Terrorismo de Estado en la era de las zonas de exterminio
Lo que distingue a la guerra de Israel contra Gaza no son sólo sus violentas operaciones militares, marcadas por el asesinato indiscriminado de mujeres y niños, sino también su implacable ataque a la disidencia, la crítica e incluso la más leve oposición a sus violaciones de derechos humanos y crímenes de guerra condenados internacionalmente. La continua y brutal campaña militar de Israel, unida a sus «políticas de extrema inhumanidad contra el pueblo palestino», está inextricablemente vinculada a un esfuerzo sancionado por el Estado para legitimar y normalizar sus acciones en Gaza [1]. Esto incluye librar una guerra ideológica de censura y difamación contra cualquier desafío -sin importar su fuente- a lo que Kenneth Roth, cofundador de Human Rights Watch, condena como «el sistema de apartheid de Israel» [2] y lo que Aryeh Neier, superviviente del Holocausto y cofundador de Human Rights Watch, describe como «genocidio contra los palestinos en Gaza» [3].
El alcance total del asalto de Israel a Gaza se revela a través de sus implacables acciones militares, caracterizadas por la violencia indiscriminada contra mujeres, niños, ancianos y no combatientes. Según el Observatorio Euromediterráneo de Derechos Humanos, la escala de destrucción impuesta a Gaza no sólo es devastadora, sino éticamente inimaginable. Desde el comienzo de la guerra, y hasta finales de noviembre de 2023, Israel habría lanzado más de 25.000 toneladas de explosivos sobre la Franja de Gaza, una fuerza equivalente a dos bombas nucleares. Esto significa que el poder destructivo de los explosivos lanzados sobre Gaza en poco más de dos meses supera al de la bomba lanzada sobre Hiroshima [4]. Según el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, el uso de bombas tan altamente destructivas en zonas residenciales constituye un crimen de guerra.
Las consecuencias de estos bombardeos se mostraron trágicamente el 10 de agosto de 2024, cuando Israel bombardeó la escuela Tab’in de Gaza, un hecho angustiosamente habitual. La escuela había dado cobijo a casi 2.500 personas que huían de zonas demolidas, muchas de las cuales eran niños. Las bombas israelíes apuntaron a una sala de oración al amanecer, donde cientos de personas estaban rezando. Según una investigación de Euro-Med Monitor, «murieron más de 100 palestinos, entre ellos varias familias [enteras]». El inmenso poder destructivo de las bombas redujo los cuerpos de las víctimas a restos destrozados y quemados, y dejó a muchos otros con heridas graves [5]. La CNN informó de que Fares Afana, director de los Servicios de Ambulancias y Emergencias del norte de Gaza, declaró que todos los atacados «eran civiles: niños desarmados, ancianos, hombres y mujeres» [6]. Euro-Med Monitor no encontró pruebas de que la escuela «se estuviera utilizando para objetivos militares» [7]. A pesar de las pruebas documentadas de los continuos asesinatos, secuestros, inanición forzada y tortura de palestinos por parte de Israel, incluidos niños[8], Netanyahu y los miembros de su gabinete han afirmado asombrosamente que Israel tiene «el ejército más moral del mundo»[9].
Israel ha matado a más de 40.000 palestinos. Save the Children informa de que «se calcula que más de 15.000 niños han muerto a causa del implacable asalto israelí a la Franja [al tiempo que estima] que hasta 21.000 están desaparecidos»[10]. Es posible que el número total de muertes esté enormemente infravalorado. Rasha Khatib, Martin McKee y Salim Yusuf, tres funcionarios de sanidad, declararon en The Lancet, una prestigiosa revista médica británica revisada por expertos, que, como resultado de las muertes causadas por la violencia indirecta en lugar de la directa, es probable que el número real de muertes esté más cerca de 186.000 [11]. Andre Damon, que escribe en la World Socialist Web Site, señala que Israel está librando una guerra de exterminio contra el pueblo palestino y que su objetivo no es sólo «…masacrar a decenas de miles de personas, sino también destruir todos los aspectos de la civilización en Gaza, contribuyendo a la muerte de decenas de miles de personas por desnutrición, enfermedades contagiosas y falta de atención sanitaria» [12]. El horror atroz de esta violencia se ve subrayado por su implicación en actos de profunda brutalidad, como el bombardeo de escuelas, la tortura de prisioneros [13], el uso del hambre como arma y el ataque a hospitales y a gran parte de las instalaciones sanitarias de Gaza, entre otras políticas bárbaras.
Estos actos han sido condenados como genocidio por grupos jurídicos como el Centro de Derechos Constitucionales, más de 50 gobiernos, incluido el de Sudáfrica, y varias agencias de Naciones Unidas y organizaciones no gubernamentales [14]. [Además, la Corte Penal Internacional (CPI) está estudiando una petición de su fiscal, Karim Khan, para que dicte órdenes de detención contra el primer ministro Benjamin Netanyahu y el ministro de Defensa israelí Yoav Gallant por cometer «crímenes de guerra contra la humanidad en la Franja de Gaza» [15]. Khan también ha solicitado órdenes de detención similares contra algunos dirigentes de Hamás.
