A treinta años de la guerra de Malvinas, el joven periodista argentino, Agustín Gallardo, presenta su libro «Vidas marcadas, nuevas crónicas sobre Malvinas». En su trabajo, Gallardo busca recuperar la voz, el testimonio y las vivencias de protagonistas, testigos cercanos y actores secundarios de aquel conflicto que hoy, luego de tres décadas reaviva las tensiones […]
A treinta años de la guerra de Malvinas, el joven periodista argentino, Agustín Gallardo, presenta su libro «Vidas marcadas, nuevas crónicas sobre Malvinas». En su trabajo, Gallardo busca recuperar la voz, el testimonio y las vivencias de protagonistas, testigos cercanos y actores secundarios de aquel conflicto que hoy, luego de tres décadas reaviva las tensiones entre Argentina y e Inglaterra. Gallardo conversó con Tercera Información acerca de su trabajo.
¿Cómo surge la idea de organizar su investigación en torno a los testimonios de aquellos que si bien fueron los protagonistas de la guerra de Malvinas, nunca habían dejado escuchar sus voces?
La idea de reunir testimonios surge del hecho de intentar reflejar lo que es Malvinas desde las historias de vida. Digo «es» porque Malvinas no es fue solo una guerra, sino que es una herida abierta que continúa hoy por hoy en la vida de muchos argentinos. Un poco la filosofía del libro fue desde el principio tratar de reflejar, a 30 años del conflicto, como ha sido la vida de personas que por alguna razón han sido tocados por Malvinas. Esto es, desde ex combatientes, pasando por familiares hasta, por eje, el caso de una chica de 30 años que odia el nombre que su padre le puso: Malvina.
¿Cuántas historias de vida reúne su trabajo?
El libro tiene 15 capítulos, son 15 historias de vida y alrededor de 20 entrevistas. El reclamo no reconocido de los ex combatientes que no llegaron a las islas; la vida cotidiana de Sebastián Socodo: casado con una kelper, y uno de los treinta residentes argentinos en Malvinas; los 123 NN del cementerio de Darwin; la hija de un oficial muerto durante el hundimiento del buque destructor argentino Belgrano, que decide seguir la carrera naval; las islas y guerra desde la mirada del cartógrafo oficial encargado del Instituto Geográfico Nacional; la «epopeya» de Fabián Stratas, protagonista de la controvertida Fuckland, película filmada de contrabando en las islas; los recuerdos entrecruzados de tres instrumentistas quirúrgicas que prestaron voluntariamente sus servicios en el buque hospital Almirante Irízar; la maltrecha logística de la guerra en el relato de Dardo Forti, ex combatiente y actual miembro de las fuerzas. La versión de uno de los capellanes asignados a las islas, treinta y años después; la revancha de la amistad: la historia del soldado que salva la vida de su superior; el re-encuentro después de una década, a través de la comunicación de un programa radial; la aventura de dos ex combatientes que volvieron a las islas para correr una maratón y estrechar vínculos con los soldados ingleses; el caso único de padre e hijo, civiles ambos, que estuvieron en Malvinas durante el conflicto para desarrollar tareas técnicas; la curiosa historia del joven que colecciona recuerdos de la guerra, y colabora con los centros de ex combatientes. La historia de Malvina, una chica peleada con su nombre y su padre; Soledad, la primera argentina nacida en las islas desde 1833, y la Argentina de las tragedias: la dolorosa historia del ex combatiente que sobrevivió a la guerra y murió son parte de las historias que convergen en este trabajo.
Lo que tiene el libro es que trata de, en el caso de las historias ya conocidas, ver cómo fue evolucionando la vida de esas personas con el paso del tiempo, que les pasó. Como se han asumido los duelos no resueltos, etc.
¿Cuál de todas estas historias le ha impresionado especialmente?
La que más me impacto, y es una historia que no se conoce para nada, es el caso de Roberto Calderón. Él fue combatiente, sobrevivió a la guerra y 22 años después, murió en Cromañón, una discoteca ubicada aquí, en Buenos Aires, que se incendió en 2004 donde murieron casi 200 personas. Más allá del destino trágico, la historia de él une un poco la negligencia con que los argentinos encaramos las cosas. Siempre lo hacemos mal, todo atado con alambre, como se suele decir. Ya sea para organizar un recital o para ir a una guerra absurda. Es realmente desgarrador el testimonio de Miriam, su mujer. El caso del acampe que hace otro grupo de ex combatientes en la histórica Plaza de Mayo es otra historia muy fuerte. Representan a 400 veteranos que fueron convocados hacia el sur del continente. Ellos no estuvieron en las islas pero sufrieron los mismos embates de aquellos que estuvieron en las islas: pasaron frío, hambre y sufrieron, en varios casos, conductas hostiles de sus superiores. Es contradictorio: hay soldados que estuvieron en las islas no tiraron ni un solo tiro, estuvieron mejor alimentados y con más abrigo que estos veteranos de la plaza. El capítulo se llama, la otra trinchera.
