Hasta hace unos meses, cuando se jubiló, Rashid Khalidi era el titular de la prestigiosa cátedra Edward Said de Estudios Árabes de la Universidad de Columbia. Su libro Palestina: cien años de colonialismo y resistencia se publicó en castellano en enero de 2023 (Capitán Swing). En el prólogo a la edición española, Khalidi señalaba el recrudecimiento de la violencia de los colonos israelíes en Cisjordania y los ataques del ejército de Israel sobre Gaza. No imaginaba entonces la dimensión del genocidio que se desataría poco después. Aun así, en su libro encontramos todas las claves para comprender a fondo lo que está ocurriendo hoy. Porque lo que estamos presenciando no comenzó hace un año o dos. Forma parte de la dinámica destructora del colonialismo, que solo puede mantenerse a cambio de desplazar o exterminar a la población palestina.
Conversamos con Rashid Khalidi por videoconferencia a mediados del mes de octubre, cuando se cumple un año del genocidio en Palestina y los bombardeos vuelven a asolar Beirut.
Su libro recorre “un siglo de guerra contra los palestinos”. Pero siempre hubo resistencia, ¿no es así?
Sí. Lo que sostengo en el libro es que el sionismo practicó siempre
métodos coloniales, y el colonialismo y la ocupación invariablemente
producen resistencia. Eso fue cierto en América del Sur. Eso fue cierto
en diferentes partes de África y el Medio Oriente, y eso fue cierto en
toda Asia. Las ocupaciones europeas y los proyectos coloniales de
asentamiento siempre produjeron resistencia. Y ese fue el caso en
Palestina también. Es el caso hoy en Palestina.
Desde el final de la Primera Guerra Mundial, los
imperialistas británicos apoyaron el sionismo. ¿Israel aprendió del
colonialismo británico?
Absolutamente. De hecho, estoy
investigando más sobre esto ahora. Y lo que está muy claro es que la
experiencia británica en el control de las poblaciones colonizadas fue
transferida directamente al movimiento sionista por oficiales militares
británicos que entrenaron a quienes más tarde se convertirían en
oficiales superiores del ejército israelí. Gente como Moshe Dayan o
Yigal Alon. Estos hombres fueron entrenados por los británicos. Y los
métodos que utilizaron los británicos, la ejecución de prisioneros, la
voladura de casas, el encarcelamiento masivo, la tortura, fueron
transmitidos a las milicias del movimiento sionista en las décadas de
1920 y 1930. Se convirtieron en la base de la doctrina del ejército
israelí y de las fuerzas de seguridad israelíes a partir de entonces.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el apoyo de Estados
Unidos a Israel ha sido fundamental. ¿Por qué es tan incondicional hasta
hoy?
En Londres y en Washington, el movimiento
sionista y más tarde el Estado de Israel fueron vistos como importantes
activos que podrían ayudar a Gran Bretaña y después a Estados Unidos a
controlar esta región, que era vital estratégicamente y que tenía estas
enormes reservas de petróleo y gas. Realmente, desde 1948, el Pentágono
vio el valor de Israel como un país con un ejército fuerte que derrotó a
varios ejércitos árabes. Y así ha sido desde entonces. Y esto fue
especialmente cierto durante la Guerra Fría, cuando Israel era visto
como un valioso representante de Estados Unidos contra los
representantes de la Unión Soviética, como Egipto y Siria, etc.
La Unión Soviética bajo Stalin también reconoció al Estado de
Israel en 1948. ¿Dónde dejó eso a los partidos comunistas de los países
árabes?
El efecto sobre los partidos comunistas fue
muy perjudicial. Todos ellos se habían alineado con la Unión Soviética
en su oposición al sionismo, que era una posición popular en la mayoría
de los países árabes. Después la Unión Soviética cambió y pidió el
establecimiento de un Estado judío y votó a favor en la Asamblea General
de la ONU, reconoció a Israel inmediatamente después de que se
estableciera el Estado de Israel. Luego comenzó a proporcionarle armas.
Esto puso a los partidos comunistas árabes en una posición muy difícil.
Si nos movemos hacia adelante, usted hace una reflexión sobre
los resultados paradójicos de la invasión del Líbano en 1982. Israel
parecía haber conseguido todos sus objetivos, pero la resistencia creció
en los años siguientes. Es una idea muy interesante, también para
pensar el presente.
Esa ha sido la ocupación israelí
más importante hasta el momento. Israel ocupó partes del Líbano en 1978,
pero en 1982 se extendió a toda la parte meridional del país, Beirut
incluido. Y sus objetivos, que expuso a Estados Unidos antes de ir a la
guerra, eran la expulsión de la OLP del Líbano y la expulsión de los
sirios del Líbano. Sin embargo, como usted sugiere en su pregunta, esta
ocupación tuvo también otros resultados. Una resistencia mucho más
militante que la OLP: Hezbolá. Así que el resultado fue paradójico.
Israel logró algunos de sus objetivos, pero no completamente. Y el
resultado final fue que Israel se vio obligado a poner fin a la
ocupación que comenzó en 1982 con una retirada incondicional en el año
2000, dejando a Hezbolá mucho, mucho más fuerte de lo que nunca había
sido la OLP. Creo que esta es una lección importante, que nadie parece
estar teniendo en cuenta ahora que Israel intenta nuevamente ocupar el
Líbano y lidiar con problemas que no pueden resolverse por la fuerza.
Además, cinco años después, comenzó la primera intifada…
Bueno, ese es otro resultado paradójico de la victoria de Israel en 1982.
Edward Said dijo en su momento que los acuerdos de Oslo entre Israel y la OLP, auspiciados por Estados Unidos, eran “el Versalles de los palestinos”. Pero usted escribió que en realidad fueron mucho peor que eso. ¿Puede explicar por qué?