Como señala la académica judía Judith Butler, los líderes de la extrema derecha israelí han hecho públicos y sin pedir disculpas sus planes eliminacionistas tras el ataque de Hamás del 7 de octubre. Su objetivo ha sido socavar sistemáticamente «el sustento, la salud, el bienestar y la capacidad [de los palestinos] de subsistir» en medio del vengativo y desproporcionado ataque militar de Israel [16]. Tras el ataque terrorista sorpresa de Hamás, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, pidió el asedio total de Gaza y declaró: «No habrá electricidad, ni alimentos, ni combustible, todo está cerrado. Estamos luchando contra animales humanos, y actuamos en consecuencia» [17]. Algunos ministros israelíes han pedido que se lance una bomba atómica sobre Gaza [18].
En una declaración que desafía los límites morales y legales, el ministro de Finanzas de Israel, Bezalel Smotrich, afirmó que «nadie en el mundo nos permitirá matar de hambre a 2 millones de personas, aunque pueda estar justificado y ser moral para liberar a los rehenes» [19] El comentario de Smotrich no sólo trivializa el sufrimiento de millones de personas, sino que también pasa por alto un hecho crítico: la inanición deliberada de civiles es inequívocamente un crimen de guerra. Este es el lenguaje de los políticos fascistas que hablan con el peso de los cadáveres en la boca y la sangre en las manos. Esta retórica deshumanizadora no sólo se dirige a los combatientes de Hamás, sino que se extiende a toda la población de Gaza, etiquetando de hecho a todos los palestinos como terroristas y menos que humanos. Al deshumanizar a todo un grupo, esta retórica facilita y legitima la opresión de Israel sobre todos los palestinos, justificando la negación de las necesidades humanas básicas y la comisión de crímenes de guerra.
El objetivo último de la guerra de Israel en Gaza parece ser la erradicación de cualquier posibilidad de un Estado palestino y la eventual expulsión de los palestinos de su tierra. Esto es evidente en el «asedio total» que se está produciendo en Gaza y en la oposición explícita de Netanyahu a la futura existencia de un Estado palestino. Teniendo en cuenta el actual asalto de Israel a Gaza, que casi ha borrado las perspectivas de supervivencia diaria de sus habitantes, este objetivo resulta más claro. Sharon Zhang subraya este punto señalando que Netanyahu ha declarado explícitamente su intención de «anular cualquier esperanza de la existencia de un Estado palestino en su totalidad» [20]. Ella escribe:
«Los defensores de los derechos de los palestinos han afirmado que éste ha sido el plan de las autoridades israelíes desde el principio, ya que las fuerzas israelíes masacran a los palestinos en masa en Gaza mientras se esfuerzan por borrar las pruebas de que alguna vez existieron palestinos en la región. Sin embargo, ésta es una de las declaraciones más claras hasta ahora del propio Netanyahu en medio del actual asedio, lo que sugiere su confianza en que podrá llevarlo a cabo con la ayuda de aliados como Estados Unidos [21]».
En varios artículos, Kenneth Roth ha escrito elocuentemente sobre las violaciones del derecho internacional por parte de Israel [22]. Sostiene que ninguna de las acciones de Hamás, por horribles que sean, justifican la violación de las leyes de la guerra por parte de Israel. Afirma que «el gobierno israelí ha violado repetidamente el derecho internacional humanitario de formas que equivalen a crímenes de guerra». Señala los ataques de Israel contra estructuras civiles, como escuelas, museos y bibliotecas. Cita la afirmación de Haaretz de que «Israel ha creado “zonas de muerte” donde los soldados disparan a cualquiera que entre, armado o no». Señala la destrucción de hospitales por parte de Israel, sus torturas a palestinos detenidos y cómo algunos detenidos «han muerto bajo custodia militar [mientras que a otros], según informes, se les han tenido que amputar miembros debido a las heridas sufridas por el esposamiento prolongado». Sostiene que el gobierno israelí ha «impuesto enormes obstáculos a la entrega de ayuda, en particular de alimentos, una política que equivale a utilizar el hambre como arma de guerra» [23]. Lo que Roth deja claro y lo que muchas naciones occidentales han ignorado es que Israel es un Estado canalla culpable de horrendos crímenes de guerra y que ha violado repetidamente el derecho internacional.
Los crímenes de guerra hacen más que destruir cuerpos; erosionan la moralidad, la memoria y los hábitos profundamente arraigados de la conciencia pública. La brutalidad de las acciones militares de Israel en Gaza es dolorosamente evidente en las imágenes de cuerpos de niños, destrozados en medio de mezquitas, hospitales y escuelas bombardeados. Estas atrocidades se justifican a menudo con un discurso de deshumanización y autodefensa, una narrativa sancionada por el Estado tan moralmente atroz como el sufrimiento que permite, especialmente entre los más vulnerables. Lo que a menudo se pasa por alto, especialmente en los principales medios de comunicación, es que la guerra de Israel contra Gaza no es sólo un asalto físico, sino un ataque a la historia, la memoria y las instituciones culturales. Esta supresión es un esfuerzo calculado para ocultar sus crímenes de guerra, su violencia brutal y su historia de colonialismo de asentamientos, todo ello «bajo la seguridad del manto de la amnesia histórica» [24].
