Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Silwan, en la ocupada Jerusalén Este: Tensión, carcasas retorcidas de vehículos destripados, autobuses con los cristales rotos, contenedores de basura ardiendo, calles plagadas de balas de acero recubiertas de caucho y de cartuchos vacíos, gases lacrimógenos y el aire espeso del negro hollín proveniente de los neumáticos en llamas marcaron el comienzo del quinto día de continuados disturbios en Jerusalén Este.
Un guardia de seguridad de un asentamiento israelí asesinó a un hombre palestino en circunstancias no aclaradas, un bebé palestino se asfixió con los gases lacrimógenos y docenas de palestinos resultaron heridos por los golpes, las balas de metal y caucho y la inhalación de gases lacrimógenos.
La barriada de Silwan, situada en Jerusalén Este, lleva meses en situación de gran tensión que ha acabado estallando en enfrentamientos diarios entre jóvenes manifestantes palestinos y fuerzas de seguridad israelíes.
El ayuntamiento de Jerusalén ha demolido muchos hogares palestinos. La prevista demolición de muchas más casas, la expulsión de muchos residentes palestinos y la inminente expulsión de varios cientos más para que dejen espacio para los ilegales asentamientos y un parque temático judíos no eran sino una bomba de relojería a punto de estallar.
La chispa que encendió la llama se produjo el pasado miércoles por la mañana, aproximadamente a las cinco de la madrugada, cuando Samer Sarhan, padre de cinco niños, fue asesinado a tiros cuando se dirigía hacia su trabajo tras una confrontación con los guardias de seguridad israelíes situados en el exterior del asentamiento israelí de Ciudad de David.
Las autoridades israelíes afirmaron que el guardia de seguridad en cuestión había asesinado a Sarhan en «defensa propia» al creer que su vida estaba en peligro después de que su vehículo fuera apedreado. Los palestinos afirman que hubo un altercado verbal y luego una pelea a puñetazos, tras la cual el guardia de seguridad disparó contra Sarhan cuando éste huía.
En un escenario demasiado cotidiano, un número cada vez mayor de palestinos desarmados han sido abatidos a tiros por israelíes humanos en situaciones que los críticos y las organizaciones de los derechos humanos sostienen que, en el mejor de los casos, son cuestionables y, en el peor, deliberadas ejecuciones.
Además, los testigos presenciales que observaron la actuación del guardia de seguridad representaron para la policía las circunstancias del letal tiroteo, informando que el guardia, tras matar a Sarhan, fue deteniéndose en diferentes lugares donde al parecer se puso a disparar contra los palestinos.
No pasó mucho tiempo antes de que estallara la violencia en Silwan cuando la noticia del asesinato corrió como reguero de pólvora por toda la barriada y los disturbios fueron extendiéndose a las áreas vecinas de Jerusalén Este.
IPS asistió al funeral del hombre asesinado, que se celebró ese mismo día, junto a unas mil personas que acompañaban el duelo. Se podía palpar la rabia y la atmósfera era muy tensa. Grupos de fuerzas especiales israelíes fuertemente armadas estaban en alerta máxima y observaban los acontecimientos situadas desde puntos estratégicos en las zonas altas del Valle de Silwan.
Los colonos israelíes abrieron fuego contra el cortejo fúnebre mientras varios jóvenes palestinos lanzaban piedras y cócteles molotov hacia sus casas. Dos vehículos de la policía israelí resultaron alcanzados por los Molotovs y varios autobuses israelíes acabaron con las ventanas rotas a lo largo del funeral.
Mientras la consiguiente violencia se extendía a lo largo de cuatro días más por amplias zonas de Jerusalén Este, el pequeño Muhammad Abu Sneneh, de catorce meses, se convirtió en la última víctima al morir asfixiado a causa de los gases lacrimógenos.
Sus padres acusaron de negligencia a los israelíes diciendo que los soldados y la policía israelíes habían impedido que las ambulancias pudieran evacuar al niño a un hospital. El niño tuvo que ser tratado en una clínica local pero murió varias horas después en casa.
Muchas personas sostienen que el momento de los disturbios, cuatro días antes de que expirara la moratoria israelí sobre la construcción de asentamientos ilegales en Jerusalén Este y Cisjordania y se reanudaran las conversaciones de paz israelo-palestinas, era demasiada coincidencia.
Algunos palestinos especulan que el incremento de la conducta provocativa de los colonos israelíes en Jerusalén Este es una estrategia quintacolumnista del gobierno israelí para hacer descarrilar las conversaciones de paz y aliviar la presión internacional sobre el Primer Ministro israelí Benjamin Netanyahu para que cese de construir y ampliar asentamientos.
«Estas provocaciones y actos violentos persiguen un objetivo político», dijo a IPS Dimitri Diliani, miembro del Consejo Revolucionarios de Fatah.
«La secuencia exhibida por los ataques de los colonos contra la población civil palestina ha ido intensificando su gravedad y frecuencia según se aproximaba el final de la moratoria, con la consiguiente presión internacional sobre Israel.
«Israel utilizará los disturbios como excusa para aparecer una vez más como víctima, y sostener que su seguridad corre peligro. Un miembro de alta graduación del ejército israelí afirmó recientemente que las crecientes raíces del movimiento civil y la estrategia de no violencia defendida por los dirigentes palestinos suponen un problema de relaciones públicas para Israel. Sostuvo además que era más fácil para Israel defender su causa ante el mundo cuando las víctimas de los ataques palestinos eran civiles israelíes», dijo Diliani.
Abed Shaludi, miembro del Comité Bustan Contra las Demoliciones de Casas está de acuerdo con las valoraciones de Diliani, añadiendo que los colonos están intentando provocar un levantamiento.
«Estamos más que hartos de los colonos y de la situación. Nuestra coyuntura económica es de gran debilidad, no hay colegios suficientes para los niños, los guardias de los colonos van en grupos e intimidan a los ciudadanos insultándoles y amenazándoles con sus armas. Sabía que era sólo cuestión de tiempo que uno de ellos matara finalmente a algún palestino», dijo Shaludi a IPS.
Pero puede que la política israelí de judaizar Jerusalén Este y echar a los palestinos de sus hogares acabe siendo contraproducente.
«No dejaremos nuestras casas bajo circunstancia alguna», dice Fakri Abu Diab, portavoz del Comité Bustan. «Tienen también previsto demoler mi casa. Pero antes van a tener que matarme. Prefiero morir antes que ver a mis hijos obligados a vivir en la calle», dijo Abu Diab a IPS.
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