Antes que nada, quiero decir que sé de lo que estoy hablando porque fui asesor de la delegación palestina que comenzó el proceso que finalmente condujo a Oslo –en el que no estuve involucrado–, y al statu quo que hemos tenido desde mediados de la década de 1990.
Después de que se firmaran los acuerdos de Oslo en 1993, el primer ministro Rabin dijo ante la Knéset israelí: “Lo que estamos ofreciendo a los palestinos es menos que un Estado”. Y dijo que Israel seguiría controlando el valle del río Jordán, lo que significaba que Israel mantendría su ocupación y su control de Palestina. Eso no es de ninguna manera un Estado palestino. Es un bantustán palestino, una entidad palestina bajo soberanía israelí, como se le quiera llamar. Y eso quedó claro a medida que se implementaba el proceso de Oslo.
Se levantaron barreras, vallas, muros y puestos de control. Antes de 1993 había una circulación completamente libre para palestinos e israelíes en todo Israel y en todos los territorios ocupados. Después de eso, de la llamada separación, los palestinos fueron acorralados en espacios cada vez más pequeños.
Además, el proceso de ocupación nunca se detuvo. Cuando fuimos a
Madrid [en las conversaciones de 1991] había menos de 200.000 colonos
israelíes. En la actualidad hay 700.000 colonos israelíes en la Ribera
Occidental y en la Jerusalén oriental árabe ocupada. Por lo tanto, el
proceso de asentamiento nunca se detuvo. Incluso durante las
negociaciones.
Eso es lo que ha producido Oslo. Ha producido
una colonización más intensiva, un mayor desplazamiento de palestinos. Y
la situación es mucho peor de lo que era cuando fuimos a Madrid en
1991. Mucho, mucho peor. Esto es antes de la violencia de la segunda
intifada, mucho antes del ascenso de Hamás.
En relación con esto, ¿en qué medida esa capitulación de
Arafat y otros nacionalismos árabes alentó el crecimiento de
organizaciones islamistas como Hamás?
Lo que Arafat y
sus colegas hicieron a finales de los años setenta y ochenta fue
abandonar la idea de la lucha armada, abandonar la idea de un Estado
laico y democrático para los árabes y los judíos en toda Palestina.
Abandonar el objetivo de la liberación por aceptar las condiciones
estadounidenses que eran renunciar a la violencia, reconocer
unilateralmente a Israel sin ningún quid pro quo, sin ningún
reconocimiento israelí de un Estado palestino, y aceptar la partición de
Palestina y aceptar una variedad de otras condiciones. Y el fracaso de
ese enfoque ha reforzado constantemente a Hamás desde el momento en que
se estableció en 1987 y hasta el presente.
¿La Autoridad Nacional Palestina pasó a desempeñar un rol de policía interna contra los palestinos?
Así es. El organismo fue creado por los acuerdos de Oslo para hacerse
cargo de la administración de una pequeña parte de los territorios
ocupados, las áreas bajo la administración de la Autoridad Palestina
eran alrededor del 35% o 40%, dependiendo de cómo se cuente. Es decir,
gran parte de Palestina todavía estaba bajo el dominio israelí. Y una
de las condiciones de la creación de la Autoridad Palestina y de la
creación de una fuerza de seguridad palestina fue que esta fuerza de
seguridad se utilizara para proteger a los colonos y asentamientos
israelíes, a las fuerzas de ocupación israelíes y a los ciudadanos
israelíes, no para proteger a los palestinos contra las depredaciones de
los colonos o contra la ocupación.
Volviendo a la situación actual. ¿Cuál es el plan de Netanyahu?
El Gobierno israelí está intentando llevar a cabo una limpieza étnica
en Gaza. En Cisjordania está llevando a cabo, a través de sus colonos y
sus ejércitos, un proceso mucho más lento, pueblo a pueblo. Pero en Gaza
han desplazado varias veces a casi toda la población, con el objetivo
original de expulsarlos, si es posible, de Palestina. Ha desplazado a
1,9 millones de los 2,3 millones de palestinos de la Franja de Gaza de
sus hogares una y otra vez. Algunas personas se han visto obligadas a
mudarse tres o cuatro veces.
Está haciendo lo mismo en el sur del Líbano en este momento. Ha vaciado decenas de aldeas y ha obligado a sus habitantes a marcharse. Si esto es permanente o no, la comunidad mundial decidirá. Hasta ahora, Israel lo está haciendo con impunidad, como lo ha hecho en Gaza, con total impunidad. Absolutamente ningún castigo, absolutamente ninguna sanción, absolutamente ninguna consecuencia negativa para Israel por parte de las grandes potencias, de Estados Unidos y los países de Europa occidental.
Para terminar, usted como profesor de Columbia ha apoyado las
acciones estudiantiles en solidaridad con Palestina. ¿Ve un cambio
histórico entre los estudiantes de los países occidentales hacia la
causa palestina?
Definitivamente, ha habido un cambio.
Esto es más pronunciado entre los estudiantes y los jóvenes. Pero yo
añadiría que ha habido un cambio en la opinión pública estadounidense en
general. Las encuestas son inequívocas al mostrar que la mayoría de los
estadounidenses se oponen a la política de Biden sobre Gaza. La mayoría
de los estadounidenses no apoyan la guerra de Israel contra Gaza. La
mayoría quiere que Estados Unidos deje de entregar armas a Israel y
desaprueba al Gobierno de Netanyahu. Esto es completamente nuevo. Nunca
había sucedido antes, es la primera vez en más de 100 años.
Eso es realmente muy importante.
Muy importante.
*Esta entrevista se realizó con la colaboración de Natalia Lago.