El escolasticidio como guerra estructural e ideológica
El genocidio se manifiesta no sólo en la creación de «zonas de exterminio», donde los soldados disparan indiscriminadamente a los palestinos, y en el uso de la fuerza letal contra objetivos no militares, como hospitales y escuelas, sino también en la destrucción sistemática de toda la infraestructura intelectual, cultural y cívica de Gaza [25]. Esta erosión calculada pretende eliminar el tejido mismo de la sociedad de Gaza, extendiéndose más allá de la violencia física a la obliteración de su identidad histórica y cultural [26].
La documentación continua y cada vez más meticulosa de los crímenes de guerra cometidos por Israel no sólo pone de manifiesto las terribles realidades sobre el terreno, sino que también arroja luz sobre las implicaciones más amplias de estas violaciones. El desarrollo de la crisis va más allá de la brutalidad inmediata y la destrucción física en Gaza, al revelar una forma de violencia más profunda e insidiosa que trasciende el campo de batalla. Esta violencia tiene sus raíces en una agenda ideológica que legitima tal barbarie al tiempo que ataca sistemáticamente cualquier forma de educación y crítica que pretenda desenmascararla. Este ataque se manifiesta como una guerra blanda y dura contra la educación, la historia, la investigación crítica y cualquier movimiento viable de disidencia. Karma Nabulsi, de la Universidad de Oxford, llamó a esta «guerra contra la educación» una forma de escolasticidio y argumentó que afectaría a generaciones de niños palestinos [27]. En el centro de esta guerra contra la disidencia y la educación se encuentran los repetidos intentos del gobierno derechista de Israel de desestimar todas las críticas a la guerra de Israel contra Gaza como una forma de antisemitismo. Por ejemplo, cuando la guerra contra Gaza se contextualiza y se historiza ocasionalmente en los informes, el gobierno israelí y sus defensores rápidamente lanzan la acusación de antisemitismo contra los críticos, especialmente los palestinos, pero también los judíos. El historiador Ilan Pappe destaca cómo el gobierno de extrema derecha de Israel esgrime esta acusación para silenciar no sólo a los críticos de la guerra, sino cualquier relato que exponga su campaña de cinco décadas de «fuerzas ocupacionales para infligir un castigo colectivo persistente a los palestinos… exponiéndolos al acoso constante de los colonos y las fuerzas de seguridad israelíes y encarcelando a cientos de miles de ellos» [28].
La violencia expansiva, indiscriminada y escandalosa desatada en Gaza por Israel exige no sólo un nuevo vocabulario, sino también una comprensión más profunda de la política de la educación y de la educación de la política. También requiere una comprensión redefinida de lo que constituye un crimen de guerra, junto con un movimiento internacional de masas que se oponga a los ataques deliberados y brutales del gobierno israelí de extrema derecha contra el pueblo palestino y su búsqueda de libertad y soberanía. Además, es crucial reconocer que esta violencia, en sus múltiples formas, incluye una forma menos visible de violencia que a menudo se pasa por alto. Esta forma de violencia, a menudo oscurecida por la matanza genocida y la aniquilación que se está produciendo en Gaza, es la violencia del olvido organizado: el borrado sistemático de memorias, historias y recuerdos colectivos peligrosos.
Es la violencia del «escolasticidio». Este tipo de violencia pretende borrar la Nakba de la historia, destruir las instituciones que preservan la memoria de la expulsión forzosa de 700.000 palestinos de su tierra e imponer la amnesia histórica como medio de impedir que las generaciones futuras conozcan la resistencia palestina contra la violencia colonial, la desposesión y el olvido que ha persistido durante décadas. Isabella Hammad, autora británico-palestina, expresa con razón su indignación por la forma en que las incubadoras pedagógicas del escolasticidio blando trabajan para condenar a los manifestantes palestinos y encubrir los crímenes de genocidio. Merece la pena citarla extensamente: «La guerra de Israel en Gaza no sólo tiene como objetivo la memoria, el conocimiento y la investigación crítica, sino que también se extiende a la destrucción de las instituciones educativas donde la historia expone los crímenes del pasado y los movimientos de liberación y resistencia. Se trata de una guerra librada no sólo contra los cuerpos, sino también contra la propia historia: contra los recuerdos, los legados, las escuelas, los museos y cualquier espacio en el que la historia y la identidad colectiva de un pueblo se conservan y transmiten a las generaciones presentes y futuras. Este ataque contra la conciencia histórica, el recuerdo, las ideas críticas y la historia perdurable del colonialismo de asentamientos representa una forma de violencia ideológica que sustenta estratégicamente la guerra tangible y sangrienta que destruye vidas palestinas y las instituciones que salvaguardan recuerdos vitales. En este contexto, surge el concepto de «escolasticidio», que significa la destrucción deliberada de espacios educativos que transmiten conocimientos, recuerdos y valores esenciales, convirtiéndose en un elemento central de la guerra más amplia de Israel contra el pueblo palestino [29]».
