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Estamos en guerra

Fuentes: Público.es

Mientras las noticias, y al parecer el interés de la gente, se centran en quién gobernará ayuntamientos y Comunidades Autónomas decisiones de gran trascendencia para nuestras vidas se han tomado y se están tomando sin que la inmensa mayoría se entere. A pesar de que en muchos lugares no vaya a haber grandes cambios -las […]

Mientras las noticias, y al parecer el interés de la gente, se centran en quién gobernará ayuntamientos y Comunidades Autónomas decisiones de gran trascendencia para nuestras vidas se han tomado y se están tomando sin que la inmensa mayoría se entere.

A pesar de que en muchos lugares no vaya a haber grandes cambios -las opciones de gobiernos que se abren en la mayor parte de los gobiernos autonómicos se circunscriben al PP apoyado por Ciudadanos o el PSOE apoyado por Podemos- los cimientos de una Transición que dejó todo atado y bien atado empiezan a resquebrajarse.

Aparentemente está todo controlado. La herramienta fundamental del poder para disciplinar a los gobiernos de todos los niveles -el pago de una gigantesca deuda pública y la reducción del déficit- tiene todas las garantías legales para que funcione.

El artículo 135 de la Constitución, el Tratado de Estabilidad de la Eurozona y la Ley Orgánica 2/2012 [1] obliga a cada ayuntamiento, a cada gobierno autonómico, al Estado y a la Seguridad Social a reducir drásticamente déficit y deuda [2] y a renunciar a políticas sociales expansivas si no quieren correr el riesgo de ser intervenidos. En 2014 los gastos destinados a la función «Deuda Pública» supusieron el 18,9% del PIB [3], es decir, en torno a los 200.000 millones de euros y muy cerca de la mitad de los Presupuestos Generales del Estado. La situación del Estado en cuanto a la Deuda puede considerarse como el promedio de las diferentes administraciones municipales y autonómicas.

A pesar de esta evidencia que reduce a meras cartas a los reyes magos cualquier programa electoral -como bien se está demostrando en Grecia- ninguna opción política que haya obtenido representación, excepto las CUP en Cataluña, planteaba con claridad la necesidad de oponerse al pago de la Deuda para satisfacer las perentorias necesidades de millones de personas.

En estas condiciones los grandes poderes públicos y privados, de aquí y de fuera, en principio nada deberían temer. Los partidos que mejor han representado hasta ahora sus intereses siguen gobernando en la mayor parte de los territorios, y los que han emergido, si bien en un primer momento cuestionaban el pago de la Deuda y la pertenencia a la OTAN, han retirado rápidamente tan incómodos planteamientos.

Nada que afecte al poder del capital está explícitamente sobre la mesa y sin embargo tienen miedo; no a ninguna fuerza política concreta sino al pueblo. Saben, ellos mejor que nadie, que no hay salida previsible a la crisis y que no tienen otro programa que no sea recortar salarios, pensiones y derechos sociales. Y sus temores crecen en la misma medida que disminuyen los de quienes cada vez tienen menos que perder.

El problema de aquellos que a pesar de la crisis siguen engordando sus beneficios, tanto por la destrucción de empresas y la concentración de capital, como por el brutal incremento de la explotación, no es Podemos. Son los riesgos de la inestabilidad, dicen.

Es el desasosiego que con tanta claridad reflejaba Jean Claude Juncker, actual Presidente de la Comisión Europea cuando decía: «Sabemos lo que tenemos que hacer. Lo que no sabemos es cómo hacerlo y que nos sigan votando». Planteamiento inquietante porque si no es probable que cambien sus políticas el interrogante es qué harán cuando no tengan los votos que las respalden.

En otras palabras es lo que sentenciaba el gran gurú de la derecha norteamericana Samuel P. Huntington «la más importante distinción política entre los países no es la referente a su forma de gobierno, sino a su grado de gobierno» [4]; es decir su estabilidad interna y su alineamiento detrás de los EEUU.

Y en situaciones de crisis tan profunda como la actual, cuando las posibilidades del sistema para amortiguar la lucha de clases mediante concesiones sociales son prácticamente nulas, el fascismo y la guerra se expanden.

La mano invisible y el puño de hierro

Juan Carlos abdicó apenas ocho días después de una elecciones europeas en las que los partidos del Pacto de la Transición, y por ende sostenedores de la monarquía, sufrieran un espectacular retroceso. Bastaron sólo cinco días tras los comicios municipales y autonómicos para que se anunciara la visita del Secretario de Estado de los EEUU para firmar el acuerdo bilateral que convertirá a la Base de Morón en sede permanente del USAFRICOM (Mando de los Estados Unidos para África). El objetivo es instalar allí de forma permanente la Fuerza Especial de Respuesta de Crisis del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos (SP MAGTF Crisis Response). La mera hipótesis de un cambio político que introdujera alguna inseguridad para sus intereses les ha hecho, también ahora, reaccionar rápidamente.

Como señala el comunicado de la Plataforma Global contra las Guerras [5], la finalidad de la visita, cancelada por un accidente del mandatario americano, era claro: «Esta fuerza aerotransportada de despliegue inmediato, a las órdenes inmediatas del USAFRICOM, constaría de un retén permanente de 850 marines con sus medios de proyección, ampliables a 3.500 en caso de crisis, con capacidad de desplegarse en 9 horas al corazón de África, como cabeza de puente para una intervención a mayor escala. Pero podría también ser puesto a disposición del USCENTCOM (Mando Central de los Estados Unidos) para un despliegue semejante en cualquier punto de Oriente Medio o del Mediterráneo oriental».

