Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Christopher King mira más allá del reciente crimen contra la humanidad perpetrado por Israel, el asesinato en aguas internacionales de varios trabajadores de la ayuda humanitaria para Gaza. Afirma que ya es hora de aceptar el hecho de que Israel es una entidad fundamentalmente ilegal y que la única oportunidad para la paz está en un único Estado en Palestina compartido por árabes palestinos y judíos.
Anthony Blair dijo por televisión antes de invadir Iraq: «Bien, ¡no vamos a matar a tanta gente como Saddam!» Subestimaba su capacidad. Las sanciones habían asesinado ya a medio millón de niños iraquíes y la invasión estadounidense que Blair vendió a su país y a Europa ha asesinado ya a más de un millón de personas, ha originado entre cuatro y cinco millones de refugiados y ha devastado todo un país. Esta guerra criminal se vio posteriormente enriquecida por el trabajo estadounidense e Israel la presentó con un millón de dólares.
Al crear el campo de concentración de Gaza donde se permite que organizaciones humanitarias hagan llegar alimentos a millón y medio de palestinos en una cantidad calculada como el mínimo necesario para mantener la vida, Israel está desafiando los logros nazis de forma muy parecida. Israel afirma que no raciona la comida a Gaza en función de ese mínimo, pero lo cierto es que esos cálculos existen. Debemos sacar nuestras conclusiones del hecho.
La acción de Israel al atacar la flotilla de ayuda humanitaria que trataba de romper el ilegal bloqueo contra Gaza no es más que pura y dura piratería con consecuencia de asesinato. Se ha informado de que murieron asesinadas al menos nueve personas, aunque quizá sean diecinueve o más. Uno no puede comprender por qué la comunidad internacional tolera la existencia de este régimen y mucho menos que EEUU le apoye y proteja en la forma en que lo hace.
Israel se estableció a partir de una base terrorista. Podríamos rememorar que entre 1944 y 1948, cuando se declaró el Estado de Israel sobre territorio palestino, las bandas terroristas judías asesinaron a unos 280 soldados británicos y expulsaron de su tierra a cientos de miles de palestinos.
La hostilidad de los Estados árabes vecinos de Israel no se debe a ningún antisemitismo. Es la oposición a la confiscación, mediante asesinato, de la tierra palestina por los judíos desde 1944 hasta el momento actual. Si a los desposeídos palestinos y a sus descendientes se les permitiera volver y las Naciones Unidas lograran que se les indemnizara y se les devolviera parcialmente su tierra, habría paz en Palestina y en el Oriente Medio. Los palestinos están dispuestos a compartir su país de forma equitativa con los judíos.
Ésta es la solución de un Estado único. Merecería bien la pena que la Unión Europea lo facilitara invirtiendo en ello los fondos equivalentes a lo gastado en sus guerras en Iraq y Afganistán. La solución de los dos Estados está muerta y finiquitada debido al saqueo israelí de la tierra fuera de sus fronteras y a la apropiación de los recursos hídricos palestinos. Lo que queda ya de la tierra palestina es equivalente a los bantustantes que el gobierno del apartheid sudafricano reservó para los africanos en las zonas del país que no quería. Cualquiera que promueva ahora un Estado palestino separado, o es un ignorante de los hechos reales sobre el terreno o no tiene un interés sincero por la paz ni la justicia en Oriente Medio.
El ataque de Israel contra Gaza perpetrado desde el 27 de diciembre de 2008 al 18 de enero de 2009, con tanques, artillería, aviación de combate, helicópteros, cohetes, bombas y misiles de fósforo blanco, así como soldados con el habitual armamento, se llevó las vidas de más de 1.400 palestinos. Estas acciones asesinas por parte de un ejército mecanizado y bien pertrechado contra el gobierno de Hamás en Gaza, que contaba con unos cuantos cientos de combatientes con rifles, dispusieron del apoyo de los dirigentes religiosos y civiles judíos en el Reino Unido y otros países. Desde entonces Israel viene imponiendo un bloqueo que está matando de hambre a Gaza, a la vez que le niega suministros sanitarios, fuel, electricidad, materiales de construcción y, en realidad, todo.