Como forma de amnesia histórica, política y social, el escolasticidio funciona a través de lo que Rob Nixon denomina «violencia lenta», una forma de daño gradual, incremental y a menudo menos visible. En este contexto, el escolasticidio se manifiesta a través de contorsiones verbales marcadas por las distracciones, las mentiras, el miedo, las amenazas y la intimidación. El lenguaje, las imágenes y los tsunamis sensacionalistas de odio en diversos medios de comunicación y plataformas se utilizan para distraer a la gente de los crímenes que tienen lugar en Gaza. Como resultado, el escolasticidio funciona para normalizar la sangrienta guerra en Gaza y suprimir la libertad de expresión. Sin embargo, es crucial reconocer que el escolasticidio también adopta una expresión más brutal e inmediata en lo que yo llamo la «salvaje violencia estructural del escolasticidio». Esta forma de escolasticidio tiene como objetivo la destrucción de escuelas, universidades y museos, al tiempo que reprime sistemáticamente a los académicos, estudiantes y otros disidentes. Se trata de verdaderas armas de destrucción masiva, que atacan no sólo cuerpos y mentes, sino también las instituciones que sustentan la vida intelectual.
A continuación, analizaré la brutal violencia estructural del escolasticidio que tiene lugar en Gaza, donde las instituciones educativas son sistemáticamente atacadas y destruidas. Después, examinaré la violencia ideológica del escolasticidio, caracterizada por la supresión de la libertad de expresión y la libertad académica, que se aplica cada vez más mediante mecanismos estatales de vigilancia, pérdida de puestos de trabajo y otras medidas punitivas, incluida la detención. Estas dos formas de escolasticidio no están aisladas, sino que se refuerzan mutuamente, al servicio de un proyecto más amplio de imposición de un Estado represivo en Israel. Este análisis también revelará cómo estas prácticas señalan una tendencia más amplia e insidiosa en Occidente, donde la censura, la represión y diversas formas de terrorismo pedagógico se despliegan agresivamente para suprimir la disidencia y el pensamiento crítico, dando lugar a una brutal trayectoria global de opresión intelectual y académica. Estas dos formas de opresión académica -ideológica y estructural- están profundamente interconectadas. El ataque ideológico contra la libertad de expresión y la libertad académica sienta las bases para la destrucción física de instituciones esenciales para la educación crítica como práctica de libertad y liberación. De este modo, las fuerzas ideológicas del escolasticidio actúan como precursoras y condición previa para la aniquilación final de los cimientos mismos de la educación emancipadora.
Escolasticidio en Gaza
La brutal guerra de Israel en Gaza no sólo atenta contra los cuerpos, sino también contra la preservación de la historia, el conocimiento y el pensamiento crítico. Al destruir las instituciones educativas, pretende borrar los relatos de los crímenes del pasado y los movimientos palestinos de liberación. Se trata de una guerra contra la propia historia, contra los recuerdos, el legado de la resistencia y las instituciones que salvaguardan la identidad colectiva de un pueblo para las generaciones futuras. La represión de la conciencia histórica y de la historia del colonialismo de los asentamientos es una forma de violencia ideológica que alimenta el conflicto actual devastando vidas palestinas y borrando recuerdos vitales. Esta destrucción deliberada de instituciones educativas, espacios e historia, conocida como «escolasticidio», es fundamental para la guerra más amplia de Israel contra el pueblo palestino. Chandni Desai, que escribe en The Guardian, describe el escolasticidio como un acto de salvajismo ético y represión pedagógica: «Aniquila los medios por los que un grupo -en este caso, los palestinos- puede mantener y transmitir su cultura, conocimientos, historia, memoria, identidad y valores a través del tiempo y el espacio. Es una característica clave del genocidio» [30].
La violencia estructural del escolasticidio en Gaza desde el horrible ataque de Hamás del 7 de octubre es innegable y prácticamente impensable. El mundo ha sido testigo del ataque deliberado de Israel contra escuelas, universidades y otros lugares culturales de Gaza. Como señala Sharon Zhang, «es un crimen de guerra atacar infraestructuras civiles en la guerra, pero Israel tiene un largo historial de violación flagrante del derecho internacional con impunidad, incluido el ataque a instituciones educativas que preservan la historia, la identidad y la cultura palestinas» [31]. Según la ONU, el 90% de las escuelas de Gaza han sido destruidas, y las 12 universidades han sido bombardeadas, dañadas o reducidas a escombros. Chandni Desai informa de que «se han suspendido los estudios de aproximadamente 90.000 universitarios palestinos; muchos se verán abocados al desplazamiento forzoso por genocidio, ya que Gaza se ha vuelto inhabitable» [32]. Y la cosa empeora. Funcionarios de la ONU y el Ministerio de Educación palestino informan de que las operaciones militares israelíes han matado al menos a 5.479 estudiantes, 261 maestros y 95 profesores universitarios en Gaza, entre ellos decanos, presidentes de universidad, físicos galardonados, poetas, artistas y destacados activistas [33].
