Traducido para Rebelión por LB
Lo que sigue es la carta escrita por el periodista del diario Haaretz Gideon Levy en respuesta a la que le dirigió el escritor israelí A.B. Yeshua (1), quien le reprochaba su defensa a ultranza de las víctimas civiles palestinas de la última ofensiva sionista y su cuestionamiento de la legitimidad del ataque militar israelí.
Estimado Bulli,
Gracias por su franca carta y por sus amables palabras. Dice que la escribió desde una «posición de respeto» y yo también respeto profundamente su maravillosa obra literaria. Pero, por desgracia, siento mucho menos respeto por su actual posición política. Es como si los poderosos, incluido usted, hubieran sucumbido a una gran y terrible conflagración que hubiera consumido hasta el último vestigio de su espinazo moral.
También usted, estimado autor, ha caído presa de la desdichada ola que nos ha inundado, insensibilizado, cegado y lavado el cerebro. De hecho, está usted justificando la guerra más brutal jamás emprendida por Israel y al hacerlo está avalando la impostura de que la «ocupación de Gaza ha terminado» y justificando matanzas en masa al invocar la coartada de que Hamas «deliberadamente mezcla a sus combatientes con la población civil». Está usted juzgando a un pueblo indefenso al que se le niega la posibilidad de disponer de un gobierno y un ejército -que incluye un movimiento fundamentalista que emplea medios injustos para luchar por una causa justa, a saber, el fin de la ocupación- en los mismos términos en los que juzga a una potencia regional que se considera a sí misma como democrática y humanitaria pero que ha demostrado ser un conquistador brutal y despiadado. Como israelí no puedo amonestar a sus dirigentes [palestinos] mientras nuestras manos sigan cubiertas de sangre, ni quiero juzgar a Israel y a los palestinos de la misma manera, como usted hace.
Contrariamente a lo que usted afirma, los habitantes de Gaza nunca han poseído en propiedad «su propio pedazo de tierra». Abandonamos Gaza por nuestros propios intereses y necesidades, y luego los encarcelamos. Aislamos al territorio del resto del mundo y de Cisjordania y les impedimos construir un puerto aéreo o marítimo. Controlamos el censo de su población y su moneda -que tengan su propio ejército está fuera de cuestión-, ¿y dice usted que la ocupación ha terminado? Hemos aplastado sus medios de vida, los hemos asediado durante dos años, ¿y dice usted que «han expulsado a la ocupación israelí»? La ocupación de Gaza simplemente ha asumido una nueva forma: una valla en lugar de los asentamientos. Los carceleros montan guardia en el exterior en lugar de dentro.
Y no, yo no sé «muy bien», como escribió usted, que no tengamos intención de matar niños. Cuando se utilizan tanques, artillería y aviones en una zona tan densamente poblada es imposible no matar niños. Entiendo que la propaganda israelí haya limpiado la conciencia de usted, pero no ha limpiado la mía o la de la mayor parte del mundo. Lo que cuenta no son las intenciones sino los resultados, y éstos han sido terribles. «Si realmente se preocupara usted de la muerte de nuestros hijos y los suyos», escribió, «entendería usted la presente guerra». Incluso en el peor pasaje de sus obras literarias, y de esos ha habido pocos, no podría usted haber invocado un argumento moral más ruin: que el asesinato criminal de los niños se realiza a causa de la preocupación que sentimos por su destino. «Y dale, ya está éste otra vez escribiendo sobre niños», debe de haber pensado usted este fin de semana cuando volví a escribir sobre la matanza de los niños. Pues sí, es necesario escribir sobre ello. Hay que gritar. Por el bien de las dos partes.
Esta guerra es, en su opinión, «la única manera de hacer que Hamás entienda». Incluso si dejamos de lado el tono condescendiente de su observación, me habría esperado algo más de un escritor. Yo habría esperado de un conocido escritor que estuviera familiarizado con la historia de los levantamientos nacionales: no pueden ser suprimidos por la fuerza. A pesar de toda la fuerza destructiva que hemos usado en esta guerra, sigo sin ver de qué manera los palestinos se han visto influenciados. Los Kassam siguen cayendo sobre Israel. Sin embargo, ellos y el mundo sí han extraído una conclusión clara de lo que han visto estas últimas semanas: que Israel es un país peligroso, violento y sin escrúpulos ¿Quiere usted vivir en un país con una reputación así? Un país que orgullosamente anuncia que se ha vuelto «loco», como algunos ministros israelíes han declarado en relación a la operación del ejército en Gaza? Yo no.
Usted escribió que siempre se ha preocupado por mí porque viajo a «esos lugares hostiles» [los Territorios Palestinos ocupados]. Estos lugares son menos hostiles de lo que usted piensa si uno va a ellos armado únicamente con la voluntad de escuchar. Yo no fui allí para «contar la historia de las aflicciones de la otra parte», sino para informar sobre nuestras propias acciones. Esa ha sido siempre la base esencialmente israelí de todo mi trabajo periodístico.
Por último, me pide que preserve mi «validez moral». No es mi imagen lo que me interesa proteger, sino la del país, que ambos apreciamos por igual. Amistosamente, pese a todo,
(1) http://www.haaretz.com/hasen/