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Extranjeros en su propia tierra

Fuentes: La Marea

«Estamos a un paso de quedarnos en la calle». «¿Cómo voy a alimentar a mi familia si ya no nos queda dinero?». «Necesitamos ayuda, si no es del gobierno palestino, de la comunidad internacional». La situación se agrava cada día más en la castigada y sitiada Franja de Gaza. Esta vez los que protestan son […]

«Estamos a un paso de quedarnos en la calle». «¿Cómo voy a alimentar a mi familia si ya no nos queda dinero?». «Necesitamos ayuda, si no es del gobierno palestino, de la comunidad internacional».

La situación se agrava cada día más en la castigada y sitiada Franja de Gaza. Esta vez los que protestan son los palestinos que llegaron a Gaza huyendo de la guerra y el conflicto en Yemen, Libia y Siria. Son 350 familias palestinas, originariamente de la Franja de Gaza, que fueron hace años a trabajar a estos países donde se establecieron y ampliaron la familia.

Delante de las puertas del ministerio de Trabajo, los palestinos se quejan de estar abandonados y de que las pocas prestaciones que recibían se han congelado. Las agencias de Naciones Unidas anunciaron hace meses que se habían quedado sin fondos. Los donantes, que en El Cairo prometieron 5.400 millones de dólares, exigen estabilidad en la zona antes de materializar dichos ingresos. Sin embargo, las facciones palestinas Hamas y Fatah parecen hundidas de nuevo en un rifirrafe político que no deja avanzar el proceso para la consecución de elecciones palestinas. Hamas sigue gobernando la Franja con un flaco presupuesto y múltiples problemas financieros.

«El ministerio de Trabajo daba un puesto laboral a una persona por cada familia y el ministerio de Asuntos Sociales nos daba algo de comida, harina, aceite… – cuenta un palestino que huyó de Alepo hace tres años.- Ahora no nos dan nada. La UNRWA (Agencia de la ONU para Ayuda al Refugiado Palestino en Oriente Medio) nos daba algo cada 6 meses, pero después de la guerra ya no pueden cubrir tanta necesidad».

Hashem llegó con los siete miembros de su familia desde Bengazi, Libia, donde trabajaba como profesor. La embajada palestina en El Cairo coordinó su salida y su entrada en la Franja de Gaza. «Desde agosto de 2014 no cobramos la ayuda económica que nos daba mensualmente el gobierno y, como no hay trabajo en Gaza, no sé qué vamos a hacer para salir adelante. Lo peor es que en todos sitios nos consideran extranjeros».

Encerrados en un infierno

Muchos decidieron volver a Gaza porque para ellos era su derecho, pero se toparon con un infierno. La desesperación lleva a estas familias a pensar en volver a Libia, Yemen o Siria. Sin embargo, desde finales de octubre de 2014, el paso fronterizo egipcio de Rafah ha abierto solamente 6 días. Y, aunque sus puertas estuvieran abiertas, para estos palestinos no hay salida, ya que los laissez-passez están caducados y, según cuentan, no pueden renovarlos desde Gaza.

Mahmud consiguió salir de Siria pagando sobornos. Su padre era un exprisionero palestino exiliado que marchó a vivir a Yarmuk hace 40 años. «Cuando comenzaron los bombardeos decidimos escapar, mis hijos, mi mujer, mi madre y yo. Llegamos a Egipto sin visado y vinimos a Gaza. Mi laissez-passez está caducado pero quiero marcharme de aquí cuanto antes. Es suficiente. Hemos sido desplazados de nuestras casas dos veces, en Siria y en Gaza. Si esto no mejora me iré nadando».

«Queríamos poner en práctica nuestro derecho al retorno y nos encontramos con una cárcel y una guerra -afirma Mohammed, que llevaba más de 20 años trabajando en Yemen-. Mi mujer es yemení y pensamos en venir a Gaza porque la situación de la revolución en Yemen era insoportable, una guerra eterna. Era agotador. Si hubiera sabido que el bloqueo israelí en Gaza era así y que iba a sufrir una guerra, no habríamos vuelto».

Mohammed vive con su mujer y sus tres hijos en una habitación de la casa de su tío. Hace dos meses que no tiene trabajo. «Si pudiéramos, volveríamos a Yemen. Incluso nos iríamos a Sudán. En Gaza no se puede vivir».

«Nosotros teníamos una casa en Khuza’a, al este de Jan Yunis, y en 1988 los israelíes la derrumbaron -explica Manal, que ha acudido a la protesta con su hijo-. Así que fui a Libia a buscar trabajo con mi esposo. Si pudiéramos salir, saldríamos, pero en esta última guerra los israelíes quemaron todo lo que había en casa, todos nuestros papeles. Lo único que pedimos es vivir como seres humanos».

La inquietud crece cuando la razón para salir de Gaza es la salud de sus hijos. Al menos cinco niños de estas familias necesitan ser intervenidos quirúrgicamente y los hospitales de Gaza no ofrecen los servicios necesarios.

Fuente original: http://www.lamarea.com/2015/03/04/extranjeros-en-su-propia-tierra/