¿Ha estado en Malvinas?
No tuve la suerte, pero es algo que espero poder hacer pronto. Sí hablé con un argentino que allí vive. Se llama Sebastián Socodo y hace 10 años que vive en las islas. Es muy impresionante lo que pasa en la islas: los Kelpers están recibiendo ahora un gran caudal de veteranos de guerra argentinos. Y no quieren saber nada con nosotros. Ellos quieren el derecho a la autodeterminación. Pero ve a decirle eso a uno combatiente que vuelve 30 años después a pisar esas tierras. Lo he hablado con varios combatientes y me dicen lo mismo; «hay que volver a las islas, y hacer presencia».
¿Le ha requerido un intenso trabajo de producción generar los testimonios?
La verdad que sí porque ha sido todo en poco tiempo. Arranque con este trabajo en agosto del año pasado y terminé en febrero último. Más allá del poco tiempo, acercarse al tema Malvinas es toda una aventura. Es decir: hay que respetar el tiempo de los ex combatientes, los dolores, los rencores, etc. Hasta el ego: a último momento uno de los testimonios tuvo que ser retirado porque la persona se arrepintió de participar. Es un editor de un diario de aquí, que vivió Malvinas concentrado desde el continente. Nunca había contado su historia. Por algunas cuestiones que me exceden, finalmente no quiso que su historia apareciera. Es una lástima, contaba con una ironía deliciosa como vivió él aquellos días donde estuvo concentrado haciendo ejercicios militares bajo las ordenes totalmente delirantes de sus superiores. De todas formas, más allá de este caso, pienso que todos nosotros, lo que no tuvimos nada que ver con el conflicto, somos de palo. «Solo nosotros sabemos lo que fue estar allá», me dijo un ex combatiente. Y tienen razón. Por eso hay que respetarlos, sobre todo a los veteranos de guerra.
¿Por cree que a 30 años de Malvinas, se reactualiza el conflicto en su país?
Porque la efeméride redonda es algo que siempre atrae. Y más a los argentinos. Tal vez para los 31 años no tenga tanta vigencia. Y eso es un error terrible. Porque Malvinas debe ser recordado siempre. Representa un hecho histórico reciente que debe ser recordado, sobre todo en las escuelas donde a los chicos no se le cuenta bien cómo sucedió este conflicto. A 30 años la madurez de la sociedad es mayor, la gente ve al conflicto más allá de la guerra. Ahora se empieza a mirar a Malvinas, no solo como una guerra, sino como parte de la identidad nacional. Y esa identidad se define a partir de una falta. Creo que en este punto recae el drama del presente que atañe a la cuestión Malvinas. Por eso, es interesante el tema de analizar. Como digo en la introducción del libro, Malvinas es siempre tela para cortar. Tal vez tiene que ver también con que el gobierno actual le está dando mucha importancia al tema. A 30 años hace falta mucha autocrítica, también.
¿Malvinas representa más que una guerra para los argentinos?
Exacto. Malvinas no es solo una guerra. Malvinas es todo lo que vino después, lo que tiene que ver con seguir viviendo bajo esa experiencia terrible de una guerra sin sentido que fue más que nada una aventura de un gobierno militar que estaba ya en decadencia. Luego de secuestrar y torturar gente, los militares se mandaron una guerra. Las hicieron todas. Hicieron creer a la gente que es era lo correcto. Nosotros los argentinos nos encanta el carisma, y nos enamoramos de esa invasión. Después se supo que fue una gran aventura, que los soldados no contaban con indumentaria ni armamentos apropiados. Muchos sufrieron hambre y frío y hasta abusos de los altos mandos. Los argentinos tenían que, además de luchar contra la potencia más grande del mundo, pelear contra ellos mismos. Fue algo terrible. El regreso fue sin gloria, porque nos encanta festejar la invasión, pero cuando volvemos con la capa caída, la derrota no se muestra. Fue todo una gran mierda. Ni los chocolates ni el dinero que se recaudaron para enviar los soldados que combatían en Malvinas les llegó a esos pobres hombres que se estaban cagando de frío en el culo del mundo. Hacia junio de 1982, la gente ya se había olvidado y solo pensaba en el mundial de España que ya se venía.
Sobre el autor:
Agustín Gallardo nació en Buenos Aires el 7 de agosto de 1980. Es periodista (TEA). Comenzó a trabajar en revista Para Ti en 2005. Actualmente es redactor de la sección «Protagonistas» del diario Perfil. Escribió en las revistas Hecho en Buenos Aires, Ñ, So What!, Rumbos, Las Rosas, Rolling Stone y Playboy. Colaboró en la investigación del libro El crimen de la dama de Pilar (Biblos), de Maricarmen Almada. Vidas marcadas es su primer libro.
Fuente: http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article35452