conjuntamente con los Acuerdos de Oslo.
Jan Egeland, director de la ayuda humanitaria de Naciones Unidas, advirtió en la Conferencia que la situación de deterioro en Gaza se ha convertido en «una bomba de relojería». ¿Puede desactivarse esa bomba? Fatah y Hamas confían en que la formación de un gobierno de unidad nacional levante el embargo internacional, permitiendo a la AP recibir fondos y pagar los salarios. Sin embargo, si los diputados de Hamas continúan ostentando puestos en el gabinete y rechazan las condiciones del Cuarteto -fundamentalmente el reconocimiento del estado de Israel y la renuncia a la resistencia armada- es probable que el embargo continúe.
«Incluso aunque el gobierno dirigido por Hamas acepte las tres condiciones del Cuarteto, Israel no respetará el acuerdo y nada cambiará…. El problema es que Israel piensa que debe ocupar y controlar este país», declaró Ahmed Helles, antiguo dirigente de Fatah en Gaza. Las fuerzas israelíes han asesinado a 10 miembros de la familia Helles, incluyendo a dos de sus sobrinos, en Shujayah, a lo largo de la última semana.
Texto original en inglés:
http://weekly.ahram.org.eg/2006/811/re61.htm
Sinfo Fernández es miembro del colectivo de Rebelión