Cuando Israel y sus dirigentes hablan de la situación y sus conflictos en la zona, se refieren sólo a su seguridad, repitiendo el tic estadounidense y, siendo los más fuertemente militarizados, tienen miedo, viven atemorizados, no viven. Nunca relacionan paz con seguridad o viceversa, porque israelíes y estadounidenses han hecho del poder y de la […]
Cuando Israel y sus dirigentes hablan de la situación y sus conflictos en la zona, se refieren sólo a su seguridad, repitiendo el tic estadounidense y, siendo los más fuertemente militarizados, tienen miedo, viven atemorizados, no viven. Nunca relacionan paz con seguridad o viceversa, porque israelíes y estadounidenses han hecho del poder y de la fuerza bruta su ideario, su ley suprema, incluido el ataque preventivo, convirtiendo las relaciones internacionales en torneos de lucha, donde nada se negocia: se impone o se llega a la violencia, sin importar para nada el Derecho Internacional, incluidos los derechos humanos, véase sino, si es que hay algún conflicto en el qué no estén implicados.
La ocupación militar israelí, tiene como objetivo su expansión territorial expulsando a los palestinos al vacío; no es ningún «conflicto», es una violación del Derecho Internacional. Es la «correcta» Política Internacional que repiten los comentaristas oficiales según el guión que justifica el caos existente, por la agresividad palestina, resolviendo así el problema, y quedando a salvo la responsabilidad israelí, cuya ocupación intentan camuflar yendo de víctimas, como si fueran una indefensa ONG que es agredida, mientras que a los violados y ocupados, les acusan de agresores.
En la primera mitad del siglo XX, decenas de miles de palestinos murieron luchando por su independencia contra el imperio británico ¿dónde estaban los sionistas israelíes defendiendo «su tierra»? No sólo no estaban, sino que se sumaron a los invasores británicos primero, y después a EE.UU. Así es como nació el gran Israel, encima de los cadáveres de los nativos palestinos y de la pax americana, y no de otras historias.
Israel reproduce el modelo de colonización utilizado por Estados Unidos con los indios, encerrando a los palestinos en la reserva de Gaza y en las de Cisjordania, pero en espacios más reducidos y poblados. Repiten la versión de Hollywood con el esperpento de unos indios estúpidos y salvajes que se lanzan con los caballos -en su desesperación- contra el fuego mortífero del Séptimo de Caballería. Fueron forzados a negociar la paz que sólo fue posible cuando las praderas, los bosques y los recursos naturales, pasaron ya sin problemas, ni dueño, a manos de los colonos, una vez exterminados los indios. Los planes de paz impuestos a los nativos palestinos son una repetición en el fondo y en la forma. Presuponen que la ocupación es un derecho bíblico o algo similar y que sus víctimas han de aceptar, con la obligación de mantener el orden, colaborar con el ejército ocupante y garantizar la seguridad en los territorios que les han usurpado.
Cuando esto se normalice (y no haya nada que negociar), se iniciarán conversaciones para que acepten un estatuto que disfrutarán en la reserva de Gaza y en las de Cisjordania, en el diez por ciento de Palestina. Para evitar «atentados terroristas» y para seguridad israelí, las reservas estarán aisladas entre sí y con el exterior, responsabilizándose de la sanidad, educación y de un Servicio de Orden que garantice la seguridad a los colonos armados que habitan los asentamientos situados en sus antiguas tierras y que rodean ahora las reservas. Los cinco millones de palestinos refugiados, no podrán volver a su tierra ya que nunca les perteneció -no son el pueblo elegido, son árabes- ni tendrán derecho a indemnización alguna. Las relaciones familiares entre refugiados y las reservas, se mantendrán por correo, lo mismo que los que vivan en la predestinada tierra de Israel y en Jerusalem, cuya limpieza étnica de palestinos concluirá en breve.
EE.UU. NU y la UE, no han querido dar una salida al conflicto, porque no beneficia sus intereses. Mantener el control estratégico de la zona, es prioritario y prima sobre el Derecho Internacional. La fórmula es incentivar la inestabilidad, con conflictos abiertos (por lo de:a río revuelto…) El expansionismo israelí y su belicosidad, es parte del programa.
Cuando se hace necesario defender lo evidente y enfrentarse a las potencias llamadas democráticas, a sus Organizaciones y a su Derecho Internacional, es que su democracia y su derecho existe para ser utilizado como tapadera y arma destructiva, para burla de sus víctimas. El caos y la miseria que asfixian Palestina, y a Oriente Medio, es el proyecto concebido por las potencias democráticas y que ejecutan con sus ejércitos millonariamente equipados, junto con los gobiernos «amigos» títeres, principalmente el israelí.