Con más de 3.000 millones, nuestro país es el tercer socio comercial de Libia, sólo por detrás de Alemania e Italia. Repsol, Sacyr y Abengoa son las compañías con más intereses en el país. El ambiente prebélico que se respira en Libia ha puesto en jaque los intereses de un buen puñado de compañías españolas, […]
Con más de 3.000 millones, nuestro país es el tercer socio comercial de Libia, sólo por detrás de Alemania e Italia. Repsol, Sacyr y Abengoa son las compañías con más intereses en el país.
El ambiente prebélico que se respira en Libia ha puesto en jaque los intereses de un buen puñado de compañías españolas, que han dado orden de repatriar a todo su personal, ante la escalada de violencia, dejando a su suerte los negocios que tienen actualmente en la zona.
Y son muchos. Nuestro país es el tercer socio comercial del Estado todavía controlado por Muamar al Gadafi, sólo por detrás de Italia y Alemania, que cuadruplican y doblan, respectivamente, el peso español.
Además, en gas, dependemos un 2,1% del convulso país, mientras que en petróleo, es cerca del 10%, según datos del Ministerio de Industria.
Las últimas cifras oficiales, recogidas por el ICEX y que se remontan al cierre de 2008, cifran en 3.160 millones de euros los intereses españoles con Libia. Sin embargo, en la actualidad, este importe puede ser muy superior.
Desde la visita del Rey al país africano, en enero de 2009, cuyo fruto fue un trato preferente a las compañías españolas en la concesión de licitaciones y obras públicas, la actividad con el país africano se ha multiplicado.
Repsol, Sacyr y Abengoa son las empresas con más intereses en la zona y, de hecho, ayer fueron duramente castigadas en bolsa, con caídas del 2,58%, 1,69% y 5%, respectivamente.
La compañía presidida por Antonio Brufau es, por diferencia, el grupo española con mayores intereses en Libia, ya que en ese país tiene el 3,8% de su producción y el 5% de sus reservas.
La petrolera cuenta con derechos mineros sobre 9 bloques -8 de exploración y 1 de explotación- y uno de los campos que tiene en Libia forma parte de los diez proyectos clave para el crecimiento del grupo.
Aunque Repsol intenta transmitir un mensajes de tranquilidad y prudencia, a la espera de acontecimientos, la realidad es que ha repatriado a todo su personal español y, actualmente,no puede garantizar la seguridad de sus proyectos ni la continuidad de su producción, debido a la situación prebélica del país.
Los intereses de Sacyr también se han visto seriamente golpeados, ya que la cartera de obra por importe de 700 millones de euros que tiene comprometidos con el régimen de Gadafi en el proyecto de urbanización en la ciudad de El Beida y en el plan urbanístico de Benghazi han quedado en el aire por la batalla campal desatada en estas urbes.
De hecho, Benghazi figura entre las ciudades que han caído en manos de los manifestantes, tras las deserciones de algunos miembros del ejército.
Sacyr opera en Libia aliada con la empresa pública Svlidco y con la bendición de Gadafi. Por tanto, la caída del régimen actual podría llevarse también por delante este contrato.
Del mismo modo, Abengoa figura entre las compañías que más se han beneficiado de la reciente apuesta del país por las infraestructuras, sobre todo en temas de desalación.
El régimen de Gadafi tiene en marcha un plan de inversión en infraestructuras de 50.000 millones que, en el terreno del tratamiento de aguas, ha permitido a Befesa, filial del gigante andaluz, convertirse en socio de la Compañía General de Desalinización para la siguiente generación de plantas.
Sin embargo, todos estos proyectos pueden quedar enterrados entre las bombas que han dejado a Libia al borde de una guerra civil.