Recomiendo:
0

En la muerte del filósofo, profesor, maestro y polímata Antoni Domènech

Fuentes: Rebelión

Temprano levantó la muerte el vuelo/ temprano madrugó la madrugada/ temprano está rodando por el suelo/ (Miguel Hernández, Elegía a Ramon Sijé)   Antoni Domènech (1952-2017), uno de los grandes filósofos españoles de estas últimas décadas y, en mi opinión, de todos los tiempos, nos dejó la noche de este pasado domingo. La nota y […]

Temprano levantó la muerte el vuelo/ temprano madrugó la madrugada/ temprano está rodando por el suelo/

    (Miguel Hernández, Elegía a Ramon Sijé)

 

Antoni Domènech (1952-2017), uno de los grandes filósofos españoles de estas últimas décadas y, en mi opinión, de todos los tiempos, nos dejó la noche de este pasado domingo.

La nota y fotografía que han publicado sus amigos y compañeros de la revista Sin Permiso, una de sus más queridas e importantes aportaciones, son estas : «Antoni Domènech, editor general de Sin Permiso, ha muerto hoy domingo, 17 de septiembre de 2017. A partir de las 17h. del martes, estará en el tanatorio de Sant Gervasi (Barcelona). El funeral y acto de despedida serán el miércoles 20 de septiembre a las 12:45h en el mismo tanatorio». 

Filósofo siempre, profesor, maestro de estudiantes y ciudadanos, introductor de autores esenciales, excelente y admirado conferenciante, reconocido filósofo de la ciencias sociales, autor de decenas y decenas de artículos imprescindibles que muchos de nosotros guardamos en nuestra memoria (y que se guardarán para siempre, sin ninguna duda, en la memoria de la historia de la filosofía española), traductor riguroso y selectivo, editor general de sin permiso además de asiduo colaborador tiempo atrás -una de las almas más bien- de las revistas Materiales y mientras tanto, ciudadano antifascista siempre comprometido, defensor -y pensador original- de un socialismo realmente transformador, el traductor de Wolfgang Harich (uno de sus maestros junto a Manuel Sacristán y Ernst Tugendhat) es autor de dos de las obras más importantes que la filosofía española ha generado en estos últimos años: De la ética a la política. De la razón erótica a la razón inerte (Crítica, 1989), su tesis doctoral, y El eclipse de la fraternidad. Una revisión republicana de la tradición socialista (Crítica, 2004).

No es momento de hacer un balance de su obra (amigas, amigos, compañeros y discípulos suyos mucho más cercanos que yo están en mejores condiciones) pero sí, tal vez, de dar cuenta de la altura humana de este gran filósofo, de este polímata, de este pensador profundo y singular como pocos. Algunos ejemplos.

Hace ya algunos años me pasó un manuscrito elaborado de El eclipse de la fraternidad. Me pidió opinión. ¿Qué podía decirlo yo, deslumbrado como estaba, sobre aquel texto tan soberbio, tan inusual ? Opté por leerlo con calma, con mucha calma, tomar notas y señalarle, básicamente, algunas erratas. Nada más, nada sustantivo. Después de enviarle mi e-mail con las notas de lectura , me llamó, fue una llamada larga desde un restaurante en el que estaba cenando con su hija , para agradecerme mi interés, mi trabajo y mis comentarios. Dejó constancia de ello, junto con los nombres de muchos otros amigos, en la presentación del libro.

Pocos meses después le importun amos . Xavier Juncosa, Joan Benach y yo mismo estábamos haciendo «Integral Sacristán». Queríamos entrevistarle sobre su maestro, amigo y compañero. No lo dudó ni un instante. Nos citó en su despacho de la Facultad de Económicas . Le filmamos, d e eso se trataba . Pensábamos en 50 minutos, en una hora como máximo. Nos equivocamos. La convers ac ión parecía interminable. Un tema nos llevaba a otro y este último a otro complementario. Tres horas en total. Algu nos momentos, muy pocos, no pudimos incorporar más, aparecen en algunos de los documentales de Integral. Pero v ale la pena, no es cortesía ni exageración, ver la entrevista completa. Es un goce intelectual, político y humano de primera magnitud.

Toni Domènech tenía el detalle de enviar a sus amigos un regalo para fin de año. Normalmente era poemas o textos escogidos . El mismo lo traducía. Un o de esos año s, tal vez fuera en 2008, nos regaló su traducción de la «Loa a la dialéctica». Le pedí permiso para usarla. E s el texto que cierra Sobre dialéctica , un libro póstumo de Manuel Sacristán editado por El Viejo Topo que creo que no le disgustaba.

La última vez que coincidimos fue en la presentación de la tesis doctoral de un amigo común, Manel Pau, un trabajo de metodología de la ciencia, con aristas políticas, que él mismo dirigió. Agradable como siempre, humano como siempre, enseguida que me vio me preguntó por la salud de mi hijo. Sólo después pasamos a otros temas que nos preocupaban. No dejó de aconsejarme con cuidado y amistad.

Conferenciante brillante como pocos, un sábado de hace años le fui a escuchar a una escuela de formación del PCC. Eramos muy pocos. Unas diez, doce personas. Viejos militantes con décadas de lucha detrás. Toni habló con el rigor, con el conocimiento, con la belleza de siempre si se me permite, y respondió con la máxima cortesía y delicadeza a algunas preguntas formuladas al viejo-estilo. A pesar de su distancia política en determinados puntos, nunca dejó de querer y admirar a los resistentes antifascistas y comunistas democráticos, una tradición de la que él mismo fue parte activa durante años, pero nunca, eso sí, un activista cegado, callado o prudente en sus formulaciones críticas. Ser incómodo en ocasiones, cuando fue necesario, fue uno de sus valores morales más apreciados.

Después de su intervención en este seminario sabatino, me convidó a tomar algo. Hablamos… mejor dicho, habló de Brecht y, casi al final, me recitó en alemán (al poco cambió de idioma) un poema que yo entonces desconocía. Le gustaba, me dijo. Hacía mirar y pensar en otro Brecht. «Satisfacciones» es su título.

Lo escribo ahora de memoria, en su honor. Es traducción, si no ando errado, de otro germanista como él, Vicente Romano, otro compañero no olvidado que nos dejó hace unos tres años.

La primera mirada por la mañana al despertarse

El viejo libro vuelto a encontrar

Los rostros entusiasmados

Nieve, el cambio de estaciones.

El periódico, un perro, la dialéctica.

Bañarse, nadar, música antigua.

Zapatos cómodos, comprender, música nueva

Escribir, viajar, plantar,

sentir, y ser amables.

El, sin renunciar nunca a la mirada crítica, a ser incómodo cuando era necesario, quiso serlo, quiso ser amable. Y le entusiasmaron, siempre, los rostros entusiasmados por ideales de libertad, equidad, feminismo, dignidad, resistencia… y fraternidad.

Abrimos y cerramos ahora con Miguel Hernández: Que tenemos que hablar de muchas cosas,/ compañero del alma, compañero.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.