Las escuelas de Gaza se enfrentaban a importantes retos incluso antes de la guerra, como el hacinamiento, los turnos dobles, la escasez de edificios y el acceso restringido a materiales de construcción y material escolar. Como subraya Stephen McCloskey, «en junio de 2022, Save the Children informó de que el 80% de los niños de Gaza se encontraban ‘en un estado perpetuo de miedo, preocupación, tristeza y dolor’» [34] La guerra no ha hecho sino exacerbar estos problemas, dejando a los jóvenes de Gaza lidiando con traumas repetidos, crisis de salud mental y la amenaza constante de muerte o lesiones. Estas dificultades se ven agravadas por la pobreza extrema, la violencia continua, los desplazamientos forzosos y una atención sanitaria inadecuada.
Además, las brutales realidades se extienden más allá del campo de batalla. Está bien documentado que muchos niños retenidos sin cargos en centros de detención israelíes han sido sometidos a abusos físicos, sexuales y mentales. Save the Children ha recogido testimonios de niños que revelan niveles crecientes de violencia, sobre todo desde octubre, cuando se aplicaron normas más estrictas que impiden las visitas de padres o abogados. Algunos niños han denunciado fracturas de huesos y palizas, lo que pone de manifiesto los graves abusos que se producen en estos centros de detención»[35]. En medio de una crisis humanitaria tan grave, los niños palestinos y sus padres se encuentran ante una disyuntiva angustiosa: “entre morir por exposición, enfermedad, bombas, inanición, enfermedad infecciosa o marcharse” [36]. Esta sombría realidad subraya que la destrucción del sistema educativo de Gaza forma parte de una campaña más amplia de Israel para hacer inhabitable la región.
La guerra de Israel contra la educación y la cultura va más allá y se dirige contra el tejido mismo de la identidad de Gaza. El bombardeo y la destrucción de numerosas bibliotecas, archivos, editoriales, centros culturales, salas de actividades, museos, librerías, cementerios, monumentos y materiales de archivo ilustran un esfuerzo sistemático por borrar el patrimonio palestino [37]. Varios medios de comunicación y las redes sociales han proporcionado historias e imágenes que confirman que los soldados israelíes no sólo están destruyendo, sino también robando artefactos arqueológicos. En un caso especialmente atroz denunciado en las redes sociales, artefactos robados en la Franja de Gaza se expusieron abiertamente en una pequeña vitrina del Parlamento israelí, conocido como la Knesset [38].
La política israelí de escolasticidio, destinada a destruir la educación palestina, especialmente sus métodos menos violentos, no se limita a Gaza. También se extienden a estudiantes, profesores y otros críticos de la guerra dentro de Israel. La académica israelí, profesora Maya Wind, sostiene que las universidades de Israel se han convertido en centros de investigación militar, propaganda y represión [39]. Por ejemplo, señala: que «las disciplinas académicas, los programas de grado, la infraestructura del campus y los laboratorios de investigación están al servicio de la ocupación y el apartheid israelíes». Merece la pena citarla extensamente: «La Universidad Hebrea, entre otras, está entrenando a soldados de inteligencia para crear bancos de objetivos en Gaza. Están produciendo conocimiento para el Estado… que es propaganda estatal, o erudición legal para ayudar a frustrar los intentos de responsabilizar a Israel por sus crímenes de guerra, como el caso llevado a la CIJ por Sudáfrica. Y, de hecho, están concediendo créditos para cursos universitarios a los soldados de reserva que regresan de Gaza a sus aulas. Así pues, las universidades israelíes son profundamente cómplices de este genocidio [40]».
Además, Neve Gordon y Penny Green informaron en The New York Review of Books de que Shalhoub-Kevorkian, ciudadana palestina de Israel y titular de la cátedra de Derecho Lawrence D. Biele de la Universidad Hebrea de Jerusalén, fue detenida por firmar una petición titulada «Investigadores y estudiantes infantiles piden el alto el fuego inmediato en Gaza» [41]. Fue una de los muchos educadores palestinos intimidados por el gobierno de extrema derecha de Netanyahu por criticar la guerra» [42]. El alcance de la censura y el castigo del Estado israelí también incluye a miembros judíos del profesorado, como la célebre profesora Peled-Elhanan, sometida a un juicio disciplinario por enviar mensajes en un WhatsApp del personal que se consideraron de apoyo a Hamás.
