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¿Es la ONU cómplice de la masacre de Gaza?

Fuentes: The Electronic Intifada

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

Un amigo me ha enviado la más original felicitación de año nuevo: «Deseo un horrible año 2009 para todos los criminales de guerra y sus cómplices». No pude menos que pensar si no se podrían contar entre estos «cómplices» algunos de los altos cargos de Naciones Unidas.

En los dos últimos días varios altos cargos de Naciones Unidas han afirmado que entre los palestinos muertos en la actual guerra de agresión israelí contra Gaza el porcentaje de civiles era de aproximadamente un «25%» y que «es probable que aumente». Suponiendo la mejor de las intenciones, el afirmar esta cifra tan dolorosamente baja es fruto de una investigación pobre o una incompetencia escandalosa. En el peor de los casos revela un engaño y una información errónea intencionados que sólo pueden beneficiar a la ya generalizada y bien engrasada máquina de relaciones públicas israelí.

La complicidad de Naciones Unidas con la propaganda de guerra de Israel es la última, aunque casi nunca mencionada, dimensión del completo fracaso de la organización internacional a la hora de defender sus principios (los más importantes de los cuales son impedir la guerra y promover la paz) cuando es de esperar que el cumplimiento de este deber suscite la ira del amo estadounidense y del excepcionalmente influyente lobby de Israel. No sólo el Secretario General de NNUU ha traicionado la misma Carta de NNUU y todos los principios relevantes del derecho internacional al ni siquiera condenar la masacre de civiles cometida por Israel y sus ataques contra instituciones civiles y barrios poblados, sino que hasta el momento todo el sistema de NNUU lo ha considerado una «guerra» entre dos fuerzas relativamente simétricas, la parte más fuerte de las cuales tiene una justificación suficiente para «defenderse a sí misma» aunque debería hacerlo de una manera más proporcionada, mientras que la parte más débil es la principal responsable de desencadenar el «conflicto armado».

Ahora altos cargos de NNUU, incluyendo al particularmente valiente y hombre de principios Richard Falk, Relator Especial de NNUU para los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados, y a otros pocos se centran sólo en » las mujeres y los niños» víctimas de la masacre, lo que implica, aunque no sea intencionadamente, que todos los hombre palestinos de Gaza son blanco legítimo de la maquinaria asesina israelí. Las decenas de policías palestinos civiles que fueron masacrados en las primeras horas del masivo ataque israelí con docenas de aviones de guerra israelíes eran así convenientemente ignorados por estas irresponsables cifras de víctimas dadas por NNUU al considerarlos «combatientes» de Hamas que más o menos podían ser atacados con total impunidad. Por no mencionar la gran cantidad de profesores, médicos, trabajadores y parados hombres que fueron asesinados por el bombardeo indiscriminado en sus lugares de trabajo, oficinas públicas, casas y calles, y que no se contabilizaron como víctimas civiles de la beligerante matanza indiscriminada israelí.

Por encima de todo lo demás, este discurso de NNUU no sólo reduce a casi medio millón de hombres palestinos de esta desdichada y atormentada franja costera a «militantes», «combatientes radicales» o a cualquier otra etiqueta corriente hoy en día en la increíble aunque característicamente sesgada cobertura de los medios occidentales de los crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad por parte de Israel en Gaza (como los describen algunos expertos en derecho internacional), sino que también los trata como criminales condenados que merecen la pena capital que les ha impuesto Israel. No soy experto en historia de NNUU, pero sospecho que esto establece un nuevo mínimo, un precedente en deshumanizar a toda una población masculina adulta en una región de «conflicto», justificando así el que fatalmente sean considerados objetivo o, cuando menos, aprobándolo silenciosamente. Pero esto no debería sorprender a nadie porque durante dieciocho meses los mismos dirigentes de Naciones Unidas han estado contemplando en inquietante silencio, o incluso justificándolo indirectamente de una u otra manera, el bloqueo de Israel a Gaza que Falk describió como un «preludio del genocidio» y comparó a los crímenes nazis.

Si uno quiere ser verdaderamente magnánimo y conceder a estos altos cargos de NNUU el beneficio de la duda (lo que yo no recomendaría en absoluto dada la escalada de la masacre y su complicidad verificable) uno tiene que asumir que están bastante confusos en relación a la mejor manera de catalogar a las miles de víctimas palestinas de la guerra de Israel contra Gaza, ya sean heridos o muertos. Sin embargo, una rápida mirada a las declaraciones de prensa del ejército israelí y a los informes de organizaciones de derechos humanos descartará inmediatamente la posibilidad de que la cifra de NNUU del 25% sea producto de la incompetencia cínica o de la torpeza técnica, que como es ampliamente reconocido son características de la organización.