Para tener una idea del grado de vasallaje del Gobierno (el del PP y el del PSOE, que fue quien inició el trámite) y su complicidad con las políticas imperialistas baste tener en cuenta que, pese a las gigantescas presiones recibidas, ningún país africano aceptó nunca albergar la sede del USAFRICOM [6]. La destrucción de Libia por los bombardeos de la OTAN en apoyo de los «rebeldes», ahora reconvertidos en supuestos enemigos, y su posterior invasión permitió la instalación en Benghazi de dicho Comando estadounidense. Allí estuvo menos de un año, hasta que el 11 de septiembre de 2012 el Consulado de EEUU en esa ciudad fue asaltado y destruido resultando muerto, entre otros, el propio embajador norteamericano.

La firma de ese Convenio se inscribe en la trayectoria de intervención permanente de una potencia extranjera que inició la Dictadura y a la que han venido plegándose los diferentes gobiernos desde la Transición. Todos ellos, supuestamente tan patriotas, han ido ampliando la presencia militar de EEUU, han aumentado la implicación del estado español en todo tipo de intervenciones militares y, en un ejercicio más de cinismo, han renunciado a preguntar si los barcos o aviones que cruzan nuestro territorio llevan o no armamento nuclear.

Es decir, el bipartidismo que ahora se tambalea está formado por dos partidos que han pisoteado nuestra soberanía y han incumplido sistemáticamente todas las condiciones incluidas en el «SÍ» en el Referéndum de la OTAN de 1986. Esos son los partidos que ahora seguirán gobernando en coalición con las nuevas fuerzas políticas en la mayor parte del territorio.

Con la decisión actual del Gobierno, que sin duda contará con un amplísimo respaldo parlamentario, además de someter a los pueblos en los que hay instalaciones militares norteamericanas -especialmente a Morón- a un riesgo más que probable de atentado, sitúa al conjunto de la población en la diana preferente de ataque desde cualquiera de los múltiples frentes de guerra de EEUU. Máxime cuando los tambores de guerra en la propia Europa suenan cada vez más fuerte y más cerca, y cuando no cabe la menor duda de que la presión de la crisis y del complejo militar industrial norteamericano está acercando cada día el riesgo de una guerra a gran escala.

Y es que como señala el Foro contra la Guerra Imperialista y la OTAN [7]: «Estamos en guerra no es una proclama, es una descripción de la realidad. Una realidad que nos negamos a aceptar para evitar reconocer que somos cómplices, o admitir el riesgo que implica permanecer pasivos frente a la escalada belicista de la coalición occidental de la que formamos parte.

Esta crisis general del capitalismo no nos permite preocuparnos sólo de los problemas sociales y cerrar los ojos ante la guerra porque está lejos y vemos a los muertos como si fueran ficciones cinematográficas».

Las palabras de Thomas Friedman, asesor de Madeleine Albright no dejan lugar a dudas: «Para que la globalización avance es imprescindible que EEUU actúe con toda su omnipotencia. La mano invisible del mercado jamás funcionará sin el puño invisible. Mc Donald’s no prosperará sin la Mc Donnell Douglas que ha construido el F15. El puño invisible que garantiza un mundo seguro para Silicon Valley se llama, ejército, aviación, marina y Cuerpo de Marines de Estados Unidos» [8].

Por eso, porque los partidos emergentes van a recibir la dosis de presión necesaria de tal forma que «algo cambie para que nada cambie», los pueblos no podemos seguir mirando para otro lado cuando el fuego se propaga y llega cada vez más cerca.

Por dignidad, por la imprescindible solidaridad con otros pueblos y porque estamos en el punto de mira: ¿Hay alguien ahí?

Notas:

[1] Un pormenorizado informe sobre el TSCG y la Ley Orgánica 2/2012 puede consultarse en http://redroja.net/index.php/noticias-red-roja/noticias-cercanas/1910-informe-de-red-roja-sobre-la-ley-organica-22012-el-final-de-cualquier-soberania-y-el-arma-de-destruccion-masiva-de-los-servicios-publicos

[2] La Deuda, ahora equivalente al 100% del PIB, debera ser del 60% en 2020 y el déficit estructural deberá ser 0.

[3] Estos datos proceden del Programa de Estabilidad enviado por el Gobierno en 2014 a la Comisión Europea. Pag 59. http://www.mineco.gob.es/stfls/mineco/comun/pdf/Estabilidad_2014_2017.pdf

[4] Huntington, S.P. Political Order and Political Decay

[5] https://plataformaglobalcontralasguerras.wordpress.com/

[6] El USAFRICOM entró en funcionamiento en 2007 durante el mandato de Georges W. Bush y tuvo que instalarse en Stuttgart (Alemania) ante la negativa de todos los gobiernos africanos a aceptar su instalación. No obstante, tropas estadounidenses e israelíes están instaladas de forma permanente en la ex-colonia francesa de Djibuti.

[7] Texto completo en: http://www.lahaine.org/presentacion-del-foro-contra-la

[8] Thomas Friedman, asesor de Madeleine Albright. The New York Times, 28-3-1999. Al mes siguiente se celebraba en Washington la Cumbre de la OTAN, coincidiendo con los bombardeos de la Alianza sobre Belgrado, en la que se decidía entre otras cosas, que su zona de intervención abarcaba cualquier lugar del planeta donde estuviera en peligro la seguridad energética de los países miembros o en caso de migraciones masivas.

Ángeles Maestro Médica, militante de Red Roja

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