Gordon y Green también señalaron que «en las tres semanas siguientes al ataque de Hamás, más de un centenar de estudiantes palestinos en Israel, casi el 80% de ellos mujeres, se enfrentaron a medidas disciplinarias por publicaciones privadas en las redes sociales que apoyaban el fin del asedio a Gaza… expresaban empatía con los palestinos de la Franja o simplemente incluían memes sobre niños palestinos que sufren» [43]. Los intentos del Estado israelí de destruir la educación en Palestina forman parte de un proyecto más amplio para destruir cualquier vestigio de un movimiento de liberación en Palestina. Wind señala que esto es obvio no sólo en términos de la represión de los críticos palestinos en Gaza e Israel, sino también en Cisjordania, incluido Jerusalén Occidental. Afirma que las universidades palestinas son objeto de redadas rutinarias por parte de las fuerzas de la ocupación. Y añade: «Los estudiantes activistas y organizadores de más de 411 grupos y asociaciones de estudiantes palestinos que han sido declarados ilegales por el Estado israelí son secuestrados sistemáticamente en sus campus y en sus casas en mitad de la noche. Son sometidos a tortura. Se les mantiene en detención administrativa sin cargos ni juicio durante meses. Así pues, lo que estamos viendo realmente es un ataque sistémico del ejército israelí y del gobierno militar israelí contra la educación superior palestina, y en particular contra los campus palestinos como lugares de organización para la liberación palestina [44]».
Conclusión
Lo que destaca de la política israelí de escolasticidio no es solo la matanza visceral, el sufrimiento y el terror infligidos al pueblo palestino en Gaza, sino también el esfuerzo calculado para destruir las instituciones que preservan la historia palestina, educan a las generaciones actuales y futuras y forjan vínculos entre el pasado y un futuro de libertad y justicia. No se trata solo de un ataque a la memoria; es un ataque a la esencia misma de la educación como fuerza liberadora, indispensable para una sociedad en la que el juicio informado, el coraje cívico y la acción crítica son esenciales para defender los ideales de libertad y justicia a través de la resistencia masiva.
Es crucial que los educadores críticos y los activistas contra la guerra reconozcan que esta guerra contra la educación en Gaza es paralela al actual asalto contra la educación superior en Estados Unidos y otros regímenes autoritarios, lo que revela una preocupante alineación global en el ataque contra la libertad intelectual y la verdad histórica. La estrategia del escolasticidio es tanto un proyecto estructural violento como un esfuerzo ideológico y pedagógico calculado para silenciar la disidencia dentro y fuera de la educación superior, en particular la disidencia que responsabiliza a la guerra genocida de Israel y a sus aparatos de adoctrinamiento ideológico y represión. Los horrores que se están produciendo en Gaza representan el extremo final de una campaña más amplia e insidiosa destinada a aplastar la disidencia en las universidades de Estados Unidos, Europa y otros países, incluidas naciones como Hungría. Puede que en Estados Unidos no se bombardeen escuelas e instituciones culturales, pero se les retira sistemáticamente la financiación y se las convierte en fortalezas de la represión académica. Se prohíben libros, los estudiantes que protestan se enfrentan a la brutalidad policial, se purga al profesorado y se blanquea la historia. Mientras tanto, las élites multimillonarias y los funcionarios administrativos trabajan sin piedad para «diseñar el empobrecimiento intelectual, social y financiero del sector educativo», silenciando a cualquiera que se atreva a desafiar su búsqueda de la conformidad nacional e ideológica [45].
El escolasticidio es una forma moderna de macartismo que se intensifica desde el silenciamiento de la oposición hasta la destrucción directa de las instituciones académicas y culturales que permiten la resistencia individual y colectiva. Comienza atacando el juicio informado, la memoria histórica y el disenso, y luego escala hasta la destrucción de infraestructuras cívicas como escuelas y museos. A su paso, deja un rastro de derramamiento de sangre, miembros rotos, mujeres y niños heridos y un legado escalofriante de violencia, muertes en masa y vacío ético. El escolasticidio es el canario en la mina de carbón, que señala una amenaza inminente y grave a la libertad académica, la libertad de expresión, la educación crítica y la democracia misma.
Notas:
[1] Gerald Sussman, “The US-Israeli Regime of Despair,” Counter Punch (July 21, 2024). Online: https://www.counterpunch.org/2024/07/21/the-us-israeli-regime-of-despair/
[2] Kenneth Roth, “Crimes of War in Gaza” The New York Review of Books [July 18, 2024]. Online: https://www.nybooks.com/articles/2024/07/18/crimes-of-war-in-gaza-kenneth-roth/
[3] Aryeh Neier, “Is Israel Committing Genocide?” The New York Review of Books[June 6, 2024]. Online: https://www.nybooks.com/articles/2024/06/06/is-israel-committing-genocide-aryeh-neier/
[4] HuMedia, “Israel hits Gaza Strip with the equivalent of two nuclear bombs,” Euro-Med Human Rights Monitor (November 2, 2023). Online: https://euromedmonitor.org/en/article/5908/Israel-hits-Gaza-Strip-with-the-equivalent-of-two-nuclear-bombs#:~:text=Geneva%20%2D%20Israel%20has%20dropped%20more,a%20press%20release%20issued%20today
[5] Editorial, “Initial Euro-Med Monitor investigation finds no evidence of military presence at site of Tab’een School massacre in Gaza,” Countercurrents.org (August 24, 2024). Online: https://countercurrents.org/2024/08/initial-euro-med-monitor-investigation-finds-no-evidence-of-military-presence-at-site-of-tabeen-school-massacre-in-gaza/
[6] Irene Nasser, Abeer Salman, Ibrahim Dahman, Mohammed Tawfeeq, Lex Harvey and Allegra Goodwin, “Israeli strike on mosque and school in Gaza kills scores, sparking international outrage,” CNN World (August 11, 2024). Online: https://www.cnn.com/2024/08/10/middleeast/israeli-school-strike-gaza-intl-hnk/index.html
[7] HuMedia, “Initial Euro-Med Monitor investigation finds no evidence of military presence at site of Tab’een School massacre in Gaza,” Euro-Med Human Rights Monitor (August 11, 2024).
