Recomiendo:
0

El saqueo nacional se acelera

Falacias, palo y circo

Fuentes: Rebelión

«Vieron en una tienda gran cantidad de anteojos para no ver o para que no viesen: compraban muchos los señores, para los que los llevan a cuestas, con que los tienen quietos y enfrenados». Baltasar Gracián, El Criticón, I,VII   La primera batalla, el lenguaje El gobierno, presidido por el registrador de la propiedad de […]

«Vieron en una tienda gran cantidad de anteojos para no ver o para que no viesen: compraban muchos los señores, para los que los llevan a cuestas, con que los tienen quietos y enfrenados».

Baltasar Gracián, El Criticón, I,VII

 

La primera batalla, el lenguaje

El gobierno, presidido por el registrador de la propiedad de Santa Pola, ha decidido que la verdad no existe. Los cien mil millones de euros que ha pedido a Europa para rescatar a los bancos no son un «rescate» sino un «tomate» (como muy bien ha advertido la prensa estadounidense) que devolverán los mismos que están casi quebrados y que provocaron la crisis. Como garantía de esos mismos bancos que constituyen la quintaesencia del capitalismo financiero imperante estarán sus agujeros contables y las semiabandonadas propiedades inmobiliarias que levantó el pelotazo del ladrillo, aquél que demostraba que los españoles éramos los más listos del continente porque edificábamos sin ton ni son más que los grandes países europeos juntos…

El exconsejero para Europa del banco estadounidense Lehman Brothers, que ejerce temporalmente de Ministro de Economía ─maestro en el arte de mentir sin titubear en inglés o en castellano─, nos ha tranquilizado a todos porque este «tomate» no traerá según él perjuicios al erario público sino beneficios sin cuento, comenzando claro está por sus amigos banqueros.

El rey, después de su agotadora cacería de elefantes y de su increíble hazaña de acompañar a la flor y nata de los grandes empresarios a vender la «marca España» por América del Sur, ha felicitado a don Mariano y a don Guindos por el éxito conseguido en la obtención del «tomate» para nuestros «modélicos bancos», como los calificó en la ONU el exsecretario general del PSOE y expresidente de gobierno, Rodríguez Zapatero. Para los trabajadores en paro presentes y futuros, así como para los estafados por las hipotecas, parece que seguirá funcionando la caridad (en latín o en castellano) y quizá algún rastrillo filantrópico de las damas patrióticas.

Los nietos de la contrarreforma llaman ahora «reformas» a los recortes en educación y en sanidad. La impulsora de la liquidación de los escasos derechos laborales que quedaban en pie ─la esperpéntica Báñez que nunca ha dado un palo al agua fuera de la teta oficial─ dice que con esa nueva ley se va a crear empleo y añade con una sonrisa angelical que la Virgen del Rocío va a echar un capote para salir de la crisis. Antes, cuando algunos éramos niños, llamaban «Gloriosa Cruzada de Liberación» al levantamiento fascista de 1936 encabezado por el «Caudillo por la gracia de Dios», como estaba escrito en las monedas (¡vaya gracia!), o sea, por el anterior Jefe del Estado, según leemos en los libros de texto y en los manuales de estilo vigentes.

Palo y circo

Los antiguos romanos hablaban de pan y circo. La versión castiza ya introducida y mejorada por Franco (toros y cárcel, fútbol y redadas de la policía) es palo y circo. Palo a los indignados madrileños que se atreven a acercarse al Congreso de los Diputados (más una fortaleza aislada de la sociedad que una cámara de representación popular), palo a los estudiantes valencianos que protestan por la degradación de la enseñanza pública, palo a los jornaleros andaluces que no se conformen con las migajas del poder, palo a los jóvenes de Barcelona que se manifiestan ante la Bolsa, palo a los mineros que ahora defienden su pan y su dignidad en Asturias, León y Castilla.

Mientras este malestar social se va extendiendo lentamente, quizá con demasiada lentitud en relación con la brutal agresión a lo público ordenada por los banqueros y ejecutada por los gobernantes, los medios de comunicación miran para otro lado, silencian las protestas, ocultan sus motivos y dejan sin rostro a los que se rebelan. ¿Y los grandes sindicatos? Cogidos de la mano, los dirigentes de CCOO y UGT parecen escondidos en sus despachos. Siempre tan comprensivos, tan mansos, querían volver a sentarse a la mesa a negociar con la patronal y el gobierno en busca de «consenso» (palabra mágica que repite también con insistencia el actual secretario general del PSOE, Pérez Rubalcaba). ¡Pobrecitos!, no les hacen caso. Cuando los mineros del norte pelean por sus derechos en carreteras, plazas y calles enfrentándose a la Guardia Civil, esos dirigentes no respiran el mismo aire de rebeldía: siguen en Babia. Hablar de huelga general les espanta más que al untuoso Ministro del Interior, ahora tan preocupado por alterar el censo electoral vasco.

Y circo, claro. Después de su brillante faena del «tomate», don Mariano viajó a Polonia para acompañar en la presidencia del circo futbolístico al príncipe Felipe de Borbón (hermano de Cristina y cuñado de Urdangarín, duques de Palma ahora tan alejados de la isla en su dorado retiro de la capital del imperio) quien, tan campechano como su padre, hasta se atrevió a hacer la ola en un detalle de sabor plebeyo bien recogido por la televisión al servicio del régimen, quiero decir, al servicio del circo.

Parece que la divina providencia echará también un capote a la selección nacional para que, a falta de pan, haya goles, renazca el entusiasmo popular por las estrellas deportivas y la bandera del estanco (como la llamaba mi viejo amigo Arturo Soria), se olviden las penas diarias, vuelvan a cantar Manolo Escobar y David Bisbal, y… aquí paz y después gloria. Como se ve, todo un programa modernizador, reformista, de centro moderado, muy competitivo, casi de tecnología punta, que coloca «la marca España» a la altura de los Reyes Católicos, si no de Fernando VII.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.