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¿Evangelizar es imponer hegemonías religiosas?

Fuentes: Rebelión

La religiosidad africana es «una realidad cultural que la Iglesia respeta y trata de evangelizar conforme a su misión», dijo Pérez Riera, Secretario de los Obispos Católicos de Cuba en el marco de la visita del Papa, que igual que en 1998 ignorará a las colectividades religiosas afrocubanas, gran mayoría en la isla. Si de […]

La religiosidad africana es «una realidad cultural que la Iglesia respeta y trata de evangelizar conforme a su misión», dijo Pérez Riera, Secretario de los Obispos Católicos de Cuba en el marco de la visita del Papa, que igual que en 1998 ignorará a las colectividades religiosas afrocubanas, gran mayoría en la isla. Si de verdad respetan esa realidad cultural, no deberían pretender cambiarla y tampoco hacer como que no existe. No reconocer al 80% de la población cubana practicante de la santería y religiones populares afroindígenas con arraigo natural incontestable; es racismo.

La salvaguarda de costumbres milenarias de pueblos originarios, es desvelo de organizaciones internacionales de derechos humanos. Son grupos altamente vulnerables debido a sus desventajas centenarias sufridas por el trauma brutal de la invasión de Europa; que la Iglesia Católica apoyó en ese momento; en la llamada América. ¿Cómo pueden decir que los quieren cambiar?

Con solidaridad, diálogo franco y amor hacia la feligresía del catolicismo: hay una deuda histórica imposible de soslayar.

La fe propia de las etnias víctimas de muerte y esclavitud, indígenas y africanos, fue -junto a sus bienes materiales y a su humanidad- devastada, profanada y condenada al exterminio en nombre del cristianismo papal.

Los dueños de la iglesia-institución cómplice del genocidio americano, impusieron sus creencias a fuerza de asesinatos en masa de indígenas, apropiación territorial y robos de incontables riquezas naturales que hoy sostienen universales poderíos económicos y políticos.

Sus vírgenes y santos fueron designados por imposición de las autoridades eclesiásticas, como «patronos» o «patronas» -o sea dueños- de los distintos países donde el verdugo instaló su dominio y como forma de mantenerlo, creando «apariciones» milagrosas y leyendas con protagonistas nativos o afrodescendientes, rasgos indios y piel oscura en las imágenes católicas para lograr sutilmente la apropiación, por parte de los oprimidos, de esos símbolos-valores, propios de los enemigos de la cultura aborigen. Sencillamente perverso.

Con el pretexto de «evangelizar», la «virgen ¿de la caridad? del cobre» por ejemplo, actualmente con visibilidad eterna de mito, fue presentada como salvación a la vez que era sustento ideológico -como el resto del santoral- a la masacre de indígenas y africanos explotados sin piedad por el despotismo europeo en la extracción del cobre y otros minerales valiosos robados a Cuba durante casi cinco siglos.

Por la cruel prohibición de manifestar su religiosidad tradicional, los africanos en las Américas colonizadas, tuvieron que camuflar sus objetos de veneración en los íconos del amo blanco, los únicos permitidos.

El espacio que se abrió a la cultura espiritual originaria fue el del sincretismo o mezcla de liturgias donde se vieron obligados a disfrazar las creencias ancestrales, factor que se yergue como símbolo de resistencia cultural. Por ello molesta ahora a los máximos jerarcas católicos lo que antiguamente se fomentó como método de captación, y que los cubanos vean a la Orixá Ochún en la Virgen del Cobre por poner un ejemplo.

A fin de hacer valer su verdad religiosa como única, el llamado Papa utiliza una vez más la colonización, esta vez ideológica, basada en la implícita superioridad del Evangelio frente a la Santería Africana.

Por eso no los considera, porque para él «no existen» aunque en su pureza interior y en la confianza de quien sabe que la fe no tiene fronteras ni murallas, los despreciados lo esperan con alegría.

Por eso los quiere «convertir» a la fuerza sin importarle su religión de cuna, la que practicaron sus padres, abuelos y bisabuelos.

Se coarta la libre elección con agentes manipuladores millonarios, dueños del poder de los medios y otros poderes sociales. Hay sub valoración de la tradición del otro manifestada en la convicción acerca de lo trascendente, y se viola el derecho humano a la identidad.

El etnocidio es la destrucción de la cultura de un pueblo basada en el axioma de la mayor jerarquía del que pretende «cambiar al otro para su bien», forma macabra de genocidio por desarraigo, desviación y alejamiento cultural.

Es la base ideológica del etnocidio está el etnocentrismo que pregona la supremacía de una cultura sobre otras. Éste tipo de prédica fundamentalista, contiene la valoración de que el otro está equivocado y es un imperativo convencerlo a la fuerza.

Tratándose de credos originarios se da una situación particular, pues al medrar su sentimiento ritual se está medrando su esencia o raíz.

Fue la idea que justificó la conquista del viejo al nuevo mundo, cuya verdadera razón última y primera fue económica y donde todos los intervinientes en el despojo sacaron tajada.

¿Por qué sería mejor creer en Cristo que en los Orixás?

Mis dudas crecen: ¿El socialismo cubano recibe con plácemes a quien da la espalda internacionalmente a sus religiones autóctonas que aún adolecen de reconocimiento oficial? ¿Realmente es necesaria esta especie de pacto entre la revolución y el papado que desprecia ostensiblemente la cultura propia de una tierra en sus aspectos más sensibles?

Las épocas de expansión y conflictos bélicos por territorios involucraron al planeta en una gran depresión y dolor colectivo de consecuencias interminables: el surgimiento del imperialismo capitalista, las dictaduras latinoamericanas y tantos endémicos males sociales. Hoy, que al menos estamos en proceso de asumir responsabilidades, valoración de los derechos humanos y de reparación moral a las víctimas de todo tipo de opresión y desigualdad, es insólito ponerse en pose para que nos pateen y además festejar el golpe.

Y por las dudas, en estas condiciones; ¿Para qué querríamos la venida del Papa a nuestro país?

¿No sería mejor profundizar el debe que hay con las religiones populares indígenas y africanas antes de acrecentar hegemonías, errores y horrores pasados fomentando la discriminación hacia las culturas históricamente postergadas?

Un viaje papal a Uruguay en estas condiciones sería una tragedia cultural.

Susana Andrade. Grupo Afroamerindio ATABAQUE: www.atabaque.com.uy

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.