Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Desde que el 30 de marzo [de 2018] empezó la Gran Marcha del Retorno han muerto unos 120 palestinos y más de 13.000, incluidos muchos niños, han resultado heridos. Aproximadamente una tercera parte de las personas heridas recibieron disparos de francotiradores israelíes.
La última víctima de brutalidad israelí fue Razan al-Najjar, de 21 años, una enfermera asesinada por un francotirador israelí escondido en una zanja al otro lado de la valla [fronteriza]. Recibió el disparo cuando trataba de salvar la vida de uno de los manifestantes.
Cada palestino de Gaza sabe que los soldados israelíes tenían intención de matarla, teniendo el cuenta el tweet del 30 de marzo del portavoz del ejército israelí en el que afirmaba muy claramente que «todo era certero y medido y [los soldados] sabían dónde aterrizaba cada bala».
Para entender mejor la gravedad y el horror de la situación, recordemos que en los 51 días de la guerra de Israel contra Gaza en 2014 resultaron heridas unas 12.000 personas.
Parece que el Estado de apartheid de Israel tiene intención de resolver su «problema» de exceso de población originaria palestina en Gaza mutilando a la mayoría de esta con su ejército que dispara balas letales cuyo uso contra manifestantes pacíficos prohíbe el derecho internacional.
Un bloqueo medieval
La excusa de Israel – como si alguna vez necesitara una – es que los palestinos de Gaza tratan de «infiltrarse en la frontera», pero esta idea tergiversa la realidad.
Los palestinos de Gaza no son infiltrados, sino personas que viven bajo una ocupación y un bloqueo medieval sin precedentes. Gaza se ha convertido en lo que el máximo responsable de derechos humano de la ONU Zeid Raad al-Hussein denomina un «tugurio tóxico».
La consigna de la Gran Marcha del Retorno es «Quiero ir a casa». El 70 % de los palestinos de Gaza son refugiados de ciudades y pueblos que están en Israel.
Todos los intentos de demostrar que Hamas está detrás de las últimas protestas están manchados de racismo; y, sí, los palestinos de Gaza tienen, efectivamente, una sociedad civil muy viva.
Nuestro objetivo tanto con la cada vez mayor campaña de boicot, desinversión y sanciones (BDS) como con la Gran Marcha del Retorno es ver el día en que Israel deja de violar con impunidad los derechos humanos. Las palabras vacías acerca de mejorar las condiciones de nuestra opresión no significan absolutamente nada porque seguiremos marchando mientras no se implemente la Resolución 194 de la ONU y mientras nuestros cuerpos sigan confinados en esta diminuta prisión llamada Gaza.
Una visión racista del mundo
Nuestro relato se arraiga en los principios universales de los derechos humanos, la igualdad, la justicia y el derecho internacional. Al igual que las personas negras de la Sudáfrica bajo el régimen de apartheid y la comunidad afroestadounidense de Estados Unidos, entendemos que los fanáticos racistas tienen un problema con esa lógica ya que no encaja con su visión racista del mundo.
La pesadilla de Israel es tener que enfrentarse a los defensores de Palestina que hablan con fuerza y credibilidad, y desmontan las ideas falsas que buscan distraer a la comunidad internacional de las violaciones flagrantes de derechos humanos cometidas por Israel.
Las masacres de Gaza se han convertido en actos políticos normalizados, no son aberraciones individuales. Para empeorar las cosas, el Estado de apartheid de Israel ha anunciado que no va a cooperar con la investigación del Consejo de Derechos Humanos de la ONU sobre las muertes en Gaza, lo cual demuestra una actitud que niega a los palestinos de Gaza su humanidad.
Gilad Erdan, ministro de Asuntos Estratégicos de Israel, ha calificado de «nazis» a los palestinos inocentes de Gaza, algo no muy diferente del hecho de que los funcionarios racistas de la Sudáfrica del régimen apartheid acusaran a las personas negras africanas de racismo. Y el 29 de mayo [de 2018] el ministro [israelí] de Energía Yuval Steinitz amenazó con destruir Gaza al afirmar: «No descarto la posibilidad de conquistar Gaza y destruirla de una vez por todas».
El gobierno israelí, sus embajadores y los defensores del Estado de Israel afirman que masacrar palestinos es una manera de defender la soberanía israelí contra los «terroristas». Todas las potencias coloniales califican de terroristas a quienes se oponen a la ocupación. Nelson Mandela fue uno de esos «terroristas» que no gustaban en absoluto al régimen de apartheid y tampoco a personas como el expresidente de Estados Unidos Ronald Reagan y la exprimera ministra británica Margaret Thatcher.
BDS: una ventana abierta a la esperanza
Por lo visto, los soldados israelíes nunca nos perdonarán que les obliguemos a matarnos y de ahí la necesidad de la campaña de BDS, nuestra única ventana abierta a la esperanza.
Es hora de que el mundo se alce y actúe para imponer sanciones a las empresas israelíes hasta que se conceda a los palestinos libertad, derechos iguales y justicia.
En la década de 1980 el mundo estaba harto del régimen de apartheid de Sudáfrica y decidió imponerle sanciones. Aquellas sanciones contribuyeron a liberar del apartheid a las personas africanas originarias. Es hora de que el mundo se una para imponer unas sanciones similares a Israel hasta que acate el derecho internacional.
El mundo debe a Gaza la mayor de las disculpas, pero todo lo que pedimos es un embargo militar a Israel similar al que se impuso a la Sudáfrica del apartheid hasta que acabe esta locura racista.
El dr. Haidar Eid es profesor asociado del Departamento de Literatura Inglesa de la Universidad Al-Aqsa de Gaza.
Fuente: http://www.middleeasteye.net/columns/world-owes-gaza-massive-apology-481764007
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.