[8] Miranda Cleland, “Why Israel can torture detained Palestinian children with impunity,” Middle East Eye (December 1, 2023). Online: https://www.middleeasteye.net/opinion/israel-palestine-war-torture-detained-palestinian-children-impunity
[9] Greg Shupak, “Israel may have the least ‘moral army’ in the world: The rate of civilian death during Israel’s assault on Gaza has few precedents this century,” Canadian Dimension (February 17, 2024). Online: https://canadiandimension.com/articles/view/israel-may-have-the-least-moral-army-in-the-world
[10] Arwa Mahdawi, “Nearly 21,000 children are missing in Gaza. And there’s no end to this nightmare”, The Guardian [June 27, 2024].
Online: https://www.theguardian.com/global/commentisfree/article/2024/jun/27/gaza-missing-children
[11] Rasha Khatib, Martin McKee, Salim Yusuf, “Counting the dead in Gaza: difficult but essential” The Lancet [July 5, 2024].
Online: https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(24)01169-3/fulltext
[12] Andre Damon, “Lancet warns Gaza death toll could be over 186,000,” World Socialist Web Site (July 7, 2024).
Online: https://www.wsws.org/en/articles/2024/07/08/xgqe-j08.html
[13] Press Release, “UN report: Palestinian detainees held arbitrarily and secretly, subjected to torture and mistreatment,” United Nations Human Rights (July 31, 2024). Online: https://www.ohchr.org/en/press-releases/2024/07/un-report-palestinian-detainees-held-arbitrarily-and-secretly-subjected
[14] Gerald Imray, “Genocide case against Israel: Where does the rest of the world stand on the momentous allegations?,” Associated Press (January 14, 2024). Online: https://apnews.com/article/genocide-israel-palestinians-gaza-court-fbd7fe4af10b542a1a4e2c7563029bfb;
[15] Mike Corder, “International Criminal Court judges mulling arrest warrants consider legal arguments on jurisdiction,” Associated Press(August 9, 2024). Online: https://apnews.com/article/israel-palestinians-icc-court-warrants-jurisdiction-12df89805cf654df030a56264ad38bb8#:~:text=THE%20HAGUE%2C%20Netherlands%20(AP),attacks%20by%20Hamas%20in%20Israel.
[16] Amy Goodman, “Palestinian Lives Matter Too: Jewish Scholar Judith Butler Condemns Israel’s “Genocide” in Gaza.” Democracy Now[October 26, 2023]. Online: https://www.democracynow.org/2023/10/26/judith_butler_ceasefire_gaza_israel
[17] Sanjana Karanth, “Israeli Defense Minister Announces Siege On Gaza To Fight ‘Human Animals’,” The Huff Post (October 9, 2023).
[18] Patrick Kingsley, “Top U.N. Court Decision Adds to Israel’s Growing Isolation” New York Times [May 24, 2024].
Online: https://www.nytimes.com/2024/05/24/world/middleeast/icj-israel-rafah-isolation.html
[19] Guardian Staff and Agencies, “Israel minister condemned for saying starvation of millions in Gaza might be ‘justified and moral’,” The Guardian (August 8, 2024). Online: https://www.theguardian.com/world/article/2024/aug/08/israel-finance-minister-bezalel-smotrich-gaza-starve-2m-people-comments
[20] Sharon Zhang, “Netanyahu Says Israel’s Goal Is to Wipe Out All Possibility of Palestinian State,” Truthout (January 18, 2024).
[21] Ibid.
[22] Kenneth Roth, “Crimes of War in Gaza” The New York Review of Books [July 18, 2024]. Online: https://www.nybooks.com/articles/2024/07/18/crimes-of-war-in-gaza-kenneth-roth/; See also, an interview with Roth in Carolyn Neugarten, “The Right Fight” The New York Review [July 27, 2024].
Online: https://www.nybooks.com/online/2024/07/27/the-right-fight-kenneth-roth/
[23] All of the quotes in this paragraph are from Kenneth Roth, “Crimes of War in Gaza” The New York Review of Books [July 18, 2024]. Online: https://www.nybooks.com/articles/2024/07/18/crimes-of-war-in-gaza-kenneth-roth/
[24] Donalyn White, Anthony Ballas, “Settler Colonialism and the Engineering of Historical Amnesia” Counter Punch [July 11, 2024].