Por ejemplo, un artículo reciente publicado en The Washington Post citaba las palabras de un oficial de alto rango del ejército israelí: «Hamas tiene muchos aspectos y estamos tratando de atacar a todo el espectro porque todo está relacionado y todo apoya el terrorismo contra Israel». Un portavoz del ejército israelí fue más lejos al afirmar que «cualquier afiliado a Hamas es un objetivo legítimo». Dado que en el ghetto de Gaza Hamas es el partido «gobernante» de hecho (al fin y al cabo fue elegido democráticamente) y que su red de organizaciones sociales y de beneficencia es el principal suministrador de servicios sociales a la empobrecida y asediada población, toda la infraestructura civil de Gaza, las escuelas, hospitales y universidades públicos, la justicia y otros órganos, la policía de tráfico, las plantas de tratamiento de aguas residuales y de potabilización de agua, los ministerios que proporcionan al público servicios vitales, las mezquitas, los teatros públicos y muchas instituciones no gubernamentales pueden ser técnicamente consideradas «afiliadas» a Hamas.

Por si acaso el lector considera que esto es una exageración, hoy, en las primaras horas del primer día del nuevo año, las fuerzas aéreas israelíes ya han bombardeado los siguientes «objetivos» en Gaza: el Consejo Legislativo Palestino, el ministerio de Educación y el ministerio de Justicia. Antes de ello, varias mezquitas fueron pulverizadas hasta reducirlas a escombros. Lo mismo le sucedió a muchos edificios de la Universidad Islámica de Gaza en la que estudian 20.000 alumnos. Tampoco se salvaron ni las ambulancias ni las viviendas de particulares.

Incluso B’Tselem, la principal organización de derechos humanos de Israel que a menudo publica informes asépticos, «equilibrados» o selectivos que se centran en los comportamientos menos criminales de Israel en los territorios palestinos ocupados, se vio obligada a concluir que el ejército israelí estaba atacando deliberadamente «lo que parecen ser objetivos civiles» que no «están involucrados en acciones militares contra Israel», sin hacer la distinción entre víctimas masculinas y femeninas. Una declaración de la organización publicada el 31 de diciembre afirmaba: «Por ejemplo, los militares bombardearon el edificio principal de la policía en Gaza y, según los informes, mataron a 42 palestinos que estaban en un curso de adiestramiento y que estaban formando en el momento del bombardeo. Los participantes en el curso estudian primeros auxilios, control de disturbios públicos, derechos humanos, ejercicios de seguridad pública, etc. Al acabar el curso son asignados a las diferentes secciones de las fuerzas de policía de Gaza responsables de mantener el orden público».

Otro ejemplo es el bombardeo de ayer [31 de diciembre] de las oficinas gubernamentales. Estas oficinas incluyen el ministerio de Asuntos Exteriores y el ministerio de Trabajo, Construcción y Vivienda. Una declaración de la oficina del portavoz [del ejército israelí] en relación a este ataque afirmaba que «el ataque se llevó a cabo en respuesta a los actuales lanzamientos por parte de Hamas de cohetes y proyectiles de mortero contra el territorio israelí y en el marco de las operaciones [del ejército israelí] para atacar las infraestructuras gubernamentales de Hamas y a miembros activos de la organización».

Quizá el siguiente ejercicio de espejos sea necesario sólo hacer más familiar la cuestión al lector medio occidental que puede que con los años haya interiorizada una percepción de los israelíes (incorrecta y bastante deliberadamente descritos por la propaganda occidental e israelí como parte de «occidente») como seres humanos plenos y los palestinos, junto con la mayoría de todo el sur global, como seres humanos relativos.

Imaginen ustedes que la resistencia palestina, ejerciendo su, por otra parte, perfectamente legítimo y sancionado por NNUU derecho a luchar contra la ocupación y el apartheid israelíes, considerara objetivos legítimos a todas las instituciones «afiliadas» al gobierno israelí, lo que justificaría el bombardeo de universidades, hospitales, ministerios civiles, sinagogas gestionadas públicamente, barrios en los que vivieran o trabajaran funcionarios del gobierno u oficiales del ejército, y otros «objetivos» civiles, y mataran en cinco días a 1.600 israelíes e hirieran a 8.000 (cuatro veces las cifras actuales en Gaza dado que la población de Israel es cuatro veces mayor). ¿Qué haría la ONU?¿Contarían los funcionarios de la ONU sólo a las víctimas israelíes que fueran mujeres y niños?¿Harían un llamamiento a ambas partes a «ejercer la contención» y a acabar con «la violencia»? Ni moralmente, ni siquiera legalmente, esto ni siquiera es una inversión justa de papeles porque, sea como sea, Israel sigue siendo el ocupante y el opresor colonial y colonizados, mientras que los palestinos originarios siguen siendo los colonizados y oprimidos.

La verdad es que en el mundo unipolar en el que todavía vivimos y que quizá esté ahora en vías de transformarse en un espacio más multipolar, la dirección de NNUU se han convertido en efecto en una oficina que da el visto bueno a los dictados estadounidenses. Ban Ki-moon descenderá en la historia como el más servil y el menos moralmente cualificado Secretario General para dirigir la organización internacional. La única pregunta que queda por hacer es sí un día él y sus altos cargos serán juzgados, junto con los dirigentes de Estados Unidos, de la Unión Europea y de muchos regímenes árabes, por ser cómplices de los crímenes israelíes. En un mundo más justo gobernado por el imperio de la ley y no por el imperio de la jungla dominado por Estados Unidos, deberían ser juzgados.

Omar Barghouti es un escritor y activista de derechos humanos palestino.

Enlace con el original: http://electronicintifada.net/v2/article10089.shtml