Israel sostiene que el bloqueo es necesario para refrenar a Hamás. Hamás es, por supuesto, el gobierno legítimo democráticamente elegido de Palestina que salió de las elecciones promovidas por Estados Unidos e Israel. No importa que a ellos no les gustara ni desearan ese resultado. Sin duda, el objetivo de unas elecciones democráticas es que el pueblo exprese qué es lo que quiere. La respuesta de Estados Unidos a esas elecciones demostró al mundo que su misión de extender la democracia a los ignorantes y oprimidos del mundo no es más que un fraude y una farsa. No hay pueblo sobre la tierra más oprimido que los palestinos de Gaza. Así es, la mayoría de los gazatíes no son originarios de Gaza. Unas tres cuartas partes llegaron ahí tras ser expulsados de sus hogares en Israel durante pasados conflictos. Israel les prohíbe a ellos y a sus descendientes volver a los hogares y tierras de los que se han apropiado los judíos. Es un delito común -robo y asesinato- a escala monumental.
En realidad, el objetivo del bloqueo de Gaza es matar a base de hambre y agresión por medios militares a la población, hasta conseguir someterla y que acepte las proclamas de Israel sobre la tierra de la que les ha desposeído. Israel afirma que el objetivo de la flotilla de ayuda que acaba de asaltar era deslegitimarle. Los judíos no han tenido nunca derecho legítimo alguno sobre Palestina. Israel es simplemente un refugio de terroristas. El único pueblo que puede posiblemente legitimar la existencia de Israel son los palestinos e incluso ellos no pueden legal y absolutamente hacerlo así mientras sigan bajo la dureza extrema de una ocupación militar, ataques y privaciones.
El Centro Simon Wiesenthal acusó al cardenal Martinho, un crítico de la conducta de Israel, de «utilizar el lenguaje de alguien que niega el Holocausto», un nuevo término para vilipendiar a los críticos de Israel. La firme respuesta del cardenal fue la siguiente: «Pueden decir lo que les parezca. Yo digo, viendo las condiciones en las que vive el pueblo palestino, que esas condiciones van contra la dignidad humana. Lo que está sucediendo estos días me llena de horror».
El bueno del cardenal tiene razón. Desde la invasión de Gaza, que fue cuando hizo esos comentarios, las condiciones han empeorado gravemente.
Los asesinatos cometidos en la flotilla humanitaria a Gaza son a la vez una tragedia y un crimen internacional. Israel debe responder por ellos. El mundo está ahora empezando a ver ese refugio de terroristas como lo que realmente es.
Con ese patrocinador que tienen, los Estados Unidos, que no cesa de causar estragos en Iraq, Afganistán y Pakistán, Israel está planeando atacar Irán. Irán no es amigo de los ladrones de tierras y asesinos israelíes, ¿por qué debería serlo, Irán o quien sea? Para EEUU, como patrocinador de Israel, apropiarse de las reservas de gas y petróleo de Irán es parte de sus planes estratégicos para apoyar su economía en crisis. Al igual que en el golpe de 1953 de la Agencia Central de Inteligencia de EEUU, que derrocó al democrático gobierno de Mossadeq, EEUU quiere el petróleo de Irán. Ese golpe muestra una vez más las mentiras de las proclamas estadounidenses de apoyar la democracia.
La acusación de que Irán tiene un programa de armas nucleares no tiene fundamento alguno. Ni puede apoyarse en las inspecciones de la Agencia Internacional de la Energía Atómica ni en los propios servicios de inteligencia y seguridad estadounidenses. Es una mentira política promovida tanto por Israel como por la administración Obama y la anterior administración Bush.
Hay hombres y mujeres de buena voluntad en Israel que con honradez comparten los objetivos del judaísmo, del cristianismo y del islam. Al vivir como lo hacen sobre la tierra robada a los palestinos, es su responsabilidad primordial hacer que los israelíes recuperen el buen sentido. Israel, como Estado religioso y racista implantado sobre tierra robada, no tendrá nunca legitimidad. Esa legitimidad es imposible.
El futuro está en compartir equitativamente la tierra con los palestinos y así vivir en paz. Cualquier otra alternativa no sería más que una inmensa tragedia también para los israelíes y para el desarrollo del antisemitismo hacia los judíos. Estamos ya cansados de tanta estupidez. Todo será consecuencia de sus propias acciones.
Christopher King es profesor universitario jubilado y asesor en gestión y marketing.
Fuente: http://www.redress.cc/
rCR