[25] See, Kenneth Roth, “Crimes of War in Gaza” The New York Review of Books [July 18, 2024]. Online: https://www.nybooks.com/articles/2024/07/18/crimes-of-war-in-gaza-kenneth-roth/. A brilliant, critical, and encompassing analysis of Israel’s war crimes can be found in Jeffrey St. Clair’s Gaza Dairy Archives published in CounterPunch.
[26] Gaza Academics and Administrators, “Open letter by Gaza academics and university administrators to the world.” Al Jazeera [May 29, 2024]. Online: https://www.aljazeera.com/opinions/2024/5/29/open-letter-by-gaza-academics-and-university-administrators-to-the-world
[27] Faisal Bhabha, Heidi Matthews, Stephen Rosenbaum, “Open letter from North American academics condemning scholasticide in Gaza”, Google Docs [April 2024]. Online: https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSc7_K7qybzbeiBAg7sYTxbp1VOyYBrYPaxRf8jvHuBa0kQHlg/viewform?pli=1
[28] Ilan Pappe, “Why Israel wants to erase context and history in the war on Gaza.” Al Jazeera [November 5, 2023].
[29] Isabella Hammad, “Acts of Language” The New York Review of Books [June 13, 2024]. Online: https://www.nybooks.com/online/2024/06/13/acts-of-language-isabella-hammad/
[30] Chandni Desai, “Israel has destroyed or damaged 80% of schools in Gaza. This is scholasticide” The Guardian [June 8, 2024].
[31] Sharon Zhang, “Israel Bombs Girls’ School in Gaza, Killing 30 and Wounding Over 100,” Truthout (July 29, 2024). Online: https://truthout.org/articles/israel-bombs-girls-school-in-gaza-killing-30-and-wounding-over-100/
[32] Ibid. Chandni Desai.
[33] Chris Hedges, “Israel destroyed my university. Where is the outrage?” The Real News [February 9, 2024]. Online: https://therealnews.com/israel-destroyed-my-university-where-is-the-outrage
[34] Stephen McCloskey, “Israel’s War on Education in Gaza” Z Network [January 8, 2024]. Online: https://znetwork.org/znetarticle/israels-war-on-education-in-gaza/
[35] News Release, “Palestinian children in Israeli military detention report increasingly violent conditions,” Save the Children (February 29, 2024). Online: https://www.savethechildren.net/news/palestinian-children-israeli-military-detention-report-increasingly-violent-conditions
[36] Chris Hedges, “Israel destroyed my university. Where is the outrage?” The Real News [February 9, 2024]. Online: https://therealnews.com/israel-destroyed-my-university-where-is-the-outrage
[37] Ibid. Chandni Desai.
[38] Palestine Chronicle Staff, “Israeli Forces Display Stolen Gaza Artifacts in Knesset,” The Palestine Chronicle (August 14, 2024).
Online: https://www.palestinechronicle.com/israeli-forces-display-stolen-gaza-artifacts-in-knesset-reports/
[39] Maya Wind, Towers of Ivory and Steel: How Israeli Universities Deny Palestinian Freedom (New York: Verso, 2024).
[40] Amy Goodman, “”Towers of Ivory and Steel”: Jewish Scholar Says Israeli Universities Deny Palestinian Freedom” Democracy Now[March 15, 2024]. Online: https://www.democracynow.org/2024/3/15/maya_wind_towers_of_ivory_and
[41] Neve Gordon and Penny Green, “Israel’s Universities: The Crackdown” The New York Review of Books [June 5, 2024].
Online: https://www.nybooks.com/online/2024/06/05/israel-universities-the-crackdown/
[42] Ibid. Maya Wind.
[43] Ibid. Neve Gordon and Penny Green.
[44] Amy Goodman, “Maya Wind: Destruction of Gaza’s Universities Part of Broader Israeli Project to Destroy Palestinian Liberation” Part 2. Democracy Now [March 15, 2024]. Online: https://www.democracynow.org/2024/3/15/maya_wind_part_2
[45] Ruth Ben-Ghiat, “How Authoritarians Target Universities,” Lucid (July 11, 2023). Online: https://lucid.substack.com/p/from-fascism-to-hungary-and-the-us
Henry A. Giroux ocupa actualmente la cátedra de Estudios de Interés Público de la Universidad McMaster en el Departamento de Estudios Ingleses y Culturales y es Paulo Freire Distinguished Scholar in Critical Pedagogy. Sus libros más recientes son: The Terror of the Unforeseen (Los Angeles Review of books, 2019), On Critical Pedagogy, 2ª edición (Bloomsbury, 2020); Race, Politics, and Pandemic Pedagogy: Education in a Time of Crisis (Bloomsbury 2021); Pedagogy of Resistance: Against Manufactured Ignorance (Bloomsbury 2022) e Insurrections: Education in the Age of Counter-Revolutionary Politics (Bloomsbury, 2023), y, en coautoría con Anthony DiMaggio, Fascism on Trial: Education and the Possibility of Democracy (Bloomsbury, 2025). Giroux es también miembro de la junta directiva de Truthout.
Texto original: CounterPunch.org, traducido del inglés por Sinfo Fernández.